MANEJO DEL PACIENTE AGITADO EN LOS DISTINTOS ESCENARIOS
En esta
sección queremos remarcar algunos puntos acerca del
abordaje del paciente con excitación psicomotriz que se
encuentra internado o consulta en distintos ámbitos,
basándonos principalmente en nuestra práctica diaria.
Es
importante tener en cuenta que el manejo es, en general,
similar al descripto anteriormente, y que solo nos
basaremos en los puntos distintivos del abordaje en
situaciones especiales.
1-
Paciente agitado en sala
general:
la presencia de pacientes
con algún grado de inquietud psicomotriz tiene una alta
prevalencia en el hospital general, siendo lo más
frecuente los cuadros de excitación asociados a
delirium, por lo tanto, lo primero a tener en cuenta es
el diagnóstico y tratamiento de la causa que éste
generando este cuadro, como premisa básica para que
cedan los posibles futuros episodios de agitación.
Como
segundo punto podemos resaltar que, al menos en nuestro
medio, una habitación del hospital polivalente no se
encuentra preparada desde el punto de vista de la
seguridad para abordar a un paciente agresivo, por lo
que desde el primer momento nuestros esfuerzos se verán
abocados a prevenir actos violentos hacia uno mismo o
terceros (recordemos que en general las habitaciones son
compartidas y que muchas veces el riesgo de agresión es
también para otros pacientes). En este sentido es muy
importante alertar al personal de seguridad del hospital
para que se haga presente y se encuentre a la
expectativa ante cualquier situación violenta que
pudiera surgir.
Teniendo en cuenta estos dos puntos como elementos
cardinales, podemos decir que el tratamiento
farmacológico, con intenciones incisivas, se convierte
en el primer objetivo, siendo los fármacos descriptos
para el abordaje general los que se utilizaran en la
gran mayoría de los casos, recordando que para el
Delirium hiperactivo la medicación que más evidencia
favorable presenta es el Haloperidol.
2-
Paciente agitado en
unidad de cuidados intensivos:
en este contexto los cuadros clínicos son más graves que en la sala
general y la agitación está asociada casi siempre a
Delirium. Además de las medidas descriptas para el
manejo en sala general se tendrán que tener en cuenta
los efectos adversos de los psicofármacos utilizados (Haloperidol
generalmente) siendo estos más frecuentes y más
importantes, por lo que habría que ser más prudente en
la dosis a utilizar e indicar la menor dosis posible que
pueda lograr la disminución de la agitación del
paciente, incluso cuando se use medicación sedativa para
que el efecto sea menor y permita la evaluación clínica
evolutiva continúa, tan importante en este ámbito.
3-
Paciente agitado en la
guardia del hospital general:
en este
ámbito es muy frecuente la consulta de pacientes con
algún grado de excitación psicomotriz, y plantea en éste
sentido un particular desafío para los médicos y resto
del personal de guardia por la gran movilidad que
generan en el ambiente y por la carencia de recursos que
se presentan para tratarlos en muchas oportunidades.
Otro tipo de desafío se genera a partir de que en los
servicios de guardia generales los cuadros de agitación
pueden responder a las más variadas situaciones clínicas
(enfermedades médicas, intoxicaciones, abstinencias,
descompensaciones psiquiátricas psicóticas o no
psicóticas, etc.) con la implicancia terapéutica que
esto presenta.
Muchas
veces se observa en este contexto que, por la
sintomatología florida y ruidosa que presentan estos
pacientes, el personal de atención (enfermeros,
seguridad, incluso los propios médicos) menosprecia la
situación, no haciendo una adecuada lectura semiológica
(“la agitación como síntoma”).
Las
cuestiones relacionadas estrictamente con el tratamiento
no varían de lo presentado en el abordaje general
poniendo especial importancia en ésta primera impresión
clínica para evitar la utilización de fármacos que
puedan resultar perjudiciales en casos particulares.
4-
Paciente agitado con
demencia:
las alteraciones
conductuales o síntomas neuropsiquiátricos son muy
frecuentes en los pacientes con demencia presentándose
en el 90% de los casos durante la evolución, siendo
entre ellos muy frecuentes la agitación y la agresividad
(60-80%). Son los responsables de una mala calidad de
vida de los pacientes, familia y/o cuidadores, y son en
general, la causa de la institucionalización (10).
En
cuanto al tratamiento, como primer punto debemos
identificar y tratar las causas reversibles de estos
síntomas asociados a demencia. El cerebro humano en
estos pacientes es más vulnerable a los efectos de
estresores, ya sean psicológicos, físicos o cambios en
el entorno, por lo que es muy importante realizar el
diagnóstico diferencial con los cuadros de delirium.
Como
segundo punto, la implementación de “estrategias
conductuales”, muchas veces modificando pequeñas cosas
del ambiente se logran grandes beneficios que mejoran la
calidad de vida, teniendo como ventaja principal, la de
evitar riesgos con la utilización de medicamentos. Un
entorno seguro, previsible, con una rutina marcada, son
los mejores elementos de prevención para evitar generar
aumentos innecesarios de estrés con la consecuente
“desestabilización” del paciente.
En
cuanto a las intervenciones farmacológicas debemos
priorizar un uso racional de psicofármacos, teniendo en
cuenta que hasta el día de hoy la FDA no aprobó ningún
fármaco para tratar la agitación, agresividad o psicosis
asociada a demencia.
Dentro
de las posibilidades medicamentosas debemos remarcar que
los síntomas de agitación y/o agresividad pueden
responder a los Inhibidores de la Acetilcolinesterasa
con o sin memantine, siendo drogas muy bien toleradas
por esta población de pacientes, aunque no se sabe aún
si la mejoría conductual se da al disminuir el déficit
cognitivo o es producto de mecanismos independientes.
Como
segundo grupo farmacológico, y ante la falta de
respuesta a los anteriores se utilizarán los
antipsicóticos, entre éstos los atípicos (risperidona,
olanzapina y quetiapina principalmente), ya que los
típicos empeorarían la función cognitiva, y para los
cuales, estos pacientes son más proclives a desarrollar
efectos adversos extrapiramidales. Tanto típicos como
atípicos han demostrado en estudios un aumento de la
mortalidad (1,6-1,7) en relación a personas que no
recibían estos fármacos (aunque no se pudo demostrar si
era por la medicación o por mayor vulnerabilidad de los
pacientes medicados), por lo que la elección se hará
evaluando riesgo-beneficio, todavía a favor de los AA en
agitación severa y con riesgo para pacientes y/o
cuidadores. Siempre informar sobre el riesgo a la
familia (consentimiento informado) y medicar con la
menor dosis posible (olanzapina 2,5 mg/d, risperidona
1mg/d y quetiapina 50mg/d) por corto tiempo.
Las
benzodiazepinas deberán ser usadas con precaución en
ésta población, especialmente por el empeoramiento
cognitivo, riesgo de caídas y reacciones paradojales que
producen. De usarlas, elegir aquellas de vida media
corta o intermedia, siendo la más estudiada el lorazepam
tanto por vía oral como intramuscular, limitándose a
crisis extremas de agitación y/o agresividad.
5-
Paciente embarazada con
agitación
Los
cuadros de excitación psicomotriz que se presentan
durante un embarazo suelen provocar gran ansiedad en el
médico clínico. Debido a que no contamos con estudios
controlados que evalúen la eficacia y la seguridad de
los psicofármacos durante el embarazo y las posibles
consecuencias negativas para el feto, los médicos deben
priorizar las estrategias de contención verbal como
primera línea de tratamiento para el abordaje de dichos
cuadros. Sólo cuando estas estrategias no farmacológicas
resulten insuficientes se debería recurrir a los
psicofármacos, tratando de utilizarlos en la menor dosis
y por el período más breve posible.
Los dos
grupos farmacológicos que cuentan con la mayor
aceptación son los antipsicóticos y las benzodiacepinas,
ya sean solos o combinados. Dentro de los AT, el
haloperidol es el que posee el nivel de evidencia más
alto por lo que suele ser el más utilizado en los
servicios de urgencia. Un reciente estudio determino la
seguridad del haloperidol en 215 embarazadas y encontró
porcentajes de malformaciones que no diferían entre el
grupo expuesto y el grupo control. Además, cuenta con la
ventaja de poder ser administrado por vía intramuscular.
Otra alternativa válida es la prometazina, por su gran
efecto sedante. En relación a los AA, al ser agentes más
nuevos, poseen menos datos disponibles sobre su
seguridad durante el embarazo. Teniendo en cuenta estas
reservas, la clozapina, la risperidona y la olanzapina
no se vincularon claramente con la aparición de ninguna
anomalía congénita. Si bien la clozapina parece ser una
droga bastante segura (Categoría B) su empleo no sería
recomendable por el riesgo asociado de agranulocitosis.
El aumento de peso que suele generar la olanzapina
podría complicar el desarrollo del embarazo. Se publicó
un informe de un caso de agenesia del cuerpo calloso en
un bebé expuesto intraútero a risperidona (15).
Las
benzodiazepinas solas o combinadas con antipsicóticos
también se usan para los episodios de excitación
psicomotriz. Algunos estudios reportaron una asociación
entre el uso de benzodiazepinas en el primer trimestre
del embarazo y la aparición de labio leporino y paladar
hendido. A pesar de que estos datos fueron cuestionados,
es preferible evitar su empleo durante el primer
trimestre, por lo menos hasta la décima semana que es
cuando se produce el cierre del paladar. También se
deberían indicar con precaución en los momentos cercanos
al parto ya que pueden generar un cuadro neonatal
conocido como Floppy Infant Síndrome (7).
Las
restricciones físicas, reservadas para los casos más
severos, pueden generar riesgos significativos para el
embarazo por lo que se desaconseja su uso.
Otra
situación que se debe tener en cuenta al momento de
abordar dichos cuadros, es la posibilidad de que la
paciente desconozca que está embarazada. Por esto,
creemos que toda mujer en edad fértil que presente un
cuadro de excitación psicomotriz debe ser considerada
como posible embarazada a la hora de ser medicada,
previniendo de esta forma posibles consecuencias
negativas.