Discusión del
caso clínico
Dra. María
Jimena Ortiz
Como problemas principales en esta paciente se plantean:
la falla hepática fulminante de causa aún no
esclarecida, y el cuadro agudo por el cual realiza la
consulta, dos entidades posiblemente diferentes pero
probablemente relacionadas. Del análisis preliminar de
ésta última situación que la trae a la consulta, surge
el diagnóstico presuntivo de un cuadro infeccioso, y la
posible relación con la suspensión de los corticoides.
Comenzaré analizando no obstante el cuadro basal de la
paciente, que es su hepatopatía, la cual al momento del
inicio del cuadro fue clasificada como falla hepática
aguda. La falla hepática aguda, también llamada falla
hepática fulminante (FHF) o hepatitis
fulminante, consiste en el desarrollo de daño hepático
agudo severo con deterioro en la función de síntesis y
encefalopatía, en una persona que previamente tenía
hígado normal o bien enfermedad hepática compensada.
Para ser considerada fulminante se han propuesto varias
definiciones que consideran la evolución temporal de los
síntomas y signos, actualmente se considera que el
desarrollo de encefalopatía dentro de las 8 semanas del
inicio de los síntomas en un paciente con hígado
previamente sano es definitorio de falla hepática
fulminante (1), tal como ocurrió con la paciente. Las
causas que pueden producir falla hepática fulminante son
diversas. Entre las drogas y tóxicos más comunes se
incluyen paracetamol, amoxicilina-ácido clavulánico,
ketokonazol, toxina de Amanita phalloides,
etc. La paciente niega consumo de tales sustancias. Las
causa vasculares (síndrome de Budd-Chiari, enfermedad
veno-oclusiva y trombosis de la vena porta) fueron
descartadas por ecografía doppler. Ciertas enfermedades
que afectan el metabolismo de hepatocito como la
enfermedad de Wilson, la hemocromatosis y el déficit de
α1-antitripsina son improbables como causa de este
cuadro, ya que la presentación clínica de esta forma
aguda severa es infrecuente, y el laboratorio con las
determinaciones correspondientes son normales y la
biopsia es inconsistente. Al alejar estos diagnósticos,
no quedan las causas más probables que son las virales y
las autoinmunes. Los virus hepatotropos más comunes en
nuestro medio fueron evaluados mediante serologías, a
través de métodos de alta sensibilidad y especificidad:
VHA, VHB, VHC, VHE, VEB, CMV y VHS I-II y aparentemente
descartados. La causa autoinmune fue el diagnóstico
operativo realizado, y se apoya en la ausencia de otra
causa más probable, la mejoría con el uso de corticoides
(si bien cualquier hepatitis mejoraría) y la
determinación de los anticuerpos anti-músculo liso
positivos. A los interrogantes generados en relación a
estas dos últimas causas me referiré en detalle.
¿Se trata realmente de una hepatitis autoinmune (HAI)
como se planteó, o podría tratarse de otra causa no
identificada aún? La hepatitis autoinmune consiste en
una inflamación del hígado generalmente no resuelta de
causa desconocida. En su patogenia se han propuesto
múltiples factores: desencadenantes ambientales,
ausencia de mecanismos de tolerancia inmune sobre una
predisposición genética. Lo que se sabe es que se trata
de un ataque mediado por células T contra antígenos
hepáticos, llevando a un proceso progresivo de necro-inflamación
y de fibrosis en el hígado. El inicio suele ser
insidioso, con síntomas inespecíficos (fatiga,
ictericia, náuseas, dolor abdominal y artralgias); pero
puede ir desde una presentación asintomática hasta
enfermedad grave aguda, como en este caso. (2-4) Con
respecto al debut de HAI como FHF, ésta se puede
confundirse con una hepatitis viral o tóxica cuando no
se la considera en los diagnósticos iniciales. (5) Puede
en realidad tratarse de una HAI crónica no reconocida
que se presenta como una exacerbación espontánea y
parece aguda, o bien del debut de una HAI con forma de
FHF. La terapia con corticoides puede ser eficaz en la
supresión de la actividad inflamatoria en el 36% -100%
de los pacientes, mientras que una demora en el
tratamiento puede tener un fuerte impacto negativo en
los resultados. Las mujeres son afectadas más
frecuentemente que los hombres, con una relación 3,6:1.
Con respecto al perfil bioquímico presenta aumento de
aminotransferasas (AT) y bilirrubina (dependiendo del
grado de necro-inflamación), mínima variación de
fosfatasa alcalina (FAL) (la paciente presentaba un
importante aumento con un claro patrón de colestasis),
aumento de γ-glutamil transpeptidasa (GGT) (de
significado incierto) y aumento de
γ-globulinas (Ig). Los autoanticuerpos presentes más
frecuentes son:
·
70% a 80% posee títulos significativos (>1:40) de
anticuerpos antinucleares (FAN) o anti-músculo liso (SMA),
o ambos. La paciente presentaba SMA con especificidad no
actina, que hablan de inflamación. Son mucho menos
específicos obviamente que los SMA con especificidad
actina.
·
Otros autoanticuerpos:
o
ANCA-P (relacionados con la colangitis esclerosante
primaria, se han reportado en un 60% a 90% de pacientes
con HAI);
o
Acs. anti-microsomales tiroideos y anti-tiroglobulina
aún en pacientes con función tiroidea normal;
o
Factor reumatoide (en ausencia de enfermedad
reumatoidea)
¿Podría ser un caso de HAI con laboratorio inmunológico
negativo? Hasta un 10% a 20% de los pacientes son
seronegativos para los autoanticuerpos convencionales
(FAN, ASMA, y anti-LKM1). Habitualmente son mal
considerados como “criptogénicos”. En términos de
severidad, respuesta al tratamiento, y pronóstico, estos
pacientes son indistinguibles de los que poseen
autoanticuerpos positivos. (6) Con respecto a los
hallazgos histológicos, si bien
no existen hallazgos patognomónicos de la enfermedad, lo
característico es una hepatitis de interfase (periportal
o paraseptal), con un infiltrado linfoplasmocitario
necroinflamatorio. En casos severos, con compromiso
lobular (intra-acinar) con necrosis en puente
portal–portal o central-portal, se ven con frecuencia
también rosetas, y regeneración nodular. (7) Pacientes
con cambios biliares típicos de cirrosis biliar primaria
(CBP) o colangitis esclerosante primaria (CEP) no deben
ser considerados en sentido estricto como pacientes con
hepatitis autoinmune, pero pueden ser considerados como
casos de superposición (“overlap” o “variante”). (8) Los
pacientes con FHF exhiben más hepatitis de la interfaz y
lobulillar, desorden lobular, necrosis de los
hepatocitos, necrosis central y submasiva, pero menos
fibrosis y cirrosis.
En esta paciente lo que se observó en la biopsia fue
escasa hepatitis de interfase, infiltrado inflamatorio
inespecífico, necrosis y principalmente tapones de
bilis, lo que habla de colestasis. Es decir que no se
pudo confirmar ni excluir por el patrón hallado en la
biopsia la HAI. No obstante fue tratada como tal con
mejoría clínica y aparentemente bioquímica: descenso
rápido de bilirrubina y de
γ-globulinas. Además presentó empeoramiento de
transaminasas, bilirrubina y enzimas de colestasis al
disminuir a abandonar los corticoides.
¿Es ésta respuesta la esperable en los pacientes con HAI
que comienzan tratamiento con glucocorticoides? El 90%
de los pacientes adultos presentan una mejoría en los
niveles séricos de AT, bilirrubina y γ-globulinas dentro
de las 2 semanas de iniciado el tratamiento, pero
raramente alcanzan la resolución de las anormalidades
del laboratorio e histológicas en menos de 12 meses. La
recaída al retiro de medicamento es algo común (49%) en
los primeros 6 meses; su riesgo se pude disminuir con la
evaluación histológica, y con un monitoreo cada 3
semanas bioquímico luego de la suspensión de la
medicación. (9-11) El tratamiento debe ser continuado
hasta alcanzar remisión (50-86%), falla al tratamiento
(9%), respuesta incompleta (13%) o intolerancia a la
droga (13%). La respuesta histológica demora de 3 a 6
meses posterior a mejoría clínica y de laboratorio y la
terapia debe continuar hasta alcanzar la resolución
histológica. Ello se debe a que hasta en un 55% de
pacientes con niveles normales de AT y γ-globulinas
durante el tratamiento se observa hepatitis de
interfase, y típicamente estos son los pacientes que
recaen al suspender el tratamiento. (7,8)
Para los casos difíciles de clasificar como HAI, se han
diseñados criterios diagnósticos que pueden ser
utilizados de guía. Utilizando los Criterios
diagnósticos del Grupo Internacional de Hepatitis
Autoinmune (12, 13), se suman puntos y en base a
ellos se determina la probabilidad de HAI. Con un score
de 10 puntos se habla de diagnóstico probable
(sensibilidad del 100%, una especificidad del 73%, y
exactitud diagnóstica del 67%), y con 15 puntos es
indicase habla de HAI definitiva (sensibilidad de 95%,
una especificidad del 97% y una exactitud diagnóstica
del 94%). La paciente presentaba un score de 8 puntos o
de 11 puntos si se consideran como positivos los ASM
especificidad no actina; con lo cual no se puede afirmar
ni negar el diagnóstico.
Con respecto al tratamiento (14-22), múltiples ensayos
han demostrado la eficacia de los glucocorticoides en el
tratamiento de la hepatitis autoinmune. La prednisona
(sola o en combinación con azatioprina) mejora los
síntomas, alteraciones de laboratorio, mejora la
histología y mejora la supervivencia de los pacientes
con enfermedad severa. El 65% de los pacientes obtienen
una remisión a 18 meses de tratamiento y 80% a 3 años.
La sobrevida es a 20 años de 80%, no existiendo
diferencias de acuerdo a edad y sexo con individuos
sanos de la misma región. Para el caso de la HAI que
debuta como severa/fulminante no se ha demostrado que
los glucocorticoides disminuyan la necesidad de
trasplante hepático. Por lo tanto deben ser remitidos a
la brevedad a centros con posibilidades de trasplante.
Volviendo a uno de los primeros interrogantes, dentro de
las causas no identificadas aún: ¿puede tratarse de una
hepatitis viral con serologías negativas que
debuta como FHF? Si bien la hepatitis A es la causa más
frecuente de hepatitis viral aguda, es raro que progrese
a FHF en adultos (en niños es más frecuente). La
hepatitis B es probablemente la causa viral más
frecuente de FHF. Más aún la incidencia de FHF por
virus B puede estar subestimada ya que las variantes
mutantes del pre-core o pre-S capaces de producir
infección al no producir los antígenos HBsAg o HBeAg son
difíciles de diagnosticar con las serologías de rutina.
Es por ello que muchas veces se atribuye erróneamente la
causa a virus no A, B o C o como causa criptogénica.
(23)
Existen múltiples reportes de casos de debut de
infección por VHB mutante como hepatitis fulminante. La
contribución del VHC para FHF es actualmente incierta,
parece no ser una causa significativa. (24) El virus
hepatitis D es un virus defectuoso ARN, ya que requiere
del virus B no para la replicación sino para el
ensamblado y secreción. Por lo tanto la infección ocurre
junto con la del virus B. El 5% de los portadores de VHB
estarían infectados por VHD. Es la superinfección
(infección con virus D en un paciente portador crónico
de HBsAg) la que se presenta como una hepatitis aguda
severa en un portador que no se conocía positivo para
virus B, o como exacerbación en paciente crónico. (25,
26) Ninguno es el caso de la paciente. El virus
hepatitis E (27-29), es un virus ARN transmitido por vía
fecal-oral. Tiene mayor incidencia en Asia, África,
medio oriente y América central. Los casos reportados en
occidente se debieron a viajeros que visitaron áreas
endémicas, algo que la paciente niega. Da síntomas y
signos similares a los de las otras hepatitis virales
agudas, aunque parece ser más severa que la producida
por VHA. En más del 60% de los casos se describe
colestasis prolongada. Puede ocurrir infrecuentemente
FHF con una tasa de mortalidad del 0,5-3%. Suele
normalizar el laboratorio entre 1 y 6 semanas del inicio
de los síntomas y no desarrollan hepatitis crónica luego
de la infección aguda. La FHF ocurre más frecuentemente
durante el embarazo, tasa de mortalidad del 15-25%,
principalmente en el 3er trimestre. La detección es con
PCR del genoma en sangre o materia fecal o mediante la
detección de IgM anti-VHE (las cuales son negativo en
esta paciente). De todas ellas el diagnóstico más
probable es el de VHB, sustentado además en el hecho de
haber presentado la hepatitis en el contexto de una
infección por otra enfermedad venérea (sífilis). En
contra de este diagnóstico están las serologías
negativas. ¿Qué peso tienen las serologías negativas?
Las mutaciones reportadas hasta el momento en el VHB son
a nivel del antígeno de superficie y/o del antígeno E,
por lo tanto existen personas infectadas que no expresan
dichos antígenos en sangre en ningún momento de la
infección, son los llamados B mutantes. También
conocidas como hepatitis ocultas, ya que se presentan
con ADN-VHB positivos y con HBsAg negativo. Sin embargo
no existen mutaciones a nivel del core, ya que no
existirían virus viables en dicho caso, ya que el core
es indispensable para que el virus replique. Es por ello
que en todo paciente infectado por VHB (mutante o no),
siempre presenta acs. anti-core positivos, IgM o IgG
dependiendo del tiempo de evolución. En esta paciente
estos anticuerpos fueron negativos, y el método
utilizado tiene una sensibilidad del 100% y una
especificidad del 99,6%. Es decir que no existen falsos
negativos, y por lo tanto no es necesario realizar PCR
para VHB para descartar el diagnóstico por completo.
Ahora bien, si no se trata de una infección por VHB y
tampoco tenemos el 100% de certeza de que se trate de
una hepatitis autoinmune, esta paciente padece lo que
puede catalogarse como hepatitis criptogénica. En
relación con HAI seronegativa, los pacientes con
hepatitis criptogénica tienen mayor edad, mayor duración
de la enfermedad, niveles de transaminasas menores,
mayor patrón colestásico de enzimas hepáticas, menor
grado de inflamación, y mucha menor respuesta al
tratamiento con corticoides. Se piensa que estos casos
“criptogénicos” se deben a un trastorno autoinmune que
aún no puede ser detectado por los marcadores
serológicos habituales. (30) En un trabajo retrospectivo
presentado en 2009 en ZeitschriftfürGastroenterologie de
Hannover de 126 pacientes asumidos como hepatitis
criptogénica resultaron ser: 19 por daño tóxico exógeno,
22 casos fueron esteatohepatitis no alcohólica (NASH),
43 probables HAI (según el score de IAH antes
mencionado), y 42 casos de hepatitis “criptogénica”. Los
casos que con el tiempo resultaron ser los autoinmunes
fueron los que obtuvieron mayor beneficio con
tratamiento inmunosupresor. Con respecto al tratamiento
de la hepatitis criptogénica aguda existen también
reportes. Uno de ellos publicado en la misma revista de
Hannover en 2007 incluyó a 4 pacientes con hepatitis
criptogénica aguda que recibieron tratamiento con
prednisona. Todos respondieron con normalización de
función hepática y rápido descenso de transaminasas. Se
recomienda que los glucocorticoides sean tenidos en
cuenta en el tratamiento de la hepatitis aguda
criptogénica, considerando la respuesta a CTC como
indicativo de la génesis autoinmune de la enfermedad.
Considerando una hepatitis en el contexto de una sífilis
secundaria, ¿podría ser la sífilis la causante del daño
hepático? La hepatitis sifilítica se reconoció
por primera vez la afectación hepática por sífilis en
1585 por Paracelso. Desde 1966 a la actualidad se han
reportado solamente 48 casos de hepatitis sifilítica. El
mayor estudio fue reportado por Feher y colaboradores en
1975 (31), y consistió en 17 casos de sífilis temprana
(1º o 2º) con anormalidades hepáticas. Las
manifestaciones clínicas consisten en rash generalizado,
y aumento marcado de FAL y aumento modesto de
bilirrubina y AT. (32) La paciente presentaba un franco
patrón de colestasis, pero también llegó a tener títulos
muy altos de bilirrubina y AT. Además, en contra de este
diagnóstico está la rápida remisión de la clínica y las
anormalidades de laboratorio posteriores al tratamiento
para sífilis secundaria. Recordemos que fue realizado
tratamiento completo con penicilina y sin embargo las
alteraciones hepáticas no mejoraron.
Retomando el cuadro clínico que la trajo a la consulta,
todos los síntomas o signos pueden estar justificados
por la suspensión brusca de los corticoides, en el
contexto de una infección respiratoria. Recordemos que
la paciente si bien no presentaba tos ni expectoración,
estaba febril, con hipoxemia e infiltrado en radiografía
tórax que luego mejora con la administración de los
antibióticos. La insuficiencia suprarrenal aguda
(33-34) relativa o absoluta asociada al consumo de
glucocorticoides por tiempo prolongado con altas dosis y
posterior suspensión brusca está bien descripta, y
constituye en la práctica clínica su principal causa. La
paciente presentaba toda la sintomatología
correspondiente: fiebre, deshidratación, nauseas,
vómitos, anorexia, dolor abdominal, debilidad,
hipotensión, hiponatremia e hipoglicemia. Hay que
comprender que la misma constituye una urgencia médica y
por lo tanto siempre debe ser tenida en cuenta. El
tratamiento consiste en solución fisiológica en forma
enérgica, si existe hipoglicemias soluciones glucosadas,
monitoreo hemodinámico, hidrocortisona 100 mg EV en bolo
y luego con 100 mg/6-8hs. Puede también utilizarse
dexametasona con dosis inicial de 4 mg EV, lo cual es
recomendable si quedan dudas diagnósticas ya que no
interfiere con la determinación de cortisol plasmático.
Además, se debe buscar la causa y tratarla. Una vez
recuperado y compensado el cuadro, se debe reiniciar con
dosis previa de glucocorticoides VO.
Como conclusión, considero que el ingreso en esta
oportunidad estuvo motivado por una insuficiencia
suprarrenal asociada al abandono de los corticoides en
el contexto de una infección respiratoria. Con respecto
a la hepatopatía de base, creo que todavía no se puede
afirmar ni descartar el diagnóstico de hepatitis
autoinmune, por lo que por el momento el cuadro es
clasificable como hepatitis criptogénica.
Como conductas propongo:
•
Tratamiento de la infección concomitante en base
a la clínica y el resultado de los cultivos.
•
Continuar tratamiento con prednisona 60 mg/d VO.
•
Control clínico y de laboratorio estricto.
•
Revisión de la biopsia por anatomopatólogo.
•
Lámpara de hendidura y cobre en orina (lo único
pendiente para descartar completamente el improbable
síndrome de Wilson).
•
Inclusión en lista de trasplante hepático.
•
Adecuada educación de la paciente sobre los
riesgos del abandono brusco de los corticoides.
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Discusión |
La discusión de este seminario
corresponde al 17 de marzo de 2011, a
cargo de la
Dra. María Jimena Ortiz. |
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