CONOCIMIENTO Y
PODER
Alcides A. Greca
Hay tres categorías
de personas: un pequeñísimo número que hace producir los
acontecimientos, un grupo un poco más importante
que vigila su
ejecución y asiste a su cumplimiento y en fin, una vasta mayoría
que jamás sabrá lo
que en realidad ha acontecido.
Nicholas Murray
Butler
Nadie
podría discutir lo que significa para el hombre haber podido
acceder al conocimiento profundo de la geología del planeta, de
las características de los distintos seres vivos e incluso de la
composición y funcionamiento del espacio cósmico. En el momento
actual, la física de partículas subatómicas ha sido explorada en
niveles de notable profundidad y también lo han sido, no menos
intensamente, la estructura de los genes, el mapa completo del
genoma humano, la matemática superior y la astrofísica.
Comunicaciones intercontinentales instantáneas y casi sin costo,
manipulaciones genéticas, cirugía robótica teledirigida de
altísima complejidad, son sólo unos pocos ejemplos de los logros
del hombre, que hace sólo un par de décadas hubieran sido
concebidos solamente como productos de la imaginación.
El homo
sapiens sapiens ,un animal pequeño que habla, como lo
definió Henri Laborit, escasamente dotado físicamente, por otra
parte, domina sin disputa todo su entorno. Esto es el resultado
de que ha logrado saber (de allí su denominación), es decir, ha
conseguido conocer. El conocimiento lo ha hecho prevalecer sobre
las demás especies con las que convive en el planeta.
Conocimiento es poder. Interesante conclusión, estimulante sin
duda, pero inquietante al mismo tiempo. Porque cabe preguntarse
qué destino le da el hombre al conocimiento cuando alcanza
poder.
Esta
situación abre varios aspectos para el análisis, habida cuenta
de que sentirse poderoso tiene para el hombre una capacidad de
atracción y una sensualidad que no muchos pueden resistir y allí
están todos los políticos del mundo y de todas las épocas para
servirnos de ejemplo. Alcanzar poder provoca por lo general,
avidez por alcanzar más aún, y el instrumento más a mano para
lograrlo es precisamente, la manipulación del conocimiento.
La ciencia
aplicada es un claro exponente de cómo históricamente, la
investigación ha pretendido ser puesta al servicio de intereses
económicos y políticos por quienes en verdad, manejan el poder
en el mundo, actuando por lo general en el anonimato, pero por
encima de los gobiernos formales de los países.
La
objetividad de la ciencia es una fantasía que no resiste
análisis alguno. Ni siquiera en las ciencias denominadas “duras”
como la física y la química, es concebible controlar todas las
variables, por la simple razón de que no todas son conocidas.
Cuando el sujeto de investigación es el ser humano, con toda su
complejidad y su característica de sistema caótico, es evidente
que la elección de las variables a investigar dependerán de la
subjetividad del investigador, sujeto al fin.
Preguntarse con qué criterio decidirá el hombre la selección de
las variables conduce a una más que obvia respuesta: con el
criterio que convenga al ejercicio del poder. Eso explica por
qué estudiamos en los países subdesarrollados mucho más los
problemas sanitarios de los países centrales que los que nos
afectan a nosotros.
Desde esta
perspectiva, es fácil comprender por qué en la Argentina se
habla mucho más de SIDA que de enfermedad de Chagas (muchísimo
más prevalente) o por qué la enfermedad cardiovascular consume
más recursos que la desnutrición o la tuberculosis, enfermedad a
la que casi nadie prestaría atención hoy en día en los países
desarrollados, si no fuera porque los bacilos resistentes se han
tornado un problema de dificilísima solución en relación con la
epidemia de SIDA, que afecta en especial a población joven,
económicamente productiva.
Es con
estos criterios que se ha acuñado la curiosa denominación
“evidencia científica”. Sólo se nos hace evidente lo que
queremos ver y veremos lo que quienes ejercen el poder decidan
mostrarnos.
Teniendo
en mente estos sencillos conceptos, sería deseable que al leer
el próximo trabajo científico, pusiéramos especial cuidado, ojo
crítico y algún escepticismo al examinar la sección “Material y
Métodos”, como así también nos detuviéramos en el patrocinador
(figura al final en letra muy pequeña), antes de sucumbir a la
fascinación de los resultados.
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