/  Rosario - Santa Fe - Argentina

 
 
     

 


 

Entrevista a la
Dr. Amalia Pati, en ocasión del lanzamiento de su libro "Una enfermedad romántica.  La tuberculosis y sus "metáforas" en el siglo XIX y principios del siglo XX: un debate abierto".

 

 
 
Entrevista a la Dra. Amalia Pati en oportunidad de la presentación de su libro: ”Una enfermedad romántica. La tuberculosis y sus "metáforas" en el siglo XIX y principios del siglo XX: un debate abierto”, ganador del 2º Premio del Primer Concurso de Ensayo de la Editorial Municipal de Rosario.
 

¿Dra. Amalia Pati, cuándo y cómo se decidió a escribir este libro?

 

En realidad, la decisión de escribir un libro, aunque formaba parte de mis anhelos, no fue mía sino de otros. Les contaré como nace el libro, tal como lo expliqué en el prólogo. Después de un largo proceso de investigación sobre el tema de la tuberculosis en la literatura y en la vida del siglo XIX, decidí que ese iba a ser el tema de mi tesina final de la Licenciatura en Letras y  así fue; en el 2002 la presenté con otro título y, por supuesto, con otra orientación porque se trataba de un trabajo estrictamente académico. En esa oportunidad, el jurado me sugirió que lo publicara, que no lo dejara archivado, y si bien no lo archivé porque siempre seguí estudiando, la publicación era para mí una utopía inalcanzable por lo costoso que es publicar un libro. Pero evidentemente, ese era el destino que se manifestó cuando, en 2005, la Editorial Municipal de Rosario llama al primer Concurso de Ensayo (hasta ese momento habían sido de cuento, novela y poesía) con temas libres provenientes de las distintas áreas de la cultura. Primero dudé pero finalmente me puse a trabajar activamente para convertir la tesina en un ensayo, un género que tiene algunas peculiaridades como, por ejemplo, que no requiere un lector competente en la materia y, lo que es muy importante, cargado de subjetividad, esto es, que el ensayista, a diferencia de lo que ocurre cuando se escribe un trabajo académico de cualquier orden, está siempre presente en la escritura, en una palabra, se juega en el texto. Me presenté al concurso y, meses después, me sorprendieron con la grata noticia de que había ganado el 2ª premio, lo que implicaba la publicación del libro. Y fue así literalmente, una hermosa sorpresa. Y creo que tener un libro como resultado de un premio es más satisfactorio que si lo publica uno mismo porque significa que un jurado lo juzgó valioso.

 

 

¿Cómo surgió en Usted esta integración tan importante entre MEDICINA-LITERATURA-ARTE?

           

Lo de integrar la literatura y el arte fue un proceso que comenzó con la lectura de La montaña mágica de Thomas Mann. Fue el libro que me hizo ver la enfermedad desde otro lugar distinto al de la ciencia. Nunca lo abandoné. Esto no se debe interpretar como que La montaña mágica es un libro sobre la tuberculosis, la tuberculosis es el eje mediante el cual Mann describe, por decirlo de algún modo, la sociedad de su tiempo: cuestiones filosóficas, sociales, políticas y hasta biológicas dan forma a ese libro maravilloso con el que descubrí que la tuberculosis tenía una historia que yo no conocía. Luego, la idea de investigar sobre un tema con tantas aristas surgió de la lectura de La enfermedad y sus metáforas de Susan Sontag donde ella se refiere a las significaciones de algunas enfermedades como la tuberculosis y el cáncer, a lo que en la década del 80 le agrega su interpretación sobre los significados del SIDA en El Sida y sus metáforas. Al mismo tiempo que admiro a Sontag porque ha sido una mujer muy apasionada y polémica con ciertos temas y una escritora faro, disiento con ella en algunos aspectos, que probablemente tengan que ver con el momento y las circunstancias en que ella escribe el primer libro. Paradójicamente, y esto no significa de ningún modo que me compare con Sontag, ella proviene de la literatura y defiende la ciencia a rajatabla; y yo, que tengo una primera formación científica que es muy fuerte, estoy en desacuerdo con su posición exitista con respecto a la Medicina.

 

 

¿En qué se inspiró para elegir la orientación de este libro?

 

Tiene que ver con mi pasión por la literatura que, en mi caso, tiene que ver mucho con el azar. Ocurrió así, pero también podría no haber ocurrido. Es difícil de explicar. Ya era médica cuando hice estos descubrimientos que me llevaron a darme cuenta cuán limitado es el conocimiento estrictamente biológico de la enfermedad y del ser humano que hasta hace unos años era lo único que enseñaba en nuestra facultad. Por cierto que de los numerosos perfiles que tienen la salud y la enfermedad no se ocuparon los médicos, sino los historiadores y hasta los escritores. Por dar sólo un ejemplo, en la mayoría de las grandes novelas de Mann hay un enfermo de tuberculosis, de sífilis, de cólera, etc., y otro tanto con Henry James y tantos otros, imposible de abarcar. Y en la década del 80 del siglo pasado, con la reaparición de la tuberculosis en los países desarrollados junto con el SIDA, fueron los historiadores quiénes comenzaron a interrogarse sobre este regreso que de alguna manera echaba por tierra los triunfos definitivos de la Medicina y reabría el debate sobre la vieja enfermedad.

Volviendo a la pregunta, sostengo que el famoso divorcio entre la Ciencia y las Humanidades no existe en la realidad. A la pregunta de rigor de ¿cómo siendo médica se le ocurre estudiar Letras, dos disciplinas tan dispares? Yo respondo que lejos de ser dispares son complementarias y, además, estoy convencida que son las Humanidades las que te hacen más humano, más empático como médico, si se quiere más capaz de comprender las miserias humanas entre las que se cuentan las enfermedades. 

 

 

¿Podría relatarnos brevemente la temática del libro?

 

La temática del libro son los significados de la tuberculosis en el siglo XIX: qué significaba para la sociedad de la época estar tuberculoso. Hasta 1882 se creía que era una enfermedad hereditaria y, sin duda, fue la Medicina o, por lo menos, una parte de ella la que contribuyó a darle tantos y tan hermosos significados, las “metáforas” de Sontag. Estamos en pleno período romántico y en el marco de la medicina romántica. Laënnec fue el primero en negar el origen infeccioso y en sostener que una de las causas indiscutibles eran las pasiones amorosas, frustradas por supuesto. Fueron tanto los artistas, escritores, músicos que murieron de tuberculosis que se la asociaba al talento y a una sensibilidad exquisita. Ellos estaban orgullosos y admiraban la belleza de sus propios cuerpos consumidos y sus rostros pálidos y demacrados. Bueno, todo esto está en el libro. Estas creencias fueron a parar a la literatura, a la pintura, al teatro y el cine a comienzos del siglo pasado. Pero había otra historia que tomó fuerza después del descubrimiento del bacilo, la que nosotros conocemos: la de enfermedad contagiosa, de la pobreza y, a fines del siglo XIX, íntimamente ligada a la prostitución.

El título de mi ensayo fue el subtítulo del libro pero era necesario abreviarlo y Una enfermedad romántica me pareció adecuado porque es presentar la tuberculosis como lo que fue en el siglo XIX.

 

 

¿Cómo y cuándo se llevó a cabo la presentación oficial del libro? ¿Cómo fue la recepción de los asistentes al evento?

 

La presentación se llevó a cabo el 26 de mayo en la Sala de Conferencias del Parque de España y estuvo a cargo de la doctora en Letras, Lic. Ana Lía Gabrieloni. La recepción de la gente fue gratificante, y me sentí escritora por un momento cuando firmaba los ejemplares.

 

 

¿Ya está disponible para la venta?

 

Sí, el libro está a la venta en la Editorial Municipal, en Corrientes y Córdoba, y en las librerías más conocidas de la ciudad.

 

 

Muchas gracias Dra. Amalia Pati por este diálogo sumamente enriquecedor y valdrá la pena leer este libro, para intentar abrir cada día más nuestros horizontes, y no quedarnos sólo en lo biológico y social sino también integrar, la Cultura, el Arte y la Literatura a nuestra visión de la Medicina. Si logramos esto, sin duda, será un hecho beneficioso para nosotros, para nuestros pacientes y fundamentalmente para  nuestros alumnos.

 

Por Dra. Jorgelina Presta


 

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