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Prevención de infecciones relacionadas a catéteres

MC Byrnes, CM Coopersmith. Prevention of catheter-related blood stream infection.
Curr Opin Crit Care. 2007 Aug;13(4):411-5.

 

 

La recomendación de este artículo se basa en que las infecciones relacionadas con el uso de catéteres pueden ser graves, asociadas a mayores costos. Estas pueden ser prevenibles con medidas simples y económicas y un adecuado plan de educación y entrenamiento.

Existen datos respecto a que las infecciones asociadas a catéteres venosos centrales (IACVC) pueden ser parcial o incluso completamente prevenibles, si son aplicadas las prácticas relacionadas con el control de infecciones basadas en evidencias.

La mortalidad, estadía hospitalaria y costos relacionados con IACVC han sido estimados. Por ejemplo con respecto a la mortalidad los datos son controversiales, pero de todos modos se ha reportado que puede llegar al 17%. Las estrategias destinadas a disminuir las IACVC, pueden ser individualizadas de este modo:

·          Lavado de manos: es la medida más simple y frecuentemente olvidada. En la literatura abundan datos al respecto. Posiblemente sean los médicos quienes menos cumplen esta conducta básica. Ellos realizan un lavado apropiado solo en la tercera parte de los casos y en los últimos veinticinco años muy poco se ha podido hacer con respecto al cumplimiento de la medida. El uso de preparados con alcohol parece una alternativa fácil de usar que ha mejorado el cumplimiento de esta norma elemental. Es de destacar que la espuma con alcohol no elimina las esporas de Clostridium difficile. Es una práctica que depende claramente de la responsabilidad personal.

·          Antisepsia de la piel: la preparación de la piel con clorhexidina al 2% es el método preferido previo a la inserción del catéter. La concentración de clorhexidina es importante ya que estudios donde se comparó clorhexidina al 0,5% con iodo povidona al 10% no mostró diferencia entre ambos. La preparación de la piel debiera hacerse durante treinta segundos y dejarse secar previo a la inserción del catéter.

·          Utilización de barreras: cuando se efectúa la colocación de un catéter venoso central (CVC), se debe proceder como si se estuviese en un quirófano: esto es el uso de barbijo, gorro, guantes, bata y uso de compresas de tamaño suficiente para lograr un campo estéril adecuado. La aplicación de estas medidas puede disminuir claramente la incidencia de IACVC (principalmente cuando sólo se utilizaron guantes y compresas estériles pequeñas en el procedimiento).

·          Sitio de inserción: gran parte de estudios, si bien  retrospectivos y no randomizados, han demostrado mayor incidencia de infecciones cuando se utilizan los accesos yugular interno y femoral. Con respecto a esta última, también se sabe que hay mayor incidencia de eventos trombóticos y debiera reservarse sólo cuando hay emergencias o es imposible el acceso a través de accesos supradiafragmáticos. Se ha recomendado la vía subclavia por estas razones, pero de todos modos parece ser prudente tener presente el riesgo de otro tipo de complicaciones con este acceso (neumotórax por ejemplo) y la experiencia del operador para utilizar uno u otro sitio de inserción.

·          Catéteres impregnados con antiséptico o antibióticos (ATB): de los esfuerzos destinados a disminuir la incidencia de IACVC, este punto parece ser uno de los más estudiados y controversiales. El uso de una cubierta con clorhexidina/ sulfadiazina plata, en al menos en un estudio con suficiente poder estadístico, demostró disminuir las IACVC. En cuanto a la impregnación con ATB, el más difundido es el realizado con minociclina/rifampicina. Parece interesante su uso, ya que proveen una potente actividad antimicrobiana durante catorce días. Algunos estudios han demostrado una marcada reducción en la colonización de los catéteres y de las IACVC. Los recientemente desarrollados catéteres cubiertos con plata/platino/carbono permite una liberación continua de iones de plata, que tienen propiedades bactericidas y también se han relacionado con una disminución de las IACVC.

Las evidencias favorecen el uso de estos catéteres, pero el desafío está relacionado a cuando hay que usar este tipo de dispositivos. El CDC recomienda el uso de los mismos cuando se espera que permanecerán colocados mas de cinco días, y cuando en la institución se utilicen medidas adecuadas (clorhexidina al 2%, barreras, programas de educación, etc.). Incluso, cada centro debería elaborar su estrategia de acuerdo a la incidencia de IACVC en los mismos. Por ejemplo, parece prudente utilizar esta modalidad cuando el promedio de IACVC supera los recomendados por el CDC. Lo contrario puede ser razonable, pero no se sabe bien cual es la conducta apropiada, cuando la incidencia de IACVC es menor que las recomendadas pero son mayores que cero.

·          Curación del sitio de inserción: un estudio demostró que la curación diaria con gasa comparada con las curaciones con material transparente (poliuretano semipermeable) cada cinco días no arrojaba diferencias en cuanto a la incidencia de IACVC. Si hay sangrado se prefiere el uso de gasas. Del mismo modo, si la curación está “sucia”, debiera cambiarse tan pronto como se visualice tal situación. El material utilizado para la curación con liberación sostenida de clorhexidina, no parece ser parte de una recomendación rutinaria. Si, hay que tener presente que el uso de ungüentos ATB en las curaciones aumenta la incidencia de infecciones cutáneas por hongos.

·          Remoción precoz del CVC: la pregunta de si es necesario mantener un CVC en un paciente debiera realizarse diariamente y retirarlo tan pronto como sea posible. El reemplazo del catéter con determinada frecuencia (cada 3 a 7 días de acuerdo a algunos estudios), no ha demostrado una disminución de IACVC. El intercambio de catéteres a través de guías de metal está asociado a mayor riesgo de infecciones y se desaconseja su uso rutinario.

·          Misceláneas: los equipos de perfusión no debieran cambiarse con una frecuencia menor a los cuatro días, a excepción de si fueron utilizados para administrar hemoderivados ó lípidos. No hay evidencia en cuanto a la profilaxis con ATB para prevenir IACVC.

Se recomiendan obtener datos para establecer programas de vigilancia para el control de este tipo de infecciones. Los programas de educación y prevención son esenciales para disminuir el riesgo de las IACVC y ha sido demostrado que una vez implementados, disminuyeron la incidencia de infecciones.

 

Conclusiones: el adecuado lavado de las manos, uso de vestimenta quirúrgica, preparación de la piel con clorhexidina al 2%, la preferencia por los accesos subclavios y la retirada del CVC cuanto antes, son medidas útiles para disminuir notablemente la incidencia de IACVC. Si con estas pautas no se disminuye la misma, se puede incluir en la estrategia el uso de catéteres cubiertos con ATB ó antisépticos.

 

Comentario: Dr. Juan Carlos Pendino - Medico de planta de la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Recoletas de Albacete (España)

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