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Indicaciones y uso práctico de las dosis de reemplazo de corticoesteroides en pacientes críticos

Josef Briegel, Erich Kilger and Gustav Schelling Current Opinion in Critical Care 2007, 13:370–375


 

Nota: el artículo recomendado contiene interesantes datos sobre resultados acerca del uso de corticoides en pacientes críticos. Se destacan algunas observaciones sobre todo en sepsis y síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA). Además son interesantes las consideraciones que se efectúan acerca de la posibilidad de reducir las dosis de corticoides como terapia de reemplazo.

 

                La Surviving Sepsis Campaign, recomendó el uso de hidrocortisona a dosis de 200 a 300 mg/día en pacientes con shock séptico por 7 días. Esta recomendación fue basada a partir de un estudio multicéntrico, randomizado y controlado, dónde los pacientes con shock séptico e insuficiencia suprarrenal relativa (incremento del cortisol menor a 9 µg/dl posterior a la administración de ACTH). Algunos años después, dos metanálisis reportan que el tratamiento con corticoides en pacientes con shock séptico redujo la duración del uso de vasopresores y mejoró la sobrevida a 28 días. En situaciones donde la respuesta inflamatoria es habitual (SDRA, pancreatitis, trauma, quemados, etc.) se ha estudiado el efecto del uso de corticoides como terapia de reemplazo. El diagnóstico seguro de insuficiencia suprarenal (ISR) en pacientes críticos no está bien definido. Por esta razón se han utilizado criterios clínicos para identificar grupos en riesgo de ISR.

                La severidad y duración de la respuesta inflamatoria en los pacientes críticos, incrementan el riesgo y duración de la ISR que eventualmente se presenta en estas situaciones. Cuando la respuesta inflamatoria es muy intensa y el paciente no responde a los fluidos y necesita terapéutica vasopresora, nos encontramos en una situación donde puede existir ISR. En este caso puede haber respuesta al tratamiento con corticosteroides. El shock séptico es un ejemplo de esto. Por lo tanto, la presencia de respuesta inflamatoria y necesidad de vasopresores, constituyen criterios claves para la inclusión de pacientes en estudios destinados a investigar estas cuestiones.

                Se analizan distintos grupos de entidades donde se han efectuado ensayos clínicos.

·          Shock séptico (SS): los principales hallazgos en SS son que la terapia de reemplazo con corticoides (TRC) acorta la duración del shock. Estas conclusiones están basadas en dos estudios, el último de los cuales (CORTICUS), es un gran estudio multicéntrico europeo. En el CORTICUS no se observó una disminución de la mortalidad. Existen diferencias con el estudio de Annane, ya que en el mismo, los pacientes estaban más severamente enfermos, se usaron dosis más elevadas de vasopresores al momento de la inclusión, no tuvieron respuesta frente al tratamiento con fluidos durante al menos una hora y hubo mayor frecuencia de neumonías y de ISR. O sea que esto sugiere que se beneficiarían con la TRC los pacientes con shock séptico, que no responden al tratamiento con fluidos y necesitan mayor dosis de vasopresores. Además es preciso destacar que el grupo de Annane asoció fludrocortisona al tratamiento con hidrocortisona. El uso de esta droga en estas circunstancias se encuentra actualmente en estudio.

·          SDRA: se propuso el uso de corticoides en las etapas fibroproliferativas de esta entidad y en algunos estudios se utilizaron dosis mayores a las propuestas como TRC. Los trabajos de Meduri, refirieron una mejoría en la función pulmonar y disminución de la disfunción orgánica múltiple por inmunomodulación del proceso inflamatorio subyacente. Un trabajo de la Network, donde se utilizó este tipo de intervención, no demostró mejoría en la sobrevida, aunque si, una mejoría en aspectos fisiológicos. Si bien, la mejoría en los parámetros de función cardiaca y pulmonar y el número de días libres de ventilación mecánica al día 28, no se logró una disminución en la mortalidad a los 60 días. La necesidad de volver a ventilar a los pacientes del grupo tratamiento, probablemente vinculado a debilidad muscular, tal vez sea la principal razón por la cual la mejoría de parámetros fisiológicos, respiratorios y hemodinámicos no tengan impacto en la sobrevida. Incluso, los pacientes randomizados en el estudio con más de 14 días de haber comenzado el SDRA y asignados al grupo metilprednisolona tuvieron mayor mortalidad. Por el contrario, aquellos incluidos entre los días 7 y 13 tuvieron una tendencia a mejoría en la sobreviva. Esto plantea la posibilidad de que pueda haber una ventana terapéutica para el tratamiento con corticoides en del SDRA tardío. Con respecto a pacientes con  SDRA temprano, un reciente trabajo demostró que el tratamiento con hidrocortisona y fludrocortisona, logró disminuir la mortalidad a  28 días, pero en aquellos con ISR relativa. Los pacientes sin ISR relativa ó con un SDRA que no era precoz no se beneficiaron con este tratamiento. Otro estudio, efectuado por el grupo de Meduri, investigó el efecto de bajas dosis de metilprednislona en el SDRA en estadios precoces. El tratamiento duró 28 días y se comenzó a disminuir la dosis del corticoides a los 15 días de iniciado el mismo. Se logró una mejoría en la función orgánica pulmonar y extrapulmonar, en el tiempo de ventilación mecánica y en la estadía en la UTI. Este trabajo no tuvo el suficiente poder estadístico como para demostrar una disminución de la mortalidad. El tratamiento con esteroides fue más prolongado en el estudio de Meduri que en el de la Network. En este último, no hubo un descenso gradual de la dosis de corticoides en algunos pacientes, de acuerdo al protocolo de estudio. Este es el argumento que esgrimen algunos autores con respecto a la mayor tasa de reintubaciones en el grupo tratamiento (6 pacientes en el grupo placebo y 20 en el grupo tratamiento).

·          Neumonía adquirida de la comunidad (NAC): recientemente se investigó el efecto de los corticosteroides en la NAC. Se observó en un estudio, que el grupo tratado con hidrocortisona tuvo una mejoría en parámetros de función pulmonar y disminución de marcadores inflamatorios con respecto al grupo control. En el grupo hidrocortisona ningún paciente desarrolló shock séptico. Los autores sugieren estudios a gran escala para poder demostrar efecto de tratamiento sobre mortalidad.

·          Cirugía cardiaca: la respuesta inflamatoria caracteriza al postoperatorio de cirugía cardíaca (POP CC) y puede acompañarse de una importante vasodilatación que puede requerir altas dosis de vasopresores. Esta situación es en parte similar a lo que ocurre con los eventos hemodinámicos del shock séptico o la crisis addisoniana.  En un trabajo, el uso de corticoides en pacientes con compromiso de la función cardiaca y un tiempo de circulación extracorpórea prolongado, provocó un descenso de la interleuquina 6 (IL-6), menor necesidad de drogas vasopresoras, menos tiempo de ventilación mecánica y de estadía en UTI. Algunos trabajos reportan una disminución en la incidencia de fibrilación auricular con el uso de corticoide en el POP CC.

·          Otras indicaciones: los cuadros de trauma severo con shock hemorrágico, pueden acompañarse de una reactivad vascular anormal que lleva a hipotensión sostenida  a pesar de una adecuada reposición de volumen. La hidrocortisona de acuerdo a lo demostrado por algunos trabajos, puede aumentar la sensibilidad de los receptores adrenérgicos en pacientes con shock hemorrágico adecuadamente resucitado y que necesiten vasopresores. En los pacientes que sufren quemaduras graves, los corticoides no parece ser una posibilidad terapéutica, como sucede en otras situaciones con respuesta inflamatoria sistémica y dependencia a drogas vasopresoras.

 

Tratamiento prolongado con corticoides y stress quirúrgico: se sabe que las terapias prolongadas con corticoesteroides pueden causar ISR cuyo diagnóstico puede ser difícil y no se correlaciona con la dosis y duración del tratamiento. El tratamiento de reemplazo con corticoides está indicado en estas situaciones, sin embargo no se conoce bien la dosis y duración del tratamiento, dependiendo esto del stress quirúrgico.

 

TRC, dosis y duración del tratamiento: la dosis para la TRC se basa en el grado de producción de cortisol endógeno en diferentes condiciones específicas de stress. En cirugía mayor de pacientes por otra parte normales, hay una producción de cortisol de 50-150 mg/día con un breve pico de cortisol de 10 mg/hora luego de la extubación. La presencia de una infección puede aumentar el nivel de secreción de cortisol hasta 90 mg/día. Después de la estimulación con ACTH en sujetos normales y en asmáticos, el grado de secreción de cortisol puede aumentar entre 135 y 310 mg/día. En personas sanas, el grado máximo de secreción de cortisol, aumentó la concentración de cortisol plasmático entre 40 y 50 µg/dl. Durante el stress quirúrgico, la secreción de cortisol es mantenida por una producción continua de ACTH y no en picos.

                A partir de un estudio, donde en animales de experimentación adrenalectomizados se estableció que la dosis  de reemplazo con corticoides en situaciones de stress quirúrgico moderado (colecistectomia) era similar a la fisiológica (hidrocortisona 32 mg/m2/día), se sugirieron que las dosis de TRC eran las siguientes: cirugía menor, 25 mg de hidrocortisona (ó equivalentes); stress quirúrgico moderado, 50-75 mg de hidrocortisona y para stress quirúrgico mayor, 100-150 mg de hidrocortisona.

                En otro estudio, Yeager y colaboradores utilizan los niveles de respuesta de IL-6 como criterio para administrar la dosis apropiada de reemplazo de corticoides en pacientes sometidos a cirugía cardiaca con circulación extracorpórea. Ellos inhiben la esteroideogénesis con etomidato y encuentran que la infusión de hidrocortisona a razón de 4 µg/kg/min,  es suficiente para controlar la respuesta de IL-6 y para alcanzar niveles séricos de cortisol similares al del grupo control. Esta dosis para una persona de 70 kg es aproximadamente 400 mg de hidrocortisona diaria y excede las recomendaciones que habitualmente se dan para TRC en cirugía cardiaca.

                En la literatura no abundan los datos sobre concentración de cortisol durante TRC. A pesar de una infusión continua de hidrocortisona, se observa una disminución de la concentración de cortisol plasmático en el tiempo, lo que sugiere un clearence acelerado del mismo.

                Con respecto a la duración del TRC, es variable dependiendo de la enfermedad subyacente. Los tratamientos más breves son los de los pacientes sometidos a cirugía cardiaca y los más prolongados, en los pacientes con  SDRA.

 

Nuevos enfoques para la TRC: recientemente se reportaron altos niveles de cortisol plasmático y de cortisol libre calculado, en pacientes con ISR relativa y TRC. También en postoperatorios de cirugía cardiaca, se han observado altos niveles de cortisol sérico libre, aun en aquellos que no eran sometidos a TRC. Parece entonces que los niveles de cortisol exceden a los necesarios en la ISR cuando se administran las dosis recomendadas para TRC. Adecuar la dosis de hidrocortisona para que los niveles de cortisol plasmáticos se encuentren entre 35 y 40 µg/dl pudiera ser suficiente para atenuar la respuesta inflamatoria y los requerimientos de los efectores celulares. El cortisol libre tal vez refleje con mayor seguridad la TRC, que el cortisol total, ya que este se corresponda en forma más estrecha y rápida a la enfermedad crítica subyacente. Por ejemplo, una vez superado el shock séptico, el cortisol libre disminuye rápidamente, mientras que el cortisol total permanece elevado. Posiblemente las mediciones del cortisol libre puedan ser superiores a las pruebas destinadas a evaluar la reserva de las glándulas suprarrenales.

 

Conclusiones: con respecto a los datos actuales referentes al TRC, este debería restringirse a grupos de pacientes específicos como el caso del shock séptico que requiere altas dosis de vasopresores por más de una hora a pesar de un adecuado volumen de reposición con fluidos. Parecería que la dosis de corticoides a tal efecto pudiese ser reducida. 

 

Comentario: Dr. Juan Carlos Pendino - Medico de planta de la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Recoletas de Albacete (España)

 

 

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