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Norepinephrine plus dobutamine versus epinephrine alone for management of septic shock: a randomised trial

D Annane, P Vignon, A Renault et al. Lancet 2007; 370: 676–84
 

 

 

                Algunas sociedades científicas, recomiendan el uso de dopamina (DPM) como primera línea de tratamiento en el shock séptico (SS) y noradrenalina (Nad) asociado a dobutamina (Dbt) en pacientes con un volumen minuto cardiaco (VMC) disminuido a pesar de una adecuada reposición de volumen. Cuando en el SS hay resistencia al uso de DPM, se sugiere el uso de adrenalina (Ad). La ventaja teórica de asociar Nad a Dbt se basa en la posibilidad de modular los efectos vasculares y cardíacos en forma más precisa. Guías recientes aconsejan el uso de DPM ó Nad como agentes de primera elección en el SS y la Ad cuando no hay una respuesta adecuada con el uso de las catecolaminas mencionadas.

                Se han atribuido efectos deletéreos en la circulación esplácnica y el equilibrio ácido base con el uso de Ad. El número de pacientes en los  trabajos que evalúan la mortalidad del SS comparando el uso de Nad con Ad es insuficiente. Este grupo francés compara la eficacia y seguridad de Nad asociado a Dbt (cuando su uso fue necesario) y de la Ad como única droga, en el tratamiento del SS.

                Se incluyeron pacientes con sospecha de infección, elementos de respuesta inflamatoria sistémica, evidencias de disfunción orgánica y la presencia (en un tiempo no superior a 24 hs) de hipotensión, presión de oclusión de la arteria pulmonar (POAP) entre 12 y 18 mmHg ó haberse administrado no menos de 1000 ml de cristaloides y la necesidad del uso de DPM a 15 µcg/kg/min ó cualquier dosis de Nad ó Ad. El estudio fue prospectivo, multicéntrico, randomizado y doble ciego. El tratamiento fue ajustado para mantener una presión arterial media de 70 mmHg y se utilizaron además determinaciones ecocardiográficas ó de la POAP para guiar el mismo. Se registraron datos demográficos, hemodinámicos, analíticos, escores de severidad, además de estudios complementarios de tipo cardiaco ó neurológico, en el caso de que se constatase algún tipo de anormalidad de dichos sistemas. El objetivo primario del estudio fue la evaluación de la mortalidad a los 28 días y como secundarios, distribución de la mortalidad distribuida desde la randomización hasta el día 90 y el mantenimiento de una PAM por encima de 70 mmHg y la posibilidad de suspender las drogas vasoactivas por al menos 24 hs. Se registraron eventos que pudieran estar relacionados a la infusión de catecolaminas (arritmias, isquemia, etc.) y se analizaron cuestiones vinculadas a costos.

                De 1591 paciente evaluados, fueron randomizados 330. A excepción de la edad (un poco mayor en el grupo Ad), las características basales fueron similares. La mayoría de las infecciones fueron adquiridas en la comunidad y de estas, la mayor parte fueron neumonías. En un 80% de los casos se identificó el agente causal de la infección y en las tres cuartas partes de los casos, la antibioticoterapia iniciada fue considerada apropiada. El uso de corticoides y proteína C recombinante fue similar en ambos grupos.

                No hubo diferencias en la mortalidad entre ambos grupos al día 28, tampoco al día 7, 14, al egreso de terapia intensiva, al alta del hospital ni a los 90 días. El incremento y tiempo de duración de  la PAM a los valores prefijados fue similar en ambos grupos, al igual que el tiempo sin necesidad de vasopresores. Se observó durante los primeros días un aumento del lactato y descenso del pH en el grupo Ad. Ambos grupos fueron similares en cuanto a días de internación, costos y efectos indeseables atribuidos al tratamiento con catecolaminas.

                El estudio muestra conclusiones similares a otros con menor número de pacientes. El grupo poblacional elegido es similar al reportado en otros grandes estudios de investigación clínica. Se esperaba una mortalidad mayor en el grupo Ad que la que realmente tuvieron, tal vez atribuido al uso de corticoides y proteína C.  Este hecho aumentó ligeramente el poder estadístico del estudio.

                El aumento del lactato y descenso del pH tal vez se pueda atribuir al aumento de la glicólisis aerobia generada por la adrenalina a través de la estimulación de la bomba Na+/K+ por la ATPasa. Este aumento del lactato puede ser un factor que confunde y erróneamente puede sugerir la presencia de disoxia.

                De acuerdo a este estudio, es indistinto utilizar la combinación de Nad con Dbt ó Ad  en el SS cuando haya evidencias de bajo volumen minuto cardiaco. Los estudios futuros deberían evaluar efectividad y seguridad de Nad ó Ad con la  de DPM, aunque más importante, clarificar las metas hemodinámicas con el uso de agentes vasopresores.

 

Catecolaminas en el tratamiento del shock ¿igualmente buenas o malas?

Mervin Singer. Lancet: 370; 636-637, 2007

 

                El autor de los comentarios del trabajo de D. Annane, publicado en el mismo número de Lancet, hace referencia en los mismos, a que la efectividad y seguridad de algunas intervenciones realizadas en pacientes críticos no han sido validadas adecuadamente. Por lo tanto cuando son analizados en grandes estudios multicéntricos, randomizados y controlados, muchas veces muestran poco beneficio. Como ejemplo cita las dosis “renales” de dopamina, albúmina versus suero salino, catéter de Swan Ganz, tratamiento intensivo con insulina y corticoides para el shock séptico. Entre las probables causas del fracaso de algunos tratamientos al generalizarse su uso, menciona la adecuada selección de pacientes, cumplimiento de los protocolos, objetivos, etc.

                Algo similar puede ocurrir con las catecolaminas en el tratamiento del shock séptico. La adrenalina tiene efectos adversos a nivel del lecho esplácnico y del equilibrio ácido base, no obstante su uso es muy popular en el tratamiento de pacientes con inestabilidad hemodinámica, dice Mervin Singer. Parte de su preocupación con el uso de catecolaminas se debe a los “efectos encubiertos” de las mismas. Menciona como ejemplo los siguientes, que se refieren puntualmente:

·          Estimulación del desarrollo bacteriano a través de un efecto mediado por la fracción catecol que remueve hierro de la lactoferrina y transferrina para luego ser utilizado por los microorganismos.

·          Incremento en la virulencia  de las bacterias y formación del biofilm.

·          Alteración en la actividad y sobrevida de las poblaciones de células inmunes. Por ejemplo, la adrenalina y noradrenalina, disminuyen el efecto proinflamatorio de las endotoxinas, pero incrementan la producción de citokinas antiinflamatorias como la IL-10 (efecto inmunosupresivo sobre monocitos y macrófagos).

·          El exceso de actividad catecolamínica, produce resistencia a la insulina y favorece la oxidación de ácidos grasos libres (AGL). La producción de ATP por átomo de oxígeno es de 2,83 con AGL como substrato y de 3,17 con glucosa.

               

                Además comenta el peor pronóstico que tendrían los pacientes con insuficiencia cardíaca descompensada con el uso de β2 agonistas, que cuando utilizan placebo o inotrópicos que no aumentan el AMP cíclico. Además los β bloqueantes han sido beneficiosos en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca, cirugía de alto riesgo y sepsis experimental.

                Para finalizar, dice que con respecto a las catecolaminas, nos encontraríamos ante dos problemas: utilizarlas cuando se compromete la estabilidad hemodinámica y el producido por los efectos adversos de las mismas. Además sugiere el uso de agentes alternativos como el levosimendan, vasopresina o los inhibidores de la oxido nítrico sintetasa.

 

Comentario: Dr. Juan Carlos Pendino - Medico de planta de la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Recoletas de Albacete (España)

 

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