Radiation Risk from CT scans: A Call for
Patient - Focused Imaging
Richard C. Semelka, MD.
Medscape Radiology 6(1), 2005
El autor de este
artículo plantea dos cuestiones que en su opinión son
prioritarias como parte del manejo responsable de los pacientes
por sus médicos. La primera es ¿por qué a pesar de que en los
últimos años se ha incrementado el interés por los derechos del
paciente y la necesidad de información sobre las enfermedades y
las opciones terapéuticas, no ha ocurrido lo mismo con la
información sobre los beneficios y los potenciales efectos
adversos de los estudios por imágenes, más puntualmente de la
Tomografía Computada. Y la segunda, ¿por qué, teniendo en
cuenta que desde muchos puntos de vista es una alternativa más
segura, no se realiza una RM, incluso en aquellas patologías en
que ha demostrado superioridad con respecto a la TC?
En apoyo del primero
de los planteos usa el ejemplo de un artículo reciente de la
literatura radiológica que describe la situación del siguiente
modo: sólo el 7 % de los pacientes habían sido informados sobre
los riesgos y los beneficios de la TC y sólo el 3% del riesgo de
incremento de cáncer, a lo largo de la vida, asociado con este
estudio. Por su parte, la casi totalidad de los médicos de
emergencia que derivaron a los pacientes al radiólogo parecían
desconocer los potenciales daños de la exposición a la radiación
y sólo un 9% estaban informados del riesgo de incremento de
cáncer. La mayoría de los radiólogos que realizaron las TC
consideraron la exposición de poco interés y sólo el 47% tenían
conocimiento de la asociación entre riesgo de cáncer y TC.
Tampoco se les proporcionó información a los pacientes sobre la
disponibilidad de una técnica de imagen alternativa más segura
como es la Resonancia Magnética.
Si bien no existe una
exacta cuantificación de los efectos deletéreos sobre la salud
de los estudios por imágenes, sí existen estudios que demuestran
el incremento del riesgo de cáncer de mama en mujeres que han
realizado radiografías seriadas de columna para investigar
escoliosis y mayor incidencia de leucemia en pacientes que han
realizado radiografías seriadas durante la infancia. Uno de los
artículos más recientes estima que el uso de radiografías en
Estados Unidos causa, por año, un riesgo acumulativo de cáncer
del 9% en hombres y mujeres de 75 años, lo que equivale a 5.695
casos. La Food and Drug Administration, estima que una TC
de abdomen, por ejemplo, se puede asociar con un incremento en
la posibilidad de cáncer de aproximadamente 1 en 2000.
La segunda cuestión,
la de evitar la irradiación realizando una RM en lugar de una TC
es indiscutible en muchos casos pero sobre todo en niños y
adolescentes; la TC debe reservarse para aquellos casos en que
es claramente superior: evaluación de las enfermedades
pulmonares primarias (ej.: enfermedades intersticiales), la
mayoría de los traumatismos tóraco-abdominales, la evaluación de
los tubos y catéteres en pacientes quirúrgicos o en UTI y la
búsqueda de cálculos renales. En contraste, la mayoría de las
enfermedades benignas, malignas e inflamatorias de bazo,
glándulas suprarrenales, riñones, páncreas y órganos pelvianos,
se pueden diagnosticar por RM. Y, a su juicio, la primera
modificación a considerar es que la RM es la primera herramienta
para investigar enfermedades del hígado por a) su seguridad
intrínseca b) por su mayor exactitud con respecto a la TC en la
investigación hepática, c)
la fácil realización y d) la fácil interpretación, aún sin un
gran entrenamiento.
Dra. Amalia Pati – Instructora de Clínica Médica y
Terapéutica |