Discusión del
caso clínico
Dr. Martín Ferrado
Voy a
analizar el caso de un paciente con serología positiva
para VIH (CD4 de 140/mm3 de hace 2 meses) y
para VHC, etilista, que consulta por diferencia de
diámetro y petequias en miembros inferiores,
hepatoesplenomegalia, bicitopenia y disminución de
reserva hepática. Durante la evolución agrega fiebre y
eritema del miembro afectado. Presenta una tomografía
computada de abdomen y pelvis con contraste endovenoso
que no muestra signos de compresión venosa ni trombosis.
Además, presenta dos ecografías por compresión que
indican compresibilidad adecuada y, en la segunda, una
colección heterogénea en el hueco poplíteo. La misma fue
punzada observándose al examen directo leucocitos y
piocitos.
Comenzaré realizando el encuadre del paciente ante el
que nos encontramos. A nivel del laboratorio presenta
tiempos de coagulación prolongados, colinesterasa baja e
hipoalbuminemia. Sumado a la hepatoesplenomegalia, la
ecografía abdominal con evidencia de ecos gruesos y
estigmas de hepatopatía al examen físico, nos sitúan
frente a un paciente hepatópata crónico.
Creo
que existen dos ejes principales en el enfoque del caso.
Uno es el cuadro por el que consulta donde lo que más se
destaca es la diferencia de diámetro de miembros
inferiores, y por otro lado la bicitopenia hallada al
ingreso. Comenzaré analizando este último punto.
De
los pacientes HIV(+) internados, el 70% presenta anemia
y el 40% trombocitopenia. El grado de las mismas aumenta
con el nivel de inmunosupresión. En particular las
plaquetopenias asociadas al HIV pueden ser dividas en
primarias y secundarias. Las primeras se relacionan a
producción inefectiva, disminución de la vida media
(anticuerpos antiplaquetas, apoptosis) y/o aumento de la
destrucción periférica. Pueden presentar un cuadro
similar a una púrpura trombocitopénica idiopática, que
es una de las causas más comunes de plaquetopenia en
estos pacientes. Característicamente responden bien al
tratamiento antirretroviral, principalmente el más
probado es la zidovudina. Dentro de las causas
secundarias encontramos en este caso numerosas causas:
-Disminución de la producción por VHC, HIV, toxicidad
por alcohol, deficiencias nutricionales -Aumento de la
destrucción: drogas (TMP-SMX) y esplenomegalia. En el
extendido de sangre periférica al ingreso presentó
90.000 plaquetas/mm3 y las petequias se
encontraron principalmente en el miembro no afectado,
por lo que no pueden ser todas explicadas por aumento de
la presión hidrostática generada por el edema. Si bien
puede existir una relación lineal, encontrándose
sangrados espontáneos con menos de 40.000 plaquetas/mm3,
esto es así cuando la trombocitopenia es la única
alteración evidente. En la mayor parte de los casos está
en estrecha relación con la causa que la genera.
Entre
las causas que pueden explicar la diferencia de diámetro
de miembros inferiores, una de las primeras a pensar y
descartar, en base a las complicaciones potenciales, es
la trombosis venosa profunda (TVP). Pueden
ser dividas en proximales y distales. En este caso la
clínica es compatible y siendo que presenta afectación
desde la raíz del miembro sería más probable que la
trombosis sea proximal. Cabe aclarar que no
necesariamente hay correlación entre la localización de
la trombosis y la clínica. En una serie de casos
realizada sobre 160 pacientes con sospecha clínica de
TVP, la misma fue confirmada sólo en el 17-32%. Aquí
cobra importancia evaluar la probabilidad pretest para
lo cual se utiliza el score de Wells. En base a este y
presentando el paciente: inflamación de todo el miembro,
diferencia de diámetro > 3 cm, Godet + y otros
diagnósticos alternativos, lo sitúan en el grupo de
riesgo moderado, con una probabilidad del 17% de que sea
una TVP. Entre los métodos complementarios a realizar
ante un primer episodio se encuentra la ecografía por
compresión. Tiene una sensibilidad y una especificidad
del 95%, con limitaciones en la evaluación de las venas
ilíacas, femoral superficial y región próxima a la
rodilla. El doppler es superior en esta última región.
En caso de altas sospechas con un estudio negativo, está
indicado repetirlo a los 5-7 días.
Un
estudio reveló que hasta de 60% de las TVP idiopáticas
se asocian con algún estado de hipercoagulabilidad. A
pesar de que no tenemos criterios que nos hagan
sospechar fuertemente una trombofilia, voy analizar que
participación podría tener su condición de hepatópata
crónico y HIV+ en la génesis del cuadro trombótico
planteado. Con respecto a la hepatopatía es sabido que
presentan síntesis disminuida de factores de la
coagulación, antitrombina III, proteínas C y S; lo que
sumado a la disminución de la depuración de factores
activados de la coagulación y de enzimas fibrinolíticas,
predisponen a este tipo de cuadros, en especial a
coagulación intravascular diseminada. Los pacientes HIV+,
a su vez, suelen presentar anticuerpos antifosfolípidos,
deficiencias adquiridas de proteínas S, C y antitrombina,
niveles elevados de factor VIII y homocisteína,
relacionándose, entre otras cosas, con un recuento de
CD4 < 200.
En
este caso contamos con las dos ecografías que indican
compresibilidad adecuada y una TC de pelvis normal, lo
que nos aleja el diagnóstico. Sin embargo, teniendo en
cuenta que el cuadro clínico es a mi entender el más
compatible, el estado hipercoagulable al que está
predispuesto y las limitaciones comentadas del método,
no lo descarto completamente. Un estudio de mayor
sensibilidad y especificidad como una RMI con venografía
nos ayudaría a descartarlo definitivamente.
Las infecciones son otro grupo de causas
a pensar, más aún considerando la presencia de fiebre,
progresión del cuadro y los estudios que alejan de
momento la TVP. Entre estas la celulitis
es una de las más probables debido al cuadro clínico
compatible, la presencia de tiña pedís como una puerta
de entrada probable, la observación de granulaciones
tóxicas en el extendido de sangre periférica e incluso
la evolución. Está descripto que la defervescencia suele
ser lenta más aún en inmunocomprometidos, como en este
caso, sumado al hecho de que la hepatopatía crónica
conduce a una respuesta más errática a los antibióticos.
Dada la magnitud de la extensión, la rápida progresión
durante la internación, la presencia de edema e
induración más allá de las áreas de eritema y el dolor
evidenciado al examen físico, no pueden dejar de
considerarse el grupo de las infecciones
necrosantes de partes blandas. Pueden ser
divididas en celulitis necrosante, fascitis necrosante y
mionecrosis. Generalmente se asocian a gran destrucción
tisular, con gran compromiso del estado general y
elevación de enzimas como TGO, LDH y CPK. A pesar de la
gran extensión no presentó en ningún momento compromiso
severo del estado general. Con respecto a las enzimas
sólo una elevación al doble de la TGO que en el contexto
del paciente, la patología de base creo que la puede
explicar. Un punto importante aquí es que en la última
ecografía realizada se observó una colección heterogénea
a nivel de la corva, que el examen directo del material
de punción informa leucocitos y piocitos. Más allá de la
etiología de la misma (absceso como complicación de una
celulitis, hematoma infectado, etc) nos avala la
sospecha de un proceso infeccioso. Por ende, considero
que una RMI nos brindaría información importante acerca
del compromiso de partes blandas.
Planteando los dos grupos anteriores
como las etiologías más probables voy a realizar una
rápida consideración de algunas otras causas que
considero alejadas. La tromboflebitis superficial
ocasiona cuadros de dolor, aumento del diámetro y
eritema, pero fundamentalmente se localiza a lo largo
del vaso afectado, encontrándose al examen físico un
cordón palpable característico. El linfedema
presenta comúnmente una evolución más lenta, con edema
duro sin godet, siendo raro que presente fiebre. Otro
diagnóstico que considero también alejado es el
quiste de Baker. Constituye la distensión de la
bursa o cápsula articular. Las más de las veces
asintomático, puede asociarse a edema infrapatelar y
TVP, tanto sea por compresión como por ruptura, más
frecuente esta última. Son pacientes que por lo general
tienen historia de gonalgia previa. Tampoco es esperable
esta extensión del cuadro.
Otro
planteo que quiero realizar es la posibilidad de algún
proceso que pueda explicar tanto la plaquetopenia como
la probable trombosis. Un diagnóstico, teniendo
en cuenta que se puede presentar asociado a VHC, SIDA y
recuento de CD4 < 200, es la púrpura
trombocitopénica trombótica. Es un cuadro agudo
multisistémico, con afectación característica
neurológica y renal, y púrpura. Ausente el primero,
recordemos que al ingreso presentó una leve alteración
de la función renal que corrigió en las primeras 48
horas con aporte de líquidos por lo que, si bien no
cuento con índices urinarios, creo que es atribuible a
una causa pre renal. Al laboratorio presenta
trombocitopenia y anemia hemolítica microangiopática,
caracterizada por esquistocitos > 1%, bilirrubina
indirecta y LDH aumentadas. Debido a que el paciente no
presenta evidencia de microangiopatía lo considero
improbable.
Otro proceso a tener en cuenta es la coagulación
intravascular diseminada crónica. A diferencia de su
forma aguda, el consumo de factores de coagulación y
plaquetas es equiparado por los mecanismos compensadores
hepáticos y medulares. Si bien la cirrosis hepática
predispone a la misma y puede presentarse con trombosis
arterial o venosa, sangrados menores (petequias) y
plaquetopenia, como podemos observar en este caso, la
ausencia de signos de microangiopatía también lo alejan.
Una última entidad que quiero considerar es el
síndrome antifosfolípidos. Tanto la
trombosis, de confirmarse, como la trombocitopenia
pueden estar ocasionadas por el mismo. Es característica
la presencia de los anticuerpos anticoagulante lúpico,
anticardiolipinas o ambos. Si bien no contamos con la
determinación de los mismos, por más que fueran
positivos aún tenemos la confirmación diagnóstica de la
trombosis. Es más, los estudios realizados alejan
bastante esta posibilidad quedándonos sólo la sospecha
clínica.
En conclusión, creo que la presunción clínica de
una TVP sigue existiendo a pesar de que los métodos
complementarios no la muestren. Es importante tener en
cuenta que los algoritmos son guías y que de ninguna
manera pueden adaptarse a las individualidades de cada
caso. El único diagnóstico que podemos asegurar con
certeza es el de un proceso infeccioso, debido a la
colección encontrada y los demás elementos comentados.
Lo que no estamos en condiciones de aseverar es la causa
ni la real extensión de la misma. Igualmente creo muy
probable la existencia de una celulitis complicada, que
incluso podría interpretarse como secundaria a un
fenómeno trombótico si este se demostrara. En cuanto a
las infecciones necrosantes no las creo probables,
siendo que el cuadro ya presentaba 12 días de evolución
al ingreso y que en ningún momento el paciente presentó
compromiso del estado general. Cabe destacar asimismo
que en el contexto del paciente presentado, con
numerosos factores de inmunosupresión, cualquier
infección puede ser potencialmente un proceso severo. En
lo que respecta a la plaquetopenia, considero su
etiología multicausal como fue explicado más arriba.
Las conductas que propongo son continuar con el
mismo plan antibiótico, siendo que sin importar el tipo
de infección para el inicio del tratamiento empírico en
este paciente inmunocomprometido, la terapéutica debe
ser más amplia. Realizaría una RMI c/venografía de
miembro inferior izquierdo que nos permitiría evaluar
partes blandas para saber la extensión del proceso y
terminar de descartar una trombosis. Luego el drenaje de
la colección se impone, interpretando que la evolución
puede ser entorpecida por la presencia de un foco no
drenado. Por último, solicitaría una carga viral para
luego iniciar tratamiento antirretroviral, debido a que
tiene un recuento de CD4 menos a 200.
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Opinión:
Posterior a la presentación oral se escucharon en el
anfiteatro diversas opiniones de lo cual rescato lo
siguiente:
Este
edema unilateral del miembro inferior con clínica
altamente compatible con TVP, pero con una ecografía por
compresión sin evidencia de trombosis y una TC de
abdomen que tampoco la demuestra descartan prácticamente
el diagnóstico. Sin embargo se remarcó el concepto de
que ante una ecografía por compresión negativa, si la
probabilidad clínica de encontrarnos frente a una
trombosis venosa profunda es muy alta, repetir la
ecografía a la semana estaría indicado.
En cuanto a las infecciones necrosantes
de partes blandas (INPB), el valor de la CPK cuando está
aumentada va a favor de la presencia de la misma, pero
su negatividad no la excluye ya que la misma puede estar
confinada a los planos fasciales (fascitis necrosante)
sin llegar a comprometer el músculo (mionecrosis). Sin
embargo, cuesta creer que una infección necrosante tan
extendida en el miembro inferior, no comprometa el
músculo, ni tampoco el estado general. El hecho de que
presente una evolución de dos semanas también va en
contra del diagnóstico. Se hizo hincapié en los signos
de alarma que nos deben hacer sospechar una INPB como el
dolor desproporcionado a la lesión, la presencia de
edema más allá del eritema, la rápida evolución de la
infección, la falla al tratamiento antibiótico y el
compromiso del estado general. La crepitación también es
un signo de alarma; pero no debemos dejar de mencionar
que puede no presentarse y que cuando se presenta a
veces es tardío.
Se
concluyó, al igual que el discusor, que el diagnóstico
más probable, teniendo en cuenta que el dato objetivo
con el que contamos es una colección con leucocitos y
piocitos en el hueco poplíteo, es un proceso infeccioso
que, por las características del huésped, o por
características del germen, cursa en forma atípica.
Se
planteó un interesante debate de si hubiese
correspondido anticoagular al paciente en el caso de
encontrarse frente a una TVP, habidas cuentas de que el
paciente tenía al ingreso un TP prolongado y 30.000
plaquetas/mm3. Lo ideal en este caso hubiese sido
colocar un filtro en la vena cava inferior y, en el caso
de no contar con el mismo se realizó la siguiente
consideración: el paciente pese a el TP prolongado no
estaría anticoagulado por lo que hubiese correspondido
indicar la anticoagulación preferentemente con heparina
de bajo peso molecular (menor probabilidad de agravar la
plaquetopenia), conducta por supuesto discutible y
riesgosa.
Dr. Emilio Pastor
Jefe de Residentes |
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