Discusión del
caso clínico
Dra Silvana Soli
La
afectación de la arteria aorta y de sus grandes ramas
puede darse en una gran cantidad de enfermedades. Dentro
de las más frecuentes, la arterioesclerosis, se
caracteriza por la formación de la placa de ateroma y
con infiltración de la pared arterial por células
inflamatorias y lípidos. En general afecta a pacientes
de edad avanzada, con historia de hipertensión arterial
y dislipemia. Lo considero poco probable en este caso.
Siempre que halla manifestaciones sistémicas,
anemia, velocidad de eritrosedimentación (VES) elevadas
y alteración de la aorta y sus ramas debe pensarse en
aortitis y dentro de estas en las arteritis de células
gigantes. Menos frecuentemente puede deberse a la
sífilis, idiopáticas, y a la enfermedad de Behcet, a la
espondilitis anquilosante y a los aneurismas micóticos
(el S. aures y la salmonella son los gérmenes más
comúnmente implicados); otras entidades a considerar son
la infección por micobacterias y la artritis reumatoidea.
Dentro de las enfermedades del colágeno el síndrome de
Marfan y de Ehlers Danlos pueden presentar lesiones
similares a las de nuestro paciente.
Retomando a las arteritis de células
gigantes, debemos considerar la arteritis de la
arteria temporal, que en general afecta a personas
mayores de 50 años, que presentan cefaleas, alteraciones
en la agudeza visual y claudicación de los músculos
masticatorios. En el laboratorio presentan anemia y VES
elevada. Al examen físico endurecimiento de las arterias
temporales. El diagnóstico se realiza con la biopsia de
la arteria temporal. En un 10 a 15% puede comprometerse
la aorta o sus ramas. En una serie de casos de 4
pacientes con arteritis de la temporal y afectación del
la aorta, sólo uno no presentaba alteraciones de la
arteria temporal, el resto tenían afectada la arteria
temporal y todos eran mayores de 50 años. Lo considero
poco probable en este caso.
Otra entidad es la arteritis de
Takayasu. Sus criterios diagnósticos
establecidos por el American Collage of Rheumatology
en 1990 continúan vigentes. Entre estos la edad mayor a
40 años, la claudicación en las extremidades, la
disminución de los pulsos braquiales, diferencia de
presión entre ambos miembros mayor de 10 mmHg, la
presencia de soplos en las subclavias y aorta y la
arteriografía (actualmente discutido su rol) anormal.
Tres de estos criterios tienen una sensibilidad del
90.5% y una especificidad del 97.8% para el diagnóstico
de arteritis de Takayasu. Considero que éste el
diagnóstico más probable.
La arteritis de Takayasu es una enfermedad
inflamatoria de la pared vascular, de etiología todavía
desconocida. La incidencia varia en las distintas partes
del mundo. En Japón es de 150 nuevos casos al año
mientras que en Europa y Estados Unidos es de 3 casos
nuevos por millón de habitantes. Afecta
predominantemente a mujeres entre 10 y 30 años.
Compromete a la aorta y sus ramas.
Histológicamente se observa infiltración de
la capa media por células gigantes y granulomas. También
hiperplasia de la íntima. Posteriormente se produce
destrucción de las láminas elásticas que lleva a
debilitar la pared con la formación de aneurismas.
Con respecto a la fisiopatología, sería
fundamental el rol de las células dendríticas,
presentadoras de antígenos. Estas se activarían en
respuesta a un antígeno aún no identificado. Producirían
interleuquinas, citocinas y expresarían receptores que
permiten la interacción con los linfocitos T. Estos
producen interferón gamma que activaría a los
macrófagos, estimularía la formación de células gigantes
y la producción de metaloproteinasas, reactantes
intermedios del oxígeno y factor de crecimiento
endotelial. Lleva esto al aumento del número de los
vassa vassorum de la pared arterial, y desde allí,
salida de las células inflamatorias. La destrucción de
las láminas elásticas de la pared llevan a debilitarla y
posteriormente a la formación de las dilataciones.
También hiperplasia de la íntima a expensas de células
mioepiteliales con la posterior obstrucción de la luz
vascular.
Clínicamente puede presentarse de manera
asintomática o ser catastrófica por afectación del
sistema nervioso central (SNC) o cardiovascular. Los
síntomas generales como astenia, fiebre, pérdida de
peso, sudores nocturnos, artralgias y mialgias son
característicos de la fase preoclusiva. A medida que
avanza la inflamación y progresa la obstrucción,
aparecen los síntomas característicos de la enfermedad,
siempre condicionados por el desarrollo de la
circulación colateral.
La frialdad, la sensación de ardor y la
claudicación intermitente de los miembros superiores,
son características de la afectación de la arteria
subclavia. Las ulceraciones isquémicas y la gangrena no
son frecuentes debido al desarrollo de la circulación
colateral. Vértigo, síncope, ortostatismo y cefaleas
son los síntomas más frecuentes de la afectación de las
arterias carótidas y vertebrales. Menos frecuentes son
la disminución de la agudeza visual, el accidente
cerebrovascular y la demencia de tipo vascular. El dolor
torácico, la disnea y la hemoptisis indicarían la
afectación de la arteria pulmonar. Dolor abdominal y la
hemorragia digestiva como manifestaciones de afección de
la arteria mesentérica. Por último, la angina de pecho
hasta el infarto de miocardio puede presentarse por
afectación de las arterias coronarias.
Al
examen físico la presencia de soplos en cuello, tórax y
abdomen, la asimetría de los pulsos y la diferencia de
la presión arterial entre ambos miembros son los
hallazgos más característicos. La hipertensión arterial
se presenta en un 30 a 50% de los pacientes y estaría
indicando afectación de la arteria renal.
En el laboratorio, no hay cambios específicos. Puede haber anemia, el
recuento de glóbulos blancos suele ser normal. VES y PCR
aumentadas. De manera característica, el laboratorio
inmunológico es normal.
La
biopsia de la pared vascular no está indicada por la
localización de las lesiones.
Dentro
de los estudios por imágenes, la radiografía de tórax
podría mostrar ensanchamiento mediastinal. La ecografía
de los vasos del cuello, torácicos y abdominales
permiten observar engrosamiento de la pared (signo de
macaroni). La ecografía doppler y de alta resolución
aumentarían la sensibilidad para detectar estas lesiones
(fase temprana, preoclusiva).
La
angiografía, hasta hace unos años, de utilidad
indiscutida para el diagnóstico de esta enfermedad.
Permite localizar las lesiones, evaluar el compromiso de
las arterias pulmonar y coronarias. Permite realizar
intervenciones terapéuticas. Pero evalúa solo la luz
vascular y no el resto de la pared, por lo que no
permitiría un diagnóstico temprano. También puede
asociarse a complicaciones por el procedimiento y por el
uso del contraste. La resonancia magnética (RM) con
reconstrucción en tres dimensiones y la cine resonancia
tiene una gran sensibilidad para detectar el edema mural
de la pared vascular de la etapa temprana. El gadolinio
rara vez causa anafilaxia y es menos nefrotóxico. Tiene
pobre resolución para los vasos pequeños y puede
sobreestimar el grado de estenosis. Es útil tanto para
el diagnóstico como el seguimiento.
Otros
métodos utilizados son la tomografía convencional, con
scanning angiográfico y la multicorte. La
tomografía con emisión de positrones con
18F-Fluorodesoxiglucosa. Este metabolito es captado por
las zonas donde hay inflamación. Está siendo utilizada
para el diagnóstico y seguimiento de estos pacientes.
Recientes estudios sugieren que métodos no invasivos
como la ecografía y la RM permiten diagnóstico más
temprano que la angiografía convencional y que también
permiten el seguimiento.
Con
respecto al tratamiento, los glucocorticoides mejoran
los síntomas sistémicos y la anemia. Disminuyen la
inflamación de la pared, pero no mejoran los síntomas
vasculares si ya se produjo fibrosis y obstrucción de la
pared. La dosis recomendada es de 40 a 60 mg de
prednisona por día o su dosis equivalente. En dosis
única o dividida. El seguimiento puede hacerse con la
VES y con RM. Cuando no hay parámetros de mejoría pueden
combinarse con metotrexate, azatioprina y
ciclofosfamida. Otros que se han utilizado, con escasa
experiencia son mofetil micofenolato, etanercept y el
infliximab.
En
relación al tratamiento de revascularización puede
hacerse percutáneo y quirúrgico. Las indicaciones
precisas son hipertensión arterial renovascular,
claudicación severa de los miembros, isquemia
mesentérica, infarto agudo de miocardio o accidente
cerebrovascular. Las complicaciones más importantes son
la reestenosis y los aneurismas de la unión vascular y
la prótesis. Las tasas de reestenosis son del 31.7%. El
90% de estas se producen en el primer año. La
realización del procedimiento fuera de la etapa de
inflamación activa y el uso de inmunosupresores
disminuyen los riesgos de estas complicaciones.
El
control de otros factores de riesgo cardiovascular son
fundamentales, como el tratamiento de la hipertensión
arterial, de la dislipemia y el abandono del hábito
tabáquico. El ácido acetil salicílico está recomendado
en estos pacientes no sólo por su efecto antiagregante
si no que también algunos proponen que disminuiría la
producción del interferón gamma. Las estatinas estarían
recomendadas aún en pacientes sin dislipemia por su
efecto pleiotrópico.
En
conclusión, es importante obtener una RM en esta
paciente para determinar extensión de la enfermedad y
evaluar compromiso o no de las arterias intracraneales.
Determinar la afectación de las arterias renales por
ecografía doppler para evaluar la hipertensión arterial.
El tratamiento con prednisona a dosis actuales, 40 mg/día
se debería mantener por seis semanas con reducción
gradual luego de ello. De la misma manera, mantener el
tratamiento con AAS y con las estatinas. En caso de no
evidenciar mejoría clínica y en el laboratorio, agregar
inmunosupresor como metotrexate o azatioprina. Por el
momento no realizaría tratamiento de revascularización.
El seguimiento con RM anual está recomendado.
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