Discusión del
caso clínico
Dr. Guillermo Dotttavio
Voy a discutir este caso centrándome en la
insuficiencia renal y la presencia de rabdomiólisis.
La
rabdomiólisis se produce por la necrosis muscular
con liberación de sus componentes a la circulación.
Se puede manifestar en forma asintomática o formar
parte de un síndrome caracterizado por mialgias,
desequilibrio electrolítico e insuficiencia renal.
El diagnóstico se basa en el aumento de la CPK
(>1.000 UI/L y típicamente >10.000 UI/L) y la
presencia mioglobinuria.
Causas de rabdomiólisis
·
Politraumatismo
·
Aplastamiento (“crush syndrome”)
·
Post-quirúrgico
·
Síndrome compartimental
·
Inmovilización / Coma
·
Ejercicio extremo
·
Convulsiones
·
Delirum tremens
·
Miopatías metabólicas
·
Hipertermia maligna
·
Síndrome neuroléptico maligno
·
Hipotermia
·
Alcohol
·
Estatinas
·
Colchicina
·
Cocaína
·
Hipokalemia
·
Hipofosfatemia
·
Infecciones virales
·
Miositis bacteriana
·
Sepsis
·
Hipotiroidismo
·
Intoxicación con CO
·
Mordedura de serpiente
La rabdomiólisis se asocia frecuentemente a necrosis
tubular aguda por el depósito intratubular de
mioglobina.
Generalmente se manifiesta con orina oscura,
hemoglobinuria sin hematuria y cilindros granulosos
pigmentados.
En el sedimento también se pueden encontrar leucocitos y
células epiteliales acompañando a los cilindros
granulosos y epiteliales. En la biopsia renal se pueden
observar depósitos tubulares pigmentarios con distorsión
del epitelio tubular y sin afección glomerular.
La incidencia de insuficiencia renal en la rabdomiólisis
es del 20 al 50%.
El grado de aumento de CPK y más específicamente el pico
de mioglobinemia se podría relacionar con la producción
de Insuficiencia renal aguda (IRA). El valor de
creatinina aumenta más que en otras causas de IRA (2,5
mg/dL por día) y la relación entre urea y creatinina es
menor a expensas del aumento desproporcionado de ésta
última.
Generalmente se asocia a hiperkalemia, hiperfosfatemia,
hiperuricemia, hipocalcemia y aumento de transaminasas y
LDH. Este aumento de electrolitos y enzimas se explica
por la liberación de éstos por la destrucción de
miocitos y la incapacidad de eliminarlos por la
insuficiencia renal.
Manejo del paciente con rabdomiólisis
Hidratación con cristaloides en forma inmediata,
aproximadamente 1 L/h de solución fisiológica para
lograr diuresis 200 mL/h con monitoreo de la presión
venosa central, electrolítico y de la función renal.
No hay evidencia que la alcalinización de la orina y la
diuresis forzada con el uso de bicarbonato y manitol
tenga mejores resultados en la prevención y la
progresión de la obstrucción tubular.
En caso de anuria, sobrecarga de volumen o alteración
metabólica extrema está indicada la realización de
hemodiálisis hasta la normalización de la diuresis.
La normalización de la función renal en casos de NTA se
puede observar entre los 7 y 21 días de la injuria,
aunque hay casos que requieren el uso más prolongado de
diálisis y no logran recuperar los valores previos de
creatinina.
Dado que nuestro paciente tiene el antecedente de
consumo de cocaína, haré referencia a ésta última.
La cocaína es una sustancia estimulante que logra su
acción mediante el bloqueo de la recaptación de
dopamina, noradrenalina y serotonina en las terminales
presinápticas.
También la cocaína bloquea los canales de sodio voltaje
dependientes impidiendo la propagación del potencial de
acción lo que le otorga la propiedad de anestésico
local.
Su adicción es altamente prevalente en Sudamérica
especialmente en varones entre 15 y 35 años.
Su uso y abuso se asocia a múltiples patologías siendo
los órganos más afectados el SNC y el cardiovascular.
-
SNC:
convulsiones, ACV isquémicos o hemorrágicos, trastornos
del movimiento y de la conducta.
-
Respiratorio:
rinitis, sinusitis, asma, hemoptisis, neumonitis, edema
de pulmón.
-
Gastrointestinal:
xerostomía, úlceras, colitis isquémica, perforación
-
Piel:
lesiones pseudovasculíticas
Efectos renales de la cocaína
La principal afección de la cocaína a nivel renal es la
insuficiencia renal aguda asociada a rabdomiólisis.
También hay reportes de casos no asociados a
rabdomiólisis como el deterioro renal asociado a
hipertensión maligna o acelerada, glomerulonefritis con
anticuerpos anti membrana basal glomerular y nefritis
intersticial.
Es importante destacar que la cocaína acelera la
producción de arterioesclerosis a nivel renal. Se supone
que un agravante significativo es la vasoconstricción
repetida que produce esta droga a dicho nivel.
Entre los efectos cardiovasculares de la cocaína
se destacan los eventos
coronarios agudos que incluyen infarto agudo de
miocardio, isquemia coronaria silente y asociada con
angina.
Los mecanismos propuestos son 3:
-
el incremento de la demanda miocárdica de oxígeno
secundaria al gasto cardíaco aumentado
-
pobre oferta de oxígeno por vasoespasmo coronario
mediado por el predominio simpático alfa y la alteración
endotelial
-
el efecto protrombótico de la cocaína, ya que
promueve la activación y agregación plaquetaria.
El riesgo de IAM es mayor en la primera hora de consumo
de cocaína y no se relaciona con la vía de
administración, la cantidad, ni el consumo previo.
Es importante indagar sobre el consumo de esta droga en
pacientes jóvenes que se presentan con dolor precordial.
Ante la presencia de dolor precordial asociado al
consumo de cocaína se utilizan como fármacos de primera
elección la nitroglicerina, aspirina, benzodiacepinas y
oxigeno. También se pueden utilizar bloqueantes cálcicos
como el verapamil y alfabloqueantes como fentolamina.
Está contraindicado el uso de betabloqueantes
en estos casos por el riesgo de mayor vasoespasmo
coronario.
La cocaína se asocia también a hipertensión maligna, aterosclerosis
acelerada y disección
aórtica,
Miocardiopatía tanto hipertrófica como dilatada,
Miocarditis no solo por la droga en sí, sino también por
adulterantes;
Endocarditis (asociada al uso endovenoso de la droga).
También arritmias, asociadas al bloqueo de canales de
sodio, como bradiarritmias sinusales y bloqueo AV,
taquiarritmias supraventriculares y ventriculares,
fibrilación ventricular, prolongación del QRS con
bloqueos de rama, prolongación de QT y muerte súbita.
El uso habitual de cocaína se asocia con hipertensión
resistente al tratamiento. Un hecho a destacar es que la
cocaína se vincula ampliamente con hipertensión arterial
en forma aguda, pero
no ha sido vinculada a la hipertensión crónica.
Dado que nuestro paciente continúa con registros
hipertensivos luego de la cesación del consumo de
cocaína y los mantiene inmediatamente luego de las
sesiones de diálisis nos hace pensar en la presencia de
otra causas de hipertensión.
Se plantean así otras causas de hipertensión
secundaria como la hipertensión renovascular y el
hiperaldosteronismo primario, que explicarían
la presencia inicial de hipokalemia y podrían estar
agravados por el uso concomitante de cocaína.
Por este motivo se solicitó una ecografía renal con
secuencia Doppler donde se obtuvo un flujo renal
adecuado con un aumento del índice de resistencia renal
a predominio izquierdo.
¿Qué significa este índice de resistencia y con que se
asocia?
Parámetro ecográfico que se utiliza para evaluar flujo
vascular intrarrenal. Se evalúa midiendo las velocidades
arteriales. [(Velocidad pico sistólica – Fin de
velocidad diastólica) / Velocidad pico sistólica]
El índice de resistencia normal es < 0,7.
El aumento del índice de resistencia puede reflejar
enfermedad vascular intrarrenal como arterioesclerosis,
también puede encontrarse en NTA, obstrucción al flujo
de orina y rechazo agudo de trasplante.
Valores >0,8 se asocian con menor recuperación luego de
la revascularización en la estenosis de arterias
renales.
Como conclusiones considero que el consumo de cocaína
produjo vasoconstricción suficiente a nivel muscular
para provocar rabdomiólisis, liberando así mioglobina al
torrente sanguíneo que se depositó a nivel tubular renal
causando insuficiencia renal. Asimismo la cocaína se
asocia con la afección cardiovascular provocando
miocardiopatía predominantemente hipertrófica y la
hipertensión arterial. Sin embargo hay que tener en
cuenta otras causas de hipertensión secundaria en un
paciente joven que persiste con registros hipertensivos.
Siendo en ese caso la cocaína no un factor
desencadenante sino un agravante con la progresión
acelerada a la afección de órganos blanco.
Cómo conducta a seguir propongo hacer hincapié en el
abandono del consumo de cocaína con el apoyo
psicoterapéutico adecuado.
Si el paciente persiste con hipertensión tras la mejoría
de la función renal realizar TC o RM abdominal para la
evaluación de glándulas suprarrenales sospechando
hiperaldosteronismo primario. Dosar aldosterona y renina
plasmáticas.
Plantear la realización de arteriografía renal para
descartar enfermedad vasculorenal.
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