Discusión del
caso clínico
Dr. Diego Bértola
Nos encontramos ante el caso de un varón adulto, con
trastorno bipolar en tratamiento con levomepromazina y
alprazolam, diabetes mellitus tipo 2, que presenta
pancitopenia, esplenomegalia, alteraciones del
laboratorio hepático, ferropenia y várices esofágicas y
gástricas.
Del análisis preliminar de la historia clínica y la
lista de problemas surgen a simple vista dos grandes
grupos de problemas: los hematológicos y los
gastroenterológicos.
Analizaremos a continuación ambos grupos de problemas,
tratando de relacionarlos, en mira de un diagnóstico que
los integre.
Hablamos de pancitopenia cuando nos encontramos
con anemia, plaquetopenia y leucopenia al mismo tiempo.
Se puede deber a una disminución en la producción de
las células o bien en un aumento en la destrucción de
las mismas. Las enfermedades que causan disminución de
la producción afectan las células progenitoras de la
médula ósea disminuyendo su número o bien alterando la
capacidad de generar células maduras funcionantes.
Entre las causas del primer grupo se encuentran la
aplasia medular, la mielofibrosis, las infiltraciones
tumorales (leucemias, linfomas, carcinomas), y en el
segundo fundamentalmente los síndromes mielodisplásicos
y las megaloblastosis por déficits nutricionales. Al
presentar el paciente un medulograma con celularidad
conservada y ausencia de células displásicas, blásticas
o neoplásicas nos permite descartar tales diagnósticos.
Dentro de los cuadros con aumento de la destrucción de
las células sanguíneas, encontramos al
hiperesplenismo. Se debe a un aumento en la función
de un bazo que esta aumentado de tamaño y que secuestra
mayor cantidad de sangre que lo normal durante más
tiempo que lo normal, permitiendo que la hemocateresis
sea excesiva. Es éste un diagnóstico interesante, ya que
nuestro paciente se presenta con pancitopenia y
esplenomegalia, evidente por semiología y ecografía.
Además posee una médula ósea normocelular. Cabe destacar
que puede haber hiperesplenismo sin esplenomegalia y
esplenomegalia sin hiperesplenismo, si bien lo habitual
es encontrarse con hiperesplenismo secundario a
esplenomegalia. Esta puede producirse por 4 mecanismos
principales:
A – aumento de las necesidades funcionales:
- hiperplasia del sistema retículo-endotelial
(anemias hemolíticas);
- hiperplasia del sistema linfoide, en respuesta
a infecciones (HIV, endocarditis infecciosa, CMV, VEB)
o trastornos de la inmunorregulación (AR, LES,
vasculitis, etc.);
- hematopoyesis extramedular, en casos de
insuficiencia medular;
B –
infiltración del bazo:
- depósitos intra-extracelulares: amiloidosis,
tesaurismosis;
- infiltraciones celulares benignas o malignas:
leucemias, linfomas, metástasis, etc.;
C –
hipertensión portal y congestión pasiva:
- insuficiencia cardíaca, estenosis tricuspídea,
pericarditis constrictiva;
- hipertensión portal: cirrosis, obstrucción de
la vena porta o esplénica, granulomatosis hepática, etc.
D –
idiopática.
La lista es larga, pero obviamente, de todas las causas
de esplenomegalia la más probable en este paciente es la
congestiva, secundaria a rémora venosa esplénica. Si
bien la insuficiencia cardíaca puede originarla, lo más
frecuente es que la hipertensión venosa sea sólo del
territorio portal constituyendo un cuadro de
hipertensión portal, en alguna de sus variantes, las
cuales discutiremos en unos momentos.
El rasgo más notorio de la pancitopenia de nuestro
paciente es la anemia. Usualmente los pacientes con
hiperesplenismo tienen anemia no tan marcada, y en estos
casos la anemia se produce por hemólisis, y podemos
encontrar elevación de la bilirrubina a predominio
indirecto y de la enzima LDH. No sería usual encontrar
esquistocitos ya que esta hemólisis es extravascular y
la anemia debería ser normocítica normocrómica, con una
médula ósea normo o hipercelular y reticulocitos
elevados indicando un recambio celular elevado, aunque a
veces pueden ser normales. Son cuadros que revierten,
obviamente, luego de la esplenectomía. Nuestro paciente
presenta algunos datos que encajan en esta descripción,
y otros que no. Presenta si elevación de bilirrubina a
predominio indirecto pero no elevación de LDH, y se
trata en este caso de una anemia con microcitosis e
hipocromía, reticulocitos no elevados y baja sideremia
con elevación de transferrina y bajo porcentaje de
saturación.
Tales hallazgos nos hacen pensar en ferropenia,
si bien hay que considerar algunas salvedades. Las
determinaciones de sideremia, TIBC y porcentaje de
saturación aislados no tienen valor debido a que
presentan variaciones circadianas y modificaciones con
la dieta. Se requieren tres determinaciones y se habla
de ferropenia cuando la saturación es menor a 18%
(sensibilidad 80% y especificidad 65%). Las
concentraciones de ferritina guardan relación directa
con los depósitos corporales de hierro y una ferritina
menor a 15 g/dL es prácticamente diagnóstica de ausencia
de depósitos corporales de hierro. La especificidad es
de un 99%, pero la sensibilidad no supera el 60%, ya que
la ferritina es un reactante de fase aguda y puede estar
elevada en infecciones, neoplasias, enfermedades
inflamatorias y hepatopatías (recordemos que nuestro
paciente presenta laboratorio con reserva hepática
alterada). No obstante no contamos la determinación de
ferritina. El paciente ya comenzó con suplementación de
hierro parenteral y solicitarla en este momento sólo
sumaría al diagnóstico de hallarse un valor notablemente
bajo, pero no descartaría ferropenia si los valores son
normales o altos. Dado que el valor de saturación de
transferrina es extremadamente bajo, creo que ello es
más que suficiente para establecer el diagnóstico de
ferropenia.
¿Qué podría producir ferropenia en esta paciente? La
causa más frecuente es el sangrado crónico por el tubo
digestivo, a veces aparente y otras oculto. Nuestro
paciente niega una historia de hematemesis, enterorragia,
melena o proctorragia, por lo que es válido suponer que
las pérdidas han sido de pequeña cuantía pero crónica.
Entre las causas se encuentran las hemorroides, la
hernia de hiato, neoplasias, pólipos, angiodisplasias,
la úlcera péptica gástrica o duodenal, así como los
divertículos, la gastropatía hipertensiva y las várices
esofágicas, éstas tres últimas causas evidenciadas en
los estudios endoscópicos de nuestro paciente. Los
hallazgos endoscópicos podrían justificar la pérdida
digestiva crónica de sangre en este paciente.
Retomando el hilo del razonamiento, de tratarse esta una
pancitopenia secundaria a hiperesplenismo, la
ferropenia secundaria a pérdidas crónicas por el tubo
digestivo (gastropatía hipertensiva, várices esofago-gástricas
y divertículos) podría explicar la anemia microcítica
hipocrómica y la ausencia de reticulocitosis reactiva en
esta pancitopenia.
Ahora bien, la presencia de esplenomegalia,
presumiblemente congestiva y várices esofágicas, várices
gástricas y gastropatía hipertensiva, nos lleva a pensar
la hipertensión portal (HTP) como la alteración
fisiopatológica básica de este cuadro.
Esta se define como la presencia de un gradiente venoso
hepático mayor a 5 mmHg.
De acuerdo al sitio donde asienta la obstrucción que
eleva las presiones en el lecho vascular portal, se
clasifica en presinusoidal, sinusoidal y postsinusoidal,
a su vez las pre y postsinusoidales pueden ser
extrahepáticas o intrahepáticas. El cuadro clínico está
dado por la presencia de las complicaciones: circulación
colateral y sangrado digestivo, esplenomegalia e
hiperesplenismo, ascitis, encefalopatía hepática, etc.,
sumadas a la clínica propia de la enfermedad de base.
Nuestro paciente presenta la circulación colateral y la
esplenomegalia (datos objetivos), posiblemente con
hiperesplenismo y sangrado digestivo alto crónico
asociado.
El diagnóstico de HTP se realiza con el cateterismo de
las venas suprahepáticas, o bien a través de la
ecografía abdominal con doppler del eje espleno-portal y
vasculatura hepática. La primera es una técnica
invasiva, no siempre disponible, y muchas veces
innecesaria ya que la ecografía doppler esta mucho más
disponible, es no invasiva y más barata. Obviamente, es
un estudio operador-dependiente. Los signos que nos
hablan de HTP son el calibre aumentado de la vena portal
(mayor a 13 mm), la ausencia de aumento de calibre de la
porta en la inspiración profunda, la presencia de
velocidad disminuida de flujo, la presencia de flujo
hepatófujo y circulación colateral. La sensibilidad y
especificidad global es de 90 y 95% respectivamente. En
nuestro paciente la ecografía doppler mostró solamente
la evidencia de esplenomegalia. Lo considero un falso
negativo, ya que endoscópicamente los signos de
hipertensión portal son inequívocos, puesto que se
requieren presiones de 10-12 mmHg para provocar várices
esofágicas y gastropatía hipertensiva. Son una
demostración indirecta de HTP.
¿Qué puede estar provocando la HTP en nuestro paciente?
La lista de causas posible es larga, pero creo que
algunos son más probables que otros. Las causas
postsinusoidales como el síndrome de Budd-Chiari parecen
alejadas, es una varón, no presenta los factores de
riesgos habituales y permanece asintomático sin
hepatomegalia, ictericia, dolor abdominal ni ascitis, y
laboratorio hepático con mínima alteración de las
pruebas de laboratorio, sin elevación de
aminotransferasas, que deberían elevarse secundariamente
al daño isquémico. No obstante tengamos en cuenta que se
han descripto cuados raros de oclusión crónica del flujo
hepático venoso, los cuales cursan con clínica solapada.
Lo considero entonces, un diagnóstico alejado.
Esto nos deja de frente a las causas hepáticas y
extrahepáticas, presinusoidales y sinusoidales. Hay
datos que son interesantes a tener en cuenta para
discernir entre unas y otras: hígado de tamaño
morfología y ecoestuctura normal, leve alteración de las
pruebas de función hepáticas que miden capacidad
biosintética: albúmina levemente disminuida, TP
levemente prolongado y colinesterasa disminuida. No hay
indicios de daño hepatocelular (ASAT y ALAT normales).
No se evidencia tampoco ascitis. Analicemos las causas
en busca de un posible diagnóstico.
Es útil clasificar a la HTP en este sentido en causas
cirróticas (HTPC) y no cirróticas (HTPNC).
Dentro de las causas de HTPNC, encontramos causas
extrahepáticas e intrahepáticas.
Entre
ellas están:
-
La
obstrucción de la vena porta: suele ser trombótica
(lo más frecuente) y justifica un 8-11% de los casos de
HTP. Sus causas son múltiples (un dato interesante, un
25% de los pacientes con trombosis de la porta tienen
cirrosis subyacente). Un 50% son sintomáticas, con
presencia de dolor abdominal. Al ser HTP de tipo
presinusoidal, no se asocia a ascitis. Las pruebas de
laboratorio hepático son normales o levemente alteradas.
Esto parecería concordar mayoritariamente con el cuado
clínico de este paciente. No obstante, la sensibilidad
de la ecografía doppler para el diagnóstico de trombosis
portal es buena, en este caso fue negativa, y creo que
la alteración del laboratorio hepático nos hace pensar
en algún grado de afectación del parénquima hepático
como antes mencioné.
-
Schistosomiasis:
frecuente en Sudamérica en Brasil, por ejemplo. Nuestro
paciente niega el antecedente de viajes a ese país. Los
huevos de Schistosoma mansoni arrastrados por el
torrente portal enclavan a nivel presinusoidal e inducen
la formación de granulomas. Una HTP presinusoidal
intrahepática.
-
Hipertensión portal idiopática (fibrosis portal no
cirrótica):
también es muy infrecuente. Se desarrolla una
intensa fibrosis de las venas portales a nivel
presinusoidal, sin nódulos de regeneración (“portovenopatía
obliterativa”). El cuadro clínico podría encajar con el
de este paciente, con un hígado aparentemente no
cirrótico, hipertensión portal, hiperesplenismo y
pruebas de laboratorio casi normales. El diagnóstico se
hace por biopsia hepática;
-
Hiperplasia nodular regenerativa:
a nivel sinusoidal los hepatocitos desarrollan
hiperplasia, en forma de micronódulos regenerativos.
Existe ausencia de fibrosis, lo cual la diferencia de la
cirrosis micronodular. Otra patología infrecuente, se
relaciona con alteraciones vasculares, el insulto
inicial sería isquémico por obstrucción de la
circulación portal, creando áreas hipoperfundidas con
atrofia hepatocitaria y otras hiperperfundidas con
hiperplasia nodular. Puede causar un cuadro solapado
como el de nuestro paciente. Se diagnostica por
exclusión y biopsia.
-
Toxicidad por vitamina A, cloruro de vinilo, arsénico,
medicamentos.
Los
antecedentes permiten descartar tales exposiciones a
tóxicos. Con respecto a la levomepromacina, hay
reportes de hepatoxicidad aguda pero no crónica, con
cuadros de hepatitis colestásica luego de su
administración endovenosa. Si es más conocida la
toxicidad hematológica de esta fenotiazina.
Comenzare por las causas de HTPC. Aquí encontramos a
todas las causas de cirrosis conocidas.
No
encontramos estigmas cutáneos, ginecomastia, ascitis,
atrofia testicular, hepatomegalia, circulación colateral
abdominal, ictericia ni signos de encefalopatía
hepática. Tampoco se observan signos ecográficos de
cirrosis, como aumento de la ecogenicidad heterogéneo y
aspecto nodular. Es decir, no presenta los hallazgos
típicos de los pacientes cirróticos.
Las
causas más frecuentes de cirrosis son las siguientes:
-
Alcohólica:
el paciente niega el antecedente de abuso al igual que
sus familiares, tampoco posee un laboratorio sospechoso
de hepatitis alcohólica agregada;
-
Infecciones crónica por VHC o VHB
: las
serologías son negativas;
-
Cirrosis biliar primaria:
más frecuente en mujeres, niega historia de prurito,
fatiga o ictericia, tampoco tiene laboratorio de
colestasis. Se podrían solicitar AMA;
-
Colangitis esclerosante primaria:
niega antecedentes de ictericia, prurito, diarrea o
enfermedad inflamatoria intestinal;
-
Hepatitis autoinmune:
no presenta elevación de las proteínas plasmáticas que
podrían indicar la hipergammaglobulinemia
característica. El FAN, anti-músculo liso, anti-LKM se
hallan pendientes.
-
Hemocromatosis:
el porcentaje de saturación tan bajo me descarta
inequívocamente la sobrecarga férrica;
-
Enfermedad de Wilson:
suele comenzar antes de los 45años, no presenta
síntomas neurológicos. Deberíamos contar con una
determinación de ceruloplasmina baja;
-
Déficit de α1-anti tripsina:
son pacientes jóvenes, a veces con enfisema asociado.
Causa rara, se confirma con la determinación sérica de
la enzima;
-
Esteatohepatitis no-alcóhólica (NASH):
de todas las causas de cirrosis posibles en este
paciente, la que más probable me parece. Niega el
consumo de alcohol, presenta serologías negativas
virales, es diabético y posee obesidad central. La
ausencia de elevación de ALAT no la excluye. Además, los
pacientes diabéticos progresan con más frecuencia a la
fibrosis que los obesos dislipémicos no diabéticos.
De
poseer este paciente una cirrosis sea cual fuera la
causa (creo que el NASH es lo más probable) debería
encontrarse en una fase inicial compensada, para
justificar el cuadro clínico poco florido y la ausencia
de grandes alteraciones en el laboratorio.
Resumiendo, creo que la causa de la HTP no es clara, se
pueden descartar las causas prehepáticas y posthepáticas
tales como trombosis de la vena porta o esplénica o el
síndrome de Budd-Chiari tanto por las imágenes como por
el cuadro clínico y el laboratorio.
Las
causas más probables son las hepáticas, pudiendo ser
estas cirróticas y no cirróticas. Por orden de
frecuencia, me inclino a pensar en las cirróticas,
dentro de ella creo que el NASH es lo más
probable, en paciente con obesidad central y diabético,
no etilista, con serologías negativas para virus de la
hepatitis B y C. Terminaría no obstante de descartar las
otras causas de cirrosis con laboratorio inmunológico,
determinación de anti-tripsina y ceruloplasmina, por
ejemplo.
Ante
la ausencia de hallazgos patológicos en la ecografía, un
RMI podría aportar algún rédito extra en lo que
respecta a definición de imagen.
Pero
el diagnóstico no obstante lo confirmaría por biopsia
hepática por punción, lo cual también me permitiría
hacer diagnostico en los casos menos factibles de
hiperplasia nodular regenerativa o hipertensión
portal idiopática. Si la biopsia no presenta rédito,
recomendaría la laparoscopía con toma de
biopsia hepática en cuña, ya que la muestra obtenida
por punción muchas veces es insuficiente y no permite
caracterizar adecuadamente la estructura hepática.
Además, el procedimiento permite observar la superficie
hepática, y dirigir la toma de biopsia. No obstante es
invasivo y se debería valorar la utilidad de la
información que aportaría, en relación a riesgo versus
beneficio.
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