Discusión del
caso clínico
Dr.
Maximiliano Sicer
Se discute el caso de una mujer de 44 años con
antecedente de ACV hace 10 años, hipertensa no
controlada, obesa y ex tabaquista, que es internada por
disminución súbita de la agudeza visual a predominio
izquierdo. Se constata en TC de cráneo lesión isquémica
aguda occipital derecha y múltiples lesiones isquémicas
secuelares en territorio anterior y posterior. Presenta
miocardiopatía dilatada, con fracción de eyección del
25% e insuficiencia mitral y tricúspide severa. Se
obtiene serología positiva para Chagas.
Nos encontramos frente a una paciente con ACV isquémico
en territorio posterior. Teniendo en cuenta el evento
previo hace 10 años, voy a abordar el caso como ACV
en paciente joven.
El mismo puede asociarse a cardiopatías embolígenas,
trastornos hematológicos relacionados con
hipercoagulabilidad, alteraciones metabólicas,
vasculopatías inflamatorias o no inflamatorias y a la
ingesta de drogas. Debido a los antecedentes y al cuadro
de la paciente, el eje de mi discusión se basará en
evaluar posibles causas cardioembólicas, como así
también vasculopatías no inflamatorias, principalmente
relacionadas a factores de riesgo cardiovasculares.
Existen ciertos parámetros clínicos que nos pueden
orientar sobre la fisiopatología del ACV isquémico, como
la forma de inicio del cuadro, la progresión del
déficit, la localización, el antecedente de AIT o ACV
previos, y la presencia de distintas comorbilidades. En
este caso, el comienzo súbito máximo desde el inicio,
con recuperación parcial, la localización cortical, el
antecedente de isquemia en múltiples áreas del SNC y la
presencia de miocardiopatía dilatada, nos deben hacer
pensar en un probable origen embólico.
Las embolias en SNC pueden originarse tanto a nivel
cardíaco como arterial. Hay diversas patologías
cardiacas predisponentes, entre ellas la miocardiopatía
dilatada y las valvulopatías, como presentaba la
paciente. Si bien no se constató fibrilación auricular
al ingreso, debemos descartar formas paroxísticas, que
presentan según algunos reportes riesgo similar de
embolias que la forma sostenida; ante la sospecha se
recomienda realizar monitoreo Holter. El ecocardiograma
transtorácico no informó trombos cardiacos, pero hay que
destacar que el método mas sensible es el ecocardiograma
transesofágico (ETE). Las anomalías del septum
interauricural, como el foramen oval permeable, deben
sospecharse en todo paciente joven con ACV sin causa
clara, ya que este trastorno presente en el 20% de la
población, predispone a embolias paradojales a partir de
territorio venoso. El método diagnóstico es el ETE con
solución salina agitada, generando burbujas que permitan
visualizar un shunt derecha a izquierda.
Las embolias de origen arterial pueden tener distintos
orígenes. Diversos artículos han asociado a las placas
aórticas de ateroesclerosis con espesor mayor a 4 mm, a
un mayor riesgo de complicaciones embólicas. Éstas
pueden originar 2 cuadros, el más típico es el
tromboembolismo, que consiste en un accidente de la
placa con formación de trombo y posterior embolia,
generalmente a SNC. El otro cuadro es el ateroembolismo,
que se produce por desprendimiento de fragmentos de
colesterol afectando generalmente a otros lechos
vasculares de pequeño calibre como renales, retinianos,
digitales e intestinales.
Ante la posibilidad del origen embólico, me planteo si
debemos comenzar tratamiento anticoagulante. El riesgo
anual de tromboembolias en la insuficiencia cardíaca con
ritmo sinusal es alrededor del 2,5%, presentando mayor
incidencia la presencia de valvulopatías y fracción de
eyección menor de 30%. La indicación de anticoagulación
ha sido motivo de controversia, sin embargo las guías
americanas sugieren con un nivel de evidencia clase I,
anticoagular a pacientes ICC con antecedente de evento
tromboembólico, como en este caso.
Con respecto al inicio de la anticoagulación en el ACV
cardioembólico, un importante metaanálisis publicado en
la revista Stroke en el 2007, observó que el tratamiento
anticoagulante iniciado en los primeros 7 y 14 días del
evento isquémico no produjo reducción estadísticamente
significativa de las recurrencias isquémicas. Sin
embargo, se constató aumento significativo de
transformación hemorrágica, observándose mayor
incidencia en infartos de mayor tamaños definidos
tomográficamente, como aquéllos que involucran más de
1/3 del área correspondiente a la arteria cerebral media
o más de la mitad del área de la arteria cerebral
posterior, o bien clínicamente con un score de NIHHS
mayor de 15. Por lo que la anticoagulación oral estaría
indicada a los 14 días del evento, de no haber
contraindicaciones.
Evaluando las posibles causas de la insuficiencia
cardíaca, considero como primer diagnóstico a la
miocardiopatía chagásica crónica. Esta entidad presenta
3 síndromes cardinales: insuficiencia cardíaca,
arritmias y tromboembolismo. Con respecto a la
insuficiencia cardiaca, es común la afectación de ambos
ventrículos, y en estadios avanzados puede presentar
insuficiencia mitral y tricúspide secundaria e
hipomotilidad difusa, como presentaba nuestra paciente.
El diagnóstico requiere serología positiva y signos de
afección cardíaca. El tratamiento es sólo sintomático,
aunque se encuentra en fase de estudio el probable
beneficio de los antiparasitarios en esta etapa de la
enfermedad.
Si bien el cuadro y los hallazgos ecocardiográficos
pueden interpretarse como secundarios a enfermedad de
Chagas, teniendo en cuenta los factores de riesgo de la
paciente, me pregunto si debemos considerar la
posibilidad de otras etiologías o factores agravantes,
como la cardiopatía isquémica, insuficiencia mitral
primaria y cardiopatía hipertensiva.
A favor de la enfermedad coronaria, la paciente presenta
antecedentes de hipertensión, obesidad y tabaquismo,
presenta ateromatosis difusa de los vasos de cuello y
valores bajos de HDL. Esta alteración lipídica, ha sido
relacionada según numerosos trabajos, como un factor
independiente de ateromatosis coronaria. Si bien el
objetivo primario es corregir otras alteraciones, en
caso de descenso único del HDL, éste debe ser corregido
mediante medidas higiénico dietéticas y fármacos
hipolipemiantes, como ácido nicotínico, fibratos o
estatinas, enunciados en orden de eficacia. De sospechar
cardiopatía isquémica, el método diagnóstico de elección
sería la cinecoronariografia.
Otra entidad a considerar es la insuficiencia mitral
primaria. La misma puede ser causada por prolapso de
válvula mitral, enfermedad reumática, valvulopatía
congénita, endocarditis infecciosa o asociada a drogas
anorexígenas, cabergolina o ergotamina. La paciente no
presenta antecedentes ni signos que nos orienten a
alguna de estas causas. El ETE es el método de elección
para evaluar estructuras valvulares y buscar patrones
que permitan diferenciar causas primarias y secundarias.
Esto cobra relevancia, ya que de tratarse de una
valvulopatía primaria podría plantearse un tratamiento
quirúrgico.
Con respecto a la posibilidad de una cardiopatía
hipertensiva, hay que destacar que estamos frente a una
paciente hipertensa de larga evolución, con probable
lesión de órgano blanco no sólo a nivel cardíaco, sino
también en SNC y a nivel renal, ya que presenta
proteinuria. La posibilidad de HTA de comienzo antes de
los 30 años de edad, es uno de los criterios de sospecha
de HTA secundaria. El cuadro y los distintos métodos
complementarios realizados no nos orientan a una causa
determinada, por lo que debido a su mayor incidencia,
deberíamos pensar en hipertensión renovascular. La
estenosis en la arteria renal puede deberse a
aterosclerosis o fibrodisplasia. El método diagnostico
de elección es la arteriografía, si bien existen otros
métodos no invasivos como la angioRMI, TAC multislice o
ecografía doppler. Independientemente de la causa, el
tratamiento médico antihipertensivo tiene una eficacia
del 80%, con una franca reducción en la mortalidad por
eventos cardiovasculares. La indicación de
revascularización es controversial, ya que no contamos
con estudios randomizados que muestren mayores
beneficios. La misma está recomendada principalmente en
pacientes jóvenes para evitar tratamiento farmacológico
de por vida, en aquéllos que no respondan al tratamiento
médico, y en pacientes que muestren disminución
progresiva del tamaño renal a pesar de buenos controles
de presión arterial. Debido a que nuestra paciente
actualmente no estaría en el grupo de indicación de
revascularización, propongo una conducta expectante con
respecto al screening de esta entidad, con control
estricto de respuesta al tratamiento médico y control
periódico de la función renal.
Como conclusión, considero que estamos ante a un ACV de
origen embólico a partir de una cardiopatía dilatada de
etiología chagásica, quedando como interrogante la
posibilidad de factores agravantes como la enfermedad
coronaria, HTA y la valvulopatía primaria.
Como conducta, sugiero la anticoagulación a los 14 días
del evento isquémico, tratamiento sintomático de la
insuficiencia cardíaca e hipertensión, y la indicación
de estatinas como profilaxis secundaria y estabilizante
de placa. Quedando pendiente la realización de un
ecocardiograma transesofágico para la evaluación
valvular, y la consideración de una cinecoronariografia.
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Discusión |
La discusión de este seminario
corresponde al 8 de abril de 2010, a cargo del
Dr. Maximiliano Sicer. |
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