Discusión del
caso clínico
Dr. Nicolás
Frigieri
Se discute el caso de un varón de 62 años, cirrótico,
que se interna por un cuadro de 6 días de evolución
caracterizado por astenia, hiporexia y debilidad
generalizada que dificulta la deambulación, y que dos
días previos al ingreso presenta episodio de disnea de
esfuerzo (grado II – III), asociada a dolor torácico
latero-dorsal derecho. Al examen físico se constatan
edemas periféricos, con asimetría de diámetro a
predominio del miembro inferior derecho mayor a 6 cm. La
ECO por compresión de miembros inferiores realizada
informó falta de compresibilidad y aumento de la
ecogenicidad intraluminal en territorio femoral derecho.
Como datos guía para el desarrollo de mi discusión
tomaré los edemas de miembros inferiores asociados a
trombosis venosa profunda (TVP), y el episodio de disnea
y dolor torácico, teniendo en cuenta la hepatopatía
crónica en fase cirrótica que nuestro paciente presenta.
De este análisis inicial surgen preguntas como:
•
¿Es frecuente la TVP en pacientes cirróticos?
•
¿Se puede considerar a los pacientes cirróticos
como “auto-anticoagulados”?
•
¿Cuál es el riesgo de complicaciones asociadas a
TVP en estos pacientes?
•
¿Es adecuado anticoagular a nuestro paciente?
•
¿De qué forma es más apropiado anticoagular y
durante cuánto tiempo?
Intentaré responder a tales interrogantes a lo largo de
mi discusión.
Si nos referimos a la probabilidad pre-test de que un
paciente presente una TVP, basándonos en el score
de Wells, nuestro paciente presenta los siguientes
hallazgos:
•
Inmovilización reciente > 3 días o cirugía mayor
en últimas 12 semanas.
•
Tumefacción de toda la pierna.
•
Edema en pantorrilla > 3 cm. que en contra
lateral (medido 10 cm. por debajo tuberosidad tibial).
•
Edema con fóvea en pierna sintomática.
Dichos hallazgos le otorgan un puntaje de 4, lo que hace
que la probabilidad que nuestro paciente presente una
TVP es alta. Dicha escala presenta una sensibilidad del
60% con una especificidad del 88%. En forma concordante
con la alta probabilidad de padecer una TVP, la
ecografía confirmó el diagnóstico. Considerando las
causas de TVP, estas son múltiples, y nuestro paciente
presenta más de una causa probable para presentar dicho
cuadro, tales como la alteración de los factores de la
coagulación por presentar una falla hepática y la
presencia de inmovilización 7 días previos al ingreso
por un cuadro infeccioso compatible con neumonía aguda
de la comunidad.
Ahora bien, respondiendo al interrogante de si los
pacientes cirróticos pueden ser considerados como
pacientes “auto-anticoagulados”, la respuesta es que no.
Si bien las personas con cirrosis presentan trastornos
de la coagulación y hemostasia, lo que favorece al
desarrollo de trastornos hemorrágicos, en algunas
ocasiones estos pacientes presentan ciertos estados de
hipercoagulabilidad que favorecen a las TVP y cuadros de
TEP. Esto se debe a un desbalance entre el factor VIII
de coagulación y la proteína C, S y antitrombina III. Si
lo que predomina es un aumento del factor VIII por sobre
los factores fibrinolíticos esto predispone a fenómenos
trombóticos, pero si la situación fuera a la inversa lo
que va a predominar son fenómenos hemorrágicos. Esto nos
demuestra que no se debe considerar a los pacientes
cirróticos como intrínsecamente anticoagulados.
Revisando diferentes trabajos se ve que la prevalencia
de TVP en pacientes cirróticos varia entre el
1-5%, lo cual no es un dato menor, y se pudo observar
que un 20% de esos pacientes que presentaron TVP
tuvieron algún episodio de tromboembolismo pulmonar (TEP)
de magnitud variable. Si volvemos al cuadro clínico de
nuestro paciente, este presentó episodio de disnea,
dolor torácico, en el estado ácido-base se informa
alcalosis respiratoria, hipoxemia, hipocapnia y
saturación de Hb < al 95%. Si a esos datos sumamos la
ECO de miembros inferiores compatible con TVP del
miembro inferior derecho, debemos pensar
indefectiblemente en la posibilidad de que nuestro
paciente presente un episodio de TEP como complicación
de su TVP.
Si nos basamos nuevamente en la probabilidad pre-test de
que nuestro paciente presente un TEP, tanto para
la predicción clínica de Wells como en Score de
Ginebra, el puntaje obtenido según los hallazgos
clínicos de nuestro paciente nos da una probabilidad
intermedia. La metodología diagnóstica para el
tromboembolismo pulmonar incluye a los siguientes
estudios:
•
Laboratorio: EAB, BNP ,troponina I y T;
•
ECG
•
Radiografía de tórax
•
Centellograma ventilación/perfusión (V/Q)
•
Dímero-D
•
TAC helicoidal de tórax
•
Angiografía
•
Ecocardiograma 2D
De todos estos métodos quiero hacer referencia al
dímero-D y a la TAC helicoidal, los cuales son estudios
con los que contamos en nuestro hospital. Si partimos
de que el diagnóstico de TEP sea probable o no, y si nos
basamos en los algoritmos diagnósticos decimos que si el
TEP es improbable debemos realizar la determinación de
dímero-D si este es inferior a 500 ng/ml por su gran
valor predictivo negativo cercano al 95% podríamos decir
que excluimos un TEP. Ahora bien, si este fuera > a 500
ng/ml teniendo en cuenta que la especificidad de este
método es sólo del 66% deberíamos realizar para
confirmar el diagnóstico una TAC helicoidal, la cual si
es negativa prácticamente excluye el TEP. Si adaptamos a
este tipo de pacientes la determinación de dímero-D,
ésta no es adecuada, ya que en los pacientes con
enfermedad hepática severa existe una disminución del
clearance hepático de dímero-D y los valores suelen ser
anormalmente altos en ausencia de TVP. No obstante, como
la duración del tratamiento es la misma en caso de TVP
con o sin TEP, no recomiendo la realización de TAC
helicoidal para confirmar o descartar TEP, ya que no
cambiaría la conducta terapéutica.
Nuestro paciente cirrótico presenta una TVP y muy
probablemente un TEP, con lo cual surgen los
interrogantes acerca del tratamiento, entre ellas si
anticoagular o no, qué anticoagulante utilizar y durante
cuánto tiempo. El TEP es una enfermedad muchas veces
subdiagnosticada, con una mortalidad del 30%
aproximadamente si no se realiza un tratamiento adecuado
a tiempo, por lo que considero que se debe realizar
tratamiento de manera inmediata.
El tratamiento con anticoagulantes orales
demostró en pacientes con disfunción hepática clase C en
la escala de Child-Pugh, un 85% de complicaciones por
sangrado. En un 35% estos episodios fueron sangrados
graves que llevaron a la muerte en numerosas
oportunidades. Además, los anticoagulantes orales se
encuentran estrictamente contraindicados en pacientes
que presenten en la videoendoscopia digestiva alta
(VEDA) várices esofágicas grado III y un valor en el
laboratorio menor a 50.000 plaquetas por mm3. Nuestro
paciente presenta disfunción hepática clase C en la
escala de Child-Pugh y una VEDA con varices esofágicas
grado I, y 214.000 plaquetas por mm3. Las guías
consultadas no dicen que hacer en estos casos, pero
teniendo en cuenta el mayor riesgo de sangrado y la
imposibilidad de controlar correctamente los valores de
RIN (alterado previamente en los pacientes con
insuficiencia hepática) , considero la anticoagulación
con cumarínicos que no es una terapéutica adecuada para
el caso en discusión.
El tratamiento de elección para nuestro paciente sería
realizar heparina de bajo peso molecular (HBPM),
ya que entre sus ventajas tenemos la posología en su
administración, menor el riesgo bajo de sangrado y el no
requerimiento de controles de laboratorio durante el
tratamiento. Además está comprobado también que
disminuye la mortalidad y presenta un menor número de
recurrencias de eventos tromboembólicos. Como
contrapartida, su costo es notoriamente superior al de
los anticoagulantes orales.
Si el paciente presentara algún episodio de sangrado
derivado del tratamiento o bien si presentara várices
esofágicas grado III o menos de 50.000 plaquetas por
mm3, el tratamiento anticoagulante estaría
contraindicado y otra alternativa terapéutica sería la
colocación de un filtro a nivel de la vena cava
inferior. Dentro de las indicaciones para colocar el
filtro se incluyen, además de las circunstancias antes
mencionadas, la recurrencia una tromboembolia a pesar de
una adecuada anticoagulación y la presencia de sangrado
secundario al tratamiento anticoagulante. No obstante,
es un procedimiento poco disponible en nuestro medio y
no exento de complicaciones.
La duración del tratamiento para los pacientes
cirróticos en lo que respecta a TVP y TEP debe ser de al
menos tres meses de duración, ya que terapias por
tiempos más breves aumentaron las recurrencias y
terapias mayores a tres meses sólo presentaron mayores
complicaciones por sangrado e igual eficacia.
Como conclusión luego de haber realizado el análisis de
nuestro paciente, podemos decir que la TVP es posible y
relativamente frecuente en sujetos cirróticos, y que no
debemos considerar a estos pacientes como
“auto-anticoagulados”. Estos pacientes nos presentan un
gran desafío terapéutico porque en algunos casos el
tratamiento puede ser más agresivo que la propia
enfermedad, debido a las complicaciones hemorrágicas
derivadas del mismo. Creo que lo más adecuado para
nuestro paciente es comenzar con HBPM, junto con medidas
no farmacológicas como vendajes compresivos o
neumáticos. Si se llegara a presentar alguna
complicación que lo justifique, optaría por la
colocación de filtro a nivel de la vena cava inferior.
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