Discusión del
caso clínico
Dr.
Maximiliano Sicer
Se
discute el caso de una mujer de 54 años, que consulta
por cuadro
3 años de evolución caracterizado por episodios de
cianosis y dolor en regiones acras y en región
peribucal, desencadenados por la exposición a bajas
temperaturas y que revierten al abandonar los ambientes
fríos. En los últimos meses los episodios aumentan en
frecuencia y en intensidad, lo cual motiva la consulta
al afectar las tareas cotidianas. Durante la internación
se realiza un extendido de sangre periférica que informa
una marcada aglutinación eritrocitaria, se constata un
test de Coombs directo positivo y crioaglutininas
positivas a altos títulos.
Como dato guía de mi discusión voy a tomar a la
cianosis distal. En todo paciente que se presenta
con este cuadro debemos descartar, en primer lugar, la
cianosis secundaria a hipoxemia, que debe ser sospechada
ante alteraciones gasométricas y cardiopulmonares. Otra
entidad a descartar es la enfermedad vascular
periférica, principalmente ante la presencia de pulsos
disminuidos o alteración en la exploración vascular.
Estos cuadros quedarían alejados, debido a que nuestra
paciente no presenta ninguno de los signos mencionados.
Con respecto al cuadro de cianosis distal producida o
exacerbada por la exposición al frío, debemos
diferenciar tres entidades: perniosis (“sabañones”),
acrocianosis y fenómeno de Raynaud.
La
perniosis se trata de un trastorno vasculítico
que se manifiesta con placas violáceas o eritematosas,
que suelen estar acompañadas de prurito y dolor.
Evolucionan generalmente a la remisión en 2 a 3 semanas,
aunque hay casos que pueden prolongarse y presentar
ampollas o úlceras. Estas características no coinciden
con el cuadro de nuestra paciente.
La
acrocianosis es un trastorno caracterizado por la
presencia de cianosis persistente, que suele exacerbarse
ante la exposición al frío, sin ser precedida por
palidez.
En
cambio, el fenómeno de Raynaud se manifiesta de
manera intermitente, como en el caso en discusión.
Este fenómeno surge como una respuesta vascular
exagerada a estímulos como la exposición al frío o la
tensión emocional. Si bien se ven afectadas más
frecuentemente las manos, también puede afectar pies,
nariz y orejas. Se presenta con cambios intermitentes en
la coloración cutánea. Típicamente se describen
episodios trifásicos, caracterizados por una primera
fase de palidez, producto de una vasoconstricción
arteriolar; seguido de una fase de cianosis debido al
estancamiento capilar; y por último una fase de rubor,
como consecuencia de la revascularización capilar. Las
primeras dos fases pueden acompañarse de parestesias y
dolor secundaria a isquemia. Sin embargo, más del 50% de
los casos no suelen presentarse de la manera típica,
presentando solamente cianosis, como en este caso.
Entonces, ante la presencia de cianosis de
características intermitente, desencadenada por los
estímulos antes mencionados, podemos realizar el
diagnóstico de fenómeno de Raynaud, ya que es un
diagnóstico eminentemente clínico.
Este fenómeno puede tratarse de un trastorno primario
(Enfermedad de Raynaud), y en esos casos hay ciertos
criterios orientativos, como simetría de las crisis en
ambas manos, ausencia de cambios tróficos,
capilaroscopía normal, FAN y VES normales y la ausencia
de signos de vasculopatía periférica. Esta entidad se
suele manifestar en mujeres de 15 a 30 años. En cambio,
hay ciertos hallazgos que suelen orientarnos a que el
trastorno sea secundario, como ser el comienzo de los
síntomas a una edad mayor a 40 años, sexo masculino,
crisis asimétricas, dolor intenso y trastornos tróficos,
signos de enfermedad sistémica y alteraciones en el
laboratorio. En nuestro caso, la edad de la paciente y
las alteraciones de laboratorio, obligan a descartar un
proceso secundario.
El
fenómeno de Raynaud secundario (Síndrome de Raynaud)
puede deberse a múltiples causas, por lo tanto considero
indispensable un abordaje racional, con el objeto de
optimizar los recursos disponibles. En primer lugar
debemos evaluar la presencia de factores causantes o
agravantes, como el uso de ciertos fármacos (derivados
ergotamínicos, metisergida, bloqueadores adrenérgicos
beta, bleomicina, vinblastina, cisplatino); antecedentes
traumáticos (lesiones por vibraciones, síndrome de la
mano del martillo, descarga eléctrica, lesiones por
frío, mecanografía, tocar el piano) y alteraciones
neurológicas (trastornos de los discos intervertebrales,
siringomielia, tumores de la médula espinal, ictus,
poliomielitis, síndrome del túnel carpiano).
En
una segunda instancia deben buscarse colagenopatías
mediante un laboratorio inmunológico. En casos de
presentar pulsos alterados o lesiones tróficas
significativas debe considerarse la posibilidad de una
enfermedad arterial oclusiva. De no haberse arribado al
diagnóstico, deben plantarse causas menos frecuentes
como endocrinopatías (síndrome carcinoide,
feocromocitoma, hipotiroidismo) y discrasias sanguíneas
(crioaglutininas, crioglobulinemia, criofibrinogenemia,
trastornos mieloproliferativos, macroglobulinemia de
Waldenström).
Nuestra paciente presentaba crioaglutininas a altos
títulos. Es importante saber diferenciar tres discrasias
hematológicas producidas proteínas que causan trastornos
frente a exposición a bajas temperaturas como son la
crioglobulinemia, la criofibrinogenemia y la
crioaglutininemia. En las primeras dos se produce el
fenómeno de crioprecipitación, es decir la precipitación
proteica en plasma a bajas temperaturas.
La
crioglobulinemia cursa con la precipitación de
anticuerpos en el suero, clasificándose en distintos
tipos según el tipo de inmunoglobulina involucrada. La
tipo I es causada por anticuerpos monoclonales
generalmente secundarios a procesos linfoproliferativos,
suele manifestarse por síntomas secundarios a la
hiperviscosidad sanguínea con isquemia distal. La tipo
II (mixta) es provocada por la combinación de
anticuerpos monoclonales y policlonales que pueden estar
asociados a infecciones como hepatitis C y HIV. La tipo
III esta relación a anticuerpos policlonales que suelen
ser manifestación de colagenopatías. La crioglobulinemia
tipo II y III suelen presentarse con síntomas sistémicos
como artralgia, purpura palpable, neuropatía y
glomerulonefritis.
La
criofibrinogenemia se caracteriza por la
precipitación del fibrinógeno o productos de derivación
del mismo en el plasma pero no en el suero. Puede
tratarse de un fenómeno primario o secundario a
colagenopatías, infecciones o neoplasias. Suele
manifestarse con síntomas por hiperviscosidad sanguínea.
La
enfermedad por crioaglutininas se caracteriza por
anticuerpos que reaccionan con antígenos en la
superficie de glóbulos rojos, ante la exposición a bajas
temperaturas. Se trata de inmunoglobulinas M (IgM) que
pueden ser halladas normalmente en el suero a bajos
títulos. Producen enfermedad ante aumento de títulos y/o
de la amplitud térmica. La misma puede manifestarse con
anemia hemolítica y alteraciones cutáneas provocadas por
el frio como acrocianosis y fenómeno de Raynaud. En este
caso se presenta con alteraciones cutáneas sin
evidencias de hemolisis. La ausencia de hemolisis puede
explicarse como resultado de la ineficiencia de los
anticuerpos fríos para destruir glóbulos rojos. Debemos
tener en cuenta que el sistema retículo endotelial
carece de receptores para IgM, por lo tanto la hemólisis
depende exclusivamente de la activación del sistema de
complemento. Debido a la presencia de proteínas
inhibidoras del complemento en la superficie de los
glóbulos rojos, se requieren muy altos títulos de
Crioaglutininas para lograr destruirlos. El diagnóstico
de esta enfermedad se realiza a partir de
manifestaciones clínicas, presencia de aglutinación
eritrocitaria, test de Coombs directo positivo y
presencia de crioaglutininas. Una vez diagnosticada, es
fundamental evaluar la causa de producción de
anticuerpos, la cual puede ser secundaria a procesos
infecciosos o neoplásicos, o bien tratarse de un
trastorno idiopático. Las crioaglutininas pueden
relacionarse con distintas infecciones, principalmente
con Mycoplasma pneumoniae y mononucleosis
infecciosa. Los anticuerpos suelen hacer un pico a las 2
semanas de la infección y desaparecer a los 2 meses, lo
cual no coincidiría con el cuadro en discusión. Por lo
que es de vital importancia, descartar un proceso
neoplásico hematológico, como linfoma, leucemia
linfocítica crónica y macroglobulinemia de Waldenström.
La forma idiopática denominada enfermedad crónica
benigna por crioaglutininas, se diagnostica por
exclusión. Sin embargo, según distintos reportes un 5 a
10% de estos pacientes presentará un trastorno
linfoproliferativo, por lo que deben ser controlados
periódicamente. El tratamiento dependerá de la
enfermedad de base. En cuanto al tratamiento
sintomático, generalmente es suficiente evitar la
exposición a bajas temperaturas. En caso de cuadros
severos, puede recurrirse a agentes citotóxicos como la
ciclofosfamida o clorambucilo, el uso de rituximab o a
la plasmaféresis. No son eficaces la corticoterapia ni
la esplenectomía.
Como conclusión considero que estamos frente a un
paciente con fenómeno de Raynaud secundario a enfermedad
por crioaglutininas. Creo que la principal conducta es
descartar una neoplasia hematológica, por lo que sugiero
la realización de una biopsia de médula ósea y un
proteinograma por electroforesis. Debido a que se trata
de un cuadro con manifestaciones leves, sugiero evitar
la exposición al frio como única medida mientras se
espera el resultado de los métodos complementarios.
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Discusión |
La discusión de este seminario
corresponde al 1º de julio de 2010, a cargo del
Dr. Maximiliano Sicer. |
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