Discusión del
caso clínico
Dra. Micaela
Villarruel
Voy a discutir el caso de una paciente
lúpica de 18 años en tratamiento con prednisona,
ibuprofeno y metotrexate, que ingresa por cuadro de
cefalea, fiebre y vómitos. En el examen físico presenta
rigidez de nuca, constatándose en el LCR 1550 elementos
con predominio de eosinófilos, con glucorraquia
consumida e hiperproteinorraquia. Se realiza una nueva
punción lumbar a las 24 horas, que informa predominio de
neutrófilos en LCR. Teniendo en cuenta los datos
mencionados, considero que estamos frente a un cuadro de
meningitis aguda en el contexto de una paciente lúpica.
Se considera meningitis a la
inflamación localizada a nivel del espacio
subaracnoideo. Se debe generalmente a causas
infecciosas, pudiendo ser de etiología bacteriana,
viral, parasitaria o micótica.
Con respecto a los síntomas, estos presentan distinta
sensibilidad diagnóstica. En un estudio realizado con
493 pacientes con diagnóstico de meningitis bacteriana,
la fiebre se presentó en el 93% de los casos, la rigidez
de nuca en el 88%, alteración del estado mental en un
78%, y la cefalea en el 80%. Cabe destacar, que el 99%
de los pacientes reunían al menos un criterio.
Analizando las características citofisicoquímicas del
líquido cefalorraquídeo podemos diferenciar diversas
etiologías. La hipoglucorraquia y el recuento de
elementos en el LCR de nuestra paciente, orientaría a
una causa bacteriana. Sin embargo, la
hiperproteinorraquia marcada nos inclinaría a causas
virales. Diversos trabajos llegaron a la conclusión que
una glucorraquia menor a 34 mg/dL, proteínorraquia mayor
a 220 mg/dL, con leucocitos mayor a 2000 cél/mm3 son
fuertes indicadores de meningitis bacteriana.
Un interrogante que surgió en esta paciente, fue la de
establecer el rol y el valor de los eosinófilos
informados en el análisis de la primera muestra de LCR.
La meningitis eosinófilica se define como la presencia
de más de 10 eosinófilos por mm3 y/o más de 10% de los
elementos en el líquido cefalorraquídeo (1). El hallazgo
de éstos en el LCR siempre es anormal. Diferentes causas
pueden explicarlo: parasitarias, bacterianas, virales,
hongos, neoplásicas y farmacológicas (ibuprofeno,
ciprofloxacina, trimetroprima-sulfametoxazol y
vancomicina). En cuanto a la meningitis aséptica
secundaria al uso de ibuprofeno, hay múltiples reportes
en la literatrura asociado al lupus eritematoso
sistémico, sin embargo debe enfatizarse que este
representa un diagnóstico de exclusión (2).
Dado el inusual predominio de eosinófilos en la práctica
cotidiana, se decide repetir con menos de 24 horas de
diferencia una nueva punción lumbar, constatándose en
este caso un predominio de neutrófilos. Posteriormente
se revisó la primera muestra de líquido cefalorraquídeo
llegándose a la conclusión de que el informe inicial
había sido un error.
Teniendo en cuenta el antecedente de LES, es necesario
diferenciar si se trata de afectación del sistema
nervioso secundario a la patología de base o a una causa
infecciosa. La actividad lúpica en SNC suele cursar con
las siguientes alteraciones en el liquido
cefalorraquídeo: hiperproteinorraquia, hipoglucorraquia,
leve pleocitosis, cultivos negativos y acido láctico
normal. Por lo tanto, teniendo en cuenta los hallazgos
en esta paciente, considero que estamos frente a una
infección del sistema nervioso central.
Con respecto al diagnóstico de las etiologías
bacterianas más frecuentemente implicadas (neumococo,
meningococo, haemophilus y listeria) la PCR tiene una
sensibilidad del 70-94% con una especificidad cercana al
100%. En cuanto a la prueba del látex, la sensibilidad
para detectar infección por neumococo es de 69-100%,
meningococo de 50-93% y haempophilus de 78-100%.
Durante la internación la paciente
desarrolló lesiones cutáneas en forma de vesículas y
costras, con distribución multimetamérica. Teniendo en
cuenta el compromiso meníngeo, planteo al virus de la
varicela zóster como otra entidad a tener en cuenta.
La lesión cutánea por este virus puede adquirir 2 formas
clínicas: una forma cutánea generalizada que constituye
la varicela (primoinfección) y una forma localizada en
los dermatomas denominada herpes zóster. En los
pacientes bajo tratamiento inmunosupresor la infección
tiende a ser más severa, con mayor incidencia de
diseminación cutánea y visceral, pudiendo afectar al
sistema nervioso central. En la literatura hay múltiples
trabajos que muestran asociación entre lupus y varicela
zóster. Esta infección se presenta en alrededor del 8,5%
de los pacientes con LES, asociándose principalmente con
la presencia de bajos niveles de interferón.
Un trabajo publicado en el año 1995 realizado en Estados
Unidos reunió 321 pacientes lúpicos, de ellos un 15%
presentaron herpes zóster. Entre los factores de riesgo
se encontraban el tratamiento inmunosupresor (ciclofosfamida,
azatioprina), la presencia de nefritis lúpica o de
enfermedad maligna. Otro trabajo revela 8 pacientes con
PCR positiva en LCR para virus de varicela zóster, de
éstos 7 presentaron rash cutáneo, y 5 lo desarrollaron
entre 5-6 días después del inicio de los síntomas
neurológicos (3 y 4).
Otro interrogante que me surge luego
del análisis de este caso es: ¿qué condiciones hacen del
lupus un factor predisponente a infecciones?
El lupus presenta alteraciones a distintos niveles que
predisponen a infecciones, principalmente a nivel del
sistema de complemento, de la función de los
polimorfonucleares, de la inmunidad humoral, de la
inmunidad mediada por células y de la función esplénica.
Un trabajo publicado en el año 2004 establece la
asociación entre la disminución de las células T Cd4 y
la mayor incidencia de herpes zóster en pacientes con
lupus eritematoso sistémico (5).
En cuanto a la indicación de la realización o no de una
punción lumbar de control, cabe destacar que la misma
estaría indicada ante la falta de mejoría clínica a las
48 horas del tratamiento, infección por bacilos gram
negativos y fiebre persistente por más de 8 días. Dado
que la paciente no presentaba ninguna de estas
características, la misma no tendría indicación.
Frente a este cuadro clínico,
considero acertado la decisión de indicar tratamiento
antibiótico y antiviral empírico inicial. Con respecto a
la elección de antibióticos hay que señalar que las
guías de la IDSA recomiendan incluir vancomicina para
cubrir al neumococo resistente. En base a esta
recomendación, me pregunto si la misma debe aplicarse en
nuestro medio. Muchos autores recomiendan asociar este
antibiótico cuando las cepas resistentes a las
cefalosporinas de 3° generación superan el 5%. En
nuestro hospital en el año 2008 hubo aislamiento de
neumococo en 16 pacientes, 81% fueron sensibles a
penicilina, mientras que el 19% fueron resistentes.
Nuestro país forma parte del programa para la vigilancia
de la resistencia a los antimicrobianos. Entre los años
2008-2009 se realizó en el Hospital Malbran un estudio
que midió la resistencia a beta-lactámicos en Argentina,
encontrando una resistencia a penicilina cercana al 28%,
y una resistencia a cefalosporinas de 3°generacion
cercana al 5%. En base a lo antedicho, considero que el
uso de vancomicina como parte del tratamiento empírico
de la meningitis bacteriana debe basarse en la
epidemiologia del centro tratante.
En conclusión, considero que estamos
frente a una paciente lúpica con un cuadro compatible
con meningitis, cuyas etiologías más probables son la
bacteriana y el virus de varicela zoster. Considero
adecuado el tratamiento empírico instaurado
(dexametasona, ceftriaxona, ampicilina y aciclovir).
Como conductas planteo realizar
tratamiento completo con aciclovir y antibióticos
endovenoso; evaluar junto con reumatólogo tratante la
terapeútica según evolución y aguardar los resultados de
PCR de VVZ en LCR y el laboratorio inmunológico (antiADN,
complemento). Dado el uso de corticoides, recomendaría
la realización de profilaxis de osteoporosis con la
administración de calcio y vitamina D. Además considero
importante la promoción de programas de vacunación y la
vigilancia epidemiológica.
Bibliografía
1-
Spanos A, Harrell F.
Differential diagnosis of acute meningitis. An analysis
of the predictive value of initial observations. JAMA.
262(19):2700-7.1989
2-
Bouza Cordero, R. Significado de la eosinofilia en el
líquido cefalorraquídeo. Clinic Inf Dis. 2008
3-
Kohei N, Yoshifumi T. High
incidence of herpes zóster in patients with systemic
lupus erythematosus. Annals of the Rheumaiic Diseases
1990; 49: 630-633.
4-
Ugo, K, Goura K. Clinical Features of Viral Meningitis
in Adults:Significant Differences in Cerebrospinal Fluid
Findings among Herpes Simplex Virus, Varicella Zoster
Virus, and Enterovirus Infections. Departments of
Infection and Tropical Medicine and Virology, United
Kingdom.
2009.
5-
Bértola D. Controversias en meningitis aguda bacteriana:
uso empírico de vancomicina. XIV Jornadas de Medicina
Interna para el Litoral, IX Jornadas Internacionales de
Medicina para el Litoral, IV Congreso Internacional de
Medicina Interna. Junio de 2011.
6-
Allan R., Tunkel B. Practice Guidelines for the
Management of Bacterial Meningitis.
IDSA guidelines. 2004.
7-
Eld, M. Treatment of
bacterial meningitis. NEJM. 1997.
|
|
Discusión |
La discusión de este seminario
corresponde al 11 de agosto de 2011, a
cargo de la Dra. Micaela Villarruel. |
|
|
|
|
|
|
|
|
|