Discusión del
caso clínico
Dra. Jimena
Ortiz
Tomaré como ejes de la discusión los siguientes tópicos:
·
Antecedente de hepatitis autoinmune (HAI)
·
Embarazo de 20 semanas (vital pero no viable)
o
Embarazo y HAI
o
Embarazo y trasplante
·
Insuficiencia hepática aguda
o
Reactivación de la enfermedad vs nuevo rechazo por
abandono de medicación
·
Inmunosupresión y embarazo
·
Falla hepática fulminante (FHF)
o
Necesidad de un 3er trasplante
o
Indicaciones de retrasplante
o
Trasplante durante el embarazo
La
hepatitis autoinmune constituye la causa del
4-6% de los trasplantes hepáticos en USA y Europa. La
indicación se relaciona con cuadros de falla hepática
aguda, cirrosis descompensada con un MELD =15 o aquellos
con hepatocarcinoma candidatos a trasplante, es decir
los que presentan una única masa < 5cm o hasta 3 masas <
de 3cm.
El trasplante en pacientes con HAI es muy exitoso, con
una sobrevida a los 10 años de aproximadamente 75%.
El tratamiento inmunosupresor luego del trasplante
consiste en la administración de prednisona más un
inhibidor de la calcineurina (tacrolimus o ciclosporina)
(1).
En lo que respecta al embarazo, las mujeres tratadas
adecuadamente pueden tener embarazos satisfactorios. No
se recomienda la suspensión del tratamiento durante el
mismo ya que se ha asociado a recaída de la enfermedad
(2-5).
Sin embargo,
no está libre de complicaciones y puede asociarse con
prematuridad, bajo peso al nacer y perdidas fetales. La
presencia de autoanticerpos SLA/LP y Ro/SSA se han
asociado con peor pronóstico.
Estas pacientes deben ser monitorizadas durante el
embarazo y varios meses después del parto, debido al
riesgo de recaída de la enfermedad al igual que en otras
enfermedades autoinmunes (5).
Cabe destacar que esta paciente no solo se encontraba
cursando un embarazo en el contexto del antecedente de
HAI, sino que además había sido sometida a 2 trasplantes
hepáticos. Las pacientes trasplantadas recuperan su
fertilidad. Sin embargo, está recomendado retrasar la
concepción hasta al menos 24 meses después del
trasplante, para poder estabilizar el tratamiento
inmnosupresor y asegurar el buen funcionamiento del
trasplante (6-14).
El pronóstico de la madre y el bebé generalmente es
bueno, a pesar de que hay una incidencia aumentada de
prematuridad, HTA/pre eclampsia, retraso de crecimiento
intrauterino y DBT gestacional.
A pesar de que el embarazo no aumenta el riesgo de
mortalidad materna, estas mujeres deben ser advertidas
sobre su pronóstico de sobrevida a largo plazo. En una
serie de mujer trasplantadas hepáticas que quedaron
embarazadas entre 1992 y 2002, 5 de 29 murieron entre
los 10 y los 54 meses posteriores al parto.
Los pacientes trasplantados hepáticos requieren
inmunosupresión por el resto de sus vidas, existiendo un
riesgo aumentado de teratogenicidad.
En relación con el motivo de consulta, la
insuficiencia hepática aguda, hay que señalar que
esta se define como una alteración del hepatograma con
un RIN > o = 1,5 asociada a algún grado de
encefalopatía. Para ser considerada fulminante (15) se
han propuesto varias definiciones sobre el curso del
tiempo:
–
El desarrollo de encefalopatía dentro de las 8
semanas del inicio de los síntomas en un paciente con
hígado previamente sano.
–
La aparición de encefalopatía dentro de las 2
semanas de desarrollo de la ictericia, incluso en
paciente con disfunción hepática previa.
Como vemos la paciente se adapta a esta última
definición.
Las causas de FHF en paciente trasplantado hepático son
múltiples:
Rechazo |
Agudo, Crónico |
Vascular |
Art hepática, Vena porta, Venas hepáticas |
Complicaciones biliares |
Estenosis/ drenaje, Anastomosis, No
anastomiticas |
Recurrencia de la enfermedad |
CBP, CEP, HAI, NASH, Alcohol, Sarcoidosis
|
Infecciones |
Bacterianas, Fúngicas, CMV, HSV, VEB,De novo
hepatitis A, B o C |
HAI (de novo) |
|
Neoplasias |
|
Toxicidad por drogas |
|
El abordaje de los pacientes trasplantados hepáticos que
presentan alteraciones del laboratorio debe incluir
(16):
·
Extensa historia clínica a fin de determinar cuál fue el
diagnóstico
de inicio, las complicaciones postransplante, el
tratamiento inmunosupresor, el nivel de adherencia, el
uso de otra medicación hepatotóxica.
·
Determinación de serologías virales, marcadores de
autoinmunidad, concentración sanguínea de los
inmunosupresores.
Hasta la fecha no se ha encontrado ningún marcador
específico ni sensible para poder distinguir rechazo de
otras etiologías (17-23).
·
Ecografía doppler a fin de descartar trombosis de la
arteria hepática, alteraciones de vía biliar.
·
Biopsia hepática
Los métodos disponibles para obtener muestras de tejido
hepático son:
1. Biopsia percutánea: Se puede realizar con
agujas de succión o de corte. Tienen una elevada
incidencia de hemorragias. Si es guiada por ecografía es
menor el porcentaje de complicaciones y aumenta la
posibilidad diagnóstica. Presenta contraindicaciones
absolutas:
-Paciente no colaborador.
-Historia de hemorragias
inexplicadas.
-Tendencia al sangrado: Tiempo de
protrombina 3-5 seg. más que el control, conteo de
plaquetas < 50000/mm3, tiempo de
sangría prolongado.
-No disponibilidad de sangre para
transfusión.
-Sospecha de hemangioma o tumor
vascular.
-Imposibilidad de identificar el
sitio apropiado para la biopsia por percusión o
ecografía.
-Sospecha de quistes hepáticos de
origen hidatídico.
2. Biopsia transyugular: Consiste en la
cateterización transyugular de las venas hepáticas, con
la ventaja de minimizar el riesgo de sangrado. Presenta
la desventaja de obtener muestras pequeñas y
fragmentadas. Se realiza el diagnóstico en el 80-97% de
los casos.
3. Biopsia laparoscópica
4. Aspiración con aguja fina guiada con ecografía o
tomografía axial computada (TAC)
El análisis histopatológico del tejido hepático es el
estudio más específico para evaluar la naturaleza y
severidad de las enfermedades hepáticas, pero debemos
indicar el procedimiento más seguro para cada paciente
en particular, minimizando con ello las complicaciones
del mismo. Es así como en esta paciente correspondería
una biopsia por vía transyugular.
Volviendo a las causas de falla hepática, los
diagnósticos más probables en este caso son por un lado
la reactivación de la HAI asociada a la discontinuación
de la inmunosupresión y/o al embarazo; y por el otro el
rechazo del trasplante asociado también al abandono de
la medicación.
En relación al rechazo del trasplante, es
importante distinguir el rechazo agudo temprano que se
produce en los primeros 30 días de la cirugía, del
rechazo agudo tardío que se produce pasados los 30 días
(28). Éstos
ocurren en un 15-20 % de los casos y generalmente están
relacionados con un descenso de la medicación
inmunosupresora, absorción errática de la misma o pobre
adherencia al tratamiento.
Presentan mayor riesgo de rechazo:
–
Menores de 30 años
–
Trasplante realizado por enfermedad autoinmune o
por FHF
–
Child A al momento del trasplante
–
Tratamiento inmunosupresor utilizado
primariamente en el postranplante (el régimen con
tacrolimus mostró menor rechazo que ciclosporina)
Los rechazos crónicos han disminuido en las últimas
décadas a menos del 4%, debido a mejoría en los
tratamientos inmunosupresores, uso extendido de la
biopsia hepática para evaluación de injerto, aumento de
la habilidad para diagnosticar rechazo crónico en
estadios iniciales y poder así ajustar los tratamientos.
Para el tratamiento del rechazo frecuentemente se
utilizan
dosis altas de metilprednisolona por 3 días.
Con ello el
70-80% resuelven, y en el resto de los casos, un segundo
curso suele ser efectivo. La mejoría bioquímica e
histológica se suele observar en 3 a 5 días si los CTC
fueron exitosos. Algunos centros realizan biopsia
hepática para documentar la recuperación histológica.
Sólo un 10% de los pacientes con rechazo agudo
desarrollan resistencia a la corticoterapia. En dichos
pacientes se han utilizado muromonab (OKT3),
timoglobulina, Ac contra el receptor de interleuquinas,
mofetil micofenolato (MMF), sirolimus y tacrolimus.
Quedando finalmente, la opción del retrasplante.
En relación a la hepatitis autoinmune recurrente
luego del trasplante, se produce en un 20-30% de los
pacientes trasplantados por HAI. Los criterios de
recurrencia incluyen los mismos que en los pacientes no
trasplantados: bioquímica, serología e histología, que
responden en general a corticoides. Los cambios
histológicos suelen ser moderados, sin progresión a la
cirrosis en un período medio de 4,9 años de observación.
Sin embargo hay casos más agresivos, que progresan a
cirrosis y fallo del injerto con requerimiento de
retrasplante.
El trasplante en la HAI descompensada tiene una
sobrevida del paciente y del injerto a los 5 años de
83-92%, y a los 10 años de 75%.
No hay estudios controlados con respecto al tratamiento
de la recurrencia de HAI. Generalmente la reintroducción
de la prednisona o prednisolona asociado a tacrolimus es
exitosa. La falla en la normalización de las
transaminasas justifica la adición de MMF 2gr por día.
Si la respuesta continúa siendo inadecuada el tacrolimus
puede ser reemplazado por ciclosporina o sirolimus.
El retrasplante debe ser considerado en aquellos
pacientes con HAI recurrente refractaria al tratamiento
que progresan a pérdida del injerto.
Como puede observarse, el tratamiento tanto de la HAI
como del rechazo es similar. Por lo que considero
correcto la decisión de realizar pulsos de
metilprednisolona, continuar con tacrolimus, y haber
agregado mofetil micofenolato ante la falta de
respuesta, independientemente de no haberse realizado la
biopsia trasyugular.
En cuanto al uso de inmunosupresores en el embarazo,
múltiples estudios avalan el uso de corticoides y
tacrolimus. En casos de urgencia con peligro de vida
como en este caso, estaría justificado el agregado de
MMF.
La prednisona y la prednisolona cruzan la barrera
placentaria pero alcanzan mínimas concentraciones en
sangre fetal, ya que son metabolizados por la placenta.
Son clasificadas según la FDA como categoría B, esto
significa que son medicamentos que no han demostrado
riesgo para el feto en la experimentación animal, aunque
no existe información en la mujer embarazada.
La dexametasona y la betametasona alcanzan altas
concentraciones en sangre fetal. Son categoría C, es
decir que la experimentación animal ha mostrado un
efecto adverso sobre el feto pero no existen estudios
adecuados en la mujer embarazada. Sólo deben usarse
cuando los beneficios potenciales justifiquen los
posibles riesgos fetales. Dentro de los posibles efectos
adversos encontramos: paladar
hendido, RCIU, HTA y DBT gestacional, osteoporosis,
infecciones.
El tacrolimus (29) es un inhibidor de la
calcineurina. Es categoría C. Dentro de los efectos
adversos reportados se encuentran: pretérmino,
hiperkalemia y disfunción renal neonatal,
El MMF (30-31) es categoría D, es decir que
existen pruebas de riesgo fetal en la embarazada. Se han
reportado:
•
Nacidos sanos 34%
•
Terminación electiva 20%
•
AB espontáneo 31%
•
Anomalías congénitas 15% (paladar hendido, labio
leporino, alteraciones del CAE, micrognatia, anomalías
de miembros, corazón, esófago y riñones)
Cabe destacar que a pesar de haberse indicado el pulso
de CTC, el tacrolimus y el MMF, la paciente evolucionó a
falla hepática fulminante, por lo que se plantea la
necesidad de retrasplante.
Es fundamental señalar que ante un paciente con falla
hepática fulminante lo más importante es derivarlo de
urgencia a un centro de trasplante. No perder tiempo
valioso para el paciente en espera de resultados, sino
que dejar que de ello se ocupe el centro especializado
de referencia. Estos pacientes están en el Status 1 en
lista de trasplante según UNOS.
Dentro de las
contraindicaciones de trasplante se encuentran:
•
Enfermedad cardiopulmonar que no se puede corregir y es
un riesgo prohibitivo para la cirugía
•
Tumores malignos fuera del hígado dentro de los cinco
años de evaluación (no incluye los cánceres de piel
superficiales) o que no cumplan con criterios
oncológicos de curación
•
Alcohol y drogas con un período mínimo de abstinencia de
6 meses
•
Edad avanzada y el SIDA constituyen contraindicaciones
relativas
Me planteo en este caso: ¿es candidato un paciente
incumplidor?
Claramente no existe una disposición universalmente
aceptada al respecto, quedando claro en la bibliografía
que semejante decisión queda a cargo de cada centro de
trasplante en particular. Hecho que pone de manifiesto
nuestra necesidad como sociedad de encontrar todavía
lugares de debate de asuntos tan complejos como estos,
que sin lugar a dudas superan los alcances de un grupo
médico.
Las mejoras en los resultados
del trasplante
han producido una
mayor
demanda de tratamiento
y por ende una nueva
problemática: la
escasez
de órganos.
Por lo tanto,
la selección de un
candidato a trasplante
exige un
adecuado análisis del
riesgo-beneficio;
en el que
los riesgos inherentes
de la cirugía,
la enfermedad recurrente,
y la inmunosupresión
a largo plazo
deben ser contrapuestos a
los posibles beneficios
del trasplante.
El parámetro ideal para definir quién va a recibir un
órgano tiene que estar basado
en el potencial para mejorar la supervivencia después de
trasplante. En el campo del trasplante hepático el mejor
índice de pronóstico y supervivencia es el score de
MELD.
MELD Score = 9,6 Ln(Creat)+3,8 Ln(Bili) + 11,2 Ln(INR) +
6,4
·
Lista de espera trasplante:
pacientes con cirrosis descompensada con una puntuación
> 7 puntos en la clasificación Child Pugh y MELD >10
·
Mortalidad post-trasplante hepático según el MELD:
o
MELD < 9: mortalidad 1.9 % a 3 meses
o
MELD > 40: mortalidad 71.3% a 3 meses.
·
Retrasplante: debería evitarse en pacientes con MELD >
25.
El retrasplante hepático constituye el 5-20% del total
de los trasplantes hepáticos. Representa un gran dilema
ético, ya que mientras algunos pacientes reciben un 2do
injerto, otros mueren en la lista de espera sin siquiera
tener acceso a un 1er trasplante.
Entran en conflicto los principios de:
1.
Beneficencia: defender los intereses del paciente que ya
fue trasplantado.
2.
Justicia: deber de distribuir equitativamente los
recursos.
3.
Utilidad: deber de promover los mejores resultados para
la población en general.
Este último punto es el único que puede ser sometido a
un análisis crítico. Al respecto existe mucha
bibliografía (32-37) en donde se ha intentado buscar
cuales son los mejores indicadores objetivos que nos
permiten ver con anticipación qué paciente tiene mayor
posibilidad de sobrevida.
Doyle recoge la experiencia acumulada durante un período
de 6 años en la Universidad de Pittsburgh, donde se
habían realizado 2.376 trasplantes hepáticos, de los
cuales 418 habían sido retrasplantes. Sólo 7 variables,
obtuvieron la categoría de factores pronósticos
independientes asociados a la pérdida del injerto dentro
del primer año postretrasplante: la edad de donante
superior a 45 años (el RR se incrementa por 2,2 por cada
10 años de edad por encima de 45), el sexo femenino en
el donante (RR 1,6), la necesidad de ventilación
mecánica en el período preoperatorio (RR 1,8), los
niveles séricos de creatinina y bilirrubina (RR 1,24 por
cada incremento de 1 mg/dl, para la primera, y 1,4 por
cada incremento de 10 mg/dl por encima de 15 para la
segunda) y la pauta de inmunosupresión (RR 3,9 a favor
de los regímenes basados en tracolimus o en contra de
aquellos centrado en la ciclosporina).
Yoong y colaboradores encontraron que las situaciones
que caracterizan los malos resultados después del
retrasplante son el intervalo entre trasplante y
retrasplante (mejor supervivencia si se realiza después
de los 30 días), la indicación del retrasplante (la
malfunción primaria del injerto tiene peores resultados
que el rechazo crónico y las complicaciones vasculares
agudas o crónicas) y el número de retrasplantes
realizados en el mismo paciente (cuanto mayor número
menor supervivencia).
La tasa de sobrevida en los pacientes retrasplantados es
un 10-30% menor que en los trasplantados por 1ra vez.
Por último, hay que señalar que el trasplante debía
realizarse en una paciente embarazada de 20 semanas, es
decir con un feto no viable. En la literatura se
reportaron hasta el 2006 sólo 12 casos de trasplante
en pacientes embarazadas (38-40). Los
injertos tanto de donante cadavérico como vivo han
tenido excelente evolución materna, no así fetal con una
sobrevida del 25%.
Como conclusión en esta paciente con HAI, trasplantada
hepática y embarazada de 20 semanas, que ingresa con una
insuficiencia hepática aguda considero que los 2
diagnósticos planteados fueron correctos. Si bien, para
poder distinguirlos es necesario realizar una biopsia
hepática, en este caso trasyugular por la severa
coagulopatía, el hecho de no disponer de la misma no nos
impidió iniciar tratamiento, ya que éste era similar
para ambas causas.
Teniendo en cuenta la falta de respuesta al tratamiento
inmunosupresor considero correcta la derivación a un
centro de trasplante. Planteándose el dilema del
retrasplante en este caso. Hecho que nos supera como
médicos y requiere un debate mucho más profundo que
incluya a la sociedad en su conjunto.
Más allá de dichos dilemas, la paciente fue incluida en
lista de emergencia nacional, pero lamentablemente el
órgano nunca llegó. Con respecto a esto último, creo que
si bien el CUDAIO reportó un 30% más de donantes en lo
que va del año con respecto al mismo período del año
pasado, es necesario seguir insistiendo en la
importancia de la donación de órganos. Donar órganos es
dar vida.
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