Discusión del caso clínico
Dr. Gastón Chiganer
En la fecha se presenta el caso de
una mujer de 48 años quien consulta por disminución
aguda de la visión unilateral, acompañada de dolor
ocular y periocular. El fondo de ojo se interpreta como
neuritis óptica retrobulbar.
Agrega durante
su internación un déficit neurológico focal.
Entre sus
antecedentes se destaca un cuadro de poliartralgias, una
neumonía de lenta resolución vs. bronquiolitis y como
dato a considerar en el laboratorio encontramos una
hipereosinofilia persistente.
Ante este
cuadro sistémico mi primer punto de análisis va a ser la
pérdida de la visión unilateral de causa neurológica,
una vez descartadas las oftalmológicas. Las mismas se
pueden producir por lesiones a nivel de la retina o del
nervio óptico, dando una disminución de la agudeza
visual unilateral, que puede ser diferenciado por el
fondo de ojo. Las lesiones retroquiamáticas y de la
corteza occipital dan generalmente un déficit bilateral.
Las
principales causas de neuropatía óptica son la isquémica
en personas mayores con factores de riesgo
cardiovascular sobre agregados y la inflamatoria en los
más jóvenes. Otras etiologías menos frecuentes incluyen
las hereditarias, compresivas o tóxico-metabólicas.
La neuropatía
óptica isquémica produce un infarto de la porción distal
del nervio óptico, ocasionando una pérdida de la visión
repentina, indolora y progresiva. En el fondo de ojo se
observa un edema pálido de la papila con hemorragias y
estrechamiento de arterias. Las causas principales son
arteriosclerosis en pacientes diabéticos e hipertensos
y la arteritis de células gigantes. Este último cuadro
se presenta en personas mayores y se acompaña de fiebre,
cefalea, claudicación mandibular, polimialgia reumática
y aumento de la eritrosedimentación. De presentar
algunas de dichas características estaría indicada la
realización de la biopsia de la arteria temporal, para
confirmar el diagnóstico.
Ambos cuadros
presentan mal pronóstico con alto porcentaje de
recaídas, hasta un 30% en las lesiones
arterioscleróticas y casi el 100% en las arteríticas no
tratadas.
La neuritis óptica inflamatoria
presenta algunas características diferenciales como
dolor ocular y periocular, defecto pupilar aferente y
discromatopsias que le son propias. Las etiologías son
múltiples, entre ellas las más frecuentes son: las
infecciosas, las autoinmunes por vasculitis, las
desmielinizantes y otras menos frecuentes como la
sarcoidosis o el síndrome hipereosinofílico.
Dentro de estas, la neuritis óptica por lupus
eritematoso sistémico es una de las más frecuentes.
Ocurre en el 1% de los pacientes con LES, pudiendo
presentarse también como primera manifestación de la
enfermedad.
El compromiso
del SNC, se produce por la oclusión de pequeños
vasos, hipercoagulabilidad o lesiones vasculíticas. En
la resonancia magnética por imágenes (RMI) se observa un
realce de las imágenes en la sustancia blanca tras la
administración del contraste y cambios a nivel
subcortical, núcleos y sustancia gris.
Este
cuadro presenta múltiples similitudes con la esclerosis
múltiple (EM), incluso muchos autores plantean que
existiría un mecanismo patogénico común. Además se vio
que el 81% de los pacientes con EM tienen FAN positivo,
aunque a títulos menores. Algunas diferencias
encontradas en estudios comparativos indican que la EM
se produce en individuos más jóvenes, cursan con dolor,
con Ac. Anti ADN negativos y mejor respuesta al
tratamiento esteroideo instituible.
La artritis reumatoide puede producir un cuadro de
neuritis óptica, pero generalmente en el contexto de una
enfermedad sistémica manifiesta, siendo rara la afección
ocular aislada. La misma se produce por constricción del
nervio por un infiltrado granulomatoso o invasión por
células inflamatorias. En la RMI se puede encontrar
engrosamiento y refuerzo del nervio óptico con
gadolinio. Para el diagnóstico se requiere una
correlación clínica-patológica, de laboratorio y
radiográfica.
Otra entidad
implicada en esta patología es el síndrome de Sjögren,
que puede ser primario o secundario a otras
colagenopatías como LES o AR. La fisiopatología se basa
en un infiltrado mononuclear que destruye glándulas
salivales y lagrimales dando el característico síndrome
sicca. También invade otros órganos, lo que sumado a un
mecanismo vasculítico, origina las lesiones sistémicas
que afectan fundamentalmente al sistema nervioso central
y periférico, a la piel, tracto respiratorio, articular
y hematológico. Muchas veces puede debutar con las
manifestaciones neurológicas, siendo la neuritis óptica
la responsable del 16%, según múltiples estudios, por lo
que se debe considerar a esta enfermedad ante dicho
cuadro.
Entre las causas más frecuentes de neuritis óptica,
sobresale la esclerosis múltiple, enfermedad
desmienlinizante autoinmune, más frecuente en mujeres
entre los 30-50 años. La misma se presenta con
alteraciones visuales en el 20% de los casos. El riesgo
de padecer esta enfermedad luego de un único episodio de
neuritis óptica el del 12-16%, aunque dicha cifra
aumenta al 37 % si se asocian 2 lesiones características
en la RMI y al 51 % si hay 3 o más imágenes. Lo
característico de observar en la RMI son
áreas de
inflamación en el nervio óptico (engrosamiento y
refuerzo tras el contraste), lesiones sustancia
blanca periventricular
(hiperintensas
en T2 e hipointensas en T1)
y en un 5% compromiso cortical y de sustancia gris. Para
ayudar a establecer el diagnóstico podemos emplear los
potenciales evocados visuales o somatosensitivos en los
que deberíamos encontrar un retraso en la latencia de
respuesta, pero el mismo no tiene indicación en el
período agudo ni para diagnóstico diferencial
etiológico. El análisis del LCR puede orientar si
presenta bandas oligoclonales o aumento de la Ig G. El
diagnóstico se establece ante la presencia de signos de
compromiso de sustancia blanca de 2 o más regiones del
SNC
(por la clínica y RMI)
con dispersión temporal
(>3 meses de
separación).El
curso de la evolución es generalmente benigno, con una
recuperación espontánea del 79% a las 3 semanas y del
93% a las 5 semanas según el estudio ONTT, por lo
que el tratamiento con corticosteroides es
controversial, dado que si bien produce una aceleración
en la recuperación no existe evidencia de mejoría a
largo plazo. Se recomienda un estricto control por los
próximos 5 años, dado el alto porcentaje de recaídas.
Otra causa
menos frecuente vinculada con neuritis óptica es el
síndrome hipereosinofílico primario, que se define por
la presencia de más de 1500 Eo/mm3
por más de 6 meses, evidencia de compromiso orgánico
sistémico, sin causa conocida de eosinofilia
(alergia,
reacciones hipersensibilidad, neoplasias, parásitos o
enf. del colágeno).
Tiene un curso insidioso, con disnea, debilidad,
somnolencia, prurito, tos, mialgias, fiebre y angioedema;
aunque también puede presentarse con complicaciones
neurológicas o cardíacas agudas.
El
compromiso del
SNC (65%) se produce por una neurotoxina liberada por
los eosinófilos y por infiltración directa por la mismas
células. Las manifestaciones oculares se presentan en el
18% y la RMI muestra lesiones en sustancia blanca símil
EM, que resuelven con el tto. El diagnóstico de
confirmación se obtiene por biopsia de médula ósea o
cutánea. Presentan respuesta fluctuante al tratamiento
con corticoides siendo una buena opción la hidroxiurea.
Un segundo
escalón de análisis del caso nos traslada al compromiso
pulmonar de más de un año de evolución, sin resolución y
con patrón tomográfico compatible con una bronquiolitis
obliterante con neumonía organizada. La misma puede ser
primaria o secundaria a múltiples etiologías, como ser:
infecciones, fármacos, trasplante, colagenopatías,
aspiración, irradiación, tóxicos. La anatomía patológica
de las lesiones informa un tejido fibroblástico con
células inflamatorias en la luz de bronquiolos,
conductos alveolares y alvéolos. La presentación clínica
suele ser subaguda con tos, disnea, fiebre y pérdida de
peso. Al nivel de la radiografía de tórax se pueden
encontrar diversos patrones: infiltrados alveolares
periféricos, patrón intersticial difuso o una lesión
única localizada. Lo característico de la espirometría
es un patrón restrictivo. El diagnóstico de confirmación
requiere la realización de una broncofibroscopía con
biopsia transbronquial o pulmonar. El principal
diagnóstico diferencial es la neumonía eosinofílica
crónica, que por definición cursa con eosinofilia
pulmonar (>40% en el BAL) y en sangre periférica. Un
tercio de los pacientes tienen antecedentes de asma o
atopía. Otra característica saliente es que los
infiltrados predominan en la periferia y resuelven a las
48-72 hs. de iniciado el tratamiento con esteroides
sistémicos.
Finalmente,
resta por considerar el cuadro poliarticular
inflamatorio, de evolución crónica (> 4 semanas),
bilateral, simétrico, que afecta ambos miembros
superiores, respetando las articulaciones IFD y
acompañado de astenia. Ante este cuadro uno se ve
obligado a considerar en primer lugar al diagnóstico de
artritis reumatoide (AR). En contra de dicha afección
encontramos la negatividad del factor reumatoide (el
mismo presenta una sensibilidad cercana al 80%), la
ausencia de deformaciones, de rigidez post reposo mayor
a los 30 minutos y la ausencia de nódulos reumatoides y
alteraciones compatibles en las radiografías.
Como
conclusión creo que estamos frente a una paciente con
varias patologías, difíciles de abarcar con una mirada
unicista, al menos por el momento, ya que faltan algunos
elementos que nos podrían ayudar a identificarlas. La
causa más probable de su neuritis óptica inflamatoria
creo que es una enfermedad desmielinizante, entre éstas
la esclerosis múltiple y más alejadas las secundarias a
un mecanismo autoinmune vasculítico como ser por LES o
AR. Considero el déficit motor isquémico sobreagregado
como secundario a la hipertensión arterial de larga
evolución y los infiltrados pulmonares persistentes como
una bronquiolitis con neumonía organizada, secundaria a
un proceso infeccioso, colagenopatía o al propio
síndrome hipereosinofílico.
Propongo como
conducta la realización de una nueva RMI de cráneo con
contraste en 3 meses para poder evaluar la evolución de
las lesiones, control cínico estricto de los factores de
riego cardiovascular y repetir un extendido de sangre
periférica en 10 días. De confirmarse un síndrome
hipereosinofílico primario consideraría la realización
de una biopsia de médula ósea o una broncofibroscopía.
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