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Seminario central del 17 de noviembre de 2005
 

Mujer de 74 años con edemas en miembros inferiores.


Presenta:

Dra. María Lourdes Garibotti
 

Discute:

Dr. Javier Sosa
 

Coordina:

Prof. Dr. Alcides Greca






 

     
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Discusión del caso clínico

Dr. Javier Sosa

 

Paciente de 74 años de edad, que consultó hace 3 ½ meses por edemas en miembros inferiores, disnea a grandes esfuerzos, nicturia, nocturia y oliguria. Además se detectó proteinuria de rango nefrótico, hipoalbuminemia y dislipidemia. Se le realizó posteriormente una biopsia renal que reveló nefropatía a cambios mínimos. A continuación, comenzó tratamiento con prednisona, con una respuesta inicial favorable, y desde hace un 1 ½ mes, presenta reagudización del cuadro con progresión de los edemas.

En primer término, debemos definir algunos conceptos.

El síndrome nefrótico está definido por un nivel urinario de proteínas que excede 3,5 g / 1,72m2 de área de superficie corporal por día. El síndrome nefrótico idiopático engloba a glomerulopatía de cambios mínimos, nefropatía membranosa, glomérulo esclerosis focal y segmentaria y glomerulonefritis proliferativa mesangial difusa.

Cualquier enfermedad glomerular, primaria o secundaria, puede cursar con síndrome nefrótico en algún momento de su evolución.  En los adultos la causa más frecuente de síndrome nefrótico es la nefropatía diabética. Entre las glomerulonefritis primarias las más frecuentes son la nefropatía membranosa (40 %), la glomérulo esclerosis focal y segmentaria (15%) y la nefropatía de cambos mínimos (10-15 %). Casi todos los tipos de glomerulopatías, pero particularmente la glomerulonefritis membranosa, pueden ser asociadas a neoplasia ( linfoma, sarcoma, carcinoma, leucemia).

El fenómeno fisiopatológico central del síndrome nefrótico radica en la alteración de la barreara de filtración glomerular, que condiciona la pérdida de proteínas por la orina en la orina en cantidad abundante y como consecuencia un estado de hipoproteinemia.

Hablando particularmente de la enfermedad por cambios mínimos (ECM), representa 10-15 % de todos los casos en adultos de todas las edades. El término cambios mínimos refleja que la observación al microscopio óptico en este desorden puede ser normal o revelar solamente proliferación celular mesangial leve. La inmunofluorescencia no muestra evidencia de depósitos de complejos inmunes. El mecanismo propuesto en la enfermedad de cambios mínimos refleja un desorden de linfocitos T, con liberación de citokinas que lesionan las células del epitelio glomerular. El daño en las células epiteliales pueden conducir a la proteinuria por disminución de la síntesis de polianiones tales como heparansulfato; estos polianiones constituyen la mayor parte de la carga normal de la barrera a la filtración Ello permite que sea atravesada con mayor facilidad por las proteínas del plasma con carga negativa y en particular por la albúmina sérica. El signo clínico principal lo constituyen los edemas, que pueden ser muy importantes y acompañarse de ascitis, derrame pleural y anasarca. La proteinuria es selectiva con predominio de la albúmina y de las globulinas de bajo peso molecular ( IgG). En la mayoría de los casos se observa un aumento del colesterol total, LDL y VLDL. 

Casi todos los casos de enfermedad por cambios mínimos son idiopáticos, aunque algunos pacientes tienen una causa identificable. Las condiciones predisponentes incluyen enfermedades neoplásicas, reacciones a drogas tóxicas o alérgicas, infecciones y desórdenes autoinmunes.

Una variedad de procesos neoplásicos ha sido reportada en asociación con ECM. Entre los pacientes con enfermedad glomerular asociada a neoplasia, 30 % tienen ECM en la biopsia renal.

 Enfermedad de Hodgkin’s y linfoma no-Hodgkin’s se encuentran entre los procesos neoplásicos más frecuentemente asociados con ECM. También  leucemia linfática crónica, carcinoma renal, mesotelioma, timoma, carcinoma broncogénico, carcinoma pancreático, y carcinoma de colon. Este último, quizás es el primero a excluir, si tomamos en cuenta los episodios de enterorragia que se observaron en la internación.

Una breve consideración merece el carcinoma de ovario por los hallazgos en la ecografía y la presencia de niveles elevados de CA-125. Con respecto a la asociación de cáncer de ovario con síndrome nefrótico paraneoplásico, podemos exponer que es una asociación muy rara y hasta el año 2002 se han reportado solo 6 casos en la literatura mundial.

Otras causas eventuales de lesión incluyen fármacos entre los cuales se incluyen los antibióticos, DAINES, enalapril, y entre las infecciones se encuentran Sífilis, Tuberculosis, HIV; y enfermedades menos frecuentes como vasculitis, tiroiditis, Sarcoidosis y Miastenia Gravis.

CA-125, una glicoproteína similar a la mucina de peso molecular > 200.000, es un marcador tumoral sensible. El uso más común es en el seguimiento de curso clínico de pacientes con cáncer de ovario documentado. El valor considerado normal es menor de 35 U/ml. Valores elevados de CA-125, en forma frecuente, son asociados con cáncer epitelial de ovario, aunque niveles incrementados también se han encontrado en otras neoplasias como adenocarcinoma de endometrio y trompas de Falopio. Entre las enfermedades benignas se pueden mencionar menstruación, endometriosis, salpingitis, enfermedad inflamatoria de pericardio, pleura y peritoneo.

CA-125 ha sido usado como adyuvante en el diagnóstico de masas pélvicas. En mujeres postmenopáusicas asintomáticas con masa pélvica  palpable, valores de CA-125 mayores de 65 U/ml tiene un valor predictivo positivo de 98 % para cáncer de ovario.

 En un estudio que incluyó 24 pacientes con síndrome nefrótico debido a patologías no tumorales, con edades entre 24 y 56 años se evaluaron los valores de CA-125 teniendo en cuenta la presencia o ausencia de ascitis, comparados con grupos controles. Se observaron valores séricos de CA-125 (275.92 +/- 154.71 U/mL) en pacientes con síndrome nefrótico y ascitis. En el grupo de pacientes con síndrome nefrótico sin ascitis los valores fueron similares a los observados en el grupo control. Todos los pacientes tenían ausencia de cáncer de ovario u otras enfermedades que incrementen los valores de CA-125.

En este caso es difícil definir el rol exacto de este marcador tumoral por lo arriba expuesto. Cobra gran valor la ecografía transvaginal de próxima realización.

El deterioro de la función renal en un paciente con síndrome nefrótico puede deberse a progresión de la enfermedad glomerular original, trombosis de la vena renal o nefritis intersticial alérgica ( antibióticos, diuréticos, DAINES).

Smith y Hayslett describieron en 1992 las características de 75 pacientes con síndrome nefrótico e insuficiencia renal aguda: (i) la mayoría son mayores de 60 años e hipertensos; (ii) proteinuria severa y albúmina en plasma aproximadamente la mitad del valor normal; (iii) muchos exhiben edema severo; (iv) dos terceras partes son hombres; (v) muchos pacientes muestran recuperación de la función renal completa en un período de 7 semanas.

También hay reportes que describen episodios de hipotensión y shock hipovolémico precediendo a la IRA. Esto puede deberse a que los pacientes con síndrome nefrótico son más susceptibles al desarrollo de hipotensión y posterior IRA ocasionados por cambios circulatorios tales como cirugía, disminución en el aporte de líquidos y sepsis.

Muchos pacientes (85 %) con IRA y SN tienen lesiones mínimas. En 60 % hay cambios túbulointersticiales compatibles con necrosis tubular aguda, y en el 40 % restante se encuentra considerable edema intersticial.  Jennette y Falk compararon pacientes con SN con IRA con otro grupo de pacientes con SN sin IRA y encontraron  signos de arterioloesclerosis ( hiperplasia intimal y hialinosis) en el grupo con IRA.

En esta mujer hubo evidencia de infección, edema severo y el antecedente de hipertensión arterial que conducen a una sensibilidad incrementada a la isquemia y podrían explicar la IRA.

La velocidad de eritrosedimentación se encontró por encima de los valores considerados normales. La VES está elevada ( > de 25 mm/h) en casi todos los pacientes con SN. Dos terceras partes de los pacientes tienen valores superiores a 60 mm/h, mientras que un 20 % tiene elevaciones por encima de 100mm/h, un nivel asociado con desórdenes tales como infección o cáncer metastásico. En este caso podríamos atribuirlo al proceso infeccioso presente al momento del ingreso.

En cuanto al tratamiento los corticoides son la opción de tratamiento inicial en la enfermedad de cambios mínimos, llevando a la remisión completa de la proteinuria en más del 90 % de los casos. Los adultos tienden a responder en forma lenta y pueden demorar entre 12 y 16 semanas para la remisión completa.

Un plan de corticoides inicial consiste en prednisona en dosis diaria de 1 mg/kg de peso de 8 a 16 semanas. Si la proteinuria de magnitud persiste a las 16 semanas los adultos son considerados resistentes a los corticoides. El diagnóstico de resistencia puede ser hecho a las 8 a 12 semanas si no se observa disminución en la excreción de proteínas. El porcentaje de adultos con enfermedad de cambios mínimos resistentes a los corticoides varía entre el cero y el 20 % según las publicaciones. La remisión puede ser seguida por recurrencia y puede emplearse  un segundo ciclo de corticoides. Algunos pacientes tienen repetidas recaídas después de discontinuado el tratamiento. Dependientes de los esteroides son los que recaen mientras se disminuye la dosis de corticoide.

En el caso de esta paciente considero que la respuesta hasta el momento es parcial y que debemos esperar hasta completar el tratamiento y recién evaluar la necesidad o no de un nuevo tratamiento.

Mientras se aguarda el efecto de los corticoides, considero apropiado corregir los factores que puedan influir sobre la función renal y tratar los edemas con diuréticos y albúmina.

Por ultimo, cabe destacar la importancia de descartar una neoplasia oculta, colónica u ovárica, mediante colonoscopia y ecografía transvaginal. En el caso del ovario, podría ser necesaria incluso, una biopsia.

 

Bibliografía:

 

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Discusión

La discusión de este seminario se llevó a cabo el jueves 17 de noviembre, y estuvo a cargo del Dr. Javier Sosa.

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