Discusión del
caso clínico
Dr. Pablo Campi
Se discute el
caso de un paciente de 61 años, ex tabaquista y ex
etilista, que consulta por disnea de un mes de
evolución, surgiendo de la anamnesis por aparatos el
dato de una ataxia desde hace 2 años, por la que
presenta una RMI de cráneo, patológica. Al ingreso se
constata un infiltrado reticulonodulillar en la
radiografía de tórax, que se correlaciona con los
hallazgos de la TAC de tórax mencionados en la
presentación. En la espirometría se observa un patrón
restrictivo moderado y presenta claros signos de
hipertensión arterial pulmonar en el ecocardiograma.
Del análisis
preliminar de la historia clínica se delimitan dos
cuadros en principio independientes: por un lado el
cuadro neurológico de dos años de evolución; y por otro
lado la reciente disnea con correlato imagenológico.
Con respecto
al compromiso neurológico, el paciente presenta un
trastorno de la marcha asociado a imágenes de múltiples
infartos lacunares en ganglios basales y protuberancia,
con hidrocefalia. Si bien el aumento de la base de
sustentación sumado a la dilatación ventricular hacen
surgir como un posible diagnóstico a la hidrocefalia
normopresiva o síndrome de Hakim Adams, el
paciente nunca presentó los trastornos esfinterianos
típicos de este síndrome; asimismo, la dilatación
ventricular no es de la magnitud habitualmente
encontrada en esos casos. Creo mucho más probable que se
trate de la expresión clínica de los múltiples infartos
lacunares observados en las imágenes, con hidrocefalia
evolutiva asociada.
Considero que
este cuadro neurológico no se vincularía en principio a
la patología pulmonar intersticial que motiva la
consulta.
Con respecto a
este segundo punto, es importante recordar que las
enfermedades que comprometen fundamentalmente al
intersticio pulmonar se pueden clasificar
etiológicamente en tres grupos:
-
En
primer lugar, aquellas entidades de causa identificable:
como las neumoconiosis, neumonitis por hipersensibilidad
o enfermedades intersticiales asociadas a fármacos, que
en el caso del paciente quedan alejadas con el
interrogatorio. Otras causas dentro de este grupo son la
linfangitis carcinomatosa y la tuberculosis, que
analizaremos en profundidad más adelante.
-
Un
segundo grupo está constituido por el compromiso
pulmonar de enfermedades sistémicas, típicamente las
colagenopatías. El paciente no presenta evidencia de
compromiso articular o cutáneo ni de otros órganos
habitualmente comprometidos en estas patologías, por lo
que también pasan a un segundo plano en este caso.
-
El
tercer grupo que revisaremos en detalle durante esta
discusión es el de los trastornos idiopáticos primarios.
Con
respecto a la linfangitis carcinomatosa, ésta se
relaciona más frecuentemente a la diseminación de
adenocarcinomas. Hay que recordar que el 50% de los
casos sintomáticos presentan radiografías de tórax
normales. En la TAC se observa engrosamiento de septos
interlobares y de estructuras broncovasculares
centrales, sin distorsión del parénquima pulmonar. Las
imágenes observadas en el paciente no son las típicas de
esta patología y no se evidenció en la historia clínica
la posibilidad de un tumor primario. Creo que este es un
diagnóstico alejado en el caso en discusión.
No
podemos dejar de considerar a la tuberculosis,
por la alta frecuencia en nuestro medio. En ocasiones
puede presentar una destrucción pulmonar extensa,
generalmente como resultado de años de reactivación
crónica. Suele presentarse con el síndrome de
impregnación característico y en la radiografía, además
de las conocidas cavernas, puede verse fibrosis pulmonar
y niveles hidroaéreos. El diagnóstico de esta forma de
presentación es por broncofibroscopía más lavado
bronquiolo-alveolar y eventual biopsia transbronquial.
El paciente no presenta los síntomas clásicos de una
tuberculosis avanzada y considero que el compromiso
imagenológico no se explica exclusivamente por esta
enfermedad. No obstante, hay que recordar que en
pacientes con silicosis la tuberculosis puede surgir
como una complicación, a considerar ante el agregado de
síntomas constitucionales y deterioro de la función
respiratoria. Una vez más, el paciente no tiene una
historia previa de exposición a sílice significativa.
Vamos a
analizar entonces al variado grupo de entidades
agrupadas bajo el rótulo de enfermedades pulmonares
intersticiales idiopáticas.
En primer
lugar, la neumonía intersticial aguda, que se
corresponde clínica e histológicamente con el
síndrome de Hamman Richn de la nomenclatura
anterior. Se trata de un cuadro de inicio explosivo,
homologable a un síndrome de disstress respiratorio del
adulto (SDRA), pero sin una causa evidente. Es más
frecuente entre la quinta y sexta décadas de vida, sin
un claro predominio de sexos. Típicamente se observan
infiltrados difusos, algodonosos bilaterales y
simétricos en la readiografía de tórax, que tienen su
correlato en las opacidades en vidrio esmerilado
observadas en la TAC. Se trata de un cuadro de mal
pronóstico, con una tasa de mortalidad de 75%.
Histológicamente es equivalente al período de
organización del SDRA, con proliferación de
fibroblastos. El cuadro clínico del paciente no es
compatible con esta entidad.
Por
otra parte, la neumonía intersticial descamativa
es otra enfermedad intersticial idiopatica, en este caso
fuertemente vinculada al hábito tabáquico, que se
presenta principalmente entre la cuarta y quinta décadas
de vida. En la espirometría observamos una leve
reducción del volumen pulmonar con alteración en la
capacidad de difusión. El 20% de las radiografías no
evidencian alteraciones, mientras que en la TAC se
observan opacidades en vidrio esmerilado. Dentro de este
grupo de entidades es una de las de mejor pronóstico,
mostrando buena respuesta al tratamiento con corticoides
y a la suspensión del cigarrillo. La sobrevida a los 10
años es mayor al 70%. Histológicamente se caracteriza
por el relleno alveolar con macrófagos pigmentados y
neumonocitos tipo II. Si bien el paciente es un ex
tabaquista, el compromiso pulmonar avanzado evidenciado
en la TAC es excesivo para los hallazgos habituales de
esta patología.
Con
respecto a la neumonía organizada criptogenética
(o BOOP idiopático), ésta no está relacionada al
cigarrilo, si bien es más común en la quinta y sexta
décadas de vida. Clínicamente se suele presentar con un
cuadro subagudo con fiebre y diseña, con un patrón
espirométrico restrictivo. Imagenológicamente muestra
opacidades alveolares parcheadas, bilaterales y
periféricas, que histológicamente se correlaciona con
pólipos de tejido de granulación hacia la luz de
bronquíolos y conductos alveolares con un grado variable
de infiltrado intersticial mononuclear. Esta entidad
presenta buena respuesta al tratamiento con corticoides.
No obstante ni la presentación clínica ni las imágenes
en el paciente son compatibles con este cuadro.
Pasemos entonces a la neumonía intersticial usual (UIP),
que es el patrón histológico de la más conocida
fibrosis pulmonar idiopática (FPI) o alveolitis
fibrosante criptogenética, aunque también se puede
observar en colagenopatías, asbestosis o reacciones a
drogas. En su forma idiopática, se presenta más
frecuentemente entre la quinta y sexta décadas de vida,
siendo dos veces más común en el hombre. En la
espirometría se constata un patrón restrictivo, mientras
que en la TAC se observa un infiltrado reticulonodular a
predominio periférico y bibasal, con cambios en panal de
abejas, quistes y bronquiectasias en los estadios
avanzados, en los que se evidencian pulmones muy
pequeños. Este cuadro es de mal pronóstico, con una alta
mortalidad a dos años del diagnóstico y escasa respuesta
al tratamiento con corticoides. El hallazgo histológico
característico es la heterogeneidad de las lesiones,
presentando simultáneamente focos de pulmón normal,
infiltrados celulares intersticiales, zonas de
fibrogénesis activa y otras de fibrosis terminal. Si
bien las lesiones del paciente eran a predominio de
campos medios y superiores y con pulmones de tamaño
conservado, el marcado compromiso tomográfico junto a la
presentación clínica hacen de éste un diagnóstico
probable en esta discusión.
Debemos diferenciar de esta última entidad a la
neumonía intersticial no específica (NSIP), que
recientemente se disoció de aquella, dado su mejor
pronóstico. En este caso, se presenta en forma subaguda,
ocasionalmente con fiebre. En la TAC se observan
opacidades en vidrio esmerilado, siendo raro el patrón
en panal de abejas. Histológicamente se observa una
homogeneidad de las lesiones que pueden ser a predominio
celular, fibrótico o mixto. Como mencionamos, esta
entidad es de mejor pronóstico que la UIP, con clara
mejoría con los corticoides y una tasa de mortalidad de
10%. Si bien no son frecuentes estadios tan avanzados de
destrucción parenquimatosa como los observados en el
paciente, creo que es un diagnóstico alternativo
probable.
También dentro de las enfermedades pulmonares
intersticiales idiopáticas, debemos tener en cuenta a la
histiocitosis de células de Langerhans (también
conocida como histiocitosis X o granuloma
eosinofílico). Esta patología, fuertemente asociada
al hábito tabáquico, es más común entre la segunda y
cuarta décadas de vida. En ocasiones es un hallazgo
radiográfico y en otras oportunidades se diagnóstica
ante un neumotórax espontáneo. Las pruebas de función
pulmonar suelen ser normales, si bien puede observarse
un patrón restrictivo en la espirometría. EN la
radiología son característicos los nódulos estelares,
con infiltrados reticulonodulares, patrón en panal de
abejas y formación de quistes, generalmente conservando
el volumen pulmonar. La sobrevida media desde el
diagnóstico es de 12,5 años. Histológicamente se
observan conglomerados de células de Langerhans, con
infiltrados inflamatorios rodeando pequeños bronquíolos,
con fibrosis intersticial y pequeños quistes en estadios
avanzados. Las lesiones viejas muestran fibrosis
extensa, cambios en panal de abejas y quistes. Si bien
como mencionamos es más común en pacientes más jóvenes,
creo que es otro diagnóstico diferencial a considerar.
Finalmente, dentro de este proteiforme grupo de
patologías, no podemos dejar de mencionar a la
sarcoidosis, que típicamente muestra adenopatías
hiliares, pero en ocasiones puede comprometer en forma
extensa y destructiva al parénquima pulmonar sin
evidencia de aquellas. La lesión histológica consiste en
un granuloma no caseificante. Este diagnóstico siempre
es difícil de descartar una vez considerado, aunque en
el caso en discusión se trataría de una forma de
presentación atípica e infrecuente de una enfermedad de
baja incidencia.
Evidentemente, entonces, para poder llegar a un
diagnóstico en este caso deberemos recurrir a alguna
forma de biopsia pulmonar. Existen tres maneras de
conseguir tejido pulmonar para análisis: la biopsia
transbronquial, la quirúrgica a cielo abierto y la
toracoscópica. La primera es más utilidad ante la
sospecha de infecciones, sarcoidosis o linfangitis
carcinomatosa, pero quizás no sería apropiada en este
caso. La biopsia quirúrgica a cielo abierto es más
conveniente cuando la enfermedad pulmonar es severa o
cuando existe un alto riesgo de sangrado, mientras que
la toracoscópica permite la toma de varias muestras y en
principio tendría menor morbilidad.
En el
paciente parece más seguro este último método, pero hay
que tener en cuenta que la enfermedad avanzada (ej.
cambios en panal de abeja) es una contraindicación
relativa de su empleo.
Por
otra parte, vamos a analizar la hipertensión pulmonar
presumiblemente secundaria del paciente. Existen tres
mecanismos para la generación de hipertensión pulmonar:
la vasocontricción hipóxica, la disminución del área del
lecho vascular pulmonar y la sobrecarga de volumen o
presión. Cabe resaltar que aún en formas severas de UIP,
la hipertensión pulmonar es rara y generalmente asociada
a ICC izquierda; lo mismo ocurre en la histiocitosis de
células de Langerhans.
En
conclusión, creo que el paciente presumiblemente tiene
una enfermedad intersticial idiopática, siendo más
probables la UIP y la NSIP. De todas maneras no
encuentro elementos suficientes para descartar a la
histiocitosis de células de Langerhans ni a la
sarcoidosis de mi lista de diagnósticos diferenciales.
Creo
también que el método diagnóstico más seguro es la
biopsia toracoscópica, si bien dada la evidencia de
enfermedad avanzada por imágenes, quizás tenga bajo
rédito diagnóstico.
Con
respecto a la hipertensión pulmonar, parece menos
probable que se deba a alguna de las enfermedades
intersticiales consideradas, aunque hay que recordar que
el paciente es un ex fumador de gran cantidad de
cigarrillos, por lo que no se puede descartar la
concomitancia de una EPOC leve.
De
confirmarse el diagnóstico, los tratamientos disponibles
en la actualidad se basan fundamentalmente en la
administración de corticoides. Si bien es cierto que en
la UIP, la respuesta a los mismos es pobre, una vez
descartada una posible infección (fundamentalmente
tuberculosis), creo que el tratamiento debe comenzarse
pronto, ya que se trata de un paciente de 61 años. Por
esto mismo quiero plantear en este punto de la discusión
otra alternativa terpéutica a considerar: el
transplante.
Está
aceptado actualmente que ante el diagnóstico de UIP se
debe considerar al paciente para lista de espera de
transplante, dado el mal pronóstico a los dos años del
diagnóstico. En la NSIP estaría indicado el transplante
cuando hay predominio de fibrosis en la histología.
Asimismo, cuando la sarcoidosis o la histiocitosis de
células de Langerhans no responden al tratamiento o se
encuentran en estadios avanzados también serían pasibles
de transplante. No obstante, hay que tener en mente que
en Estados Unidos, la espera en promedio de un dador de
pulmón es de 46 meses.
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