Discusión del caso clínico
Dr. Lionel Talamonti
Paciente mujer de 48 años de edad que
presenta un cuadro de:
•
colestasis crónica
•
cirrosis hepática
•
Quiste hidatídico hepático
•
DBT y esteatosis hepática
•
Ingesta prolongada de diclofenac
Colestasis es
definida como la alteración del flujo biliar normal,
clínicamente caracterizada por ictericia, prurito, coluria
y acolia. Cuando es completa produce un déficit de ácidos
biliares en el intestino delgado que lleva a la
maldigestión de grasas y esteatorrea con la consiguiente
malabsorción de vitaminas liposolubles AKDE lo que trae
como consecuencia ceguera nocturna, alteración de la
coagulación y del metabolismo oseo (osteomalacia),
dermatitis y elevación de los lípidos séricos
(especialmente colesterol). Las pruebas de laboratorio
muestran elevación de la bilirrubina, fosfatasa alcalina
(FAL) y gamma glutamil transpeptidaza (GGT), a veces
acompañada de discreto aumento de las transaminasas.
Por otro lado la
cirrosis es una entidad bien definida histológica y
clínicamente (fibrosis, nódulos de regeneración,
disminución de la función hepática, hipertensión portal),
y es la vía final común de muchas enfermedades hepáticas.
Todo esto es
compatible con la historia de nuestra paciente.
En la
evaluación inicial del paciente con colestasis se deben
usar estudios por imágenes de la vía biliar,
principalmente la ecografía, lo que nos va a dividir dos
grandes grupos: colestasis obstructiva y no obstructiva.[1]
La paciente
presenta signos de obstrucción de la vía biliar tanto por
ecografía, como por tomografía axial computada (TAC) y
resonancia magnética nuclear (RMI), donde se observa
compresión extrinseca de la vía biliar a nivel del hilio
hepático por un quiste hidatídico, con dilatación de los
conductos intrahepáticos por encima del mismo.
Por dicho motivo
descarto las causas de colestasis no obstructivas y solo
las voy a enumerar y haré un breve comentario sobre
cirrosis biliar primaria (CBP) que es uno de los
diagnósticos que se debe pensar en todo cuadro de
colestasis en mujeres de 35 a 60 años y que se pensó en
nuestra paciente antes de obtener imágenes. Es un
trastorno inmunitario, donde se encuentra infiltración
linfocitaria del espacio porta con colangitis no suprada.
El epitelio biliar expresa moléculas de complejo mayor de
histocompatibilidad tipo II por lo que podrían actuar como
células presentadora de antígenos. Se asocia a otros
trastornos autoinmunes como el CREST, LES, AR, sindrome
seco (ojo y boca) y tiroiditis. Presenta anticuerpos
antimitocondriales (AMA) tipo Ig.G cuya sensibilidad es de
más del 90% requiriendo títulos mayores de 1/40 para el
diagnóstico.
Los casos en que
se cuenta con biopsia compatible con CBP, AMA negativos y
anticuerpos antinucleares (AAN) y anti músculo liso (AML)
positivos, se denominan colangitis autoinmune. Ambas
entidades quedan descartadas en nuestra paciente ya que
presenta obstrucción de la vía biliar de otra causa y AMA,
AAN y AML negativos.
Dentro de las
causas de colestasis no obstructiva se encuentran:
Infecciones:
hepatitis virales, endotoxemia, sepsis
Tóxica: drogas,
nutrición parenteral total
Hereditarias:
Wilson, síndromes de colestasis familiar
Embarazo
Desordenes
infiltrativos
Síndrome
paraneoplásico Enf. Hodgkin
Cirrosis de
cualquier eriología.
Habiendo
descartadas las anteriores me referiré a las causas de
colestasis obstructiva crónica dentro de las cuales
podemos mencionar:
•
litiasis y
colangitis recidivante.
•
pancreatitis
crónica.
•
tumores como
cáncer de pancreas, linfoma, tumores de la vía biliar o
metástasis que generalmente no tienen tiempo suficiente
para llevar a la cirrosis.
•
Colangitis
esclerosante, que es la estenosis de las paredes de los
conductos biliares por fibrosis que puede ser primaria, o
secundaria a cirugía de la vía biliar, traumatismos,
etc.La colangitis esclerosante primaria o idiopática es un
proceso progresivo inflamatorio esclerosante y obliterante
que afecta la vía biliar intra y extrahepática. Se asocia
a colitis ulcerosa en un 40 a 80% de los casos, y puede
darse en el contexto de un síndrome de fibroesclerosis
multifocal (fibrosis retroperitoneal, mediastinica,
periureteral, tiroiditis de Riedel y pseudotumor de
orbita). Los estudios por imágenes muestran la vía biliar
con estrecheces y dilataciones segmentarias lo que le
confiere aspecto arrosariado. Se detectan anticuerpos
perinucleares anti-citoplasma de neutrófilos (p-ANCA) en
un 65 a 85 % y AAN y AML hasta un 50 %. Ninguno de estos
hallazgos son compatibles con los de la paciente por lo
que se descarta dicho diagnostico.
•
Parasitosis:
ascaris lumbricoide, fasciola hepática y equinococcus
granuloso (quiste hidatidico)
La presencia de colestasis obstructiva
crónica y cirrosis nos lleva al diagnóstico de cirrosis
biliar secundaria, que es la obstrucción prolongada
parcial o completa de la vía biliar, en este caso
producida por un quiste hidatídico. La anatomía patológica
puede mostrar estasis biliar, necrosis central y
periportal, proliferación y dilatación de los conductillos
biliares, colangitis esteril o infectada, edema y fibrosis
del espacio porta, compatibles con la biopsia de nuestra
paciente. El tiempo necesario para desarrollar cirrosis
secundaria a una obstrucción es de 3 a 12 meses.
Hidatidosis
Parasitosis
producida por Equinococcus Granulosus, una tenia del grupo
de los cestodes (gusanos planos, acintados, con cuerpo
segmentado) miden 2 a 7 mm, son hermafroditas, poseen
cabeza o escolex con ventosas y ganchos, y proglótidas con
huevos . El huésped definitivo es el perro, y otros
mamíferos son huéspedes intermedios y el hombre
accidental. Prevalencia 5,6%.
Se da en zonas
donde se cría ganado y se alimenta a los perros con
vísceras de dichos animales que poseen el parásito. En el
intestino del perro habita la forma adulta que libera
huevos a través de la materia fecal que contamina suelo,
cultivos y agua y de esa manera contagia al hombre. En el
intestino del hombre el huevo se abre y el embrión penetra
a través de la circulación y se aloja en el hígado u otros
órganos (pulmón, cerebro, corazón, riñón, hueso) formando
un quiste uniloculado que presenta 3 membranas, y dentro
del cual pueden crecer quistes hijos, y vesículas.
Clínica:
depende del tamaño y localización del quiste. El mismo
crece 1 a 5 cm por año. Tarda en calcificarse de 5 a 10
años. Además dos tercios se localizan en hígado y en la
mayoría afecta un solo órgano y se encuentra un quiste
único.
Como
complicación el quiste hepático puede romperse a la vía
biliar y producir colangitis, cólico biliar y
pancreatitis. Puede comprimir la vía biliar y producir
colestasis e hipertensión portal pre-sinusoidal. También
puede abrirse a peritoneo u otros órganos y causar shock
anafiláctico.
Diagnóstico:
Laboratorio:
Eosinofilia
presente en menos del 15% (porcentaje aumenta si hubo
rotura del quiste)
Inmunología:
ELISA IgG e inmunoelectroforesis doble difusión arco 5
sensibilidad del 80-90% en hígado y menor en otros órganos
donde se prefiere ELISA.
.[3]
Imágenes
Ecografía:
Sensibilidad 90-95%
TAC:
Sensibilidad 95-100% permite mejor localización y
evaluación de complicaciones.
RMI: No supera a
la TAC en sensibilidad. Su uso permite evaluar mejor
complicaciones como compromiso de vía biliar y vena porta.
Tratamiento:
La cirugía es el
tratamiento de elección con una tasa de curación del 90%.
La quistectomía con omentoplastia es la técnica con
mejores resultados. Recurrencia de 4,5% con una media de
4,5 años. El uso de sustancias protoescolicidas (ClNa
hipertónico y etanol) no debe realizarse de rutina en la
cirugía de quistes no complicados ya que no disminuye
recurrencias y puede producir esclerosis de la vía biliar.
La quimioterapia
antiparasitaria antes y después de la cirugía parece
disminuir el riesgo de recurrencias. Se comienza por lo
menos 4 días previos a la cirugía y se continúa con
albendazol 1 mes y mebendazol 3 meses. Se ha demostrado
mejor respuesta con albendazol que se utiliza a dosis de
10 a 15 mg/kg/día dividido en 4 tomas.
La punción
percutanea con instilación de escolicidas y aspiración
combinada con albendazol, es una alternativa igualmente
efectiva y segura a la cirugía y con menor cantidad de
complicaciones, para el tratamiento de quistes hepáticos
no complicados, con menor tiempo de estadía hospitalaria.
.[2]
No es posible esta alternativa en quistes calcificados
como los de nuestra paciente.
El tratamiento
quimioterápico aislado presenta alta tasa de recaída 79%,
por lo que se desaconseja.
Antes de
culminar quisiera aclarar un punto, que es el rol de la
ingesta prolongada de diclofenac sobre la lesión hepática.
La
hepatotoxicidad puede producirse por tóxicos industriales,
ciertos hongos, y drogas. Existen diferentes mecanismos de
toxicidad: directa e idiosincrática. La primera es dosis
dependiente, previsible según el agente, con latencia de
horas o dias post exposición. La segunda es imprevisible
puede darse en cualquier momento de la administración del
fármaco o incluso luego de retirarlo, un cuarto de ellas
se acompaña de reacciones de hipersensibiliad con latencia
menor a 7 días con rash cutáneo, fiebre, eosinofilia, lo
que avalaría un mecanismo inmune. Además existiría otro
mecanismo, que es la susceptibilidad metabólica para crear
productos intermedios altamente tóxicos. Se recomienda
investigar exposición hasta 3 meses previos a la aparición
de los síntomas. Las manifestaciones clínicas de estas
reacciones pueden aparentar cualquier tipo de hepatopatía
aguda o crónica, hepatitis, colestasis, hígado graso,
granulomatosis, necrosis, y fibrosis.
Existen
distintos algoritmos para estimar la causalidad de lesión
hepática atribuible a fármacos, la más aceptada es la
escala de Council que toma 7 variables que son: tiempo
desde el inicio del tratamiento hasta la aparición de la
reacción adversa, evolución tras suspender el tratamiento,
tratamientos concomitantes, existencia de otras causas
distintas de los fármacos, conocimiento previo del
potencial hepatotóxico del fármaco y respuesta a la
readministración del mismo.
.[2]
La paciente
presentó ingesta prolongada de diclofenac que está
descripta como droga hepatotóxica pero que produciría un
patrón de hepatitis y no de colestasis. Aunque lo descarto
como causa de cirrosis, pudo haber colaborado en la lesión
hepática pero creo que no de manera decisiva.
El alcohol es
otro tóxico hepático conocido que puede producir
alteraciones como hígado graso, hepatitis, y cirrosis. Se
dice que se requiere la ingesta de 600ml de whisky, varios
litros de vino o cerveza diarios durante 10 años para
producir cirrosis. La paciente refiere ingesta esporádica
y en poca cantidad lo que lo descarta como causa de
cirrosis.
La paciente
presenta además esteatosis hepática secundaria a diabetes
mellitus. Esta cursa generalmente de manera asintomática o
con mínima elevación de transaminasas, lo que se denomina
esteatohepatitis. Generalmente tiene curso benigno y rara
vez lleva a la cirrosis hepática.
Por lo
anteriormente expresado y siguiendo un criterio unicista,
creo que el diagnóstico en nuestra paciente es el de
cirrosis biliar secundaria a compresión de la vía biliar
por quiste hidatídico, lo que explica todos los hallazgos
en nuestra paciente Ante
este cuadro creo que el hígado graso por diabetes mellitus
y la ingesta de diclofenac quedan en segundo plano y no
han jugado un rol decisivo en la enfermedad de la
paciente.
El tratamiento
que propongo consiste en eliminar la obstrucción biliar,
lo que produce una mejoría significativa de los síntomas y
de la supervivencia, incluso en pacientes con cirrosis
establecida como tiene nuestra paciente. Creo que la
quistectomía combinada con albendazol por vía sistémica es
de elección. Otra alternativa es la colocación de un stent
en la vía biliar por vía percutánea o endoscópica
retrógrada con lo que probablemente podría mejorar la
obstrucción biliar pero no la vascular de la vena porta.
La punción aspiración del quiste estaría contraindicada ya
que el quiste se encuentra calcificado. |