Discusión del
caso clínico
Dr. José Amillategui
Estamos
frente a una paciente embarazada con trombosis de la
vena yugular interna izquierda. Voy a considerar
básicamente dos problemas: los posibles diagnósticos y
el manejo terapéutico.
La
aproximación diagnóstica en pacientes con trombosis
venosa profunda (TVP) establecida tiene dos pasos. El
primero es realizar una historia clínica y examen físico
detallados, y exámenes de laboratorio para determinar la
presencia de cualquier causa de trombofilia adquirida.
El segundo paso es la búsqueda de causas de trombofilia
hereditaria en pacientes seleccionados. Con respecto a
las trombofilias hereditarias, aproximadamente el
2% de los pacientes con TVP idiopática padecen mas de un
trastorno hereditario y tienen mayor riesgo de
recurrencia. La más frecuente detectada en embarazadas
con un evento trombótico es la mutación del Factor V de
Leiden. El potencial trombogénico de estos trastornos se
ve potenciado por el estado de hipercoagulabilidad
producido durante el embarazo. La presencia de factores
de trombosis adquiridos, como por ejemplo el embarazo no
debe impedir la búsqueda de estos trastornos, ya que los
mismos frecuentemente desencadenan un evento trombótico
en esta clase de pacientes.
El
momento en el que se realizan las determinaciones
bioquímicas es importante. Estas pueden verse afectadas
por la misma trombosis aguda, comorbilidades, o la
terapia anticoagulante. Por estas razones se recomienda
estudiar a estas pacientes por lo menos dos semanas
después de completar el tratamiento, mientras no están
cursando un embarazo, y mientras no se encuentren con
tratamiento hormonal. En general se recomienda estudiar
a paciente con TVP durante el consumo de
anticonceptivos, durante el embarazo y a aquellos con
diátesis trombofilica fuerte (primer episodio de TVP
antes de los 50 años, o historia de trombosis
recurrente, o familiares con TVP entes de los 50 años).
Estas alteraciones poseen distinto riesgo de eventos
trombóticos (bajo, intermedio y alto). Una de las
razones por las que deben estudiarse estos pacientes, es
por el hecho de que según que trastorno padezcan,
variará el tratamiento en un futuro embarazo. Así como
también en cualquier situación que incremente el riesgo
de trastornos tromboembólicos.
Con
respecto a las trombofilias adquiridas voy a referirme a
dos patologías que considero posibles en esta paciente:
el síndrome antifosfolipídico y la trombosis venosa como
fenómeno paraneoplásico.
Comenzando con este último, los pacientes con cáncer
presentan un estado de hipercoagulabilidad por la
propia enfermedad. Su patogénesis involucra el
interjuego de múltiples variables.
Por ejemplo, células tumorales pueden expresar actividad
procoagulante e inducir la formación de trombina
directamente. Los tejidos normales del huésped pueden
tener la misma reacción ante el tumor. La mayoría de los
procesos malignos son clínicamente evidentes al momento
del evento trombótico. Sin embargo, este, puede preceder
al diagnóstico de un proceso maligno en meses e incluso
años. Aquellos tumores que más frecuentemente se asocian
a eventos trombóticos son pulmón, páncreas, colon,
próstata, ovario, cerebro, linfoma y leucemia.
Además, los tumores pueden causar trombosis venosa por
compresión externa de vasos o por invasión vascular. Por
ejemplo, el carcinoma hepatocelular puede comprimir o
invadir la vena hepática, y una gran adenopatía axilar
puede producir trombosis en las venas de los miembros
superiores.
Numerosos estudios indican una incidencia significativa
de enfermedades malignas, a menudo diagnosticadas en los
primeros 6 meses luego del evento trombótico. En un
estudio de 4.399 pacientes a los cuáles se les realizo
venografía por sospecha de TVP, se encontró una mayor
incidencia de enfermedad maligna en los pacientes con
trombosis en comparación con los que no la padecían (11
versus 7,5%).
Otros
estudios mostraron una incidencia mayor de enfermedad
maligna (mayores al 25%) en pacientes con TVP
idiopática. Probablemente esto se deba a la utilización
de métodos diagnósticos más agresivos.
El
síndrome antifosfolipídico (SAF), puede ser primario
o secundario y esta caracterizado por trombosis arterial
o venosa, o abortos recurrentes, en asociación con
anticuerpos antifosfolípidos determinados en dos
ocasiones separadas al menos por seis semanas. Es
necesario para el diagnóstico un criterio clínico sumado
a uno bioquímico. Los efectos del SAF sobre el embarazo
y el feto son abortos recurrentes y preeclampsia o
eclampsia y retardo del crecimiento y enfermedad materna
tromboembólica (venosa y/o arterial). Si bien resta
determinar la actividad del anticoagulante lúpico,
considero a este diagnóstico como el más alejado, debido
a que la paciente no refiere abortos previos y todos los
anticuerpos investigados resultaron negativos.
Teniendo
en cuenta el antecedente referido por la paciente de
haber padecido varios episodios autolimitados de
tumefacción y dolor en el miembro superior izquierdo,
luego de trabajos físicos importantes voy a considerar
otra patología probable en esta paciente: la
trombosis axilo-subclavia o síndrome de
Paget-Schroetter. Representa el 1 al 4% de todos los
casos de TVP y el 10% de los casos de tromboembolismo.
Según la etiología se divide en primaria (20%) que
incluye la idiopática y aquella producida por esfuerzo y
secundaria. La trombosis axilo-subclavia producida por
esfuerzo se da en individuos jóvenes que realizan
trabajos físicos intensos. En estos casos existe
habitualmente una anomalía subyacente de tipo compresiva
(por parte de tendones y músculos) en pacientes que
desarrollan trombosis axilo-subclavia espontánea. Estas
anomalías frecuentemente son bilaterales y predisponen a
trombosis de ambos sistemas. La forma secundaria
generalmente se produce en pacientes mayores de 50 años
con una ligera prevalencia del sexo femenino. Las causas
son la presencia de un catéter venoso central (la más
frecuente), fenómeno paraneoplásico, síndrome de
hiperestimulación ovárica, anticonceptivos, trombofilias
hereditarias/genéticas (factor V de Leiden, deficiencia
de distintas proteínas, hiperhomocisteinemia, SAF).
La
mayoría de los pacientes se presenta con un dolor sordo
del hombro y/o la axila y con tumefacción del brazo y de
la mano. Estos síntomas se exacerban con el trabajo
manual y mejoran con el reposo y la sobre elevación del
miembro. Un trauma local, o mas frecuentemente un gran
esfuerzo con el brazo, son referidos por la mitad de los
pacientes. La ecografía Doppler color es uno de los
métodos mas sensibles y específicos para el diagnóstico
de esta patología.
Las
complicaciones se dan en mayor medida en pacientes
añosos y con una patología de base. Estas son:
tromboembolismo pulmonar (hasta en un 36% de los
pacientes) y el síndrome postrombótico (conlleva una
importante discapacidad funcional, por lo que tiene que
ser tenido en cuenta sobre todo en pacientes jóvenes).
El tratamiento depende de la causa y la gravedad del
cuadro.
El
manejo terapéutico es el otro punto que quisiera
analizar. El tratamiento inicial de TVP en la embarazada
es idéntico al de los eventos trombóticos en la
población general. Se dispone de poca evidencia con
respecto al tratamiento durante el embarazo obtenida de
unos pocos estudios randomizados. Con la heparina no
fraccionada se debe lograr una prolongación del KPTT
hasta llegar a por lo menos de 2,0 veces el valor del
control. Una vez logrado el rango terapéutico, se debe
medir el KPTT, por lo menos semanalmente. La
administración de heparina no fraccionada debe continuar
hasta 6 a 24 horas antes del parto (sea espontáneo o por
cesárea).
Las
heparinas de bajo peso molecular (HBPM) poseen varias
ventajas en comparación con las no fraccionadas: menor
riesgo de sangrado, menor incidencia de trombocitopenia
y osteoporosis, se administran por inyección subcutánea,
y el monitoreo es mas cómodo. Actualmente se prefiere el
uso de esta clase de heparinas durante el embarazo. Si
bien no es necesario un monitoreo estrecho en el
tratamiento con HBPM en la población general, existe
poca información acerca de la dosificación en las
pacientes embarazadas. Por esta razón algunos autores
recomiendan su determinación 4 horas luego de
administrada la dosis, cada 4 a 6 semanas. La dosis de
HBPM debe apuntar a llegar a un nivel de 0,5 a 1,2 UI/ml
si es administrada dos veces al día. Existen reportes de
casos de hematomas epidurales asociados a anestesia
epidural en pacientes no embarazadas en tratamiento con
HBPM. Por esto, se debería cambiar el tratamiento a
heparina no fraccionada 2 semanas antes de la fecha
probable de parto.
En el
período posterior al parto la heparina debe
comenzar a administrarse (en asociación con warfarina o
acenocumarol) 24 horas postcesárea y 12 horas posparto
vaginal, si no hubo sangrado significativo. La warfarina
y el acenocumarol se consideran seguros en la lactancia
debido a que no se acumulan de manera significativa en
la leche materna. Las pacientes que sufren un episodio
de TVP durante el embarazo deberían recibir tratamiento
anticoagulante hasta por lo menos 8 semanas posparto. El
tiempo total de tratamiento se debe basar en el sitio de
la trombosis y en la condición clínica individual. La
terapia trombolítica implica un alto riesgo de sangrado
materno y debe reservarse solo para los casos de TEP
masivo con inestabilidad hemodinámica.
Como
conclusión considero que debido a la gravedad que
implicaría un proceso neoplásico, y teniendo en
cuenta la presencia de las imágenes hipoecogénicas
hepáticas evidenciadas por ecografía, debe descartarse
esta posibilidad en primera instancia mediante la
realización de una resonancia magnética de abdomen y
pelvis, y una endoscopia digestiva de acuerdo a la
información obtenida por aquella.
Otro
diagnóstico probable es la trombosis axilo-subclavia
por esfuerzo y los métodos diagnósticos a realizar
son: venografía, angio RMI o ecografía Doppler color. El
diagnóstico de alguna de estas patologías no excluye la
necesidad de investigar una trombofilia
hereditaria/genética, ya que estas suelen
desencadenar eventos trombóticos en coexistencia con
otros factores de riesgo.
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