Discusión del
caso clínico
Dr. Matías Amateis
Discutiremos un paciente
de 36 años con antecedente de coinfección por VHC y VIH
que presenta una masa ocupante espacio (MOE) en
tronco encefálico, que durante la internación presenta
fiebre persistente.
En este momento es conveniente preguntarnos:
¿Que
tipo de lesión a nivel del SNC se puede presentar como
MOE en este paciente? ¿Cuál es la causa de la fiebre
desarrollada durante la internación?
Para
hablar de que tipo de lesión puede presentar este
paciente en el sistema nervioso central debemos tener en
cuenta algunas consideraciones. La causa depende
fundamentalmente del grado de inmunosupresión; cuando el
recuento de linfocitos CD4 es mayor a 500/mm3 se debe
pensar en patologías tales como tumor primario o
metástasis, en cambio cuando el recuento es menor a 100/mm3
las
infecciones cobran mayor protagonismo. En relación a
esto, también es importante tener en cuenta los cambios
en la incidencia de las patologías que se evidenció
luego de la terapia antirretroviral de alta eficacia (HAART)
y de la utilización de tratamientos profilácticos. Luego
de la terapia HAART, los linfomas primarios del sistema
nervioso central (SNC) tuvieron un descenso muy
significativo. Lo contrario ocurrió con la
leucoecefalopatía multifocal progresiva y otras lesiones
focales distintas a linfomas primarios SNC y
toxoplasmosis que tuvieron un marcado aumento de su
incidencia. El uso profiláctico del trimetroprima/sulfametoxasol
(TMP/SMX) tuvo un impacto importante en la incidencia
de toxoplasmosis disminuyendo de un 72.2% a 18.6 % en
los últimos años. A pesar de esto, las causas más
frecuentes siguen siendo la toxoplasmosis cerebral y el
linfoma representando un 50 y 30% respectivamente. Por
último, debe tenerse en cuenta la prevalencia de las
patologías endémicas regionales a la hora de analizar
las probables causas, queriéndome referir en nuestro
medio a la tuberculosis, histoplasmosis y a las
tripanosomiasis (particularmente a la enfermedad de
Chagas). Otras etiologías que pueden presentarse como
tumor en SNC menos frecuentes son la nocardiosis,
la criptococosis y la neurosífilis.
Debido a que las patologías más comunes en estos
pacientes son la toxoplasmosis y el linfoma primario de
SNC, voy a iniciar la discusión refiriéndome a ellos.
La
toxoplasmosis cerebral representa una reactivación
de una infección latente. Clínicamente se pueden
manifestar con cefalea, déficit neurológico focal y/o
alteración del estado mental. Generalmente son lesiones
múltiples (en un 75%), menores a 4cm y que refuerzan en
forma de anillo tras la administración de contraste
endovenoso (este signo radiológico varía según las
distintas series entre un 40 % a 90%); se localizan con
más frecuencia en los hemisferios cerebrales, y los
ganglios basales; solo en menos de un 10% se presenta
como masa única en región posterior. Es muy importante
solicitar la serología en sangre para esta enfermedad ya
que están presentes en alrededor del 93% de los casos;
su negatividad debe hacer dudar del diagnóstico. Con el
tratamiento adecuado la mejoría clínica se observa en
los primeros 7 días y la mejoría de las imágenes se
observa a las dos semanas de tratamiento en más del 95%
de los casos.
El
linfoma primario de SNC suele ser la variante
inmunoblástica del tipo no-Hodgkin el cual se encuentra
limitado a cerebro y tiene íntima relación con el virus
de Epstein-Barr (casi en un 100%). Clínicamente se
presenta de forma similar a cualquier masa en el SNC
(por ejemplo, como la toxoplasmosis) y generalmente
suele ser una lesión solitaria mayor de 4 cm. Debe
recordar que si bien el refuerzo tras la infusión de
contraste es predominantemente heterogéneo, puede
existir el refuerzo en anillo similar al refuerzo
evidenciado en la toxoplasmosis cerebral. La
PCR para el virus de Epstein-Barr
(VEB)
en el líquido cefalorraquídeo tiene una sensibilidad 83
al 100% y una alta especificidad y su presencia se
asocia con el linfoma de SNC en casi el 100%.
Como
conclusión podemos decir que si se nos presenta un
paciente con serología
positiva para toxoplasmosis, que no está recibiendo
profilaxis con TMP/SMX y tiene imágenes típicas
(múltiples y con refuerzo en anillo) tiene un 90% de
probabilidades de tener toxoplasmosis; ahora, si las
lesión es única, mayores de 4 cm. y el paciente no tiene
serología positiva para toxoplasmosis y viene realizando
profilaxis con TMP/SMX debe considerarse el linfoma como
diagnóstico probable.
Como se observa, el paciente en discusión tiene algunas
características de las dos enfermedades descriptas. Por
tal motivo y por presentar otros problemas clínicos
(compromiso pulmonar, alteración del laboratorio
hepático y pancitopenia) debemos considerar otras
etiologías como ser la tuberculosis, histoplasmosis y
nocardiosis.
Habitualmente
estas lesiones se presentan en
pacientes sin tratamiento antiretroviral y con recuento
de linfocitos T CD4 menor a 50 cél/μl. Pueden ser
únicos o múltiples, con o sin efecto masa. En lo que
respecta a la tuberculosis, varios trabajos han
mostrado que se presenta más frecuentemente en pacientes
jóvenes, la manifestación neurológica más habitual es el
déficit focal (70%) y el compromiso pulmonar está
presente en más de un 60% de los casos. El hígado, bazo
y medula ósea también suelen estar comprometidos; las
adenopatías múltiples también son frecuentes. La
presencia de los tubérculos coroideos en el fondo del
ojo si bien no es un signo muy común, cuando están
presentes la sospecha de tuberculosis es muy alta. Las
lesiones a nivel cerebral se presentan en forma
solitaria en un 40%, menores de 1 cm. con refuerzo
meníngeo basal en un 82%; el refuerzo de la masa en
anillo normalmente es delgado y uniforme.
La
histoplamosis se presenta como masa cerebral en un
25% en el contexto de una enfermedad diseminada, la
radiografía de tórax es anormal en un 70% de los casos;
son comunes la hepato y esplenomegalia. Las lesiones
cutáneas son variables; mas comúnmente nódulos
eritematosos. El diagnóstico se realiza a través del
antígeno específico, el examen histopatológico y el
cultivo micológico.
La nocardiosis puede manifestarse como lesión
única cerebral acompañándose de manifestaciones
pulmonares y cutáneas como en nuestro paciente pero
generalmente no compromete hígado ni medula ósea.
La necesidad de una biopsia de la masa se plantea cuando
los pacientes
no
tienen los criterios de toxoplasmosis descriptos
previamente. Esta se puede realizar a cielo abierto o
con aguja guiada por TAC o RMI (estereotáxica). La
complicación mas frecuente es a hemorragia (0,1 a 3.1%)
con una mortalidad que varía entre 0.5 a 9% y que
depende del operador, del instrumental y del tamaño y
localización de la lesión. Con este método podemos
llegar al diagnóstico definitivo hasta en un 90% de los
pacientes siendo el linfoma el principal diagnóstico que
se obtiene después del fracaso del tratamiento para
toxoplasmosis.
Existen otros métodos para tratar de diferenciar linfoma
de infecciones; el más estudiado es el SPECT con talio
201 que tiene una sensibilidad
entre 80% y 100% con una especificidad variable y que
combinado
con PCR para VEB tienen un alto valor predictivo
negativo (casi del 100%), es decir la
ausencia de captación en las imágenes tempranas excluye
el diagnóstico de linfoma con un grado alto de
confianza.
En lo
que respecta a la aparición de fiebre en este paciente
puede ser relacionada primero a la presencia de la
neumonía intrahospitalaria documentada por tomografía de
tórax u otro tipo de infección (micosis diseminada o
tuberculosis por ejemplo). La toxicidad por drogas o la
fiebre por el mismo virus del HIV deben ser tenida en
cuenta cuando las otras causas descriptas anteriormente
son descartadas; a su vez el VHC también puede
producirla.
Como
conclusión podemos decir que debido al grado de
imnunosupresión que nuestro paciente presenta es muy
difícil saber que lesión tiene en SNC; se plantea la
diferenciación entre linfoma e infección. Para decir que
tiene toxoplasmosis si bien tuvo mejoría del cuadro
neurológico, agregó fiebre y no presentó una leve
reducción del tamaño de la lesión al día 14 de
tratamiento antitoxoplasmosis; por todo esto se podría
solicitar una nueva RMI cerebral para evaluar nuevamente
el tamaño de la lesión en 2 semanas. En el contexto de
nuestro paciente (fiebre, alteraciones hepáticas,
pancitopenia e infiltrado pulmonar) la tuberculosis y la
histoplasmosis pueden ser otros diagnósticos probables.
Como
conducta podríamos esperar el resultado de la PCR en
LCR para VEB y se podría solicitar SPECT con talio-201.
Si la lesión es hipercaptantes en el SPECT y la PCR en
LCR para VEB es positiva se podría comenzar tratamiento
para el linfoma primario. En cambio si los resultados
son discordantes se plantearía la posibilidad de
realizar una biopsia estereotáxica.
Además esperaría la defervescencia de la fiebre en un
plazo de 48-72 posterior al tratamiento de la neumonía
intrahospitalaria. Si eso no sucede plantearía la
realización de un lavado bronquioloalveolar, una biopsia
de medula ósea y un ecocardiograma transesofágico para
evaluar la posibilidad de endocarditis infecciosa. Una
vez resuelta la problemática actual comenzaría
tratamiento para el VHC.
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