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Consideraciones sobre otros hábitos de vida saludables
Por Marcelo E. Mansilla Guevara, Franco Novelli y Ramiro S.
Díaz López.
Los cambios del estilo de vida constituyen un pilar
fundamental para la prevención y tratamiento de un sinfín de
patologías, entra las que se encuentra la hipertensión
arterial. Entre sus beneficios podemos citar: reducen la
presión, son de bajo costo, no generar efectos indeseables y
potencian la medicación antihipertensiva.
¿Cuáles son estos cambios?
Abstinencia o consumo moderado de alcohol:
Se recomienda no beber alcohol. Los hombres que ingieren no
deben exceder los 20 o 30 mg de etanol por día y las
mujeres no más de 10 a 20mg. Esto equivale a 2 vasos y 1
vaso de vino por día respectivamente; 2 vasos de vino
equivalen a 750cc de cerveza o 50cc de bebida blanca. La
superación de estos límites aumenta la presión, el riesgo
cardiovascular y atenúa los efectos de la medicación
antihipertensiva.
Reducir el peso, en caso de sobrepeso:
La alteración modificable más importante que predispone a
hipertensión es el sobrepeso. Al aumentar el peso aumenta
la presión de manera lineal. La frecuencia de
hipertensión arterial entre los obesos, a cualquier edad que
se considere, es de dos a tres veces superior a la de los
individuos de la misma edad que están en su peso ideal. Se
estima que por cada 10kg de pérdida peso se reduce entre
5-20 mmHg (milímetro de mercurio) de presión.
Actividad física:
La realización de ejercicios aeróbicos moderados tales como
caminar, nadar o andar en bicicleta en forma regular
durante 30 - 45 minutos cinco veces por semana, o de manera
cotidiana, contribuye con un descenso de entre 6 y 7 mmHg de
presión sanguínea. En hipertensos no controlados el
ejercicio debe suspenderse hasta conseguir el adecuado
control de la presión con el tratamiento correspondiente.
Muchas veces es difícil cumplir con este ideal propuesto;
debe tenerse presente que aún realizando ejercicios una vez
a la semana se obtienen beneficios. Por tanto, no poder
hacer aquello establecido como ideal no debería ser un
argumente válido para no hacer ningún tipo de actividad.
Consumo de una dieta baja en sal (sodio):
esto es de crucial importancia, tanto en personas
hipertensas como en aquellos con presiones normales. Será
abordado en otra sección, pero queremos enfatizar que TODOS
DEBERÍAMOS REDUCIR AL MÁXIMO POSIBLE EL CONSUMO DE SAL.
Consumo de una dieta variada rica en vegetales, frutas y
alimentos magros:
si bien
los máximos beneficios en lo que a hipertensión arterial
respecta se ven con la disminución del consumo de sal, el
resto de los cambios alimenticios tienen también profundos
beneficios a nivel de la salud. De modo sencillo podemos
decir que debe reducirse tanto como se pueda el consumo de
alimentos “procesados”, incrementando paralelamente la
ingesta de productos naturales. De esta manera se incrementa
el aporte de nutrientes, se reduce el consumo grasas
saturadas y “trans”, disminuyendo asimismo el número total
de calorías, con los beneficios lógicos de esto.
Dejar
de fumar:
es el determinante más importante en la prevención de
enfermedades cardiovasculares y no cardiovasculares. El
tabaco interfiere negativamente en el efecto protector de
las modificaciones del estilo de vida previamente
mencionadas y con la medicación. Está demostrado que
aquellos que abandonan el cigarrillo antes de los 35 años de
vida pueden tener una expectativa de vida semejante a la de
los no fumadores.
Aún así,
todo el mundo se beneficia si deja de fumar,
independientemente del tiempo que haga que posee el hábito,
ni la edad de la persona. A tal punto es cierto esto que
está demostrado que incluso personas tabaquistas con cáncer
de pulmón diagnosticado tienen importantes beneficios si
abandonan esta práctica. En definitiva, NUNCA ES TARDE PARA
DEJAR DE FUMAR…
De modo orientativo, se suele plantear que la frecuencia con
que debería controlarse un sujeto con su médico, en lo que a
presión arterial respecta, depende en buena medida de las
cifras tensionales que se le detecten.
Cifras de presión (mmHg) |
Frecuencia de controles |
Presión arterial óptima y normal 120 – 129 / 80-
84 |
1 vez cada 6 – 24 meses |
Presión arterial limítrofe 130-139 / 85-89 |
1 vez cada 6 meses |
Hipertensión grado 1 140-159 / 90 – 99 |
1 vez cada 2 – 3 meses |
Hipertensión grado 2 160-179 / 100 – 109 |
1 vez cada 1 – 2 meses |
Hipertensión grado 3 mayor 180 / mayor 110 |
1 vez cada 7 – 15 días |
Debe recordarse que, si bien la tabla anterior puede servir
de guía, en modo alguno reemplaza el criterio médico y,
en última instancia, es el profesional el que decidirá la
regularidad de las visitas. Tener en cuenta que hay
muchos aspectos que deben valorarse a la hora de decidir
esto; y la presión arterial es solo uno de ellos.
Por último es fundamental comprender que el efecto en la
disminución de la presión debido a los cambios en el estilo
de vida solo se sostiene si las medidas se mantienen a largo
plazo.
Los cambios del estilo de vida son quizá el tratamiento más
difícil de llevar adelante por muchos motivos, entre los
cuales los aspectos culturales y el esfuerzo que demandan
son los principales. Sin embargo, con ellos se logran
resultados iguales o mejores a los obtenidos con
medicamentos, al tiempo que aumentan la acción de estos, en
caso de que deban usarse. Por esto, nunca será suficiente el
esfuerzo que dediquemos para cumplirlos…
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