/  Rosario - Santa Fe - Argentina

 
 
     

Deterioro de la función renal asociado al tratamiento hipotensor
 
Autores:


D
ra. Silvana Soli


Dr. Damián Carlson

 

 

Coordinación:
 

Dr. Damian Carlson


 
 

 


 

Caso: Paciente de 65 años con diabetes tipo II de 10 años de evolución, con función renal alterada (creatinina: 1,8 mg/dl), pero estable en los últimos 12 meses. Se detectan registros de presión arterial elevada por lo que inicia tratamiento con enalapril 5mg cada 12 horas. Dos semanas más tarde se documenta un aumento de la creatinina (2,3 mg/dl).

¿Debo suspender la administración de los IECAs en esta situación?

 

 

            Las recomendaciones para el manejo de la presión arterial (PA) en pacientes con insuficiencia renal enfatizan la necesidad de un control adecuado de las cifras tensionales y la utilización de drogas que interfieran con el eje renina-angiotensina.

            En esta situación es frecuente observar un aumento de la creatinina sérica asociado al descenso de la presión arterial. Muchos interpretan a este efecto como una reacción adversa secundaria a la disminución de la presión arterial, porque a medida que esta última retorna a sus valores previos los niveles de creatinina disminuyen a su nivel anterior. Sin embargo esta actitud no es recomendable ya que no favorece la preservación de la función renal.

            Aumentos pequeños y no progresivos de la creatininemia asociados a un mejor control de la tensión arterial no reflejarían un daño estructural sobre el riñón, sino más bien un efecto beneficioso en la hemodinámica renal a través de un descenso de la presión intraglomerular.

            La alteración en la autorregulación del flujo sanguíneo renal en pacientes con hipertensión crónica e insuficiencia renal sería la explicación de este aumento de la creatininemia.

La autorregulación renal, mantiene constante el flujo renal y el filtrado glomerular en un rango variable de cifras de PA, siempre que no se superen valores extremos de tensión arterial media (mínimo 80 mmHg y máximo 160 mmHg). Esto se logra a través de 2 mecanismos:

1.       La arteriola aferente vasodilata o contrae el músculo de la pared arterial y regula la presión intraluminal.

2.       Feedback tubuloglomerular, que refuerza ese cambio en el tono arterial respondiendo a cambios de la concentración del sodio a nivel distal.

 

La angiotensina II interviene provocando constricción de la arteriola eferente y aumentando la presión intraglomerular, proveyendo apoyo adicional para mantener el porcentaje del filtrado glomerular cuando la presión de perfusión cae. Bajo condiciones normales, la vasodilatación es máxima cuando la presión arterial media es cercana a 80 mmHg, cifras de PA por debajo de este límite se acompañan de disminución del filtrado glomerular y del flujo renal. En cambio, si la PA se acerca al límite máximo superior de la autorregulación, se produce vasoconstricción de los vasos preglomerulares con el fin de prevenir la transmisión directa de la alta presión sistémica en la circulación glomerular.

En la hipertensión arterial crónica las arterias pequeñas del riñón, incluyendo la arteriola aferente, muestran cambios patológicos que alteran la autorregulación renal. Inicialmente presentan disfunción endotelial y más tarde hiperplasia de la íntima lo que finalmente afecta la capacidad de lograr un funcionamiento adecuado. Esto lleva a que cualquier variación en la PA se acompañe de cambios proporcionales en el porcentaje de filtración glomerular que no son debidamente amortiguados por la autorregulación.

En pacientes con hipertensión arterial crónica e insuficiencia renal, en quienes la PA disminuye como consecuencia del tratamiento, la pérdida de la capacidad de los vasos prerenales para dilatarse en respuesta al descenso tensional reduce la presión intraglomerular. Este efecto es más evidente con los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA) al antagonizar los efectos de la angiotensina sobre la arteriola eferente.

Bakris en una revisión de 12 ensayos clínicos randomizados que evaluaban la progresión de la enfermedad renal, en pacientes con insuficiencia renal preexistente, observó que un gran porcentaje de los pacientes que recibieron IECA presentaron un aumento de la creatininemia. Si este aumento no era superior a un 30%, y se estabilizaba dentro de los 2 meses de iniciado el tratamiento se asociaba a una reducción de un 55 a75% del riesgo de progresión de la enfermedad renal.

De lo expuesto puede concluirse que un aumento de la creatinina sérica que no supere el 20-30% y que luego se estabilice, no constituye una contraindicación para el control  intensivo de la PA.

            En aquellas situaciones en las que el aumento inicial sea superior al 30%, o en la que se documente un aumento progresivo de la creatinina sérica es aconsejable suspender la medicación y buscar otras causas de disfunción renal.

            Existen varias condiciones en las que los IECA pueden agravar una insuficiencia renal. Por ejemplo, en el caso de obstrucción bilateral de la arteria renal, o unilateral (en el caso de riñón único funcionante). En estos casos el tono de la arteriola eferente es crítico para mantener la presión intraglomerular. Algo similar ocurre en pacientes con riñón poliquístico donde las arterias renales están comprimidas extrínsecamente.   

            Los IECA, también pueden agravar severamente la función renal en casos de reducción absoluta (deshidratación, diuresis excesiva) o relativa (insuficiencia cardiaca) del volumen circulante. En estos casos la conducta apropiada consiste en suspender la droga y corregir la situación para luego reinstalar en forma prudente y progresiva la medicación.

 

               

Conclusiones:

 

- Los IECA deberían formar parte de las drogas utilizadas para disminuir la presión arterial en pacientes con insuficiencia renal crónica (IRC) ya que retrasan la progresión hacia etapas avanzadas de la misma y disminuyen la proteinuria.

- Tendrían su mayor utilidad en pacientes con creatinina sérica mayor a 1,4 mg/dl.

- Debe controlarse el comportamiento de la creatininemia, no siendo necesaria su suspensión ante aumentos inferiores al 30%. En estos casos es necesario el control semanal para vigilar que no progrese el deterioro de la función renal.

- La presión arterial, la función renal y el potasio sérico deben ser vigilados de manera regular.

 

             

Bibliografía:

 

- Bakris G, Weir M.  Angiotensin Converting Enzyme Inhibitor Associated Elevations in Serum Creatinine. Is this a cause for concern? Archive of Internal Medicine 2000; 160: 685-693.

-Palmer B.. Renal Dysfunction Complicating The Treatment of Hypertension. New England Journal of Medicine 2002; 347: 1256-60.

 
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