¿Cuál es el
manejo adecuado de un derrame pleural en un paciente con
neumonía?
La neumonía se
asocia a derrame pleural (DP) con una frecuencia que oscila
entre el 36% y 57% de los casos. Casi el 10% de estos derrames
requieren drenaje por la evolución del proceso infeccioso dentro
de la cavidad pleural. El método más utilizado para drenar la
cavidad pleural es la colocación de un tubo de drenaje, sin
embargo en un porcentaje que varía entre el 29 y 68% no se logra
una evacuación exitosa del empiema por lo que puede ser
necesaria una conducta quirúrgica mayor.
El derrame
paraneumónico se considera no complicado si se resuelve
con tratamiento antibiótico, y complicado si se locula, o
forma un empiema que requiera drenaje.
El abordaje
frente a los derrames paraneumónicos tiene por objetivo lograr
la curación con el tratamiento menos agresivo posible. Las
opciones terapéuticas en orden creciente de complejidad
incluyen:
1.
Tratamiento con antibióticos únicamente.
2.
Antibióticos más drenaje por toracocentesis.
3.
Antibióticos más drenaje con tubo de tórax.
4.
Drenaje quirúrgico abierto.
Todos estos
abordajes podrían ser eficaces en casos individuales, pero es
necesario identificar adecuadamente la indicación apropiada. La
indicación se relaciona con el estadio evolutivo del derrame,
pero cuando el drenaje es necesario, decidir cual es la mejor
forma de hacerlo puede ser dificultoso.
Llamativamente la evidencia obtenida de la
literatura no permite definir con claridad que características
se asocian a una mayor probabilidad de éxito con cada una de las
opciones terapéuticas, por lo que las recomendaciones deben ser
aplicadas con criterio y conocimiento de sus limitaciones.
Fisiopatología de la infección pleural
El desarrollo de
un empiema asociado a neumonía es un proceso progresivo que va
desde el simple exudado (derrame paraneumónico no complicado) a
una etapa siguiente de invasión bacteriana, disminución de la
actividad fibrinolítica y filtrado de proteínas plasmáticas,
donde el líquido pleural (LP) adquiere características
infecciosas, pero aún no francamente purulentas (derrame
paraneumónico complicado). En este momento (estadio
fibrinopurulento) el depósito de fibrina favorece el desarrollo
de loculaciones. Más tarde sigue una etapa de organización donde
la proliferación de fibroblastos forma una cubierta fibrosa
sobre la pleura que limita su expansión.
Si no se trata
el derrame evoluciona a la fase final de empiema caracterizado
por la aparición de pus franco.
La elección del
tratamiento adecuado depende de un diagnóstico correcto del
estadio del derrame, para lo que pueden utilizarse los criterios
de la siguiente tabla.
Estadio |
Aspecto macroscópico |
Líquido pleural |
Comentarios |
Paraneumónico simple |
Líquido claro |
PH: > 7,2
LDH: <1000 UI/l
Glucosa: >40mg/dl
Directo y cultivo: (-) |
Usualmente resuelve solo con antibióticos |
Paraneumónico Complicado |
Líquido claro o turbio |
PH: < 7,2
LDH: >1000 UI/l
Glucosa: < 40mg/dl
Directo y cultivo: (- o +) |
Requiere tubo de drenaje |
Empiema |
Pus Franco |
Directo y cultivo: (- o +) |
Requiere tubo de drenaje. No requiere estudios adicionales
en líquido pleural |
¿Todos los
pacientes con derrame pleural asociado a neumonía requieren
toracocentesis diagnóstica?
No es posible
diferenciar a través de los hallazgos clínicos que pacientes
requerirán un tubo de drenaje de aquellos que pueden curar solo
con antibióticos. Aspectos como la edad, curva febril,
leucocitosis, magnitud del dolor torácico, o características del
infiltrado radiológico no han resultado útiles para establecer
esta diferenciación.
Las
características del LP son indispensables para efectuar
el diagnóstico y guiar el tratamiento. La toracocentesis
diagnóstica debería realizarse en todo paciente con derrame
pleural asociado a neumonía, traumatismo torácico o cirugía.
Los pacientes
críticos frecuentemente desarrollan DP no provocado por una
infección pleural. En esta situación, donde otras causas como:
hipoalbuminemia, insuficiencia cardíaca o atelectasias pueden
provocar el derrame, es posible observar la evolución del cuadro
y su respuesta al tratamiento. La punción pleural debería
realizarse ante la aparición de un cuadro séptico como parte de
la investigación del origen del mismo.
¿Cuando debe
indicarse la colocación de un tubo de drenaje?
1.
La presencia de pus macroscópico o de un líquido turbio. No es
necesario, ni siquiera conveniente, realizar determinaciones
bioquímicas del líquido pleural ante la presencia de pus franco.
Esto es especialmente cierto para la medición de pH ya que la
viscosidad del líquido puede afectar el funcionamiento del
analizador de gases en sangre. En casos de duda, ante un líquido
turbio, estas mediciones pueden realizarse sin inconvenientes.
2.
Identificación de microorganismos por directo o cultivo.
La presencia de
gérmenes indica invasión bacteriana del espacio pleural y la
posibilidad de progresión a empiema, motivo por el cual debe
indicarse la colocación de un tubo pleural.
3.
pH < 7,2 en líquido pleural no purulento.
El desarrollo de
acidosis en LP asociado a aumento de la LDH y descenso de la
glucosa son los criterios bioquímicos característicos de
infección pleural. Estos criterios han sido revisados en un
meta-análisis de los datos que justifican su uso. Este trabajo
mostró que el pH del LP es el índice predictivo más útil para la
colocación de un tubo pleural, y que los niveles de glucosa y
LDH en el LP no mejoraban la certeza diagnóstica.
4.
Mala evolución del paciente que esta siendo tratado exclusivamente con
ATB.
Requiere reevaluación y considerar la necesidad de colocación de
tubo.
5.
Derrames
pleurales voluminosos (no complicados)
que requerirían alivio sintomático.
¿En que casos
debe indicarse el drenaje quirúrgico?
La decisión de
operar para drenar un empiema es controversial y debe tomarse
individualmente en cada situación. La persistencia de fiebre y
signos de infección luego de 7 días de colocado un tubo de
drenaje son indicaciones claras de consulta con un cirujano. Más
difícil es predecir precozmente que pacientes se beneficiarán
con un drenaje quirúrgico. La presencia de un LP claramente
purulento y/o la existencia de loculaciones en el espacio
pleural es más probable que requieran drenaje quirúrgico, sin
embargo muchos de estos pacientes evolucionan bien con
tratamiento médico.
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