/  Rosario - Santa Fe - Argentina

 
 
     

 


 

Prof. Dr. Alcides A. Greca
 

Profesor Titular de la 1º Cátedra de Clínica Médica y Terapéutica - UNR

Director de la Carrera Universitaria de Postgrado de Especialización en Clínica Médica-UNR

Jefe del Servicio de Clínica Médica - Hospital Provincial del Centenario - Rosario

 

 

Correspondencia a:

algreca@clinica-unr.org

 

El autor declara no tener conflicto de intereses.
 

Recibido: 13/03/08
Aceptado: 25/03/08
 

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Fisiología de la emoción
 

Prof. Dr. Alcides A. Greca
 

Circuitos cerebrales       

Tradicionalmente se ha relacionado todo este proceso con el sistema límbico cerebral, un componente primitivo del sistema nervioso central (SNC) que tiene relación con mecanismos de supervivencia del individuo y de la especie.(1) Este sistema está constituido por una serie de estructuras, a saber: hipocampo, septum, cortex cingulado, tálamo anterior, cuerpos mamilares, corteza órbitofrontal, amígdala, hipotálamo y algunas porciones de los ganglios basales.

En particular la amígdala, una pequeña estructura del lóbulo temporal, ha demostrado tener gran importancia en el proceso, dado que distintas lesiones experimentales de la misma han producido como respuesta, reacciones emocionales positivas y negativas. Las células de esta estructura son sensibles a los componentes de recompensa y de castigo implicados en los distintos estímulos, así como también su integración social.

La amígdala recibe aferencias de todos los sistemas sensoriales y también de las áreas de asociación compleja. (2) Estas aferencias se originan tanto a nivel cortical como talámico, lo cual permite una amplia variedad de información representacional, desde sensaciones primitivas, procesadas en el tálamo, hasta objetos completos en la corteza y escenas contextualizadas complejas en el hipocampo. Todo este influjo de aferencias converge en el núcleo lateral de la amígdala, y las de mayor complejidad en el núcleo basal. A su vez, la amígdala proyecta numerosas eferencias que producen respuestas conductuales como expresiones faciales, movimientos corporales y respuestas autonómicas y endocrinas. Casi todas estas eferencias se originan en el núcleo central de la amígdala pero hoy se conoce que existe un complejo interjuego de subnúcleos con funciones individuales, regulados en conjunto por sistemas serotoninérgicos y dopaminérgicos que se activan alternativamente en relación con los distintos estímulos.

Todos estos circuitos anatómicos han sido estudiados en animales a través del experimento consistente en relacionar un estímulo displacentero (p. ej. corriente eléctrica aplicada a los pies)   con una señal lumínica o sonora, que luego evoca el estímulo sin que éste se produzca, generando en el animal una sensación de temor. Este modelo experimental se ha mostrado particularmente exitoso para el estudio del proceso estímulo-emoción-respuesta motriz, autonómica y endocrina.(3-4)

La amígdala se convierte de esta manera, en un componente central de la memoria emocional, un proceso de acumulación de experiencias y evocaciones que se diferencia de la denominada memoria declarativa que es aquélla que simplemente guarda y recupera información de hechos, personas u objetos sin darles ninguna connotación afectiva y que se ubica anatómicamente en el hipocampo. En los últimos años los estudios experimentales antes mencionados, han sido complementados con evaluaciones imagenológicas dinámicas en pacientes con daño cerebral y así se ha comprobado que la amígdala participa en el aprendizaje del miedo y otras emociones. (5).

                Se han diseñado modelos computacionales de estudio de las respuestas emocionales a estímulos, concibiéndolos de a pares (p.ej. miedo-alivio) y explorando los mecanismos que transforman los estímulos puros en otros con contenido emocional. De tal manera se concibe al sistema hipocampo-amigdalino como una zona de convergencia de las vías de estímulos condicionados y no condicionados, el septum como una zona de oposición de las representaciones y el hipotálamo, el núcleo del tracto solitario y la formación reticular como una zona de inputs viscerales y sómato-sensoriales. Las representaciones corticales están siempre sujetas al mecanismo de atención, lo cual supone una conexión importante entre la amígdala y el locus coeruleus, núcleo fuertemente involucrado en la atención.

                Todos estos modelos de base cibernética son utilizados por los investigadores en psicología experimental, inteligencia artificial y ciencias cognitivas para formular una conexión entre cognición y emoción. Una rama interesante de este tipo de experiencias es el análisis de las expresiones faciales, tempranamente aprendidas y su relación con distinto tipo de emociones (alegría, pena, sorpresa, enojo, etc). Estos estudios han permitido identificar neuronas específicas especializadas para cada tipo de expresión facial, ubicadas en áreas del neocortex temporal y en la amígdala y también se ha comprobado que se producen cambios reactivos del nivel y la distribución del flujo sanguíneo facial, ante los diversos estados emocionales.(6)

                Estos conocimientos han dado lugar al desarrollo de un nuevo paradigma que concibe a la emoción como un mecanismo de respuesta del organismo de una manera adaptativa al estímulo medioambiental más que un estado puramente subjetivo y dan lugar a un área sumamente extensa de investigación científica.

 

 
Índice
Introducción
Circuitos cerebrales
Fisiopatología de las emociones negativas
Nivel de las emociones y riesgo de enfermedad cardiovascular
Los biomarcadores y los genes
Conclusión
Bibliografía
 

 

 

 

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