Los biomarcadores y los genes
Es discutido el valor de los biomarcadores relacionados
con aterosclerosis como proteína C reactiva
ultrasensible, fibrinógeno, cortisol e interleukina 6 y
su vinculación con ansiedad, ira y depresión.(16)
Algunos trabajos en animales han demostrado que el
factor nuclear kappa beta controla una variedad de
genes que se encuentran sobrerregulados tanto en la
aterosclerosis como en el stress psicosocial.(17) Son
necesarios nuevos estudios en seres humanos a fin de
establecer el verdadero rol de estos elementos
diagnósticos.
En cuanto a los estudios genéticos,
recientemente se identificó en investigaciones con
animales, un gen denominado Stathmina que se vincula
con el temor y la ansiedad y que estaría sobreexpresado
en la amígdala, que se considera el sitio fundamental en
el circuito cerebral del miedo. Las ratas knockout
para este gen evidenciarían ausencia completa de la
sensación de temor.(18)
En 1234 mujeres participantes en el
estudio de las enfermeras (Nurses Health Study), una
investigación que involucró 120000 enfermeras, se
observó que un polimorfismo del gen de la catecol-O-metiltransferasa
(COMT) se relacionó con ansiedad fóbica.(19) En un
estudio separado de esta misma cohorte, se encontró
relación entre ansiedad fóbica y desarrollo de
enfermedad coronaria.(20)
Otros estudios han sugerido la
importancia del polimorfismo del gen transportador de
serotonina, que se ha relacionado con ansiedad y
depresión así como también con longevidad. Resulta
de interés su investigación en relación con la
enfermedad cardiovascular.
En los últimos años se ha comenzado a
investigar el rol de las interacciones sociales
positivas y el eventual efecto protector contra la
aterosclerosis y la enfermedad coronaria, condición que
ha sido denominada resiliencia psicológica.(21)
En este sentido, se ha observado en varios estudios que
el optimismo, una vez depurados otros factores
confundidores, se ha relacionado con una reducción de
hasta el 50% del riesgo de desarrollar enfermedad
coronaria.(22-23-24) También el optimismo ha sido
vinculado con una progresión más lenta de lesiones
ateroscleróticas en un seguimiento a lo largo de
tres años.(25)
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