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En este nuevo suplemento mensual, Clínica-UNR.org engloba cuatros secciones dedicadas de un modo diferente a la revisión y/o el análisis de literatura científica destacada. A las tradicionales secciones "Revista de Revista" y "Artículos on line recomendados", se agregan "Puesta al Día" y "Análisis racional - De la literatura a la práctica cotidiana". El suplemento tiene actualización mensual.

 


La sección "Análisis racional - De la literatura a la práctica cotidiana" de este suplemento está destinada al análisis crítico de revisiones específicas de JAMA, con el fin de optimizar nuestra práctica diaria y llevar a cabo un juicioso empleo de los métodos complementarios de que disponemos. Se encuentra coordinada por el Dr. Sebastián García Zamora.
 

 


 

 

 
 
    Nº 11  -  Junio 2010

Análisis racional - De la literatura a la práctica cotidiana


Coordinación: Dr. Sebastian García Zamora

   
 
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¿Cómo realizar una Punción Lumbar y analizar los resultados para diagnosticar una meningitis bacteriana?

How do I perform a lumbar puncture and analyze the results to diagnose bacterial meningitis? Straus SE, Thorpe KE, Holroyd-Leduc J. JAMA. 2006 Oct 25;296(16):2012-22

 

 

En el volumen anterior de esta sección se discutió el artículo de Attia J. y col. sobre el diagnóstico de meningitis; en esta oportunidad nos centraremos en el análisis de la punción lumbar, la cual por su importancia y valor merece ser analizada individualmente.

Desde que fue descripta en 1891 por Quincke, la punción lumbar se convirtió en una herramienta de suma importancia, no solo en el diagnóstico de meningitis, sino también como complemento en casos de sospecha de hemorragia subaracnoidea, enfermedades desmielinizantes y metástasis leptomeníngeas.

Cómo realizar una punción lumbar

El procedimiento y los riesgos deben ser explicados al paciente, y debe obtenerse el consentimiento informado. Debe recabarse antecedentes de alergia a fármacos, incluyendo anestesia local. En caso de pacientes muy ansiosos algunos expertos recomiendan administrar una dosis baja de algún ansiolítico.

La punción lumbar habitualmente se realiza con el paciente en decúbito lateral con la espalda apoyada sobre el borde de la camilla para evitar que se incurve la columna vertebral. Para el caso de que el médico sea diestro, se preferirá el decúbito lateral izquierdo. Ambas piernas deben flexionarse sobre el pecho, y el cuello debe también curvarse ligeramente hacia adelante. Los hombros y la pelvis del paciente deben estar verticales respecto de la cama. En esta posición, una línea imaginaria conectando ambas crestas ilíacas posterosuperiores cruzará el espacio intervertebral L4-L5. La punción puede realizarse entre los espacios L3-L4, L4-L5 o L5-S1; no hay evidencia para recomendar alguno de ellos por sobre los otros; sin embargo no debería intentarse un acceso superior a fin de evitar daños en la médula espinal.  La apófisis espinosa superior al espacio elegido debe ser palpada, y la aguja debería introducirse aproximadamente 1 cm por debajo de este reparo.

Deben emplearse guantes estériles, bata, barbijo y gafas de protección ocular; la zona de punción debe limpiarse cuidadosamente con líquido antiséptico; es recomendable realizar una limpieza circular comenzando por el sitio de punción. Deberá colocarse un campo fenestrado estéril. Deben volver a palparse los reparos anatómicos y, con 2 a 3 ml de anestésico local debe infiltrarse el sitio de punción. Debe evitarse tomar la aguja desde su punta por cuanto la introducción de partículas de talco al espacio subaracnoideo puede provocar una meningitis aséptica.

En caso de que se utilice una aguja atraumática podría ser beneficioso emplear otra aguja de mayor calibre como “introductor” para atravesar la piel. Introducir la aguja de punción lumbar por el sitio de punción empleado para la anestesia, avanzando horizontalmente y en dirección al ombligo -es decir no perpendicular a la piel, sino con una ligera inclinación- profundizando aproximadamente 2 cm; en caso de encontrar el hueso retirar la aguja parcialmente hasta el tejido celular subcutáneo, cambiar ligeramente el ángulo en el sentido anti horario, y volver a avanzar. Debe continuar avanzándose con la aguja hasta que se perciba una resistencia y ésta sea vencida, lo cual indica que se ha atravesado el ligamento amarillo. En este momento deberíamos encontrarnos en el espacio subaracnoideo; de ser así, al retirar el estilete debería fluir líquido cefalorraquídeo -LCR-. En caso de que esto no suceda, deberá rotarse la aguja para asegurarnos que no haya un colgajo de duramadre impidiendo el flujo de LCR. Si aún así no fluyera LCR se reintroducirá el estilete y se avanzará levemente, retirándolo luego de cada avance para comprobar si se obtiene líquido. Si el paciente manifiesta dolor irradiado al miembro inferior esto indicará que la inserción de la aguja ha sido muy lateral y ésta ha entrado en contacto con alguna raíz nerviosa. Frente a esto deberá retirarse completamente la aguja, verificar la posición del paciente y volver a introducir la misma, pero esta vez asegurándonos que ingrese sobre la línea media. Si el procedimiento falla, deberemos desplazarnos un espacio vertebral hacia abajo, y volver a repetir todo lo efectuado. Si nuevamente no se logra obtener LCR, la punción deberá ser intentada por otra persona. Una alternativa sería realizar la punción con el paciente en posición sentada; el inconveniente es que esta posición no permite una adecuada medición de la presión de apertura del LCR.

Cuando se ve fluir el LCR la presión de apertura del mismo puede ser medida, con un manómetro para dicho fin o conectando un perfuss a la aguja y sosteniendo el mismo verticalmente. Esta medición puede realizarse en forma directa o conectando una llave de triple vía. Normalmente existe una variación de la presión con los movimientos respiratorios. El líquido contenido dentro de los dispositivos para medir la presión de apertura podrá luego recolectarse y emplearse para análisis.

Habitualmente el líquido obtenido mediante la punción se recolecta en 3 a 4 frascos; en general la muestra inicial se coloca en un tubo para fisicoquímico, el segundo frasco se destina para el estudio bacteriológico -tinción de gran, cultivo y antiobiograma-; el recuento celular se puede realizar en la muestra contenida en el tercer tubo, y el cuarto se destinará para el citológico o para otras pruebas según la sospecha del caso en particular.

 

La cefalea y el dolor de espalda son los efectos adversos más frecuentemente comunicados luego de este procedimiento. La cefalea puede aparecer en más del 60% de los pacientes sometidos a esta práctica, pudiendo ser severa y debilitante, y se cree es debida a la fuga de líquido cefalorraquídeo por el sitio de punción. El dolor de espalda es un poco menos frecuente, pero puede presentarse en más del 40% de los sujetos. Otros efectos adversos son infrecuentes, pero de extrema gravedad, como ser la herniación cerebral, el hematoma subdural, el hematoma epidural espinal y las infecciones.

Muchas veces existe la preocupación de que una lesión no detectada o una obstrucción en los ventrículos produzcan un aumento de la presión intracraneal, lo cual lleve a una herniación cerebral posterior a una punción lumbar. Sin embargo no hay evidencia que sustente la necesidad de realizar neuroimágenes universalmente previo a esta práctica. Por el contrario el examen clínico podría ser suficiente para guiar esta decisión. Un estudio prospectivo con 113 pacientes estableció que determinadas situación podían predecir la existencia de lesión o aumento de presión intracraneal, a saber: alteración del estado de conciencia (LR+ 2,2), déficit neurológico focal (LR+ 4,3) y papiledema (LR+ 11). Un segundo estudio prospectivo con 301 pacientes estableció que la ausencia de toda una serie de características prefijadas tuvo un LR- de 0,1 para excluir un resultado anormal en la tomografía (TAC) de cráneo. Las variables establecidas fueron: edad mayor o igual a 60 años, inmunocompromiso, historia de enfermedad del sistema nervioso central e historia de convulsiones en la última semana. Al examen físico no debía existir: alteración del estado de conciencia, incapacidad para responder dos preguntas correctamente, incapacidad para realizar dos comandos consecutivos, oftalmoplejía, alteraciones en los campos visuales, parálisis facial, paresia braquial y/o crural, y anormalidades en el lenguaje. Según este trabajo la probabilidad pre-test de un hallazgo anormal en la TAC fue de 23,8%, lo cual se redujo a 3% cuando todos estos predictores se hallaban ausentes.

Otra contraindicación para la realización de una punción lumbar es la presencia de infección local en el sitio de abordaje; sin embargo esto constituye una rara eventualidad. Más frecuente es la preocupación respecto a la presencia de alteraciones en la coagulación o empleo de terapia anticoagulante, lo cual podría aumentar el riesgo de hemorragia epidural. Si bien los estudios al respecto han sido pequeños, parecería que el empleo de anticoagulantes se asociaría a mayor riesgo de paraparesia, y que un recuento de plaquetas menor a 50.000 se relacionaría con mayor incidencia de punciones lumbares traumáticas.

Los autores no encontraron evidencia suficiente que relacione experiencia del operador con efectos adversos post punción lumbar, ni tampoco con incidencia de punciones traumáticas. Tampoco encontraron evidencia respecto del número de punciones requeridas para acreditar idoneidad en este procedimiento.

De igual forma no pudieron relacionar la posición del paciente con el éxito del procedimiento ni la ocurrencia de efectos adversos. Un trabajo que analizó la distancia entre los cuerpos vertebrales en 3 posiciones distintas, decúbito lateral con las rodillas al pecho, sentado e inclinado hacia adelante y sentado con los pies apoyados y el pecho apoyado sobre las rodillas, encontró que ésta era mayor en la tercera de las variantes enunciadas. Sin embargo no se especifica la diferencia encontrada ni su significación clínica.

Respecto al tipo de aguja y su tamaño, los estudios analizados no pudieron demostrar una disminución en la incidencia de cefalea con el empleo de agujas atraumáticas; sin embargo la guía de la Asociación Americana de Neurología recomienda la utilización de este tipo de instrumental. Un trabajo encontró que la incidencia de cefaleas severas fue menor con agujas atraumáticas. Por su parte algunos estudios encontraron una tendencia respecto a un mayor número de intentos para realizar una punción efectiva con estas agujas; sin embargo esto no incrementaría el riesgo de dolor de espalda. En una serie de 100 pacientes la incidencia de cefaleas fue menor cuando se usó una aguja de menor calibre.

Se ha postulado en base a un trabajo que la reinserción del estilete antes de retirar la aguja reduciría la incidencia de cefalea post punción lumbar. Se teoriza que esto se debería a que, al retirar la aguja sin el estilete, habría mayor riesgo de que se produzca un microdesgarro de la aracnoides, lo que favorecería la fístula de LCR y aparición de cefalea. Al analizar los autores 4 trabajos respecto al reposo en cama post-punción lumbar como forma de disminuir la ocurrencia de cefaleas encontrar que no hay evidencia suficiente para afirmar que de esta forma se reduzca la incidencia de este efecto adverso, e incluso hallaron una disminución en la incidencia de cefaleas entre  quienes se movilizaron precozmente. Sin embargo esto no alcanzó significación estadística. La abundante ingesta de líquidos tampoco demostró tener influencias en la ocurrencia de cefaleas.

 

En lo que al análisis del LCR respecta, debe tenerse presente que el recuento de neutrófilos puede disminuir hasta 50% luego de 2 horas post-recolección. Por tanto un pronto procesamiento de la muestra es mandatario. También debe recordarse que si bien una tinción de gram positiva ayuda al diagnóstico de meningitis bacteriana, su ausencia no permite descartar el diagnóstico.

Un experto sugiere que el recuento de leucocitos debería corregirse según el valor de glóbulos rojos hallados; de este modo debería restarse un leucocito del total hallado por cada 700 glóbulos rojos presentes en el líquido. También manifiesta que el hallazgo de un solo polimorfonuclear, con un conteo total de glóbulos blancos menor a 5 sería normal.

De acuerdo a los trabajos analizados la presencia de 500 leucocitos/µL o más tuvo un LR+ de 15 (IC 95% 10-22) para el diagnóstico de meningitis, mientras que un recuento menor a dicha cifra tuvo un LR- de 0,3 (IC 95% 0,2-0,4). El valor de glucosa en el LCR también fue de utilidad; un cociente menor a 0,4 entre la glucemia plasmática y la encontrada en dicho líquido tuvo un LR+ 18 (IC 95% 12-27), mientras que un cociente normal -es decir igual o mayor a 0,6- tendría un LR- 0,31 (IC 95% 0,21-0,45). Por último un nivel de lactato mayor de 31,53 mg/dl tuvo un LR+ 21 (IC 95% 14-32) mientras que cifras menores a dicho valor disminuyeron la probabilidad de esta patología (LR- 0,12 IC 95% 0,07-0,23).

 

 

Conclusiones

- La asepsia previa a la realización de una punción lumbar es fundamental y no debe nunca desestimarse la importancia de esto.

- La mayoría de los pacientes no requerirán un estudio de imágenes previa realización de una punción lumbar; sin embargo deben siempre tenerse presente cuáles son las indicaciones de ello.

- La incidencia de cefalea post-punción podría disminuirse mediante: empleo de agujas de pequeño calibre, la reinserción del estilete previo a retirar la aguja y la movilización precoz del paciente. Sin embargo más y mejor evidencia sería conveniente al respecto.

Ante la sospecha de meningitis, algunos test de laboratorio han demostrado ser de mucho valor, además del estudio bacteriológico:

- Un cociente entre la glucosa plasmática y la hallada en el LCR igual o menor a 0,4 sería de gran utilidad para el diagnóstico, aunque su utilidad para descartar esta sospecha sería solo moderada.

- Al igual que lo antes mencionado, un recuento de leucocitos mayor o igual a 500/µL sería de gran valor en reforzar la sospecha, pero solo de moderada utilidad para descartar la misma.

- Un nivel de lactato en LCR mayor o igual a 31,5 mg/dL sería un mejor indicador que los antes mencionados, no solo para corroborar la sospecha diagnóstica, sino también para alejarla cuando el valor del mismo se encuentre por debajo del punto de corte enunciado.

 

 

Comentario

Mucho puede decirse respecto a la punción lumbar, no solo como método diagnóstico sino también, aunque ocasionalmente, como medio terapéutico. Pero respecto al tema que nos compete, hay una serie de aspectos que no podemos olvidar; en primer lugar es crucial recordar aquellas circunstancias en las que debe realizarse una TAC de cráneo previo a la punción (1,2,3,4). Una guía de expertos incluso recomienda que si se sospecha clínicamente hipertensión endocraneana y la TAC fuera normal, deberían emplearse agujas de pequeño calibre, 22 o 25 G, para la misma (1). Una práctica recomendable es medir siempre la presión de apertura del LCR; en caso de que la misma sea mayor a 25 cmH2O debería seguirse estrechamente al paciente para detectar signos de herniación, además de estudiar la causa de su hipertensión endocraneana (3). Por otra parte, no debe nunca aspirar a través de la aguja de punción para extraer LCR; por más pequeña que sea la presión negativa ejercida, esto podría precipitar una hemorragia, con graves consecuencias (3).

Pero quizá el aspecto más importante es recordar que en caso de que deba realizarse una TAC previa a la punción lumbar y la sospecha de meningitis sea fuerte, o sencillamente no haya quien pueda realizar la punción, el tratamiento antibiótico debe iniciarse inmediatamente; de ser posible se tomarán muestras para hemocultivos previamente (1,4). Está ampliamente demostrado que el inicio precoz de la antibioticoterapia reduce la mortalidad y las secuelas en los pacientes, con lo cual no hay motivos para retrasar el comienzo de ellos. Y siempre que se sospeche una etiología bacteriana debería iniciarse un curso corto de corticoides junto a la primera dosis de antibiótico, ya que la evidencia disponible sustenta el hecho de que esta práctica tiene un impacto positivo no solo en la mortalidad, sino también en la reducción de secuelas.

 

 

Referencias

1) Torres Tortosa M. y col. Meningitis bacteriana en pacientes adultos. Documento de Consenso de la Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas. Vol 7, Suplemente 1. 2006

2) Archer BD. Computed tomography before lumbar puncture in acute meningitis: a review of the risks and benefits. CMAJ. 1993 Mar 15;148(6):961-5.

3) Ellenby MS, Tegtmeyer K, Lai S, Braner DA. Videos in clinical medicine. Lumbar puncture. N Engl J Med. 2006 Sep 28;355(13):e12.

4) Seupaul RA. Evidence-based emergency medicine/rational clinical examination abstract. How do I perform a lumbar puncture and analyze the results to diagnose bacterial meningitis? Ann Emerg Med. 2007 Jul;50(1):85-7.

5) van de Beek D, de Gans J, McIntyre P, Prasad K. Corticosteroids for acute bacterial meningitis. Cochrane Database Syst Rev. 2007 Jan 24;(1):CD004405.

 

 


Comentario Dr. Ramón Ferro

Médico Especialista en Neurología

 

En esta excelente revisión, el Dr. Sebastián García Zamora puntualiza la indicación, técnica, interpretación y precauciones del uso de la punción lumbar en el diagnóstico de meningitis bacteriana.

Como en todo accionar médico, es importante conducirse según el balance favorable entre los riesgos y los beneficios.  

Los beneficios de realizar una PL ante la sospecha de una meningitis son indudables (confirmar el diagnóstico, identificar el patógeno, guiar el tratamiento antimicrobiano, guiar medidas epidemiológicas). Debido a que los riesgos del procedimiento son potencialmente graves, se ha masificado el uso de la TAC cerebral como modo de excluir a los pacientes con alto riesgo de herniación. Sin embargo el uso de la TAC prolonga el tiempo desde establecida la sospecha hasta confirmado (o excluido) el diagnóstico y, muchas veces, el tratamiento. En un estudio en el que se evaluaron prospectivamente 301 adultos con sospecha de meningitis, Hasbun y col (1) encontraron que:

·         Al 78 % de los pacientes se le realizó una TAC antes de la PL.

·         En los pacientes en quienes se realizó una TAC, la PL se demoró 5.3 horas desde el ingreso, mientras que para quienes no fueron sometidos a una TAC la PL se demoró 3 hs.

·         El inicio del tratamiento antimicrobiano empírico también se demoró en proporciones similares.

·         De los 301 pacientes, 56 mostraron anormalidades en la TAC, y sólo 4 presentaron lesiones que contraindicaron una PL.

·         El hallazgo clínico de los siguientes elementos permitió identificar cabalmente a los pacientes que iban a tener una TAC anormal:

o    Edad mayor a 60 años

o    Inmunocompromiso

o    Historia de enfermedades neurológicas

o    Crisis convulsiva durante la semana previa

o    Hallazgos neurológicos:

§   Deterioro de la conciencia

§   Imposibilidad de responder 2 preguntas correctamente

§   Imposibilidad de seguir 2 comandos correctamente

§   Oftalmoplejía

§   Trastornos de los campos visuales en la confrontación

§   Parálisis facial

§   Afasia

§   Mono o hemiparesia

·          El valor predictivo negativo de este esquema fue del 97%.

 

Como bien ha puntualizado el autor, Dr. Sebastián García Zamora, siempre que exista la necesidad de demorar la PL deberá iniciarse el tratamiento en forma empírica. Michael y col (2) demostraron que cuando la PL se realiza dentro de las 4 hs de comenzados los antibióticos, no se ven afectados los cultivos microbianos.

Considero relevante tener presentes estos avales para comenzar el tratamiento sin demoras, por cuanto el pronóstico de un paciente con meningitis bacteriana se encuentra altamente influido por el tiempo transcurrido desde la sospecha clínica hasta que recibe el tratamiento antimicrobiano. Nuestra tarea consiste en la optimización de los tiempos que requieren las medidas que antepongamos al inicio del mismo.

 

1.      Hasbun R, Abrahams J, Jekel J, Quagliarello VJ - Computed tomography of the head before lumbar puncture in adults with suspected meningitis. N Engl J Med 2001;345:1727-1733.

2.      Michael B, Menezes BF, Cunniffe J, Miller A, Kneen R, Francis G, Beeching NJ, Solomon T. - Effect of delayed lumbar punctures on the diagnosis of acute bacterial meningitis in adults - Emerg Med J 2010;27:433-438

 

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