¿Estás loco?
New England Journal of Medicine – 6 de Octubre de 2011.
Dr. Javier Montero *
* Coordinador General de “Literatura Científica
Seleccionada”. Departamento de Medicina Interna.
Hospital Povisa, Vigo, España.
La Medicina Interna es una especialidad muy extensa,
podríamos decir inabarcable en su totalidad sin temor a
equivocarnos. Sin embargo, los especialistas debemos
exigirnos conocer las patologías más frecuentes, y sus
formas raras de presentación, como así las patologías
inusuales potencialmente mortales si no son detectadas a
tiempo. El caso clínico planteado en formato “problema-solución”
en la revista NEJM de octubre hace mención a una
enfermedad común que se presenta de una forma rara.
Resumidamente, se trata de un hombre de 63 años que es
ingresado para estudio por un cuadro de 10 días de
evolución de mialgias en muslos, que agrega en los
últimos 4 días escalofríos y sudoraciones. Al examen
físico, destaca la fiebre (39,2ºC) sin taquicardia
acompañante (66 latidos/min) y molestia en el cuadrante
abdominal superior derecho a la palpación profunda. En
los exámenes complementarios iniciales resalta una
discreta anemia normocítica y leucocitosis (Hb 11 g/L,
VCM 92 fl, 13.000/mm3), un perfil hepático de
infiltración/masa ocupante (fosfatasa alcalina 429 UI/L
y gamaglutamiltranspeptidasa 268 UI/L), radiografía de
tórax y ecografía abdominal normales. De esta primera
etapa de análisis, los autores se focalizan en el manejo
práctico de esta situación:
·
Ante un paciente con
un cuadro agudo de fiebre y alteraciones hepáticas de
tipo masa ocupante de espacio debe pensarse inicialmente
en causas infecciosas, principalmente bacterianas
(abscesos o microabscesos hepáticos). Sin
hiperbilirrubinemia ni hipertransaminasemia, las
patologías de la vía biliar y hepatitis virales (VHA, B
y C) son poco probables. Los cultivos y los métodos por
imágenes (ecografía, tomografía) son útiles para el
diagnóstico.
·
Otras causas
infecciosas a tener en cuenta, aunque suelen tener una
clínica más solapada y subaguda, son la tuberculosis y
las micosis (histoplasmosis, blastomicosis), sobre todo
en pacientes inmunodeprimidos (VIH). Estas causas fueron
debidamente descartadas.
·
Entre las causa
inmunológicas, los comienzos de la Cirrosis Biliar
Primaria puede expresarse por aumento de fosfatasa
alcalina como único hallazgo analítico, asociado con
prurito. Los anticuerpos diagnósticos son los
antimitocondriales y antinúcleo. En este caso, tanto la
clínica, el sexo y la edad (suele afectar a mujeres
jóvenes), como los anticuerpos negativos descartaron
rápidamente esta entidad.
·
Por último,
enfermedades infiltrativas hepáticas como la
amiloidosis, sarcoidosis, enfermedades hematológicas
(leucemia, linfoma), cáncer primario y metastásico,
pueden dar un patrón analítico similar y deben tenerse
en mente.
Siguiendo con el caso, el estudio
posterior del paciente no aportó demasiados datos: se
realizó una TC con contraste de tronco sin alteraciones
significativas, RM de muslos que muestra edema muscular
difuso sin colecciones (CPK normal), colangio-RM que
descartó obstrucción de la vía biliar intra y
extrahepática, una gammagrafía corporal total con galio
sin captación patológica, ecocardiograma transtorácico
sin signos de endocarditis, y un estudio inmunológico (FR,
ANA, Ac antimitocondriales, ANCA) y serológicos (VIH,
VHB, VHC, histoplasma, monotest, coxiella, bartonella)
que fueron negativos. La velocidad de
eritrosedimentación globular fue de 113 mm en la 1ª
hora.
Debido a la persistencia de la fiebre
y mayor aumento de la fosfatasa alcalina posterior, se
realizó una biopsia hepática que mostró inflamación
periportal por macrófagos y linfocitos, e identificó una
célula gigante multinucleada infiltrando la pared
capilar lo que puso la sospecha sobre la Arteritis de
Células Gigantes, hecho que dio paso a la biopsia de la
arteria temporal para finalmente sellar el diagnóstico
de Arteritis de la Temporal (AT). Definidos nombre y
apellido del trastorno, los autores revisan la
enfermedad, formas de presentación y manejo terapéutico.
Lo más instructivo lo resumimos a continuación:
·
La AT es una
vasculitis de grandes vasos que compromete a la arteria
Aorta y ramas extracraneales de la arteria Carótida.
Típicamente afecta a hombres, mayores de 50 años y se
manifiesta clínicamente con cefalea temporal y
claudicación mandibular, como signos característicos,
junto a síntomas inespecíficas como ser anorexia,
pérdida de peso, fatiga y fiebre de instalación subaguda
(semanas). En un 40 y 60% de los casos coexiste la
polimialgia reumática, entidad expresada por dolor y
rigidez de cuello, hombros y cintura pélvica.
·
El riesgo potencial
de la AT es la ceguera por compromiso de la rama
oftálmica de la arteria carótida externa, cuya
incidencia se reduce drásticamente con el tratamiento
corticoide, aunque una vez que ocurre no suele responder
al tratamiento (de ahí la importancia del diagnóstico
precoz).
·
Si bien la cefalea
temporal y la claudicación mandibular se consideran
síntomas típicos, estos ocurren en un 52 y 34% de los
casos, respectivamente. La anemia normocítica y la
eritrosedimentación muy elevada, mayor a 100 mm/1º
hora, son los dos hallazgos analíticos que disparan la
sospecha diagnóstica, si bien debe tenerse en mente que
la primera suele aparecer cuando la enfermedad lleva
semanas o meses de instalada y la elevación de segunda
es un signo inespecífico.
·
Cuando las cuatro
manifestaciones típicas no están presentes
simultáneamente (cefalea temporal, claudicación
mandibular, anemia normocítica y eritrosedimentación muy
elevada), el diagnóstico es más difícil. Formas atípicas
de presentación suelen expresarse como fiebre de origen
desconocido, asociado o no a compromiso vasculítico de
otros órganos y sistemas (respiratorio, cardiovascular,
sistema nervioso central, gastrointestinal, hepático).
La fiebre alta y de inicio brusco con escalofríos que
pueden simular una sepsis, como el caso planteado, puede
ocurrir en un 10% de los casos.
·
El aumento
asintomático de la fosfatasa alcalina en este contexto
indica compromiso hepático que ocurre hasta en un tercio
de los enfermos. La biopsia hepática no suele estar
indicada porque suele ser normal o mostrar hallazgos
inespecíficos, aunque puede ser útil cuando existen
alteraciones del hepatograma y los estudios serológicos
no son concluyentes y la vía biliar no está dilatada.
·
En cuanto al
tratamiento, si bien la escasez de estudios
aleatorizados no han permitido realizar guías
estandarizadas para el manejo de la AT, el plan
terapéutico utilizado habitualmente consiste en
administrar corticoides a dosis inmunosupresoras,
prednisona 1 mg/kg o equivalente, por 2 a 4 semanas para
luego realizar una reducción gradual (10% de la dosis
total cada 2 semanas) hasta alcanzar una dosis diaria de
mantenimiento de 7,5 o 10 mg. A partir de aquí, puede
continuarse una reducción gradual hasta la eventual
suspensión.
·
Como tratamiento
coadyuvante, debe asegurarse la ingesta adecuada de
calcio y vitamina D o suministrarlos de no alcanzarse
los requerimientos diarios. Debido a que se ha observado
en estudios retrospectivos beneficios en la reducción
del riesgo de complicaciones isquémicas intracraneales
con aspirina en estos pacientes, esta suele considerarse
parte del tratamiento.
El caso presentado es muy instructivo
porque muestra una forma de presentación atípica de una
enfermedad común, algo que ocurre frecuentemente en la
clínica. En el análisis retrospectivo, existen datos que
orientan el diagnóstico hacia una AT: la edad y sexo, la
presencia de fiebre, que si bien era alta y de inicio
brusco, no iba asociada taquicardia (habitual en la
sepsis), anemia normocítica y eritrosedimentación muy
elevada. Sin embargo, en un paciente con fiebre alta de
inicio reciente, leucocitosis y dolor en cuadrante
superior, lo lógico es pensar en sepsis y actuar en
consecuencia hasta descartar la etiología infecciosa.
A su vez, este caso nos hace tener en
mente a la AT en los pacientes con fiebre prolongada
(porque la biopsia hepática termina realizándose a las 3
semanas de iniciado el cuadro persistiendo el paciente
con fiebre). “No todo está en tu cabeza” es el título
que escogieron los autores del Clinical
Problem-Solving para el encabezamiento del caso. Si
bien cada uno de nosotros podría darle una
interpretación distinta a al título, es útil pensar que
la AT no siempre se manifiesta con cefalea o
claudicación mandibular, y ante una fiebre prolongada o
de origen desconocido con estudios por imágenes,
serológicos e inmunológicos negativos, debemos pensar en
ella. Y cuando la propongamos como diagnóstico probable
en este escenario, y nos señalen la sien con el dedo
índice como diciendo “¿estás loco?”, podremos
responder “el problema está ahí, donde están
señalando con el dedo… en la arteria de la sien!”.
Towns K, Szmitko PE, Smith C, et al. Clinical
Problem-Solving: It's Not All in Your Head. N Engl J Med
2011; 365:1329-1334. |
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