Discusión del
caso clínico
Dra. Esilda
Giancola
Voy
a discutir el caso de un paciente varón de 50 años,
etilista, adicto a drogas inhalatorias
(cocaína-marihuana), con infección por HIV diagnosticada
hace 3 años (último recuento de CD4: 104 cél/mm3
y tratamiento discontinuo con efavirenz, ritonavir y
zidovudina) con antecedente de criptococosis meníngea, y
cuadro de masas retroperitoneales granulomatosas y
síndrome ascítico edematoso no filiado, que ingresa por
dolor súbito en pie derecho asociado a palidez con
posterior aparición cianosis local y periférica. Al
examen físico el tercio distal de miembro inferior
derecho se presenta frío, cianótico y doloroso. Se
realizó un eco-doppler vascular de miembros inferiores
que informó ausencia de flujo en arterias peronea y
tibial posterior con engrosamiento de pared. Durante la
internación presentó una placa eritematosa en el miembro
comprometido acompañada de síndrome febril.
Por lo tanto en el contexto de un paciente HIV con las
comorbilidades antes descriptas voy a tomar como datos
guías para mi discusión la lesión isquémica aguda y la
cianosis periférica.
El síndrome isquémico agudo se caracteriza por la
disminución repentina de la perfusión de la extremidad,
que provoca amenaza potencial para la viabilidad del
miembro dentro de las 2 semanas de ocurrido el evento.
Las causas pueden ser embolicas o trombóticas. Las
causas son embólicas pueden ser de origen cardíaco
(fibrilación auricular (FA), infarto agudo de miocardio
(IAM), endocarditis, enfermedad valvular, mixoma
auricular, válvula protésica, etc.) o de origen arterial
(aneurisma, placa aterosclerótica complicada). Las
trombóticas a su vez, pueden estar relacionadas con
injertos vasculares, placas ateroscleróticas (ATS),
trombosis de aneurisma, síndrome de atrapamiento,
estados de hipercoagulabilidad y trauma penetrante,
accidental o iatrogénico. Se manifiesta con dolor de
comienzo brusco ausencia de pulso, palidez seguida de
cianosis, parestesias y parálisis dependiendo del grado
de compromiso isquémico del miembro. El síndrome
isquémico agudo por embolia arterial se origina en el
80% en el corazón, se localiza frecuentemente en
miembros inferiores, el 75% de estos pacientes presenta
como enfermedad subyacente IAM o FA. El 20% proviene de
aneurismas o placas ATS y en el producido es común que
se produzca en arterias previamente enfermas, se
describen 2
mecanismos: estrechamiento progresivo por ATS provocando
lentitud del flujo, estasis con posterior formación
trombo y hemorragia intraplaca asociada o no a estado de
hipercoagulabilidad.
El síndrome isquémico agudo puede estar asociado o no a
vasculopatía las que se diferencian en funcionales y
orgánicas. Las funcionales se caracterizan por
trastornos de la circulación arterial periférica,
afectan arterias de pequeño calibre y arteriolas, y se
manifiesta en manos y pies. Se denominan
acrosíndromes y se diferencian en distróficos y
distónicos según tengan o no afectación estructural, se
clasifican según sea el mecanismo de producción
vasoconstricción: fenómeno o enfermedad de Raynaud,
acrocianosis, livedo reticularis, eritromelalgia,
perniosis aguda o crónica, pie de trinchera, pie de
inmersión, congelación, o síndromes neurovasculares. Las
orgánicas son la causa más frecuente de vasculopatía y
se dividen en oclusivas u obliterantes y ectasiantes las
que afectan con más frecuencia a los miembros son las
oclusivas u obliterantes y entre ellas se describen.
ATS, displasia fibromuscular, tromboangeítis obliterante
o enfermedad de Leo Buerger y las vasculitis de Takayasu
y arteritis de células gigantes.
Estas son las causas más frecuentes de vasculopatía y
síndrome isquémico agudo, pero debemos recordar que
nuestro paciente presenta inmunosupresión causada por
HIV, y ello nos lleva a considerar las vasculopatías
asociadas al HIV. Debemos saber que tanto el virus
como el tratamiento antirretroviral pueden provocar
lesiones en vasos que pueden favorecer la ATS. Además,
numerosas patologías asociadas al HIV también pueden
provocar enfermedades de los vasos. Con el advenimiento
de la terapia antirretroviral (TAR) se prolongo la
sobrevida de los pacientes con HIV/SIDA, lo cual ha
permitido estudiar las alteraciones metabólicas que se
producen en ellos, ya sea por la propia infección o por
las ocasionadas por el TAR. Entre ellas se describen,
las dislipemias, la esteatosis hepática, la resistencia
a la insulina, la diabetes mellitus y la lipodistrofia
entre otras. No se conocen muy bien los mecanismos que
producen estas alteraciones, pero se ha propuesto que
puede existir daño a nivel del endotelio producido por
el mismo virus (acción directa sobre las células o bien
produciendo un estado pro-inflamatorio con liberación de
IL-6) o secundario al uso de la terapia antirretroviral.
Se ha comprobado que con el uso de indinavir, abacavir,
didanosina se produce daño endotelial, el cual se pone
de manifiesto con el aumento de los marcadores de
disfunción endotelial como son la P-selectina y t-PA
(activador del plasminógeno tisular). Además existe un
estado de hipercoagulabilidad (ya conocido en los
pacientes con esta enfermedad) por lo que primero
existiría daño endotelial, seguido por la formación de
aterosclerosis precoz y acelerada, sobre lo cual es
posible precipitación de una enfermedad arterial
oclusiva como puede ocurrir con el paciente en
discusión.
Por otro lado tenemos las vasculitis asociadas al HIV,
entre ellas se describen las infecciosas causadas por el
Citomegalovirus, VVZ, Toxoplasma gondii,
Pneumocystis jiroveci, Mycobacterium
tuberculosis (TBC). La infección directa por el HIV
también puede producir cierto grado de inflamación
vascular, generalmente afectando a todos los vasos (ya
sean de pequeño, mediano o gran calibre, arterias o
venas) y a cualquier órgano. Entre las vasculitis
sistémicas necrotizantes se describen una variedad
PAN-like (no asociada a la infección por HVB) y otras
necrotizantes no específicas, que afectan a músculo,
nervios, piel y tracto gastrointestinal. Las formas de
presentación son como mononeuritis múltiple o isquemia
digital o de distintos territorios involucrados. También
se describen las vasculitis por lesiones
inmunoproliferativas angiocéntricas, que se producen por
una desregulación en la proliferación de linfocitos T,
correspondiéndose con el tiempo a entidades benignas o
malignas. Existen también, aunque entidades más raras,
la angeítis linfocítica benigna, la granulomatosis
linfomatoide y el linfoma angiocéntrico. Considerando
entidades que puedan explicar el cuadro de nuestro
paciente, hay que considerar también la vasculopatía de
los grandes vasos, estas son poco frecuentes, se
producen por vasculitis de los vasa vasorum,
manifestándose por oclusión de la arteria y/o formación
de aneurisma. De las vasculitis anteriormente descriptas
puedo inferir que la vasculitis infecciosa producto de
infección por bacilo de Koch y la vasculitis de grandes
vasos son las entidades más probables que explicarían el
cuadro de nuestro paciente. La vasculitis por TBC
la considero probable por presentar en biopsias previas
la presencia de granulomas y por la alta sospecha de que
su ascitis sea producto de una infección hepática y/o
peritoneal por este microorganismo que aún no se ha
podido confirmar. La vasculitis de grandes vasos
la considero probable por la topografía de la lesión y
la forma de manifestación (aún queda por ver el
resultado de la biopsia arterial, la cual confirmará o
descartará el diagnóstico).
Refiriéndome a la cianosis periférica que
presentaba el paciente en discusión al momento del
ingreso es sabido que se produce por la desaturación de
la hemoglobina. Existen dos mecanismos responsables, el
descenso en la saturación venosa pulmonar (cianosis
central) y el descenso del flujo en los capilares de los
tejidos periféricos (cianosis periférica o acra). La
primera se produce por patología cardiopulmonar o por
trastornos de la hemoglobina (en nuestro paciente este
diagnóstico lo encuentro alejado ya que la forma de
presentación no corresponde a esta entidad). Dentro de
las causas de cianosis periférica se deben considerar:
disminución del gasto cardiaco, exposición al frío,
redistribución del flujo sanguíneo en las extremidades,
obstrucción arterial, obstrucción venosa o por
paraproteínas. Para el estudio de la cianosis también es
importante tener en cuenta el gasto cardíaco (que en
nuestro paciente es normal) y la forma de presentación
de la cianosis (que en este caso es intermitente pero
con pulsos periféricos disminuidos), lo cual nos lleva a
considerar entre patologías que la podrían explicar el
cuadro a la obstrucción arterial por vasoconstricción (vasculopatía
funcional, como el fenómeno de Raynaud o la acrocianosis)
y la enfermedad vascular periférica.
El fenómeno de Raynaud es una respuesta vascular
exagerada, intermitente, que frecuentemente afecta las
manos, aunque también puede afectar pies, nariz y
orejas. Los episodios son trifásicos la primera fase es
de palidez, producto de una vasoconstricción arteriolar,
la segunda fase es de cianosis, debido al estancamiento
capilar, y la última fase es de rubor, como
consecuencia de la revascularización capilar. Puede ser
un trastorno primario (fenómeno de Raynaud o enfermedad)
o secundario (síndrome de Raynaud) asociado a
enfermedad sistémica entre las cuales se describen la
esclerodermia, el lupus eritematoso sistémico, la
artritis reumatoide, la dermatomiositis/polimiositis, el
uso de derivados ergotamínicos (metisergida),
bloqueantes beta adrenérgicos, la bleomicina, la
vinblastina, y el cisplatino. También puede asociarse a
discrasias sanguíneas como la crioglobulinemia,
criofibrinogenemia y crioaglutininemia.
La otra entidad nombrada es la acrocianosis, que
se produce por vasoconstricción arterial con
vasodilatación secundaria de capilares y vénulas
produciendo cianosis persistente de manos y pies. Es
asintomática, conserva los pulsos periféricos, no hay
evidencia de para-proteinemia y no existen trastornos
tróficos.
Como diagnósticos más probables de la cianosis en este
paciente considero a la enfermedad de Raynaud y a la
vasculopatía periférica, se pueden descartar la
acrocianosis por ser persistente y asintomática, y el
síndrome de Raynaud, porque no hay evidencias clínicas
ni de laboratorio de otra enfermedad subyacente por el
momento.
Por lo tanto tenemos una enfermedad aguda (lesión
isquémica) que está poniendo en riesgo la vida de
nuestro paciente, sin una explicación clara de los
fenómenos fisiopatogénicos subyacentes. Se realizaron
ecografías doppler, pero no una arteriografía, método
que constituye el gold standard en el estudio de la
patología vascular oclusiva. No obstante, se tomaron
las medidas de tratamiento adecuadas cubriendo las
posibles causas, sea cual sea. Como primera medida se
comenzó tratamiento anticoagulante con heparina sódica.
Este tratamiento impide la propagación del coágulo y la
formación de trombosis distal al mismo. Tras el inicio
de esta terapéutica inicial, el tratamiento definitivo
depende de la viabilidad del miembro: si tenemos amenaza
de miembro, la revascularización de emergencia es el
tratamiento adecuado (embolectomía). Los cambios
irreversibles aparecen a las 4-6 horas en casos de
isquemia profunda, pudiéndose realizar en esta caso
fasciotomía. Si estamos en presencia de un miembro
viable, la trombolisis intraarterial es la alternativa a
la cirugía, sin embargo algunos de estos pacientes
requieren posteriormente revascularización. Si estamos
en presencia de un miembro no viable el tratamiento en
este caso, lamentablemente es la amputación. Además de
realizar la terapia anticoagulante por sospecha de
lesión isquémica aguda se realizo pulso de corticoide
(metilprednisolona a altas dosis), ya que no se pudo
descartar la presencia de vasculitis siendo este un
diagnóstico probable, sugerido por la ecografía arterial
que informó engrosamiento parietal difuso bilateral.
Resumiendo el caso, estamos frente a una nueva patología
o este cuadro es una manifestación secundaria a una
patología de base no tratada, subtratada o recidivante?
Es difícil poder precisarlo con los datos disponibles.
Como decía antes, quizás no sea tan importante ahora que
ya han sido instalados los tratamientos. Considero que
el manejo del paciente fue la adecuada, ya que se trato
desde un comienzo la enfermedad que ponía en riesgo la
vida.
Como conductas a seguir propongo:
•
Continuar con el tratamiento actual (anticoagulación)
evaluando diariamente la viabilidad del miembro;
•
Tratar cualquier complicación que apareciese durante la
internación (fundamentalmente infecciosa: gangrena);
•
Solicitar arteriografía siendo esta la prueba
diagnóstica por excelencia. En los casos de embolia
puede mostrar embolias en territorios que clínicamente
han podido pasar desapercibidos. Nos da una imagen del
árbol arterial general y nos permite planificar la
cirugía en caso de trombosis (descartaremos o
confirmaremos etiología);
•
Tratamiento primario para prevenir enfermedad vascular;
•
En caso de amenaza de miembro realizar procedimiento
quirúrgico embolectomía, endarterectomía o bypass;
•
Continuar con esteroides en dosis de mantenimiento;
•
Esperar el informe de la biopsia arterial (poniendo
énfasis en los patólogos para la búsqueda de granulomas
o BAAR), las IgM e IgG para toxoplasmosis, y PCR para
VHC; y
•
Una vez resuelto el cuadro de oclusión arterial aguda,
investigar minuciosamente la patología hepática del
paciente: cultivo para BAAR y micológico del líquido
ascítico, determinación del ADA en el líquido ascítico y
eventualmente punción biopsia hepática.
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Discusión |
La discusión de este seminario
corresponde al 9 de septiembre de 2010, a cargo de la
Dra. Esilda Giancola. |
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