Discusión del
caso clínico
Dra. Micaela
Villarruel
Voy a discutir el caso de una paciente mujer de 33 años,
que ingresó por un cuadro de cefalea, fotofobia y
sonofobia asociado a convulsiones. Al examen físico se
constató dismetría. Se realizó punción lumbar donde se
constata presión de apertura elevada, con un examen
citofisicoquímico normal. Posteriormente se realiza TAC
de cráneo en la que se informaron imágenes hiperdensas
cortico-subcorticales, y RMI posterior con imágenes
hiperintensas a dicho nivel. Se decidió iniciar
tratamiento con corticoides. La paciente evolucionó
desfavorablemente. Se practicó una angio-RMI donde se
constataron vasos arrosariados y zonas de estenosis. En
una nueva TAC de cráneo sin contraste se evidenció
hemorragia en el lóbulo frontal, con desplazamiento de
la línea media. La paciente ingresa a UTI. Como dato
guía para mi discusión voy a tener en cuenta las
imágenes hiperdensas e hiperintensas halladas, teniendo
en cuenta el hallazgo en la angio-RMI y la posterior
complicación hemorrágica que presentó.
Dentro de las causas que podrían explicar estas imágenes
hiperdensas en TAC e hiperintensas en RMI (T2/FLAIR)
existen causas infecciosas, neoplásicas e inmunológicas
(1).
Voy a referirme inicialmente a las causas infecciosas,
dentro de las cuales existen causas parasitarias,
virales, bacterianas y micóticas.
Dentro de las causas parasitarias encontramos la
cisticercosis producida por la fase larvaria de la
Tenia solium, la cual es causante de 2 síndromes
a nivel neurológico: la neurocisticercosis y la
cisticercosis extramedular. En el LCR se encuentra
pleocitosis eosinofílica y en TAC de cráneo se destacan
imágenes quísticas, calcificadas y lesiones hipodensas
(2). Por la infrecuencia del cuadro y las
características del LCR lo considero un diagnóstico muy
alejado.
Como causas bacterianas se destacan: tuberculosis,
neurosífilis y enfermedad de Lyme. Respecto a la
tuberculosis,
5-10% de los casos presentan afectación del SNC.
Da lugar a 2 procesos: meningitis tuberculosa y
tuberculoma intracraneal.
La
diseminación es hematógena.
La meningitis tuberculosa, ocurre
más en niños, relacionada con infección primaria.
Cursa con
confusión, fiebre, cefalea, signos meníngeos y letargo.
En el LCR
aparece hipoglucorraquia moderada, hiperproteinorraquia
y pleocitosis linfocitaria. En la RMI (T2/FLAIR), se
observan hiperintensidades en cisternas basales con
refuerzo. Puede haber calcificaciones en las meninges.
El
tuberculoma produce síntomas por efecto de masa y el
edema asociado. Son solitarios o múltiples, localizados
en región supra o infratentorial,
en la
TAC aparecen hipodensos
y en la RMI como un
nódulo con una zona central pequeña hiperintensa
(necrosis caseosa) en T2-FLAIR (3). También por clínica
y laboratorio lo considero un diagnóstico improbable. La
neurosífilis puede causar arteritis en los vasos
extra-craneales, teniendo lugar 6-8 años después de la
infección inicial (en pacientes infectados por el HIV,
antes). El diagnóstico se hace con VDRL positiva
(aunque puede haber hasta un 70% de falsos negativos)
(4). En el LCR se encontrará hiperproteinorraquia. La
ausencia de un cuadro previo compatible, la VDRL
negativa y el LCR normal, descartan prácticamente este
diagnóstico. La enfermedad de Lyme, transmitida
por garrapatas, es causada por Borrelia burgdorferi,
Borrelia afzelii y Borrelia garinii. La enfermedad
tiene 3 fases, las manifestaciones neurológicas ocurren
en la temprana y en la tardía. La RMI puede ser normal o
bien mostrar hiperintensidad en T2-FLAIR a nivel de
sustancia blanca, lesiones parenquimatosas con refuerzo
postcontraste, hiperintensidad en protuberancia, tálamo
y ganglios basales, hiperintensidades subcorticales en
lóbulo frontal y parietal (5). De todas maneras, la
evolución del cuadro clínico y la infrecuencia del
cuadro en nuestro medio descartan el diagnóstico.
Entre las causas virales encontramos los virus varicela
zoster (VVZ), virus herpes simple (VHS I-II), papera,
sarampión, rubeola, encefalitis de San Luis, que pueden
causar meningitis o encefalitis. Clínicamente cursan con
fiebre, cefalea, náuseas, vómitos, alteración del estado
mental, signos de irritación meníngea, convulsiones y
déficit neurológico focal. El VHS I-II es
la causa más frecuente de encefalitis endémica mortal.
Causan distintas lesiones, por ejemplo el virus del
herpes da lugar en la RMI a imágenes hiperintensas en
T2- FLAIR a nivel del lóbulo temporal y frontal,
bilateral, efecto de masa, pudiendo además hallarse
hemorragia (6). Otra etiología a la que me quiero
referir es la llamada encefalitis de San Luis,
enfermedad producida por el virus ESL, miembro de la
familia Flaviviridae. Es transmitida por el
mosquito género Cullex spp., y su huésped
reservorio son las aves. Ocurre en zonas templadas y
subtropicales, siendo reconocida en nuestro país desde
el año 1963. Los pacientes mayores de 60 años son los
que presentan mayor frecuencia de encefalitis. El
diagnóstico se realiza con IgM en suero o LCR durante la
fase aguda. En Argentina ocurrió un brote en el 2005 en
Córdoba con 47 casos, 9 de ellos fatales, y actualmente
se siguen notificando casos aislados (7,8). Para pensar
en una etiología viral tenemos la afectación
cortico-subcortical y las imágenes hiperintensas en T2;
en contra no tiene historia reciente de herpes zóster o
varicela, la edad, ausencia de fiebre, es HIV negativa
y las
PCR virales fueron negativas.
Otras causas son las micóticas. La criptococosis
es producida por una levadura, la diseminación es
hematógena, el diagnostico se basa en la detección de
antígenos o anticuerpos en LCR o sangre. En la RMI los
espacios de Virchow-Robin aparecen dilatados adyacentes
a los ganglios basales y a la unión córticomedular con
refuerzo postcontraste o nódulos meníngeos múltiples con
refuerzo (criptococomas) en mesencéfalo y ganglios
basales (9). Si bien es la causa más frecuente dentro de
la micóticas, es más frecuente en pacientes con
infección por HIV, es más común la meningitis que la
encefalitis (criptococoma), y el examen del LCR no fue
compatible, por lo que es un diagnóstico muy improbable.
Debemos tener en cuenta que la pacientes es HIV
negativa, presento un LCR con una presión de apertura
elevada, con un examen citofisicoquímico normal, VDRL
negativa, tinta china negativa, con cultivo de LCR
negativo para gérmenes comunes y micológico, y PCR
virales además, también negativas. Todo ello aleja la
probabilidad de una infección como la causante del
cuadro, si bien considero apropiada la conducta
operativa de tratar empíricamente la causa viral ante la
ausencia de un diagnóstico de certeza.
Otras causas de este tipo de lesiones son las
neoplasias, las cuales pueden ser 1° o 2°. Dado que
nuestra paciente tiene imágenes múltiples me voy a
referir a las neoplasias secundarias, y que
lesiones primarias multicéntricas son extremo
infrecuentes. Las imágenes pueden ser supratentoriales e
infratentoriales (raras). Dentro de las causas más
frecuentes: pulmón (50%), mama (15%), melanoma (11%),
adenocarcinoma renal y carcinoma tiroideo (10). Se
localizan en la unión sustancia gris-blanca (80%),
ganglios basales (3%) o cerebelo (15%). Las imágenes en
la TAC son hipodensas, generalmente (a menos que el
depósito metastásico sea hemorrágico, calcificado,
hiperproteico o muy celular, caso en el que son
hiperdensas espontáneamente en la TAC. A veces se
asocian a calcificaciones, y en la RMI la intensidad es
variable en T2 (iso-hipointensas). En caso de metástasis
hemorrágicas: hiperintensas en T1 y T2 (mama,
coriocarcinoma, pulmón, melanoma, renal, cáncer
tiroideo). Son imágenes múltiples, redondeadas, bien
delimitadas, en la unión entre la sustancia
gris-sustancia blanca, que captan contraste, refuerzan
en anillo, y están acompañadas de edema (1). En contra
de este diagnóstico se encuentra el hecho de la ausencia
de una neoplasia primaria fundamentalmente (examen
mamario normal, sin lesiones en piel, sin síndrome de
impregnación, radiografía de tórax normal, etc.).
El linfoma de células grandes intravascular
(linfomatosis intravascular), es un subtipo infrecuente
de linfoma no Hodgkin tipo B. Abarca el 3% de los
tumores primarios del SNC, por lo general asociado a
inmunodeficiencia. Ocurre entre los 60-70 años,
principalmente en hombres. Entre las manifestaciones
presenta síntomas B, compromiso del SNC, compromiso
pulmonar, de médula ósea, bazo e hígado (11). En cuanto
las imágenes, generalmente es de afectación
supratentorial, localizadas en los núcleos de sustancia
gris o en la sustancia blanca periventricular. Son
lesiones múltiples, que en la TAC sin contraste se
objetivan como lesiones hiperdensas con refuerzo, y en
la RMI, isointensas o hipointensas en T2 (1). En contra
de este diagnóstico, la infrecuencia, la edad, es sexo,
los hallazgos de laboratorio, y las imágenes en RMI.
Como última consideración, otras causas que podrían
explicar estas lesiones son las vasculitis. Estas pueden
afectar en forma 1ª el SNC, o lo que es más frecuente,
en forma 2ª cuando se trata de una vasculitis sistémica.
Hay inflamación de los vasos, estrechez, oclusión,
trombosis, isquemia, rotura del vaso y necrosis (12,13).
Entre las vasculitis sistémicas con afectación
del SNC se destacan:
1.
Enfermedad de Behçet:
presenta aftas orales recurrentes acompañadas de
manifestaciones sistémicas. Afecta vasos de pequeño,
mediano y gran calibre (arterial y venoso),
principalmente se da en mujeres entre los 20 y 40 años.
Entre las manifestaciones neurológicas puede dar
lesiones focales, meningitis aséptica, encefalitis. En
el LCR: proteínas normales o hiperproteinorraquia. Un
estudio prospectivo realizado con 140 pacientes demostró
que 14% de estos tuvieron compromiso neurológico,
algunos de los cuales como presentación inicial, 50%
presentaron lesiones a nivel del SNC, 30% se
manifestaron con síntomas y signos de hipertensión
endocraneana, en los cuales la angio-RMI demostró
trombosis de seno en 5 de 6 pacientes (14).
2.
Poliarteritis nodosa:
vasculitis necrotizante que compromete arterias de
mediano tamaño, no asociada a ANCA. Se acompaña de
síntomas sistémicos. Se presenta principalmente
alrededor de los 60 años y en hombres. Puede estar
asociada a VHB o leucemias. Puede dar lugar a infartos
corticales o subcorticales, lesiones hiperintensas en T2
en la sustancia blanca, hemorragias intracraneales (15).
3.
Vasculitis asociadas a ANCA:
afectan pequeños vasos, en adultos mayores sin
diferencias de sexo. En la RMI, producen imágenes
hiperintensas en T2 (15).
4.
Vasculitis crioglubulinémicas:
puede haber compromiso de pequeños y medianos vasos.
Asociadas con frecuencia a VHC. Hay 3 tipos: I, II y
III, y las consecuencias son 2°a la formación de
inmunocomplejos.
La paciente del caso en consideración joven, con un
laboratorio inmunológico negativo, sin síntomas
sistémicos por lo que a las vasculitis sistémicas antes
mencionadas prácticamente descartadas. Hay vasculitis
asociadas a enfermedades del colágeno como artritis
reumatoidea y lupus eritematoso sistémico (16), nuestra
paciente tiene laboratorio inmunológico negativo por lo
cual las considero alejadas también.
En cuanto a las vasculitis primarias del SNC son
aquellas sin manifestación de vasculitis en otros
órganos y afectación pura del SNC. Tienen una incidencia
similar en ambos sexos, alrededor de los 40 años, Son de
etiología desconocida, aunque habría implicado una
alteración obvia de la inmunidad celular. Afecta vasos
de pequeño y mediano calibre. Dentro de las
manifestaciones se destacan: disminución del estado
cognitivo (83%), cefalea (56%), convulsión (30%), ACV
14%, hemorragia cerebral (12%). En el laboratorio son
frecuentes la VES elevada en forma moderada (30-40mm/1H)
y una ligera leucocitosis. El LCR puede ser normal o
mostrar una presión de apertura elevada,
hiperproteinorraquia, pleocitosis linfocitaria. En la
RMI puede haber lesiones únicas o múltiples, infartos
isquémicos cortico-subcorticales o bien hemorragias.
Calabrese y Mallek, en 1994, propusieron criterios
diagnósticos: déficit neurológico adquirido sin otra
causa que lo explique, hallazgos angiográficos y/o
histopatológicos en el SNC característicos de
vasculitis, descarte de una vasculitis sistémica u otra
condición que pueda producir cambios angiográficos o
histopatológicos secundarios a ésta (17). En la
angiografía se puede observar compromiso generalmente de
los pequeños vasos, participación de varios sitios en la
circulación cerebral, irregularidades de los vasos,
oclusiones múltiples. Las imágenes no obstante, son poco
específicas (18). En cuanto al tratamiento, corticoides
en todos los casos sospechados, y en caso de
confirmación por biopsia: corticoides + ciclofosfamida,
durante 3-6 meses. En los casos no confirmados por
biopsia pero con imágenes sugestivas en angiografía o
angio-RMI, debe ser individualizado según la gravedad de
los déficits neurológicos. Se administra prednisona y
ciclofosfamida durante un periodo prolongado, en general
no inferior a los 12 meses. Las dosis no son fijas y se
deben ajustar individualmente. Luego, 6-12 meses más de
terapia de mantenimiento, se suspenden corticoides y
ciclofosfamida y se continua con azatioprina o
mofetil-micofenolato. Dado que estos pacientes recibirán
dosis altas de corticoides es importante la prevención
de osteoporosis y la profilaxis frente a P. jiroveci.
En cuanto al seguimiento, cuatro a seis semanas después
de comenzar el tratamiento, luego cada tres a seis meses
durante el tratamiento, y posteriormente de acuerdo a la
evolución de la enfermedad (19,20). El diagnóstico
definitivo esta dado por la biopsia. En nuestra paciente
sin compromiso sistémico, la edad, clínica, evolución,
imágenes (estenosis silviana bilateral y arrosariado de
la silviana derecha) y LCR normal, hacen considerar a
las vasculitis primarias de SNC como un diagnostico
probable.
Ahora bien en esta paciente me planteo una serie de
interrogantes:
?
¿El importante sangrado que presentó, tiene relación con
las lesiones iniciales?
?
¿Estamos frente a una complicación o frente a un evento
nuevo?
?
¿Existen factores predisponentes?
?
¿Qué papel jugarían los anticonceptivos orales que la
paciente venía recibiendo?
Tal como se mostró en la presentación, la paciente
sufrió posteriormente una hemorragia
intra-parenquimatosa. Estas representan la 2° causa
más común de ACV, con una edad de presentación media de
55 años. Hay diferentes causas: aneurismas (micóticos -
congénitos), infartos hemorrágicos (incluyendo trombosis
del seno venoso), hemorragia hipertensiva, neoplasias,
traumatismos, vasculitis, malformaciones vasculares,
angiopatía amiloide, drogas y fármacos, causas
hematológicas, coagulopatías adquiridas. Un
60% de éstos asientan en los ganglios basales y tálamo,
mientras que 10-50% son lobulares. Afectan por lo
general a la región subcortical (2° a HTA,
malformaciones vasculares, tumores, traumatismos,
discrasias sanguíneas), un 10-15% a tronco encefálico, y
un 5-10% a cerebelo (22). Esta paciente tiene una imagen
por TAC compatible con infarto hemorrágico. Hay dos
tipos de infartos hemorrágicos: arteriales y venosos.
Los arteriales son redondeados y respetan la corteza
mientras que los venosos tienen forma de cuña y son
corticales, tal como se observa en las imágenes de la
paciente.
La trombosis venosa cerebral (TVC)
evoluciona a infarto en un 50%. Causa poco frecuente de
ACV. Principalmente ocurre en pacientes jóvenes, más en
mujeres. La edad media de presentación es de 39 años.
Existen diferentes causas: infecciosas, enfermedades
inflamatorias (vasculitis primarias del SNC, LES,
enfermedad de Behçet, granulomatosis de Wegener),
neoplasias, condiciones hematológicas, embarazo y
puerperio, desordenes del SNC, drogas (anticonceptivos
orales, terapia de reemplazo hormonal, andrógenos,
tamoxifeno, esteroides). Entre las manifestaciones
clínicas se encuentran: cefalea, edema de papila,
déficits neurológicos focales (23). En esta paciente
destacaría como causas posibles una enfermedad
inflamatoria, una probable condición protrombótica y el
uso de anticonceptivos orales. Dentro de las condiciones
protrombóticas asociadas a mayor riesgo se encuentran el
déficit de proteína S, el
déficit de proteína C, la mutación
del factor V Leiden y la hiperhomocisteinemia (24-27).
Otras de las condiciones protrombóticas adquiridas más
frecuentes es el síndrome de anticuerpos
antifosfolípidos. Este es un estado
de hipercoagulabilidad, que en una paciente
joven, con evidencia de trombosis cerebral, debe ser
considerado como probable. Deben solicitarse los paneles
para estudio de trombofilias y anticuerpos
anti-cardiolipinas, b2-microglobulina o anticoagulante
lúpico.
La trombosis venosa cerebral puede tener una
presentación aguda, subaguda o crónica. Puede cursar con
signos de hipertensión endocraneana, déficits
neurológicos focales, convulsiones, cefalea (28,29). Si
afecta
seno cavernoso, los signos oculares (dolor orbitario,
quemosis, proptosis, parálisis óculomotoras) son
evidentes. Cuando involucra el seno sagital, se observan
déficits motores bilaterales y convulsiones. Cuando está
afectado el seno lateral: cefalea e HT endocraneana
(30). En cuanto a los métodos por imágenes, pueden
encontrase hemorragias subcorticales (a veces
bilaterales), infartos (que no siguen una distribución
arterial), pequeños o extensos, generalmente proximales
al seno de drenaje. En la RMI se detecta un vacío de
flujo, imagen isointensa en T1 e hipointensa en T2. Las
lesiones
del parénquima cerebral secundarias a la oclusión
venosa, como el edema cerebral, edema o infarto venoso,
aparecen ya como hipointensas o isointensas en T1, e
hiperintensa en T2. Los infartos hemorrágicos venosos,
en cambio, aparecen como lesiones hiperintensas en
ambas secuencias de RMI, lo cual es útil para
diferenciarlos evolutivamente (31). Como antes mencioné,
es
importante en estos casos la
evaluación de antitrombina III, proteína C, proteína S,
factor VIII, factor V Leiden, hiperhomocisteinemia,
anticuerpos anti-cardiolipinas y anticoagulante lúpico.
Llamativamente, existen reportes de asociación entre TVC
y vasculitis primarias de SNC, entidad antes descripta
(32).
La mortalidad
es del 5% en la fase aguda. Entre los
factores de mal pronóstico se incluyen: la infección del
SNC, la trombosis del sistema venoso profundo, la
presencia de hemorragia en TAC o RMI, Glasgow menor a 9,
edad mayor a 37 y sexo masculino (33). El tratamiento
se basa en la anticoagulación. La heparina no
fraccionada o heparinas de bajo peso molecular son el
tratamiento adecuado para TVC aguda, incluso en
presencia de un infarto hemorrágico, seguido de
anticoagulación oral durante un máximo de 12 meses (RIN
2-3), de por vida para pacientes con trastornos
hereditarios de la coagulación (34).
Como conclusión, creo que estamos frente a una
mujer joven, tomadora de ACO, con una trombosis venosa
cerebral. Considero que en dicho cuadro los
anticonceptivos orales pueden justificar el probable
estado protrombótico que es necesario para tales
eventos. No obstante, deberíamos descartar las otras
trombofilias (hereditarias o adquiridas), antes
mencionadas. Asimismo, la conducta operativa inicial fue
apropiada, si bien a la luz de los hechos (la evolución
de la paciente, los resultados de laboratorio y los
cambios imagenológicos) la posibilidad de un cuadro
infeccioso es improbable. Un cuadro de vasculitis
primaria del SNC es muy difícil de descartar, si bien es
un cuadro en extremo infrecuente y por ende poco
probable. Como conductas planteo el monitoreo
hemodinámico adecuado, y una vez superado este evento
hemorrágico plantearía comenzar con la anticoagulación.
Continuaría con el tratamiento inmunosupresor con
corticoides, y adicionaría a dicha terapéutica
ciclofosfamida. Es imperativo considerar la posibilidad
de realizar una biopsia estereotáxica, para despejar las
dudas diagnósticas, dado lo inespecífico de la imágenes
al respecto y la remota pero factible posibilidad de una
TVC secundaria a una vasculitis primaria del SNC. Se
debe solicitar el estudio de las trombofilias, y evitar
el uso de ACO como método anticonceptivo. Asimismo se
deben comunicar los riesgos de un nuevo embarazo,
prevenir la osteoporosis y realizar profilaxis para
P. jiroveci debido al uso prolongado de corticoides.
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Discusión |
La discusión de este seminario
corresponde al 12 de mayo de 2011, a
cargo de la Dra. Micaela Villarruel. |
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