Discusión del
caso clínico
Dra. Micaela
Villarruel
Se presenta el caso de un paciente con edema y eritema
bipalpebral, proptosis unilateral, acompañado de fiebre;
movimientos oculares extrínsecos abolidos y la
disminución de la agudeza visual al examen físico; con
imágenes tomográficas con alteración a nivel orbitario y
lesiones pulmonares nodulares y cavitadas.
El paciente presenta un cuadro compatible con
oftalmoplejía dolorosa asociado a proptosis. Entre los
diagnósticos a tener en cuenta, debemos considerar la
celulitis orbitaria, el psedotumor infalmatorio de
órbita, la trombosis del seno cavernoso, las neoplasias
orbitarias y el síndrome de Tolosa-Hunt (1).
El pseudotumor infamatorio se trata de un proceso
inflamatorio no granulomatoso, generalmente agudo y
unilateral. Cursa con proptosis, dolor ocular, edema
local, edema palpebral e inyección conjuntival. En
algunos casos, puede haber oftalmoparesia. El
tratamiento está basado en la administración de
corticoides.
No suele cursar con registros febriles, por lo cual lo
considero un diagnóstico alejado.
En cuanto a las neoplasias orbitarias, no hubo
evidencia en los estudios por imágenes que sugieran esta
patología, por lo cual también las considero alejadas.
Teniendo en cuenta los hallazgos en el examen ocular, la
presencia de fiebre, leucocitosis y alteraciones
tomográficas, considero que el paciente presenta un
cuadro compatible con celulitis orbitaria.
Se define como celulitis orbitaria aquella que se
localiza detrás del septum orbitario. Representa el 2-4%
de la patología orbitaria, con una mortalidad del 1-2%.
La pérdida de la visión secundaria a esta entidad
aparece en el 3-11%. Esta infección puede estar causada
por microorganismos que arriben por extensión directa
desde estructuras periorbitarias (sinusitis, dentarias,
cara), inoculación directa asociada a traumatismo
orbitario o cirugía, o bien por diseminación hemática.
Clínicamente cursan con edema, dolor ocular,
enrojecimiento ocular, proptosis, disminución de la
agudeza visual, diplopía y fiebre. El estafilococo
aureus es el microorganismo más implicado (73%),
otros posibles agentes son el estreptococos
pneumoniae, haemophilus influenzae, anaerobios,
pseudomona aeruginosa, micobacterias y hongos. Es
fundamental diferenciar esta entidad de una celulitis
preseptal. En las celulitis orbitarias hay una marcada
proptosis, tanto la motilidad ocular como la reactividad
pupilar, la agudeza visual y la oftalmoscopia se
encuentran alteradas, y suele haber un compromiso
importante del estado general (2).
En cuanto a las imágenes, no se han realizado ensayos
controlados que evalúen la utilidad de dichos estudios
en el diagnóstico de las celulitis orbitarias.
Generalmente se utilizan ecografías, RMI y TAC. La
ecografía es un buen método, tiene una importante
resolución de los detalles del contenido de la órbita.
Sin embargo, depende de la experiencia del operador y es
incapaz de evaluar el vértice de la órbita, los senos o
la extensión de la infección intracraneal. La tomografía
permite confirmar la extensión de la inflamación,
detectar la coexistencia de enfermedad del seno e
identificar abscesos orbitarios o subperiósticos. Está
indicada ante la incapacidad de poder evaluar con
precisión la visión del paciente (generalmente niños),
proptosis muy significativa, oftalmoplejía, edema
bilateral, deterioro de la agudeza visual, falta de
mejoría a pesar de 24 horas de antibióticos endovenosos,
signos o síntomas de compromiso de sistema nervioso
central y en todo paciente en quien se considere un
drenaje quirúrgico (3).
En toda celulitis orbitaria deben tomarse hemocultivos,
siendo éstos positivos en un 33% en niños y en 5%de los
adultos según un estudio retrospectivo.
El tratamiento debe ser parenteral y de amplio espectro.
Se recomienda la administración de vancomicina asociada
a ampicilina-sulbactam, piperacilina-tazobactam,
ceftriaxona o quinolonas durante 2-3 semanas. Ante la
presencia de absceso, debe evaluarse la posibilidad del
drenaje quirúrgico.
Dentro de las complicaciones orbitarias asociadas a esta
entidad se encuentran:
- Abscesos subperiósticos: se presentan en el
15% de las celulitis orbitarias, generalmente son de
etiología polimicrobiana y se diagnostican por TAC. El
tratamiento está basado en la antibioticoterapia y el
drenaje quirúrgico.
- Abscesos orbitarios: cursan con una mayor
proptosis y con un notable compromiso del estado
general. Generalmente son causados por estafilococos y
estreptococos. El tratamiento consiste en
antibioticoterapia y el drenaje quirúrgico.
- Trombosis de la vena oftálmica
Entre las complicaciones extraorbitarias se encuentran:
- Meningitis
- Absceso intracraneal
- Trombosis séptica del seno cavernoso
Dada la evolución clínica, con cefalea muy importante,
mayor proptosis y compromiso del estado general me
pregunto si nos encontramos frente a una trombosis
séptica del seno cavernoso como complicación del cuadro.
La trombosis séptica del seno cavernoso tiene una
baja frecuencia, y se asocia a una elevada mortalidad
(30-50%). Los nervios craneales generalmente afectados
por esta entidad son: el III par, el IV par, la rama
oftálmica y maxilar del V y el VI par. Los
microorganismos más implicados son el estafilococo
aureus, estreptococo pneumoniae, anaerobios u
hongos. Clínicamente cursan con cefalea, fiebre, edema
periorbitario, diplopía, somnoliencia y confusión. Al
examen físico suele constatarse ptosis, proptosis,
quemosis y paralisis de los músculos oculares. En el
laboratorio muestra usualmente leucocitosis. El LCR
suele mostrar elevación de los glóbulos blancos a
predominio de polimorfonucleares o bien
monomorfonucleares, con glucorraquia normal, y proteínas
normales o ligeramente elevadas. Por lo que una punción
lumbar, puede ayudar a diferenciar este cuadro de la
celulitis orbitaria en la que el LCR es normal.
En cuanto a los métodos por imágenes, la RMI y
angiografía ayudan a establecer el diagnóstico. A
nuestro paciente se le realizó una TAC donde no se
evidenciaron imágenes compatibles con esta entidad, pero
hay que tener en cuenta que no es el método ideal.
El tratamiento consta de distintos pilares:
antibioticoterapia, anticoagulación, corticoides y
cirugía. Los antibióticos recomendados son vancomicina
asociada a cefalosporinas de 3°o 4° generación y
metronidazol durante al menos 3 semanas. Con respecto a
la anticoagulación, su uso es controvertido. Hay
estudios retrospectivos que afirman que disminuiría
mortalidad. Algunos autores sugieren que estaría
indicada en pacientes con trombosis unilateral del seno
cavernoso, manteniendo un RIN entre 1,5 y 2,5. El tiempo
de duración también es tema de discusión, con distintas
recomendaciones que sugieren desde 3 semanas hasta 3
meses. En cuanto al uso de corticoides, se recomienda la
administración de dexametasona a una dosis de 10 mg cada
6 horas. Dado el cuadro clínico de nuestro paciente, y
debido a que no se pudo descartar por un método de
imagen adecuado, lo considero un diagnóstico probable
(4).
En la TAC de nuestro paciente, se pudo observar una
dilatación de la vena oftálmica con un signo de stop, lo
que nos hace considerar dentro de los diagnósticos a la
trombosis de la vena oftálmica. Se trata de una
entidad infrecuente, que puede causar pérdida de la
visión. Este signo tomográfico sumado al cuadro clínico
conforma al denominado síndrome del vértice orbitario,
en el cual se produce un daño de las estructuras
nerviosas emergentes del vértice de la órbita (II, III,
IV, V y VI par craneal). La etiología de esta entidad no
sólo puede ser de origen infeccioso, sino también de
origen traumático, inflamatorio o vascular. Considero a
esta entidad como un diagnóstico probable (6, 7, 8, 9).
Otra causa de oftalmoplejía dolorosa es el síndrome
de Tolosa- Hunt, definido como una inflamación
idiopática del seno cavernoso. Tiene una incidencia de 1
caso por millón de habitantes por año, se presenta
fundamentalmente entre los 50-80 años. La Sociedad
Internacional de Cefaleas definió una serie de criterios
diagnósticos: uno o más episodios de dolor orbitario
unilateral, paresia del III, IV o VI par craneal y
hallazgo compatible con granuloma en RMI o biopsia. En
nuestro paciente lo considero un diagnóstico alejado
(10).
Por otro lado, voy a analizar las imágenes pulmonares
nodulares cavitadas presentes en nuestro paciente. Este
tipo de lesiones puede ser causado por distintas
etiologías, dentro de las cuales se hallan entidades no
infecciosas (malignas, reumatológicas), infecciosas
(bacterianas y entre ellas las embolias sépticas
pulmonares) y neoplasias hematológicas malignas.
Teniendo en cuenta nuestro paciente considero que la
causa más probable es una embolia séptica pulmonar
(11).
Las vías de ingreso a pulmón pueden ser respiratorias o
hematógenas. En las primeras podemos encontrar imágenes
de condensación, neumonía necrotizante o absceso
pulmonar. Los agentes más frecuentemente involucrados
son el estreptococo pneumoniae, klebsiela pneumoniae
y el estafilococo aureus.
En el caso de que la afección pulmonar sea por vía
hematógena desarrollando de embolias sépticas, es común
la presencia de nódulos periféricos, los cuales serán
cavitados, pudiendo visualizarse en un 23-47% de los
casos en radiografías y en un 85%en tomografías, según
diferentes reportes. Otros posibles signos
imagenológicos son la presencia de broncograma aéreo
(25% de los casos) y el signo del vaso nutricio (66% de
los casos). Este cuadro se presenta principalmente en
pacientes ADVP, con tromboflebitis séptica o con
prótesis endovasculares. El responsable principal es el
estafilococo aureus, el cual posee la capacidad
de producir necrosis tisular, produciendo nódulos
periféricos múltiples con diferentes estadios de
cavitación, generalmente de pared delgada. Además, puede
dar lugar a abscesos pulmonares y derrame pleural (como
en nuestro paciente). Cabe destacar que las embolias
sépticas pueden ocluir las arterias distales y causar
infartos pulmonares (12).
Un estudio retrospectivo realizado en la Mayo Clinic,
desarrollado entre los años 1996-2002, reunió 14
pacientes con diagnóstico de embolia séptica pulmonar
con una edad media de 37,5 años. Los síntomas de
presentación fueron fiebre (93%), disnea (36%), dolor
pleurítico (29%), tos (14%), hemoptisis (7%). Todos
presentaron un factor predisponente. El microorganismo
más frecuentemente hallado fue el estafilococo
aureus (70%). La radiografía y la TAC fueron
patológicas en el 90% de los casos. En la TAC se
hallaron nódulos periféricos cavitados. El
ecocardiograma transesofágico se realizó en 60% de los
pacientes, siendo positivo en un 30%. Todos presentaron
una evolución favorable.
Para el diagnóstico de embolia séptica
pulmonar, se tuvo en cuenta la presencia
de infiltrados focales o multifocales pulmonares,
la presencia de infección extrapulmonar activa como
potencial fuente embólica
,
la exclusión de otras posibles explicaciones para
infiltrados pulmonares,
resolución de los mismos con adecuada la terapia
antimicrobiana (13).
Teniendo en cuenta la presencia de los nódulos cavitados
pulmonares, otro diagnóstico diferencial a plantear es
la granulomatosis de Wegener. Ésta es una rara
enfermedad multisistémica. Se trata de una vasculitis
necrotizante que involucra principalmente vías
respiratorias y riñon. La edad de presentación es entre
los 30-60 años. En cuanto al laboratorio inmunológico,
presenta anticuerpos c-ANCA positivos en el 90% de los
casos. En la radiografía se pueden observar nódulos
pulmonares múltiples (cavitados), nódulos solitarios o
consolidación difusa o focal. En la TAC de tórax pueden
hallarse nódulos generalmente cavitados, de diferente
tamaño, sin predominio zonal, de distribución aleatoria,
bordes irregulares, paredes engrosadas o finas; o bien
opacidad en vidrio esmerilado en caso producirse
hemorragia pulmonar. Dado que nuestro paciente presenta
un laboratorio negativo, sin manifestaciones a nivel
renal, lo considero poco probable. (14).
En resumen, teniendo en cuenta el compromiso orbitario y
respiratorio, considero que el paciente presentó una
celulitis orbitaria, que como complicación desarrolló un
absceso y un síndrome del vértice orbitario. Durante la
internación comienza con cefalea intensa y compromiso
del estado general, que puede deberse a una trombosis
del seno cavernoso. Si bien la TAC no muestra imagen
compatible, no lo puedo descartar por este método. En
cuanto al compromiso pulmonar, considero que se trata de
una embolia séptica.
Ambos compromisos podrían estar explicados por la misma
etiología. La causa más probable sería un
estafilococo aureus probablemente meticilino
resistente, teniendo en cuenta la alta incidencia
actual.
Como conductas planteo continuar antibioticoterapia con
ceftriaxona y vancomicina durante al menos 21 días,
evaluando la finalización según la evolución clínica e
imagenológica. Continuar anticoagulación por al menos 3
meses. Conducta quirúrgica expectante con respecto al
absceso orbitario dada la evolución favorable del
paciente. Evaluar realización de nueva TAC para control
de absceso y RMI de órbita, y realización de
ecocardiograma transesofágico para desacartar
endocarditis.
Bibliografía
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2-
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5-
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13-
Jorens P., Van Marck E. Nonthrombotic pulmonary
embolism.
Eur
Resp Journal. 2009.
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Discusión |
La discusión de este seminario
corresponde al 23 de junio de 2011, a
cargo de la Dra. Micaela Villarruel. |
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