Discusión del
caso clínico
Dra. Muriel
Dascanio
Nos encontramos frente al caso de una mujer de 25 años
con antecedente de púrpura trombocitopénica inmune (PTI)
diagnosticada a los 11 años de edad, para lo cual
recibió tratamiento con corticoides, inmunoglobulina
endovenosa y por último fue esplenectomizada a los 12
años, con inmunizaciones completas.
La misma consulta por sensación
febril, síntomas de vías aéreas superiores, sangrado
muco-cutáneo y cefalea asociada a foco un sensitivo en
miembro superior, en el contexto de plaquetopenia como
único dato alterado en el laboratorio. A la misma se le
practicó una tomografía axial de cráneo (TAC) la cual no
informó lesiones hemorrágicas ni isquémicas, y recibió
tratamiento con corticoides y antibióticoterapia
empírica con ceftriaxona.
Ante este caso
planteo varios puntos que intentaré abordar a lo largo
de la discusión. En primer lugar me planteo si estamos
frente a una trombocitopenia secundaria o primaria, y de
tratarse de esta última, si nos encontramos frente a una
recaída de la misma o estamos ante una enfermedad
refractaria. En segundo lugar me voy a referir al
síndrome febril en el contexto de la esplenectomía y la
conducta apropiada a realizar en estos casos. Por
último, intentaré establecer si el foco sensitivo está
en relación al cuadro actual y cuál sería la conducta
más adecuada a tomar.
Para comenzar a abordar el primero de estos
interrogantes, debemos tener presente que la PTI es un
trastorno adquirido e inmuno-mediado que se define por
los siguientes criterios: la presencia de plaquetopenia
aislada (definida por menos de 100.000 plaquetas) y la
ausencia de otras causas desencadenantes o subyacentes
de plaquetopenia. Por lo tanto, a pesar del antecedente
de PTI, el primer desafío es descartar siempre una causa
secundaria (1).
Es importante entonces descartar a través de datos
obtenidos de la historia clínica con una adecuada
anamnesis y examen físico, y métodos complementarios de
laboratorio, alguna causa responsable de la
plaquetopenia, entre las cuales es importante mencionar
la infección por HIV y HVC en donde se produce un
mimetismo molecular entre las proteínas de dichos virus
y proteínas de la membrana plaquetaria (gp IIb y IIIa).
(2, 3). También es importante considerar la ingesta de
ciertos fármacos como quinidina, cotrimoxazol,
vancomicina y antinflamatorios no esteroides dentro de
los cuales los más descriptos son el paracetamol y el
diclofenac como causantes de plaquetopenia (4).
Cabe destacar que la realización del aspirado y biopsia
de médula ósea no se recomienda como prueba de rutina,
pero debe considerarse en pacientes mayores de 60 años,
en los que muestren refractariedad o mala respuesta al
tratamiento de primera línea, cuando existan rasgos
atípicos en sangre periférica y antes de indicar la
esplenectomía.
Tampoco debe solicitarse el dosaje de anticuerpos
antiplaquetario ya que dada la frecuencia de falsos
positivos y negativos es muy limitado su valor a la hora
de realizar diagnóstico y tomar conductas terapéuticas
(5).
Considero apropiado además destacar algunos conceptos
(aunque no absolutos) dada la amplia variedad de
definiciones encontrada en la literatura.
La PTI puede presentarse de forma aguda
(presentación más común en los niños, en donde son más
frecuentes las tasas de remisión espontánea) o tener un
curso insidioso (forma más frecuente en los adultos).
Dentro de esta última, decimos que es crónica cuando hay
falta de respuesta a los corticoides o se requieren
dosis elevadas de los mismos para mantener un nivel de
plaquetas aceptable, por un lapso mayor a 6 meses.
Hablamos de PTI crónica refractaria o simplemente
refractaria cuando se cumplen todos los siguientes
ítems:
1-
Trombocitopenia severa y persistente (menos de
20.000 plaquetas)
2-
Requerimiento de terapia continua para mantener o elevar
el número de plaquetas
3-
Falta de respuesta a la esplenectomía.(6)
Dentro de la fisiopatología de la PTI es importante
resaltar que
el ciclo de la respuesta inmunológica comienza con la
sensibilización plaquetaria con la fijación de
anticuerpos mayoritariamente del tipo IgG a
determinantes antigénicos en la membrana, principalmente
los complejos de glicoproteínas IIb/IIIa y Ib/IX. La
plaqueta con el complejo antígeno-anticuerpo es captada
por macrófagos del sistema retículo endotelial mediante
receptores
para el fragmento Fc de la inmunoglobulina, y una vez ligada la
plaqueta es fagocitada con la consiguiente
internalización, digestión y degradación. Estas
glicoproteínas son presentadas de novo a
linfocitos T colaboradores mediante la presencia de
moléculas coestimulatorias para la activación del
linfocito T, como son el antígeno CD154 y su ligando
CD40, además del CD4 y la interleucina 2. Los linfocitos
activados se unen a través de puentes formados por los
complejos inmunológicos descritos anteriormente a clones
de linfocitos B para que por intermedio de proteína tipo
cinasas se produzcan nuevas cohortes de anticuerpos
antiplaquetarios, los cuales van amplificar la respuesta
inmunológica (7)
Volviendo al caso en discusión y pensando en las causas
secundarias de PTI, presenta a favor el consumo de aines
(ibuprofeno), si bien los que mayormente se han asociado
son el acetaminofen y el diclofenac (4). En contra de un
cuadro secundario, hay que señalar que las serologías
para VHC, VHB y VHI fueron negativas así como el
laboratorio inmunológico solicitado, por lo tanto lo
considero un diagnóstico poco probable.
Tampoco reúne los criterios antes mencionados para clasificarla
como PTI refractaria. Sólo la evolución en el tiempo y
la respuesta a las líneas de tratamiento nos dirá si nos
encontramos frente a esta entidad, por lo cual considero
que actualmente nos encontramos simplemente frente a una
recaída de la enfermedad.
Si bien la esplecnectomía
es el tratamiento de segunda línea más eficaz para la
PTI mediante el cual el 60% de los pacientes responden y
mantienen la respuesta a los 5 años, se han descripto
recaídas más frecuentes hasta 10 años posteriores.
El estudio más reciente sobre
esplenectomía y sus consecuencias, que reúne
135 series de casos, revela un 66% de remisión completa.
Ningún
parámetro clínico, terapéutico o de
laboratorio fue predictivo para la respuesta
postoperatoria (8).
La ausencia
de cuerpos de Howell-Jolly en eritrocitos de
sangre periférica,
asociado a una recidiva de la trombocitopenia
hace pensar en la presencia de bazo
accesorio (7). Lo cual puede diagnosticarse por métodos de
imágenes como ecografía abdominal y TAC de abdomen o
mediante medicina nuclear con eritrocitos marcados con
Tencnecio 99 como método de elección (9).
Los cuerpos de Howell-Jolly son inclusiones basofílicas dentro
del citoplasma de los glóbulos rojos, las cuales
corresponden a remanentes del núcleo celular del
precursor eritrocitario. Estos cuerpos son removidos por
el bazo. Por lo tanto en un paciente esplenectomizado deberíamos ver
estas inclusiones en un frotis de sangre periférica.
Es importante mencionar, cuales son los criterios para comenzar
tratamiento en un paciente con PTI.
En
general, ante
valores menores de 20.000-30.000 plaquetas
está indicado iniciar el tratamiento independientemente
de la presencia de hemorragia. Ante valores entre
20.000-30.000 y 50.000 plaquetas no se recomienda
iniciar el tratamiento en ausencia de hemorragias. Se
recomienda tratamiento solo si hay diátesis hemorrágica,
necesidad de cirugía o de técnicas invasivas (colocación
de catéter venoso, punción lumbar, etc.), ante estilo de
vida que predisponga a traumatismos, entre otros.
Con más de 50.000 no está indicado el tratamiento y en
caso de hemorragia, se recomienda buscar otras causas
que la expliquen. Se puede considerar realizar
tratamiento ante cirugía del SNC u ocular, disfunción
plaquetaria asociada, y necesidad de administrar
anticoagulantes a dosis plenas. (10)
Por lo cual considero que fue apropiado comenzar tratamiento
médico en el caso en discusión.
El abordaje terapéutico de primera línea consiste en utilizar
prednisona a dosis de 1 mg/kg/día. Es el glucocorticoide
más usado. Las tasas de respuesta están en torno al
40-70% a los 5-10 días, y de ellas
un 30% se mantienen en el tiempo. Dosis más altas no
logran mejores resultados. Se puede utilizar también
dexametasona 40 mg/día por 4 días cada 2 semanas por 3
ciclos o 40 mg/día cada 2-4 semanas
por 1-6 ciclos, logrando
respuestas alrededor del 80-90% a los 5-7 días, con un
40-70% de respuesta sostenida.
El uso de inmunoglobulina endovenosa está dentro de la
primera línea de tratamiento, en general asociada a
corticoides, con tasas de respuestas transitorias. Cabe
mencionar, que no debe plantearse el uso de la misma a
largo plazo, sino como puente ante situaciones donde el
valor de plaquetas sea lo suficientemente bajo como para
poner en riesgo la vida del paciente o si se necesitan
valores de plaquetas adecuados para realizar procesos
invasivos (10).
Por último se plantea como segunda línea de tratamiento
a las siguientes medidas: esplenectomía, azatioprina,
ciclosporina A, micofenolato, rituximab y agonistas del
receptor de trombopeyetina (5).
Otro de los tópicos a plantear en este caso, es la
presencia de fiebre en un paciente esplenectomizado.
Se sabe que estos pacientes presentan un riesgo
aumentado de sepsis (sepsis postesplenectomía), lo cual
constituye un cuadro fulminante y fatal, debido a
gérmenes capsulados que normalmente son removidos de la
circulación por el bazo (11).
Este riesgo es mayor en los primeros años, aunque se han
descripto casos hasta 20 años después de la cirugia. En
una revisión de 288 pacientes esplenectomizados, un
tercio de todas las infecciones se produjeron en el
primer año y la el resto principlamente dentro de los 2
años.
Entre los pacientes que sobreviven al primer episodio de
sepsis, el riesgo de infecciones subsecuentes es mayor.
Dentro de los patógenos implicados se encuentran los
gérmenes capsulados como S. neumoniae, H.
Influenza y N. Meningitidis.
En relación a las manifestaciones clínicas, debemos
sospechar este cuadro ante registros febriles y no
retrasar la terapéutica ya que el deterioro del paciente
puede producirse en horas.
La sepsis postesplenectomía puede precederse de mínimos
síntomas de vías aéreas superiores (como el caso en
discusión) o vías aéreas inferiores o bien no presentar
manifestaciones previas.
Es fundamental realizar un abordaje integral en relación
a la prevención de este cuadro. Es importante que el
paciente este instruido sobre el riesgo de estas
infecciones severas y que adhieran a las medidas de
prevención. Entre ellas se encuentran las vacunas contra
S. neumoniae, N. meningitidis y H.
influenzae tipo b. Las mismas deben aplicarse 14
días previos a la cirugía y de no ser posible después
del día 40 de posoperatorio.
Como medidas preventivas está descripto también el uso
de antibióticos. La
profilaxis antibiótica está recomendada en niños hasta
los 5 años o hasta 3 años después de la esplenectomía.
No está recomendada en adultos, dada la gran cantidad de
efectos adversos y las implicancias sobre la resistencia
antibiótica.
Otra estrategia es el uso de antibióticos ante registros
febriles. Se recomienda en los pacientes
esplenectomizados ante un primer registro febril, la
toma de una primera dosis de amoxicilina-clavulánico,
cefuroxima o fluoroquinolonas (en alérgicos a
betalactámicos), obviamente sin retrasar la consulta en
forma urgente (12).
Respecto a la presencia de
cefalea y foco neurológico sensitivo
en el contexto de plaquetopenia, considero fundamental
descartar la presencia de un sangrado intracraneal que
pueda poner en riesgo la vida de la paciente. Por lo que
la conducta de realizar una TAC de cráneo fue sumamente
apropiada en este caso. Recordar que la tasa de
sangrados mayores y de mortalidad en PTI son bajas, en
parte esto estaría explicado por la hipótesis de que las
plaquetas más jóvenes serían hemostáticamente más
efectivas.
Por otro lado, debemos preguntarnos si estamos frente a
una vasculitis asociada a alguna enfermedad sistémica
inmunológica. Ante la mejoría del cuadro clínico y el
resultado negativo del laboratorio inmunológico,
considero este diagnóstico como alejado.
Como conclusión, considerando que las causas de
trombocitopenia secundaria fueron descartadas creo que
estamos frente a una recaída de PTI, que no podemos
catalogar aún como refractaria. Considero que la
terapeútica con corticoides es correcta, y resalto
además la necesidad de realizar un método por imágenes y
luego con radiofármacos con el fin de descartar o
confirmar la presencia de un bazo accesorio.
Respecto al síndrome febril considero adecuada la toma
de cultivos y el tratamiento con ceftriaxona, ya que
estamos frente a una urgencia infectológica que pone en
riesgo la vida de la paciente. Debemos eso sí, enfatizar
en las medidas de prevención y dentro de ellas en las
pautas de alarma ante registros febriles.
Con lo que respecta el foco neurológico, por el momento
no realizaría la RMI de cráneo dada su buena evolución.
Quiero resaltar la frase muchas veces utilizada en
nuestro ámbito: “no ser más agresivos que la propia
enfermedad”, considerando a la PTI como un trastorno
poco agresivo en el que se ha demostrado que presenta
una baja tasa de mortalidad a largo plazo, instaurando
muchas veces tratamientos innecesarios con un costo
altísimo en la calidad de vida del paciente.
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