Discusión del
caso clínico
Dra. María Victoria Sgro
Nos encontramos ante el caso de una
mujer de 32 años, con antecedente de Lupus Eritematoso
Sistémico (LES) diagnosticado en el contexto de
rash malar y glomerulonefritis.
Presenta también una neuropatía de miembro inferior
derecho (MID) que comenzó en el año 2009 y se ve
agravada en el 2010 asociada a un cuadro de dolor
abdominal que requirió internación, en donde se le
realizó una tomografía axial computada (TAC) abdominal
que descartó infarto intestinal y una laparoscopía
abdominal sin encontrarse hallazgos patológicos,
recibiendo en esa internación pulso de corticoides.
Además es insuficiente renal crónica (IRC) sin
requerimiento de hemodiálisis.
Durante esta internación se constata
agravamiento de su insuficiencia renal, con sedimento
urinario alterado en el contexto clínico de un cuadro de
vómitos y diarrea. Además agrega durante la internación
dolor abdominal y alteración del hepatograma, por lo que
se le realiza una ecografía abdominal y una TAC de
abdomen y se arriba al diagnóstico de colecistitis
alitiásica. Además presenta alteraciones hematológicas
como plaquetopenia, anemia y linfopenia asociado a
compromiso del sistema nervioso periférico (SNP) a nivel
de ambos miembros inferiores (MMII) a predominio
derecho, motivo por el que comienza tratamiento con
prednisona a dosis de 1 mg/kg y se cambia a esquema
antibiótico de mayor espectro.
Ante esta paciente lúpica con compromiso renal,
abdominal, hematológico y del SNP lo que deberíamos
preguntarnos es si estamos frente a una reactivación de
la enfermedad, o bien si puede haber otras causas que
justifiquen las manifestaciones clínicas como ser un
cuadro infeccioso, o finalmente si estamos frente a
ambas posibilidades.
Revisaré también el valor de los ANCA en este escenario
y el valor de la procalcitonina (PCT) sérica solicitada
en dos oportunidades.
Se sabe que el LES es una enfermedad que cursa con
brotes y remisiones
y que
presenta actividad variable en todo su curso. Se define
actividad lúpica al grado o intensidad de
afección de la enfermedad en un momento dado. Ello
precisa de datos clínicos y laboratorio que nos
orienten.
No significa que actividad sea igual a daño, aunque
según el grado de afección puede llegar a provocarlo
(1).
Para ayudarnos a determinar si estamos frente a una
reactivación de LES contamos con diferentes
herramientas, entre ellas los índices o scores de
actividad. Uno de los más utilizados es el SLEDAI (Sistemic
Lupus Erythamatosus disease Activity Index) que fue
propuesto por Bombardier y colobaradores en 1992, el
cual ha sufrido algunas modificaciones desde entonces
(2). Este consiste en un índice numérico, basado en los
hallazgos clínicos y de laboratorio, que están tabulados
y tendrán un valor específico. Para su elaboración, la
sintomatología y los hallazgos deben de estar presente
al menos 10 días. Se considera brote a un aumento de
tres puntos o más respecto al SLEDAI basal del paciente.
De todas maneras, un índice mayor a 8 es altamente
sugestivo de reactivación.
Los brotes de LES se relacionan con la presencia de ANA,
anemia y linfopenia. Estos marcadores pueden ser medidos
de forma rutinaria como parámetros pronósticos para
caracterizar a los pacientes que están en riesgo y que
deben ser observados más estrechamente (3).
En lo que se refiere al compromiso renal se sabe
que
es frecuente la afectación renal en esta enfermedad
y que muchos pacientes tienen un sedimento urinario
alterado sin elevación de la creatinina plasmática (4).
Por lo cual resulta importante solicitar un sedimento
urinario. La alteración más frecuente es la
proteinuria (5).
Existen diferentes tipos o clases de nefritis lúpica
diagnosticadas por biopsia renal. El mecanismo
fisiopatológico es mediado por la formación de
inmunocomplejos.
Recordemos que la paciente en discusión presenta en la
última biopsia una nefritis lúpica focal (tipo III), la
cual constituye del 10-20 % de los casos. La alteración
más frecuente a nivel del sedimento urinario es la
presencia de proteinuria y hematuria.
Y la
progresión a enfermedad renal crónica terminal es poco
frecuente cuando sólo hay alteración de un 25% de los
glomérulos.
Un punto a considerar, es si a nivel renal estamos
frente a una reactivación o a una necrosis tubular aguda
(NTA). Como datos a favor de la reactivación tenemos:
el contexto clínico (con signos claros de reactivación a
nivel de otros órganos),
el
empeoramiento de su IRC de base, el sedimento urinario
alterado (leucocitos, piocitos, glóbulos rojos,
cilindros) y la presencia de proteinuria. En contra de
este diagnóstico no tenemos glóbulos rojos dismórficos o
cilindros eritrocitarios y el valor del complemento es
normal.
A favor de la NTA, debemos tener presente el cuadro
clínico de vómitos, diarrea y metrorragia, el
empeoramiento de la IRC y la presencia de
un
sedimento urinario con cilindros y células epiteliales.
En contra de este diagnóstico debemos considerar la
presencia de proteinuria.
En este análisis parece más probable el diagnóstico de
NTA, pero creo que en el contexto general de esta
paciente no podemos descartar la reactivación renal, lo
cual implicaría un cambio en la conducta terapeútica.
Ante esta sospecha, me planteo si es necesario obtener
una nueva biopsia renal. Las indicaciones de rebiopsia
son:
aumento de la proteinuria, aparición de síndrome
nefrótico, la presencia de un sedimento activo asociado
al aumento rápido de la creatinina plasmática, el
aumento lento de la creatinina plasmática pero en
pacientes de raza negra,
sospecha de enfermedad renal no asociada a LES y no
existe consenso sobre si se debe rebiopsiar o no a un
paciente con actividad en otros órganos pero sin
evidencia de lesión renal (6).
Otro sistema involucrado o comprometido en esta paciente
es el tracto gastro-intestinal (TGI).
Los síntomas gastrointestinales son comunes en pacientes
con LES, siendo el dolor abdominal la manifestación más
común de afectación gastrointestinal.
El dolor abdominal agudo puede ocurrir como consecuencia
de diversas causas, pero la vasculitis que resulta en
isquemia e infarto del intestino es la causa más común y
la manifestación más peligrosa de esta enfermedad, por
lo cual el diagnóstico de la isquemia mesentérica aguda
primaria representa un reto clínico.
Como ayuda para arribar al diagnóstico contamos con la
TAC abdominal, la cual nos mostrará signos de isquemia e
infarto intestinal como la presencia de engrosamiento
parietal, neumatosis, signo del blanco, etc (7).
Se realizó en un trabajo la revisión de 175 casos (20
hombres y 155 mujeres) de pacientes con LES y se
encontró que 38 (22%) se presentaron con dolor abdominal
agudo (8). De estos la enteritis lúpica es la causa más
común (45%), seguida de la infección del tracto
urinario (16%), gastroenteritis aguda (13%),
pancreatitis (5%), diarrea infecciosa (5%), gastritis
hemorrágica (5%), serositis (3%), colecistitis (3%),
trombosis de vena cava inferior (3%) y úlcera gástrica
(3%).
Cabe destacar que está descripta la colecistiis
alitiásica asociada al LES, como es el caso en discusión
(9).
La colecistitis alitiásica
es una enfermedad necro-inflamatoria de la vesícula
biliar. Representa el 10% de todos los casos de
colecistitis aguda, tiene una alta mortalidad y
morbilidad, y se asocia con condiciones subyacentes
(inmunodepresión, quemados, sepsis, etc). Una vez
establecida se produce una infección secundaria por
gérmenes entéricos como Escherichia coli,
Enterococcus faecalis, Klebsiella, Pseudomonas, Proteus
especies y Bacteroides. En el LES estaría también
propuesto un mecanismo vasculítico de los pequeños vasos
de la pared vesicular, y si bien hay decriptos casos se
la considera una entidad rara (10), (11).
Los mejores métodos diagnósticos son la ecografía
abdominal y la TAC de abdomen. Hay dos puntos claves
para el diagnóstico: el engrosamiento de la pared
vesicular y la presencia de líquido perivesicular. Si
excluímos otras causas como infecciones o litiasis,
podemos pensar el diagnóstico de colecistitis alitiásica
como resultado de vasculitis o serositis autoinmune.
Recordando también que la paciente desarrolla
compromiso hematológico durante la internación, cabe
destacar que el American College of Rheumatology (ACR)
reconoce como compromiso hematológico la presencia de:
anemia hemolítica con reticulocitosis, leucopenia menor
4,000/mm3, linfopenia menor a 1,500/mm3 y/o
trombocitopenia menor a 100,000/mm3 en ausencia de
fármacos que puedan provocarla (12).
Se reconoce como ligada a actividad lúpica la presencia
de trombocitopenia y linfopenia (como presenta la
paciente) (13).
En lo que se refiere a LES y compromiso del Sistema
Nervioso (SN), puede presentarse desde un 10-80 %
previo al diagnóstico o durante el curso de la
enfermedad. El ACR definió 19 síndromes
neuropsiquiátricos asociados al LES, dentro de las
manifestaciones más frecuentes encontramos en orden
decreciente de aparición las alteraciones cognitivas,
cefalea, alteraciones del carácter, ACV, convulsiones,
polineuropatía, ansiedad y psicosis (14). Como mecanismo
fisiopatológico se propone la vasculitis y/o
vasculopatía. Este tipo de alteraciones representa un
desafío clínico, ya que debemos descartar causas
secundarias y también pensar si estamos frente a un
trastorno funcional u orgánico y de ser así si está
relacionado al LES (15).
Puntualmente en la neuropatía periférica (NP) el
ACR define los siguientes criterios para su diagnóstico:
alteración de uno o más nervios periféricos (debilidad,
parálisis o trastornos sensitivos) y/o alteraciones en
la EMG o estudios de conducción (16).
En un estudio realizado (17) sobre NP, se estudiaron 50
pacientes con diagnostico de LES con seguimiento clínico
estrecho asociado a estudios de conducción y se
encontraron los siguientes hallazgos: el
28% tenían manifestaciones clínica, el 56 %
anormalidades eléctricas
y de ellas el
42% eran polineuropatías (PNP) la cual podía ser
simétrica o asimétrica y el 14% mononeuropatías (MN).
En cuanto a la mononeuritis múltiple (MNM), hay que
destacar que se presenta generalmente en el escenario de
actividad de la enfermedad, a menudo acompañada por
otras alteraciones neurológicas. Es más común la
neuropatía leve o moderada, transitoria, sensitiva o
sensitivo-motora, de curso subagudo y asimétrica,
que se produciría por
vasculitis a nivel de la vasa nervorum.
Otro tópico a tratar, es el valor de los ANCA en el
escenario del paciente lúpico. Respecto a este tema,
cabe destacar que hay numerosas publicaciones con
conclusiones controversiales,(18), (19). Mencionaré un
estudio realizado por el Cervera y colaboradores (20),
concluye que la prevalencia de ANCA asociada a LES es
del 16,4%, más frecuentemente se constatan ANCA-p.
Si bien estarían
asociados a serositis, artritis, livedo reticularis y
trombosis venosa,
no es posible otorgarles un rol fisiopatológico en estos
eventos. Actualmente sabemos que representan marcadores
de actividad sin ejercer un rol patogénico, si bien
tampoco puede descartarse que representen sólo un
epifenómeno.
Por último algunas consideraciones sobre la
procalcitonina. Es sumamente importante distinguir
intercurrencia infecciosa y reactivación en pacientes
con LES con síndrome febril, ya que conllevan diferente
pronóstico, terapéutica y seguimiento (21), (22). Los
biomarcadores pueden ser útiles herramientas para el
razonamiento clínico pero no deben ser nuestra única
guía al momento de elaborar un diagnóstico.
La PCT incrementa su valor ante infecciones bacterianas
severas, fúngicas y parasitarias, manteniéndose normal
en las reactivaciones, las infecciones virales o por
micobacterias. Cabe destacar que no se ve influenciada
por la insuficiencia renal ni por la terapia
inmunosupresora, escenario frecuente en estos pacientes.
Tiene una baja sensibilidad (65%), con un valor
predictivo positivo del 89% utilizando como punto de
corte un valor de 0,5 ng/ml y 100% usando un valor de
1,2 ng/ml (23).
Como conclusión nos encontramos frente al caso de una
mujer joven con antecedente de LES con compromiso renal
y del SNP. Si bien a nivel renal la NTA parece un
diagnóstico razonable, no podemos descartar la presencia
de actividad lúpica dado el contexto clínico de la
paciente.
A nivel abdominal considero que estamos frente a una
causa infecciosa como responsable del cuadro, ya que la
paciente mejoró luego del drenaje percutáneo y los
antibióticos. Si bien está descripta la colecistitis
alitiásica por un fenómeno tipo vasculítico en el LES,
lo considero más alejado.
En relación al compromiso hematológico considero que
probablemente se deba a actividad de la enfermedad de
base, ya que la trombocitopenia y linfopenia son fuertes
indicadores de la misma.
Por último, considero que las manifestaciones del SNP
también son secundarias a actividad lupica por todo lo
expuesto anteriormente.
Por lo tanto, considero apropiado haber comenzado
tratamiento inmunosupresor.
Como último comentario la paciente presenta una TSH
aumentada con T4 total normal y T3 levemente disminuída,
por lo que considero apropiado solicitar un dosaje de T4
libre y comenzar tratamiento de reemplazo hormonal
(aunque se encuentre asintomática) ya que su valor de
TSH es mayor a 10
μg/dL.
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