Discusión del
caso clínico
Dr. Javier Montero
A
partir del análisis de la historia clínica, voy a
plantear un camino de razonamiento en tres etapas,
intentando comprender un paciente extremadamente
complejo en la internación actual que viene enfermo
desde mucho tiempo.
Primero debo
preguntarme como funcionaba el sistema inmunológico de
este paciente. Cualquier enfermo que tenga una
Criptococosis de difícil erradicación (primero
meningitis y luego insuficiencia suprarrenal),
infecciones bacterianas graves y una
panhipogammaglobulinemia, tiene un serio trastorno de la
inmunidad. El Criptococo puede raramente afectar a
pacientes sanos, pero incide con mayor frecuencia en
pacientes con factores predisponentes, como
insuficiencia renal crónica, receptores de trasplantes,
sarcoidosis, linfomas, corticoideoterapia crónica y,
sobre todo, pacientes con SIDA. La susceptibilidad
frente a la infección parece estar más relacionada con
la integridad de la inmunidad celular. Se describen dos
tipos: la desarrollada por los linfocitos B (LB), las
cuales en respuesta al estímulo antigénico producen
anticuerpos (inmunidad humoral), y la producida por los
linfocitos T (LT), que puede ser muy heterogénea
(inmunidad celular). Estos dos tipos de respuesta están
muy relacionadas y son dependientes una de otra. Los
linfocitos T maduros constituyen el 70 % de las células
mononucleadas de la sangre periférica. Los LT CD4+
predominan sobre los LT CD8+ en una relación 1.5/2.5.
Los LT CD4+ reconocen el antígeno unido a las moléculas
del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) de clase
II presentes en las células presentadoras de antígenos
(CPA, ej. monocitos-macrófagos) y realizan funciones de
cooperación para todos los tipos de respuestas inmunes,
denominándose por ello linfocitos cooperadores (LTh).
Los LT CD8+ reconocen al antígeno en asociación a
moléculas del CMH de clase I presentes en las CPA,
activándose y adquiriendo capacidad citotóxica para
lisar las células que expresan dicho antígeno
llamándoselos LT citotóxicos (LT c). Por ésto, son
decisivos en la eliminación de células infectadas por
virus. La función cooperadora de los linfocitos CD4+
hace que tengan un papel central en la regulación de la
respuesta inmune, y esto es reflejo de su capacidad
para, una vez activados, secretar citocinas como IL-2,
IL-4, IFN-gamma, IL-6, IL-10 y otras. La IL-2 tiene un
papel decisivo como factor de crecimiento que media de
forma autócrina y/o parácrina la expansión clonal de las
propias células CD4+ y de las CD8+. También son
imprescindibles para la activación, proliferación y
maduración de los linfocitos B hacia células productoras
de anticuerpos. Los LT CD4+ son también responsables de
las reacciones de hipersensibilidad retardada, que
consiste en el reclutamiento y activación de macrófagos
por citocinas como el IFN-gamma, para la erradicación de
gérmenes de crecimiento intracelular. Es por esto que
los pacientes que presentan alteraciones en la inmunidad
celular presentan infecciones por micobacterias, hongos
(criptococcus, histoplasma, coccidioides), virus
(varicela, herpes simple, CMV, VEB) y protozoos
intracelulares (leishmania, toxoplasma y pneumocystis
carinii). Por lo expresado es lógico sospechar que
este paciente, que presentó una infección por C.
neoformans, traía un trastorno de la inmunidad
celular de base. Las inmunodeficiencias pueden
ser primarias debidas a anomalías intrínsecas del
desarrollo o de la función de las células B o T, o
secundarias. De éstas la más conocida es la
infección por VIH. Otros ejemplos son las
inmunodeficiencias asociadas a malnutrición, la
enteropatía perdedora de proteínas, el tratamiento
inmunosupresor, las enfermedades autoinmunes y las
enfermedades linfoproliferativas. Nuestro paciente no
parece tener inmunodeficiencias primarias (fue un
paciente sano hasta los 29 años) y no tiene infección
por VIH. De este primer análisis se desprende que este
paciente hace mucho tiempo que tiene una alteración de
la inmunidad celular secundaria asociada una
panhipogammaglobulinemia.
La segunda
etapa de mi análisis se aboca a la interpretación de la
hipoproteinemia que siempre presentó nuestro paciente,
dato guía fundamental a mi entender. La disminución de
las proteínas puede deberse a que su síntesis está
disminuida por enfermedad hepática o malnutrición, o
porque se pierden en demasía por el riñón o por el
intestino. El hígado es el responsable de la síntesis de
todas las proteínas plasmáticas (albúmina, fibrinógeno,
protrombina, haptoglobina, glucoproteínas, transferrina,
ceruloplasmina), excepto de las inmunoglobulinas (Ig)
que son sintetizadas por los plasmocitos. Cuando el
riñón pierde proteínas, en el contexto de un síndrome
nefrótico, la disminución suele ser selectiva para la
albúmina en la glomerulopatía por cambios mínimos.
Cuando es por otras causas, esta selectividad se pierde
y la proteinuria se relaciona con el peso molecular de
éstas, disminuyendo así, por ejemplo, las
inmunoglobulinas de bajo peso como la IgG y la
antitrobina III, lo que predispone a infecciones
bacterianas y fenómenos trombóticos. Esto suele ir
asociado a un aumento de las globulinas y lipoproteínas
por parte del hígado. Cuando el tubo digestivo está
enfermo, específicamente en las gastroenteropatías
perdedora de proteínas (GEPP), se pierden todas las
proteínas plasmáticas, las sintetizadas por el hígado y
las inmunoglobulinas. Obviamente la intensidad de ésta
va a depender de la entidad responsable del cuadro.
Este paciente no era un malnutrido hasta la internación
de abril de este año, y tiene hipoproteinemia,
hipoalbuminemia y panhipogammaglobulinemia ya desde el
año 1997. Si bien este paciente tiene una
hipertransaminasemia desde la internación pasada,
previamente tenía un hepatograma normal, no era etilista,
y la serología viral (VHB y VHC) fue negativa en varias
ocasiones. Aún así, en esta internación en el contexto
de una hipoproteinemia intensa, no hay evidencias de
signos de hipertensión portal ni de alteraciones
morfológicas hepáticas en la angiorresonancia de abdomen
de hace tres días. La hipoalbuminemia severa (albúmina
<2.5 mg/dl) se ve en pacientes con insuficiencia
hepática avanzada que no es el caso de nuestro paciente
por lo que descarto la responsabilidad hepática en este
caso. Como dije las pérdidas pueden darse por el riñón o
por el tracto gastrointestinal. ¿Podrá estar jugando el
riñón algún papel en la hipoproteinemia? Algunos datos
me hacen pensar que no. Los análisis de orina previos
nunca evidenciaron proteinuria. Si bien no tenemos orina
de 24 hs, la disminución de proteínas no fue selectiva
(albúmina) como se ve en el síndrome nefrótico (SNO)
clásico y además presenta hipocolesterolemia y
panhipogammaglobulinemia (no solo de IgG). Por último,
la trombosis de la vena cava inferior no se dio en el
contexto de un SNO claro con edemas y con las demás
manifestaciones de éste, lo que me hace pensar más en
un estado de hipercoagulabilidad debido a otra causa.
Como yo no veo causas de disminución de la síntesis ni
de pérdidas renales, tengo que asumir que este paciente
ya perdía proteínas por el tubo digestivo desde hace
años. El término “Gastroenteropatías Perdedoras de
Proteínas” se utiliza para nombrar una amplia gama de
enfermedades cuyo denominador común es la pérdida de
proteínas por el tubo digestivo. Los mecanismos
etiopatogénicos involucrados son las lesiones de la
mucosa, ulcerativas o no, y la obstrucción linfática que
lleva a la pérdida de todas las proteínas plasmáticas,
aquellas sintetizadas por el hígado (albúmina,
fibrinógeno, protrombina, AT III, transferrina,
glucoproteínas, ceruloplasmina, globulinas
lipoproteínas, alfa 1-antitripsina, etc), e incluso las
inmunoglobulinas sintetizadas por los plasmocitos. El
problema estaba en el tubo digestivo, y ésta es la
conclusión del segundo análisis.
En tercer
lugar me quiero referir a la internación actual. La
hipoproteinemia tan importante justifica todo lo que le
está pasando a este paciente. El síndrome
ascítico-edematoso tan marcado sería asociado a la
hipoalbuminemia tan severa, las infecciones bacterianas
estarían justificadas por la panhipogammaglobulinemia, y
el estado trombótico por la disminución de proteínas
anticoagulantes como la antitrombna III, y quizás
proteína C y S. En este escenario, no puedo hablar de
otra causa de hipercoagulabilidad que no sea la misma
hipoproteinemia. Ahora, ¿por qué hace dos meses se fue
de la última internación sin edemas y con unas proteínas
de 5 mg/dl y una albúmina de 2,1 mg/dl., y ahora ingresa
con este síndrome ascítico-edematoso asociado a 2,88 de
proteínas totales y 0,33 mg/dl de albuminemia? La
explicación está en la angiorresonancia del 19 de julio
donde se evidencian múltiples trombos venosos,
particularmente en la vena mesentérica superior y en la
vena renal izquierda. Estas trombosis “estratégicamente”
localizadas, tienen que ser recientes y han llevado en
los últimos dos meses a aumentar la pérdida proteica por
el tubo digestivo por hipertensión linfática intestinal
asociado a la trombosis mesentérica, y quizás por el
riñón izquierdo asociado a la trombosis renal homónima,
con posterior desarrollo del síndrome
ascítico-edematoso.
Pero la
pregunta principal sigue sin respuesta, ¿Cuál es la
enfermedad gastrointestinal de base de este enfermo?
Como dije, la pérdida de proteínas puede ser por dos
mecanismos: por injuria de la mucosa con o sin lesiones
ulcerativas, o por bloqueo o hipertensión linfática
intestinal. Son múltiples las causas en cada grupo.
Algunas enfermedades de la mucosa intestinal sin
ulceración son la gastroenteropatía eosinofílica y la
enfermedad de Menetrier, la multifacética enfermedad
celíaca, el esprué tropical, la enfermedad de Whipple,
el síndrome de asa ciega y el adenoma velloso. Entre las
enfermedades ulcerativas se encuentran el carcinoma y el
linfoma gástrico, las enfermedades inflamatorias del
intestino (EC y CU), la yeyunitis ulcerativa no
granulomatosa y la colitis seudomembranosa. Por último,
el bloqueo linfático puede estar dado por la
linfangiectasia intestinal congénita o adquirida, el
linfoma intestinal, la tuberculosis o sarcoidosis
intestinal, la enfermedad de Whipple, y las causas
cardíacas (pericarditis constrictivas y la insuficiencia
cardíaca congestiva). Primero voy a pensar que este
paciente tiene una presentación atípica de una
enfermedad común, por lo que voy a detallar algunas de
éstas.
El Linfoma
primario gastrointestinal (GI) es el sitio
extranodal más frecuentemente involucrado en los
linfomas no-Hodgkin. Suele verse en pacientes con
antecedentes de infección por Helicobacter pilory
inmunodeficiencias o inmunosupresión, enfermedad
celíaca, enfermedad inflamatoria intestinal y otras
enfermedades autoinmunes (ej. enfermedad de Sjögren,
artritis reumatoidea -AR- y lupus eritematoso sistémico
-LES-) y pueden afectar tanto al estómago como al
intestino. Tanto la afección gástrica como intestinal
pueden ser responsables de las pérdidas proteicas
secundario a bloqueo linfático intestinal
(linfangiectasia secundaria). Los linfomas pueden
derivar de las células B o T, siendo más frecuentes los
primeros (Linfoma de células B de la zona marginal,
Linfoma difuso de celulas B, la variante IPSID). Los
linfomas derivados de la estirpe T suelen asociarse a
otras enteropatías, en especial a enfermedad celíaca. El
linfoma primario GI es un diagnóstico atractivo ya que
podría explicar la perdida de proteínas por el tubo
digestivo, la inmunodeficiencia celular que lo llevo a
padecer las infecciones que presentó, y el estado de
hipercoagulabilidad, no solo relacionado con la pérdida
de factores de la coagulación, sino también como
expresión de esta enfermedad neoplásica.
Una enfermedad
que podría explicar las manifestaciones de este paciente
es la Linfangiectacia Intestinal (LI), cuadro
caracterizado por una dilatación anormal de los vasos
linfáticos de la mucosa intestinal que lleva a perder
linfa por el intestino. Puede ser congénito o secundario
a obstrucción del drenaje linfático o por aumento de la
presión venosa central. Suele haber linfopenia e
hipogammaglobulinemia severa como así también pérdida de
linfocitos T CD4+ con inversión de la relación
CD4+/CD8+. Otras consecuencias son la disminución de la
absorción de quilomicrones y de vitaminas liposolubles
(A; D; E; K). La LI puede ser primaria manifestándose en
la infancia (generalmente antes de los 20 años) con
diarrea intermitente, náuseas o vómitos y esteatorrea.
El edema puede ser con o sin edema según se deba a
hipoalbuminemia o a infiltración linfática y en el
laboratorio puede detectarse hipoproteinemia con
disminución de Ig G, Ig M, Ig A, transferrina y
ceruloplasmina. Los pacientes que desarrollan
esteatorrea pueden desarrollar manifestaciones clínicas
de déficit de vitaminas liposolubles. Estos pacientes
pueden no tener esteatorrea y perder proteínas por
materia fecal de todos modos. El diagnóstico es
histológico. Este paciente tiene la hipoproteinemia
intensa con hipogammaglobulinemia de Ig A, Ig G e Ig M,
hipocolesterolemia, y linfopenia que puede justificar
los hallazgos de este paciente. Las causas secundarias
más comunes son las enfermedades cardíacas (pericarditis
constrictiva e ICC), linfomas, tuberculosis intestinal y
obstrucción del conducto torácico. Es el único
diagnóstico que me permite unir linfopenia de CD4+,
hipoproteinemia e panhipogammaglobulinemia.
En un enfermo
con una probable deficiencia de la inmunidad celular,
siempre hay que pensar en la TBC intestinal. Este
suele presentarse como un síndrome de impregnación
general, y en una tercera parte de los casos puede
manifestarse con diarrea y síndrome de malabsorción.
Algunos pueden presentar estreñimiento. El mesenterio
suele estar infiltrado y suele haber linfadenopatías. El
diagnostico es por biopsia intestinal.
La
Enfermedad Celíaca es una patología multifacética.
Los primeros síntomas suelen aparecer en la infancia
asociado a la ingesta de gluten y si no se diagnostica
en este momento, los síntomas pueden desaparecer en la
adolescencia, para reaparecer en la tercera o cuarta
década de la vida de forma súbita desencadenado por
algún factor intercurrente (infección intestinal,
cirugía o estrés emocional), o bien de forma insidiosa
manifestándose por complicaciones de la malabsorción,
como la anemia ferropénica o por signos de osteomalacia.
La enfermedad celíaca se puede asociar con múltiples
enfermedades autoinmunes, entre las que se encuentran la
hepatitis crónica autoinmune, enfermedad de Adisson,
LES, AR, disgamaglobulinemia y otras. Por último, las
complicaciones crónicas de ésta enfermedad, como ser el
linfoma intestinal, la enfermedad celíaca colágena o la
yeyunitis crónica ulcerativa no granulomatosa, suelen
aparecer luego de varios años de enfermedad y deben
sospecharse cuando las manifestaciones clínicas dejan de
ceder a pesar de la dieta libre de gluten. La
hipoproteinemia y la enfermedad hepática de este
paciente podrían ser explicadas por esta enfermedad.
Falta la diarrea y algunos signos malabsortivos,
fundamentalmente la anemia. Creo necesario el dosaje
anticuerpos específicos y la realización de una
endoscopía digestiva alta para descartar esta
enfermedad.
Concluyendo
creo que estamos ante un paciente que tiene una
alteración de la inmunidad celular muy probablemente
secundario a una gastroenteropatía perdedora de
proteínas en fase terminal, de etiología a determinar.
Propongo principalmente iniciar un adecuado aporte
nutricional (si es necesario por vía parenteral),
realizar estudios endoscópicos tomando biopsia de yeyuno
e íleon distal para descartar una enfermedad
potencialmente tratable (ej. linfoma, enf. celíaca) y,
por último, siempre pensar al paciente como un
inmunodeprimido “símil-VIH” ante cualquier eventualidad.
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Discusión |
La discusión de este seminario se
llevó a cabo el jueves 21 de julio, y
estuvo a cargo del
Dr.
Javier
Montero.
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