Discusión del
caso clínico
Dr. Matías Amateis
Se presenta el caso clínico de un varón de 33 años, con antecedentes de hipertensión arterial
maligna, insuficiencia renal crónica en diálisis
trisemanal que consulta por esputo hemoptoico; en el
laboratorio se detecta anemia severa.
Es conveniente preguntarnos:
¿Qué causas pueden llevar a una
hipertensión arterial maligna? ¿La lesión
renal como se justifica? ¿Cuál puede ser el origen de su
anemia? ¿Cómo se explica la hemoptisis?
Con
respecto a la hipertensión arterial maligna esta es
considerada una emergencia hipertensiva
en el cual dos factores son cruciales en su formación:
el nivel absoluto de presión arterial y su rapidez de
evolución,
por
lo la podemos definir como una
hipertensión arterial rápidamente progresiva, caracterizada,
desde el punto de vista anatomopatológico, por una
arteritis necrosante con degeneración fibrinoide y,
clínicamente, por la existencia de elevación brusca de
la presión arterial (característicamente tienen
presiones diastólicas entre 130-170 mmHg.) acompañado de
manifestaciones retinianas (hemorragias, exudados
retinianos y/o edema de papila). Además, se puede
manifestar como encefalopatía hipertensiva (visión
borrosa, cefaleas, confusión, coma, etc.), insuficiencia
renal aguda, hematuria y/o proteinuria. A nivel cardíaco
lo más común es que se presente con insuficiencia
cardiaca.
Es infrecuente que aparezca en pacientes de edad
avanzada debido a que las lesiones crónicas de la
hipertensión son protectoras debido a que los aumentos
tensionales paulatinos producen hipertrofia y
sustitución del tejido muscular por el fibroso; así la
pared vascular puede soportar niveles tensionales
elevados sin que aparezca la fase maligna. Es más común
que se presente en personas jóvenes de raza negra. En
cambio, en aquellos de raza blanca debe sospecharse
estenosis de la arteria renal.
El tratamiento es crucial en estos casos y debe
realizarse con drogas parenterales como nitroprusiato o
labetalol; el objetivo inicial es disminuir la presión
diastólica rápidamente a aproximadamente 100 a 105 mmHg
dentro de dos a seis horas.
El pronóstico a pesar de la
terapia antihipertensiva eficaz está marcado por el riesgo
aumentado de infarto de miocardio, accidente
cerebrovascular y deterioro renal progresivo hacia una
insuficiencia renal la cual puede estar presente hasta
en un 57 % de pacientes.
Es importante recordar que cualquier forma de
hipertensión, ya sea primaria o secundaria, puede
manifestarse como hipertensión maligna; sin embargo,
siempre que estemos frente a un paciente menor de 30
años o que tenga manifestaciones clínicas de crisis
hipertensiva, debemos pensar en causas secundarias de
hipertensión. La causa más frecuente es la enfermedad
renal;
dentro de este grupo encontramos las enfermedades
glomerulares, poliquistosis renal, pielonefritis crónica
y la enfermedad renovascular siendo esta última la más
frecuente.
Otras causas de hipertensión secundaria son el síndrome
de Cushing, hiperaldoteronismo primario, feocromocitoma,
hipotiroidismo, hiperparatiroidismo primario descartados
en este caso por la clínica y el laboratorio. Es
importante interrogar acerca de los fármacos que puedan
elevar la presión arterial (estrógenos, corticoides,
anticonceptivos orales, simpaticomiméticos, etc.).
Como la enfermedad renovascular es una causa
potencialmente corregible creo importante mencionar
algunos conceptos. Primero, se debe sospechar en todo
paciente joven con hipertensión sobre todo si es severa
o refractaria debido a que en estos casos su incidencia
en pacientes de raza blanca es de un 27 a un 45%.
Segundo, se produce
como
consecuencia de la
isquemia renal con activación del sistema
renina-angiotensina y vasoconstricción secundaria a una
estenosis ateromatosa (más frecuente en ancianos) o
displasia fibromuscular (más común en mujeres jóvenes,
la lesión es bilateral). Para llegar al diagnóstico, la
arteriografía es el método gold standart pero también se
disponen de varios métodos no invasivos (medición de la
actividad de renina plasmática, radiorrenograma
isotópico, ecografía doppler, resonancia magnética y
tomografía axial computada helicoidal), que tienen una
sensibilidad y especificidad aceptable y son utilizados
como primeros métodos de diagnóstico.
Un punto a tener en cuenta es si la enfermedad renal es
causa de hipertensión o es la consecuencia de la misma.
Cuando la lesión renal es producida por la hipertensión
se denomina nefroesclerosis benigna siendo esta el
diagnóstico más común en pacientes que comienzan
diálisis de mantenimiento. Generalmente se relaciona con
una historia larga de hipertensión (7-10 años) por lo
que es habitual que los pacientes tengan manifestaciones
en otros órganos (insuficiencia cardíaca, hipertrofia
ventricular izquierda, riñones pequeños, alteración
progresiva de la función renal, retinopatía). El grupo
de riesgo para desarrollar falla renal con requerimiento
de diálisis en el contexto de la hipertensión arterial
esencial son los pacientes de raza negra, cuando existe
un mal control de la presión o aquellos que además
padecen diabetes.
Ahora bien, cuando estamos frente a un paciente con
anemia debemos tener en cuenta que la misma es una señal
de enfermedad ¿El paciente está sangrando?, ¿Existe
evidencia de aumento de la destrucción de glóbulos
rojos? ¿La médula ósea está suprimida? ¿El hierro es
deficiente? También es muy importante indagar sobre el
uso de alcohol o drogas como la aspirina. En este caso
no había pérdidas sanguíneas ni evidencia de hemólisis y
no estaba suprimida la función medular. Además, por las
características de la anemia (normocítica y normocrómica
con medula regenerativa) nos hace pensar que es por
enfermedades crónicas; en este caso al ser insuficiente
renal crónico es importante evaluar que causas pueden
producir anemia en estos pacientes. La causa primaria de
anemia en el contexto de una insuficiencia renal crónica
es la producción insuficiente de eritropoyetina (EPO)
por los riñones enfermos. Hay factores adicionales que
pueden causar o pueden contribuir a la anemia; estos
incluyen: la deficiencia férrica, las punciones
reiteradas, la retención de sangre en el dializador, el
sangrando gastrointestinal, las condiciones
inflamatorias agudas y crónicas.
Un punto importante en estos pacientes es cuando
comenzar a investigar la anemia. Las guías recomiendan
que se comience a estudiar la anemia cuando la
hemoglobina cae por debajo de 11g/dL (hematocrito menor
33%) en las mujeres y cuando cae por debajo 12 g/dL
(hematocrito menor 37%) en los varones. En estos casos
se debe solicitar además recuento reticulocitario, y
fundamentalmente el estudio del hierro debido a que
entre un 25-37% estas anemias se asocian con el déficit
del mismo. Los valores que se desean que tengan los
pacientes con insuficiencia renal son una hemoglobina de
11-12g/dl y un hematocrito entre 33-36% porque se vio
que estos valores mejoran la supervivencia, morbilidad y
la calidad de vida con mejoría
de la
hipertrofia ventricular izquierda y
la capacidad al ejercicio con menor
incidencia de hospitalización. El tratamiento consiste en la
administración de eritropoyetina por vía subcutánea
acompañado de hierro en forma intramuscular debido a que
promueve la eritropoyesis. Las transfusiones están
indicadas cuando la hemoglobina cae por debajo de 7 g/dl
o hay evidencia de sangrado. Un 96% de los pacientes
responden a la administración de eritropoyetina; las
causas de falta de respuesta son: deficiencia férrica
(más común), pérdida de sangre crónica, déficit de
folato o vitamina B12 y las infecciones crónicas.
Otro dato en el laboratorio que llamó la atención es el
aumento tan marcado de la velocidad de
eritrosedimentacion (VES). La VES se encuentra elevado
casi siempre en la insuficiencia renal crónica; en el
80% ronda alrededor de los 60 mm/1ª h y en un 20% tienen
valores de 100 mm/1ª h. Esto es debido a un aumento del
fibrinógeno, la anemia e hipocalcemia. Lo que hay que
remarcar es que la elevación
aislada no es indicación de estudio.
En estos pacientes, puede existir un cuadro
caracterizado por
una alteración inmuhistoquímica por un estado
inflamatorio crónico por hemodiálisis prolongada
denominado “síndrome MIA” (malnutrición, inflamación y
aterosclerosis) que puede causar malnutrición,
insuficiencia cardiaca, ateroesclerosis acelerada y
mayor susceptibilidad a infecciones.
La malnutrición es proteico-calórica; en un 33% de los
pacientes este síndrome es leve y en un 6 % es severo y
de causa multifactorial (disminución
del apetito, aumento metabolismo basal, incremento en la
hidrólisis proteica y catabolismo muscular, pobre
ingesta, falla cardiaca crónica). Existen dos tipos de
desnutrición: tipo I que es la producida por anorexia
urémica; son pacientes sin comorbilidades significativas
y tienen en el laboratorio citoquinas normales y
albúmina baja. En cambio la tipo II son pacientes con
una importante respuesta inflamatoria (alto nivel de PCR
y de citoquinas con aumento del estrés oxidativo y
catabolismo proteico). Se presentan en pacientes con
comorbilidades (por ejemplo insuficiencia cardíaca);
cursan con hipoalbuminemia marcada. Generalmente en la
mayoría de los pacientes coexisten ambos tipos de
desnutrición.
La hemoptisis se define como la
expulsión de sangre por la boca de procedencia subglótica.
Las causas más frecuentes son las infecciones
(tuberculosis, bronquiectasias), tumores (carcinoma);
otras causas son cardiovasculares (edema
agudo de pulmón, tromboembolia pulmonar,
hipertensión pulmonar, insuficiencia cardiaca) en estos casos
la hemoptisis se produce por congestión de la mucosa
bronquial con ingurgitación del sistema venoso. Otras
causas son las inmunológicas. Estas parecen descartarse
debido al buen estado clínico del paciente y al
laboratorio inmunológico normal, si bien siempre deben
tenerse en cuenta en pacientes en hemodiálisis si no se
conoce la causa que los llevó a esta situación.
Concluimos diciendo que es dificultoso conocer la causa
de la hipertensión arterial y de su insuficiencia renal.
Esta podría ser por hipertensión esencial o secundaria a
lesión vascular renal. Como concepto siempre se debe
evaluar la hipertensión secundaria en pacientes jóvenes
o que tienen una emergencia hipertensiva. Con respecto a
la anemia, esta es multifactorial, debe considerarse la
inflamación crónica en este paciente como causa
adicional de desnutrición, empeoramiento de su
insuficiencia cardiaca (ICC), y como último la ICC e
hipertensión pulmonar como causa de hemoptisis.
Bibliografía:
1-Kaplan,
NM.
Management of hypertensive emergencies. Lancet 1994;
344:1335.
2-Patel, R, Ansari, A, Grim, CE.
Prognosis and predisposing factors for essential
malignant hypertension in predominantly black patients.
Am J Cardiol 1990; 66:868.
3-Kaplan, NM. Hypertensive crises. In: Clinical
Hypertension, 7th ed, Kaplan, NM, Williams & Wilkins,
Baltimore 1998. p.265.
4-Vaughan, CJ, Delanty, N. Hypertensive emergencies.
Lancet 2000; 356:411.
5-Detection, evaluation, and treatment of renovascular
hypertension. Final report. Working Group on
Renovascular Hypertension. Arch Intern Med 1987;
147:820.
6-Rimmer, JM, Gennari, FJ. Atherosclerotic renovascular
disease and progressive renal failure. Ann Intern Med
1993; 118:712.
7-Wilcox, CS. Screening for renal artery stenosis: Are
scans more accurate than clinical criteria? (Editorial).
Ann Intern Med 1998; 129:738.
8-Buckalew, VM Jr, Berg, RL, Wang, SR, et al. Prevalence
of hypertension in 1,795 subjects with chronic renal
disease: The Modification of Diet in Renal Disease Study
baseline cohort. Am J Kidney Dis 1996; 28:811.
9-Means, RT Jr. Advances in the anemia of chronic
disease. Int J Hematol 1999; 70:7.
10-Mocks, J, Franke, W, Ehmer, B, et al. Analysis of
safety database for long-term epoetin-beta treatment. A
meta-analysis covering 3697 patients. In: Pathogenetic
and Therapeutic Aspects of Chronic Renal Failure, Koch,
KM, Stein, G (Eds), New York, Marcel Dekker 1997. p.163.
11-Hakim, RM, Lazarus, JM. Biochemical parameters in
chronic renal failure. Am J Kidney Dis 1988; 11:238.
12-Mason, K, McMahon, LP. Normalization of haemoglobin
in haemodialysis patients: A comparative study.
Nephrology 1997; 2:S305A.
13-Madore,
F, Lowrie, EG, Brugnara, C, et al.
Anemia in hemodialysis patients: Variables affecting
this outcome predictor. J Am Soc Nephrol 1997; 8:1921.
14-Eschbach, JW, Glenny, R, Robertson, T, et al.
Normalizing the hematocrit (HCT) in hemodialysis
patients (HDP) with EPO improves quality of life (Q/L)
and is safe. J Am Soc Nephrol 1993; 4:425A.
15-Eschbach, JW, Adamson, JW. Anemia of end-stage renal
disease (ESRD). Kidney Int 1985; 28:1.
16-Adamson, JW, Eschbach, JW. Management of the anaemia
of chronic renal failure with recombinant
erythropoietin. Q J Med 1989; 73:1093.
17-Hirshberg, B, Biran, I, Glazer, M, Kramer, MR.
Hemoptysis: Etiology, evaluation, and outcome in a
tertiary referral hospital. Chest 1997; 112:440.
|
|
|