Discusión del
caso clínico
Dra. Natalia Egri
Analizaré el caso de un paciente varón de 64 años con
antecedentes de diabetes (DBT), uficiencia renal
crónica en diálisis (IRCD) y etilismo que consulta por
dolor abdominal, constatándose al ingreso fiebre e
hipotensión y un patrón enzimático de colestasis. Por
dicho cuadro se inicia tratamiento empírico con
antibióticos presentando buena evolución.
En el
contexto de un paciente potencialmente inmunodeprimido
por la presencia de DBT e IRC considero cómo origen más
probable del cuadro a las infecciones, certificado
posteriormente durante la internación por la presencia
de hemocultivos positivos para estafilococo aureus
meticilinorresistente (EAMR) y enterococo faecalis (EF).
Mi incógnita inicial es investigar cual es el foco
infeccioso que produjo el cuadro.
Los
focos probables que pudieron haber dado origen al cuadro
podrían ser: colangitis aguda, neumonía aguda de la
comunidad en un huésped “especial”, bacteriemia asociada
a hemodiálisis y la endocarditis infecciosa.
La
colangitis aguda es una entidad que posee cómo factor
predisponente a la obstrucción biliar. La clásica
presentación con la tríada de Charcot (fiebre, dolor
abdominal e ictericia) se observa en el 50-75% de los
casos. En el laboratorio podemos encontrar leucocitosis,
aumento de fosfatasa alcalina (FA) y de
gamaglutamiltranspeptidasa (gGT). Los hemocultivos
generalmente son positivos. Si bien nuestro paciente
presentó fiebre y dolor abdominal, la ecografía
abdominal no evidenció litiasis vesicular ni dilatación
de la vía biliar extrahepática por lo cuál lo considero
un diagnóstico poco probable.
Por el
cuadro de tos, fiebre e hipotensión y la presencia de un
derrame pleural bilateral con características de exudado
según los criterios de Light, la neumonía es un foco
infeccioso probable en este paciente. Debido a que este
paciente presenta el antecedente de insuficiencia
cardíaca congestiva (ICC), causa más frecuente de
transudado, y de IRC considero que posee altas
probabilidades de que ése derrame pleural sea un
transudado.
En éste
contexto, y teniendo en cuenta que la diálisis podría
alterar las características fisicoquimicas del líquido
pleural, es conveniente realizar el cálculo del
gradiente de albúmina. Este paciente presentaba un
índice de albúmina mayor a 1.2. Esto, asociado a los
antecedentes descriptos, me hace sospechar que en
realidad el derrame pleural fue un transudado y no un
exudado paraneumónico, lo que aleja la posibilidad del
foco infeccioso respiratorio. Por otro lado, teniendo en
cuenta el hallazgo de EAMR y EF en los cultivos de
sangre que más raras veces producen neumonía de la
comunidad y que la tomografía de tórax no mostró
lesiones pulmonares alejan al foco respiratorio como
probable sitio inicial de infección.
Otra
posibilidad es la EI. La presencia de fiebre y
hemocultivos positivos para microorganismos capaces de
producirla son datos a favor. Es decir, un criterio
menor y un criterio mayor respectivamente de la
clasificación de Duke. Otros datos adicionales son la
presencia de soplo cardíaco y VES elevada. Cómo dato en
contra, la mejoría tanto clínica cómo de laboratorio con
un tratamiento antibiótico para el cuál uno de los
gérmenes no es sensible. Un ecocardiograma
transesofágico sería muy útil para confirmar la
presencia de vegetaciones cumpliendo así los dos
criterios mayores para el diagnóstico de EI:
hemocultivos positivos para gérmenes que pueden
producirla y vegetaciones en el ecocardiograma. Si este
es negativo, debo pensar que fue una bacteriemia
asociada a hemodiálisis ya que, si bien son más
frecuentes en presencia de un catéter intravascular,
también se presentan en ausencia del mismo.
Concluyo por el momento que lo que llevó a la
internación actual a este paciente fue una infección
grave por EAMR o EF probablemente secundario a
bacteriemia asociada a hemodiálisis. En ausencia de
evidencia de patología biliar, el patrón de colestasis
puede ser explicado por la propia sepsis (síndrome de
respuesta inflamatoria sistémica asociado a la detección
de un agente microbiano). En estos casos, el patrón
enzimático típico consiste en un aumento de
billirrubinemia desproporcionado en relación al nivel de
fosfatasa alcalina (FA) y de transaminasas.
Analizando la evolución del paciente durante la
internación, existen algunos datos que no pueden ser
explicados únicamente por la infección aguda cómo la
persistencia de FA elevada, VES persistentemente elevada
y un LCR alterado. Esto me lleva a pensar en la
posibilidad de la presencia de una enfermedad sistémica
subyacente. En función de lo anterior, haré referencia a
la Tuberculosis (TBC).
La TBC
miliar surge por diseminación hemática del M.
tuberculosis y se caracteriza por la afección sistémica
siendo el hígado, bazo y pulmón los más afectados. El
compromiso del sistema nervioso central (SNC) es raro.
La
meningitis tuberculosa clínicamente puede presentar
cefalea, rigidez de nuca, sudoración nocturna, u otros
cómo cambios en la personalidad y confusión, éste último
presente en el caso analizado. En más del 50% de los
casos se observan en radiografía de tórax signos de
antigua lesión pulmonar o patrón miliar. Si bien nuestro
paciente presenta en la tomografía axial computada (TAC)
de tórax una imagen de aspecto nodular probablemente
calcificada en proyección pleural, no existen evidencias
suficientes de que la misma sea una secuela de ésta.
Para su diagnóstico son útiles los hallazgos del LCR. La
tinción de Ziel Nielsen es positiva en un 25% de los
casos, y el cultivo en un 75%. Como concepto, la
determinación de adenosindeaminasa (ADA) en el líquido
cefalorraquídeo (LCR) no es especifica, pero un valor de
corte de 15,5 U/L permite diferenciar a la meningitis
tuberculosas de las no tuberculosas con una sensibilidad
(S) y especificidad (E) del 75% y 93% respectivamente.
La reacción en cadena de la polimerasa (PCR) se
recomienda siempre que la sospecha clínica sea alta y el
directo del LCR negativo con una S del 70-80%.
Otra
entidad más alejada que puede presentar en LCR
hiperproteinorraquia y pleocitosis es la neurosífilis,
pero el diagnóstico de la misma se aleja debido a la
presencia de VDRL sérica y en LCR negativas y a la
ausencia de otros síntomas y signos compatibles.
Teniendo en cuenta la alta prevalencia de tuberculosis
en nuestro medio y con un LCR compatible, planteo la
posibilidad de realizar una punción lumbar luego de
resuelto el proceso infeccioso para determinar si
persisten las mismas alteraciones, de ser así trataría
de descartar la presencia de TBC.
Como
conclusión considero que nuestro paciente tiene una
infección por EAMR y/o enterococo faecalis, con
compromiso hepático que explica parte del patrón de
colestasis que presentó el paciente al ingreso en el
contexto de inmunosupresión por sus antecedentes
patológicos (DBT, IRCD y probable hepatopatía crónica)
La
presencia de otros datos cómo la alteración del LCR, VES
elevada y una FA con un valor > a 10 veces del valor
normal me hace pensar en la presencia de alguna
enfermedad sistémica subyacente.
En
cuánto a la conducta a seguir continuaría tratamiento
antibiótico, realizaría hemocultivos de control
intratamiento, un ecocardiograma transesofágico y una
nueva punción lumbar de control para determinar si
persisten las alteraciones en LCR. Si luego de la
resolución de la intercurrencia infecciosa persiste el
patrón enzimático de colestasis plantearía la
posibilidad de realizar biopsia hepática en un segundo
tiempo.
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