El conocimiento sobre la
sexualidad humana, es construido. No está dado
por sí mismo. Los aspectos con los que se construye este
“edificio”, comprende numerosas facetas o “ladrillos”.
Dependiendo de la especialidad o el interés, así será el
acento que coloquemos en uno u otro aspecto. De lo que
estamos seguros, es de que en cada hecho sexual, existe
la posibilidad de atravesarlo desde múltiples ópticas –
o lo que también llamamos “perspectivas” – y es
casi imposible quedarnos con una, so pena de efectuar
una “mutilación reduccionista”, que nos enceguezca y
que finalmente, tengamos la ilusión de que “la parte,
es el todo”. Todo este conocimiento, alcanza,
indudablemente, a la concepción actual de la pareja
humana. Existen transformaciones de las cuales, da
cuenta la Sociología:
1)
Transformación de la familia extensa, en apenas
el núcleo de la familia pequeña.
2)
La pareja, se ha convertido en el “blanco
preferido” de la mayoría de los conflictos.
3)
Los abuelos viven separados y los hijos, en la
medida en que crecen y se producen alternativas para
ganar su propio sustento, se separan de la familia
nuclear.
4)
La pareja ya no es “hasta que la muerte nos
separe”. La institución del divorcio, ha proporcionado
alivio a numerosas parejas que estaban separadas de
hecho.
5)
Hoy, la institución de “vivir en pareja”, se
produce en dos sentidos, muy anteriores en edad que en
la época de nuestros padres, y se “vive en pareja”,
mucho antes de la propuesta matrimonial formal.
El descenso de la edad de iniciación
sexual es marcado. Hoy, en la Ciudad de Buenos Aires, la
edad promedio de iniciación es de 15 años ().
Ya en 1973, en Alemania, la mitad de los jóvenes, habían
tenido relaciones sexuales, antes de los 16 años. Una
buena cantidad de estos jóvenes, pese a estar
suficientemente informados, no incorporan
anticonceptivos, ni ningún otro método; tanto en Buenos
Aires, como en París, se constatan los mismos fenómenos
()
Hay indicios de insatisfacción en las relaciones
sexuales ()
Erickson, ya hace más de medio siglo, advirtió (),
que normalidad ideal, es la genitalidad “utópica” y que
debería incluir:
1)
La reciprocidad del orgasmo. No la simultaneidad.
2)
Con mutuo amor.
3)
Heterosexual.
4)
Con alguien con quien compartir la confianza.
5)
Con alguien que se pueda y se quiera sintonizar
el ciclo de : a) trabajo, b) procreación, c) recreación;
6)
Y con quien se pueda asegurar a los hijos, un
desarrollo satisfactorio.
El propio Erickson, en el mismo
escrito, advierte que el logro, resulta totalmente
utópico y que en manera alguna, puede considerarse que
los problemas sean exclusivamente sexuales. La clínica
cotidiana en la materia, confirma esos dichos.
Desde el punto de vista del
Psicoanálisis, se habla de una “conflictología” término
acertado ()
considerando que el hombre mismo se encuentra
constituido conflictivamente. Y este aspecto es normal,
en la medida que no alcance cierta intensidad y que el
sujeto pueda soportarlo. En muchas ocasiones, el
carácter permanente del conflicto humano, nos obliga a
considerar los casos de cierta gravedad, es decir,
introducir una noción cuantitativa, que es sumamente
difícil definir o precisar.
En cada cuadro psicopatológico,
deberíamos indagar, si el problema es evolutivo,
circunstancial o estructural. Así, un trastorno sexual
común, como una falla eréctil u orgásmica femenina ¿se
trata de un problema evolutivo por tener
el paciente alrededor de veinte años? ¿o por haber
estado en circunstancias no
adecuadas de tiempo y/o lugar, es apenas un producto
momentáneo, de las circunstancias? ¿O se trata de un
problema endocrino, que compromete al conjunto de la
vida sexual y se encuentra deteriorada la
estructura?
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