Repasando el metabolismo fosfocálcico
New England Journal of Medicine – Volumen 360; 2 de
Abril de 2009.
El
metabolismo fosfocálcico y sus trastornos es uno de los
temas que suelen poner a prueba la memoria e
inteligencia de los médicos especialistas en Clínica
Médica. Hace unos meses, la revista The New England
Journal of Medicine publicó la discusión de un caso
clínico en formato Clinical Problem-Solving, que
abordó este complejo pero apasionante tema.
Resumidamente, se trata de una mujer de 51 años que
presenta un cuadro de varios meses de evolución iniciado
con una fractura de femur interpretada inicialmente “por
estrés” (aquella no producida por un traumatismo) y
posterior desarrollo de astenia, debilidad y dolores
osteomusculares, principalmente lumbar bajo, brazos y
tórax (costillas). Dentro de los exámenes
complementarios resalta el diagnóstico de osteopenia por
densitometría ósea (DMO), una TAC toraco-abdomino-pélvica
sin alteraciones, y valores analíticos normales de
hemograma, glucemia, ionograma, función renal, hepática
y tiroidea y proteinograma por electroforesis normales.
En cuanto al estudio del metabolismo fosfocálcico
destacaba: calcemia normal, hipofosfatemia (1,1 mg/dl;
VN: 2,4 – 4,5) y fosfaturia elevada (970 mg/24 hs; VN:
<100), fosfatasa alcalina normal, parathormona normal y
niveles de 1,25-dihidroxivitamina D en el límite
inferior (15 pg/dl; VN: 15 – 60) y 25-hidroxivitamina D
discretamente descendidos (16 pg/dl; VN: 20 – 100). Vale
la pena rescatar algunos conceptos que deja la
discusión:
-
En el contexto
clínico de dolores óseos, una fractura por estrés
debe ser interpretada como patológica. Las dos
causas iniciales a descartar son neoplasias y
enfermedades metabólicas del hueso. Entre las
primeras cabe destacar a las metástasis de tumores
sólidos y al mieloma múltiple, y entre las últimas a
la osteoporosis, osteomalacia, osteítis
fibroquística secundaria a hiperparatiroidismo y
enfermedad de Paget.
-
Si bien la
Osteoporosis (Op) es la causa más común de
osteopenia definida por los valores de T-score entre
–1 y –2.5 por DMO, no es la única causa. La Op
afecta a determinados pacientes (ej. principalmente
mujeres postmenopáusicas), no se asocia con dolores
óseos y, como regla básica, los valores séricos de
calcio, fósforo, fosfatasa alcalina, parathormona y
vitamina D son normales. El axioma es “osteopenia no
es sinónimo de osteoporosis”.
-
Cuando el
paciente tiene clínica (dolores óseos, fracturas
patológicas) o alteraciones analíticas del
metabolismo fosfocálcico deben investigarse otras
causas de osteopenia, entre ellas la osteomalacia
(Om). La presencia de pseudofracturas o fracturas de
Looser como tenía la paciente del caso clínico,
sugieren fuertemente este diagnóstico.
-
La mayoría de
los casos de Om son secundarios al déficit de
vitamina D o de fosfato. La primera es la causa más
común, sobre todo en ancianos malnutridos y que se
exponen poco al sol. Cuando esta enfermedad es
clínicamente evidente (osteopenia, pseudofracturas,
dolores óseos, etc), los valores de
25-hidroxivitamina D suele ser < 10 ng/dl (si bien
el límite inferior normal es 20 ng/dl y lo habitual
es que un adulto sano tenga valores > 30 ng/dl).
Para poder realizar un diagnóstico etiológico del
trastorno del metabolismo fosfocálcico debe tenerse bien
presente su homeóstasis fisiológica, lo cual es
imposible de resumir brevemente. Para ajustarlo al caso
clínico planteado merece la pena mencionar las
siguientes claves diagnósticas:
-
La
hipofosfatemia con normocalcemia, principal hallazgo
bioquímico del caso, pueden depender o no del
aumento de parathormona (PTH), por lo cual su
determinación sérica es mandatoria para abrir el
juego diagnóstico.
-
La PTH elevada
junto a una calcemia normal es el hallazgo
bioquímico del hiperparatiroidismo secundario cuyas
causas más comunes son la insuficiencia renal
crónica avanzada (fácil de descartar con una
determinación de creatinina) y la deficiencia de
vitamina D. En esta última, la consecutiva
disminución de la absorción intestinal de calcio (y
fosfato) estimula la liberación de PTH con lo cual
se mantiene la normocalcemia (por resorción ósea y
reabsorción de calcio a nivel renal) y se produce
hipofosfatemia (porque a nivel renal la PTH induce
pérdida de fosfato que se suma a la disminución de
la absorción intestinal por el déficit vitamínico).
Como en el caso expuesto los valores de PTH eran
normales, se ahondó en las causas de hipofosfatemia
no dependientes de PTH.
-
La
hipofosfatemia no dependientes de PTH son
situaciones raras y se producen por un aumento de
las perdidas urinarias de fosfatos, situación
clínica denominada “diabetes fosfatúrica”. El
Síndrome de Fanconi es el ejemplo clásico de este
cuadro, suele detectarse en la infancia siendo la
hipofosfatemia por hiperfosfaturia un hallazgo más
junto a hipouricemia, glucosuria, bicarbonaturia y
acidosis tubular renal). En adultos pueden existir
formas parciales (Síndrome de Fanconi Adquirido)
secundarias a mieloma, síndrome de Sjogren o por
toxinas (como el plomo) en las que la fosfaturia es
el principal hallazgo.
-
La
hipofosfatemia es un fuerte estímulo fisiológico
para la conversión de vitamina D en su forma activa
a nivel renal, por lo que en este contexto de
hipofosfatemia marcada, los niveles de
25-hidroxivitamina D deberían ser elevados. Es por
esta combinación de hipofosfatemia y valores
discretamente bajos de 25-hidroxivitamina D que el
discusor sospecha la presencia de fosfatoninas (u
hormona fosfatúricas), sustancias secretadas por
tumores mesenquimáticos inductores de osteomalacia
(generalmente fibromas y hemangiopericitomas), que
pueden producirla. La determinación sérica elevada
del Factor de Crecimiento Fibroblástico-23, una de
las hormonas fosfatúricas que más comunmente se
asocian con Om inducida por Tumores.
-
Finalmente, la
detección por gammagrafía con octeótride marcada con
indio-111 de una masa costal interpretada
inicialmente como un callo óseo, y su resección
quirúrgica posterior, resolvieron las alteraciones
del metabolismo fosfocálcico. El diagnóstico
anatomopatológico final fue el de un tumor
simil-hemagiopericitoma probablemente benigno.
Más allá del diagnóstico final, el proceso de
razonamiento del caso planteado discurre entre las
patologías que afectan el metabolismo óseo y está
excelentemente desarrollado. A mi entender, una de las
mejores formas de estudiar el metabolismo fosfocálcico
es a partir de casos clínicos; este Clinical
Problem-Solving supera ampliamente este objetivo.
Reilly BM, Hart PD, Mascarell S, et al. A Question Well
Put:
Clinical Problem-Solving.
N Engl J Med 2009;360:1446-1451.
Comentario: Dr. Javier Montero. Unidad
de Medicina Interna. Hospital Povisa, Vigo, España. |
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