Bajas dosis de aspirina para la prevención primaria de
eventos ateroscleróticos en pacientes con DBT tipo 2
Ogawa H, Nakayama M, Morimoto T, et al. JAMA. 2008;
300(18):2134-2141.
La enfermedad cardiovascular y otras complicaciones
vasculares relacionadas con la aterosclerosis son la
principal causa de morbilidad y mortalidad entre las
personas diabéticas. El riesgo anual de muerte por
enfermedad cardiovascular es 2 a 4 veces superior en
personas diabéticas que en las que no lo son. Por tal
motivo diversas guías (como la propuesta por la American
Diabetes Association) recomiendan el tratamiento con
aspirina como estrategia de prevención primaria en
personas con un riesgo vascular elevado o diabéticos a
partir de los 40 años. No obstante, tal recomendación
parece estar basada en resultados de estudios que no
tuvieron como objetivo evaluar la eficacia de tal medida
en la población de pacientes diabéticos tipo 2.
Para investigar los beneficios potenciales del uso de la
aspirina en diabéticos con respecto a la prevención
primaria de enfermedad vascular, el estudio JPAD (Japanese
Primary Prevention of Atherosclerosis With Aspirin for
Diabetes), randomizado, realizado en 163 centros de
Japón, incluyó sólo a personas con diabetes tipo 2 y sin
enfermedad vascular previa conocida. Un total de 1.262
participantes fueron asignados al azar a recibir, de
forma abierta, aspirina a dosis de 81 a 100 mg al día,
mientras que 1.277 participantes no recibieron el
tratamiento antiagregante. La edad media de los
participantes fue de 65 años, los cuales tenían además
hipertensión arterial (58%), cifras elevadas de
colesterol (53%) o alguna otra complicación
microvascular (57%). El seguimiento promedio fue de
4,37 años, luego de dicho lapso se evaluó como resultado
principal la progresión de la enfermedad vascular (un
primer episodio de infarto agudo de miocardio, angina
inestable, accidentes isquémicos transitorios o
establecidos, enfermedad vascular periférica o aórtica,
muerte súbita o muerte por causa vascular).
La enfermedad vascular progresó en 5,4% de los
participantes que recibieron aspirina (68 pacientes) y
en 6,7% de los que no recibieron tratamiento
antiagregante (86 pacientes). Tal diferencia no fue
estadísticamente significativa (p=0,16). Al analizar
los resultados en el subgrupo de mayores de 65 años,
hubo en estas personas un beneficio leve pero
significativo entre los que recibieron aspirina.
Al examinar la presencia de efectos adversos, la
aspirina fue bien tolerada. Un total de 13 accidentes
cerebrovaculares hemorrágicos fueron reportados, sin
diferencia significativa entre ambos grupos. Esto
también fue así al comparar todos los eventos
hemorrágicos importantes, incluyendo los episodios de
hemorragia digestiva.
Del análisis preliminar de este estudio parece evidente
la ausencia de indicación de aspirina en pacientes
diabéticos tipo 2 para profilaxis primaria de la
enfermedad aterosclerótica y sus complicaciones. No
obstante, es razonable considerar que la población en
estudio presenta características demográficas
especiales, y el control de otros factores de riesgo
(como presión arterial, sobrepeso y colesterolemia
entre otros) puede influir en la presencia relativamente
baja de complicaciones presentes en el estudio. Estas
variables distintivas a nivel poblacional deben ser
tenidas en cuenta al momento de comparar resultados de
estudios de cualquier índole, por lo cual resultaría
óptimo poseer datos similares obtenidos en población
latinoamericana.
Comentario:
Diego Bértola. Residente de Clínica Médica. Hospital
Provincial del Centenario. Rosario. |