Discusión del
caso clínico
Dra. Natalia Egri
Analizaré el caso clínico de un paciente varón de 57
años con antecedentes de insuficiencia cardiaca
congestiva, fibrilación auricular y diabetes mellitus en
tratamiento con amiodarona durante 16 años, que presenta
un bocio, con determinación de hormonas tiroideas
compatible con hipertiroidismo, anticuerpos
antitiroideos positivos, derrame pleural unilateral y
poliglobulia.
Plantearé el análisis teniendo en cuenta tres ejes, que
luego veremos si se relacionan entre sí: por un lado la
presencia de bocio e hipertiroidismo, luego el problema
que motiva la internación del paciente, es decir el
derrame pleural unilateral y finalmente la poliglobulia.
Nuestro paciente presenta un bocio multinodular,
tirotrofina baja, triyodotironina (T3L) y
Tiroxina (T4L) libres elevadas, patrón
compatible con hipertiroidismo y anticuerpos
antitiroideos positivos, lo cual habla de una enfermedad
tiroidea autoinmune.
En
primer lugar haré referencia a aquellas entidades
capaces de producir bocio e hipertiroidismo. Entre ellas
tenemos a la enfermedad de Graves Basedow, la tiroiditis
de Hashimoto, daño tiroideo por amiodarona y el bocio
multinodular tóxico.
La
enfermedad de Graves Basedow constituye la causa más
frecuente de hipertiroidismo (60-90%), se asocia con
otras enfermedades autoinmunes organoespecíficas (5-10%)
como diabetes tipo I, anemia perniciosa, miastenia
gravis, enfermedad de Addison. Además de la clásica
presentación con oftalmopatía y mixedema pretibial, este
último poco frecuente (4%); existe la forma apática de
Lahey, más frecuente en mayores de 40 años que cursa con
apatía, pérdida de peso y miopatía. Las formas
incompletas se presentan en un 43.5%. Existen varios
anticuerpos antitiroideos presentes en esta entidad,
siendo específicos de la misma aquellos producidos
contra el receptor de TSH, con acción estimulante
símilar a esta última hormona. Están presentes en un
80-85% de los pacientes, no son necesarios para el
diagnóstico y están indicados para diagnóstico
diferencial con otras formas de hipertiroidismo o
remisión de la enfermedad. Además pueden presentar
anticuerpos antitiroglobulina en un 50-75% y
antiperoxidasa en un 50-80%. Existen factores
desencadenantes cómo la tensión psicológica y la
administración de yodo, recibido por nuestro paciente a
través del uso amiodarona.
¿Existe la asociación de la enfermedad de Graves Basedow
con la tiroiditis de Hashimoto?
Sí,
ambas comparten los anticuerpos anti–TSH y los
antitiroglobulinas y está descripta la progresión a
hipotiroidismo autoinmune.
El
diagnóstico se realiza con un cuadro clínico compatible
y determinación de hormonas tiroideas.
Como
datos a favor de la presencia en nuestro paciente de la
enfermedad de Graves Basedow tenemos una determinación
de hormonas tiroideas compatible con hipertiroidismo,
factores desencadenantes como tensión psicológica y uso
de amiodarona y evidencias de autoinmunidad expresada
por altos títulos de anticuerpos antitiroideos.
Como
datos en contra la ausencia de síntomas y signos típicos
de hipertiroidismo y presencia de un bocio multinodular
no característico de esta entidad como lo es un bocio
difuso liso.
La
Tiroiditis de Hashimoto es una tiroiditis crónica
autoinmune que, al igual que la enfermedad de Graves
Basedow, se asocia con enfermedades autoinmunes
organoespecíficas; en un 20% de los casos puede cursar
con síntomas y signos de hipotiroidismo y en los sujetos
de edad avanzada es más frecuente la presentación con
hipotiroidismo y bocio grande, siendo este último
generalmente irregular y pueden hallarse nódulos
tiroideos. Existen formas clínicas atípicas como la
pseudotirotóxica, la subaguda, con bocio doloroso y la
Hashitoxicosis. Esta última consiste en la coexistencia
de hiperfunción tiroidea e histología de Hashimoto;
puede presentar un curso clínico fluctuante pasando de
hipotiroidismo a hipertiroidismo o al revés. Este curso
fluctuante se explica por la presencia de anticuerpos
anti-TSH que pueden actuar como estimulantes o
bloqueadores de la glándula tiroides en diferentes
momentos de la enfermedad. Los anticuerpos
antiperoxidasa se correlacionan con el grado de
infiltración linfoplasmocitaria y junto con los
antitiroglobulinas están presentes en un 97-100% de los
pacientes.
En
cuanto a los métodos morfológicos, la gammagrafía
tiroidea inicialmente puede ser normal y luego con la
evolución de la enfermedad mostrar la típica
distribución heterogénea. El método que confirma el
diagnóstico es la punción aspiración con aguja fina (PAAF).
Nuestro paciente presenta un bocio irregular con
múltiples nódulos, anticuerpos antitiroideos a títulos
elevados, captación heterogénea y patrón hormonal
compatible con hipertiroidismo, por lo cual lo considero
un diagnóstico probable.
Otro
elemento a considerar es que el paciente recibió
tratamiento con amiodarona durante 16 años en dosis
sumamente elevadas. Por lo tanto haré referencia a los
efectos de la amiodarona en la glándula tiroides:
La
amiodarona posee un elevado contenido de yodo, una
vida media prolongada de 40-100 días aproximadamente.
Produce un efecto tóxico directo en las células
foliculares con diferentes consecuencias según la
patología tiroidea subyacente. Puede producir
básicamente bocio, hipertiroidismo (Jod-Basedow)
o hipotiroidismo.
El hipertiroidismo es de difícil
reconocimiento debido a que generalmente es
paucisintomático, los pacientes presentan alteraciones
cardíacas previas y a la difícil interpretación de las
pruebas de función tiroidea. Se han descrito dos
variedades, el tipo I cursa con aumento de T3 y T4,
bocio multinodular o difuso y responde al tratamiento
con metimazol. El tipo II consiste en una tiroiditis
destructiva, con bocio difuso pequeño o ausente y
responde generalmente al tratamiento con metimazol y
corticoides.
Nuestro paciente tiene el antecedente de haber realizado
tratamiento con amiodarona durante 16 años, y presenta
un bocio multinodular, con determinación hormonal
compatible con hipertiroidismo y anticuerpos
antitiroideos positivos, por lo tanto podríamos estar
ante la presencia de un hipertiroidismo por amiodarona
sobreagregado a una enfermedad tiroidea autoinmune.
Otras
de las entidades a considerar es el bocio
multinodular tóxico. Su prevalencia aumenta con la
edad, la exposición al yodo puede desencadenar o
exacerbar el hipertiroidismo y los anticuerpos
antitiroideos están ausentes o son positivos a títulos
bajos. La gammagrafía muestra una captación heterogénea
y está indicada la PAAF en todos los casos.
Si
bien nuestro paciente presenta altos títulos de
anticuerpos antitiroideos, la presencia de un bocio
multinodular con hipertiroidismo hace necesario
considerarlo en los diagnósticos diferenciales.
Otro
de los ejes a considerar es el derrame pleural
unilateral de nuestro paciente. Según el análisis
citofisicoquímico del líquido pleural corresponde a un
exudado. Las entidades que más se asocian con este tipo
de derrames son las neoplasias primarias y secundarias;
el uso de amiodarona (como nuestro paciente), las
infecciones como la tuberculosis, el tromboembolismo de
pulmón y las colagenopatías.
Nuestro paciente tiene un exudado,
serohemático, masivo con rápida reproducción y
características sugestivas de derrame pleural de origen
neoplásico, por lo cual haré referencia fundamentalmente
a este último. Como mencioné previamente, la etiología
puede ser primaria como el mesotelioma pleural o
secundaria como las metástasis, siendo estas últimas las
más frecuentes. El síntoma más común es la disnea (>
50%) seguido por dolor torácico. En cuanto a la magnitud
de los mismos, generalmente son grandes y en ocasiones
incluso masivos (ocupan la totalidad del hemitórax)
Dentro de las causas secundarias la más común es el
cáncer de pulmón (50%), que se asocia con cualquier tipo
histológico siendo el más frecuente el adenocarcinoma.
En segundo lugar le sigue cáncer de mama, y en tercer
lugar los linfomas (10%), tanto Hodgkin como no Hodgkin,
pudiendo ser uni o bilateral. Otros menos frecuentes son
la leucemia, tumores gastrointestinales, el mieloma
múltiple (6%).
Si
bien las metástasis constituyen la causa más frecuente
de derrame pleural neoplásico, nuestro paciente no posee
lesiones en parénquima pulmonar y además no presenta
ninguna alteración en la tomografía computada (TC) de
abdomen y pelvis, por lo cual lo considero un
diagnóstico alejado.
El
mesotelioma pleural puede ser benigno o maligno. El
primero no posee relación con el asbesto, su tamaño es
variable de 5-30 cm, puede ser pediculado en un 40%, a
veces con componente quístico. Generalmente no produce
derrame pleural y en la TC de tórax refuerza con
contraste. Nuestro paciente presenta un derrame pleural
masivo por lo cual a la forma benigna la considero un
diagnóstico alejado. El Mesotelioma pleural maligno es
poco frecuente y se presenta fundamentalmente en sujetos
de 50-60 años. La asociación con el asbesto se presenta
en un 70% de los casos, siendo en un 95% de los caso
bilateral. Existen diferentes tipos histológicos: el
epitelial, el sarcomatoide y el mixto. El primero es la
forma más común (50-60%), es de mejor pronóstico, y debe
diferenciarse del adenocarcinoma metastático de pleura.
Clínicamente puede ser asintomático, siendo un hallazgo
en la radiografía de tórax, o sintomático presentándose
con disnea, dolor torácico y menos frecuentemente a
síndromes paraneoplásicos.
En
cuanto a los métodos diagnósticos son de utilidad la
radiografía de tórax (la cual puede mostrar un
engrosamiento pleural - como en nuestro paciente -
generalmente difuso y derrame pleural), la citología del
líquido pleural (sensibilidad de 58%) y la biopsia
pleural.
Como
datos a favor de la presencia de un mesotelioma tenemos
el engrosamiento pleural, derrame pleural y la ausencia
de tumor primario conocido; como datos en contra
contamos con la escasa frecuencia de esta entidad en
nuestro medio y la ausencia de exposición al asbesto.
Dado
que considero como más probable al origen neoplásico del
derrame pleural mencionaré algunas generalidades del
mismo: el citofisicoquimico del líquido pleural
generalmente muestra un predominio linfomononuclear, con
un pH < 7.3 en el 50% de los casos. La citología del
líquido pleural es un método simple con una sensibilidad
variable (62-90%).
En
cuanto a la biopsia pleural (método de confirmación
diagnóstica), puede ser cerrada (percutánea), con una
sensibilidad de un 40-75%, diagnostica un 7-12% de los
derrames pleurales cuando la citología es negativa y un
dato a tener en cuenta es que la visualización del
engrosamiento pleural en los métodos de diagnóstico por
imágenes permite realizar una biopsia guiada por TC
constituyendo una alternativa a la toracoscopia. Esta
última permite realizar biopsia de pleura visceral y
parietal y además de diagnóstica es terapéutica.
Nuestro paciente tiene el antecedente de exposición a
altas dosis de amiodarona. ¿La misma podría
explicar el derrame pleural?
Al
hablar de daño por la droga se ha visto que existe mayor
correlación con la dosis total acumulativa que con los
niveles séricos de la misma. La incidencia de daño
pulmonar es de un 5-15% con dosis mayores a 400 mg/día,
pudiendo ocurrir meses o años luego del inicio de la
terapia. Existen múltiples formas de presentación tales
cómo:
§
Neumopatía intersticial subaguda
§
Neumopatía infiltrante con eosinófilos
§
Neumonía organizada
§
Fibrosis pulmonar
§
Nódulos pulmonares
§
Daño
alveolar difuso
§
Derrame pleural
§
Engrosamiento pleural
En
cuanto al derrame pleural es un exudado que puede ser
unilateral. Se han descriptos casos de derrame masivo
que generalmente presentan patología pulmonar
concomitante. El diagnóstico se realiza por exclusión y
constatando en el tiempo la resolución de las lesiones
mediante la suspensión de la droga.
En
función de lo comentado considero a la toxicidad por
amiodarona una causa probable de derrame pleural dada
las altas dosis y al largo tiempo de uso de la misma por
nuestro paciente.
Por
último haré referencia a la poliglobulia. Por definición
se habla de la misma ante la presencia de hemoglobina >
16.5 g/dL en las mujeres o > 18.5 g/dL en los
hombres; hematocrito mayor a 48% o mayor a 52% en
mujeres y hombres respectivamente; o un aumento de la
masa globular total.
La
poliglobulia puede ser primaria cómo la policitemia vera
o secundaria. En esta última existe un aumento de los
niveles de eritropoyetina el cual puede ser fisiológico
como en el caso de los sujetos con enfermedad pulmonar
obstructiva crónica (EPOC), en las alturas, shunts,
fumadores y existe hipoxemia y disminución de la
saturación de oxígeno; o no fisiológica como en tumores
o enfermedades renales.
Nuestro paciente no presenta esplenomegalia,
trombocitosis y ningún otro signo sugestivo de
policitemia vera; no existen evidencias de algún tumor
asociado con la producción de eritropoyetina. Por otro
lado, presenta hipoxemia y el antecedente de
insuficiencia cardiaca por lo cual considero como causa
más probable a la poliglobulia secundaria fisiológica y
solicitaría la determinación de eritropoyetina que en
esta entidad los niveles se encontrarían elevados.
Como
conclusión considero que estamos frente a dos entidades
diferentes: por un lado la patología tiroidea y por el
otro el derrame pleural. No puedo justificar la
existencia de ambas por una sola etiología. Si bien la
amiodarona puede producir daño tiroideo y pleural
existen algunos datos que me hacen pensar que contribuye
en la etiología de ambos problemas pero no es la única
responsable de los mismos. No existen dudas de la
presencia de una enfermedad tiroidea autoinmune, y
existen muchos datos a favor de la tiroiditis de
Hashimoto la cuál podría estar enmascarada por el uso de
amiodarona.
En
cuanto al derrame pleural, si bien la toxicidad por
amiodarona es un diagnóstico atractivo, considero como
más probable al origen neoplásico. ¿Mesotelioma?
En lo
concerniente a la conducta a seguir solicitaría una
nueva determinación de hormonas tiroideas, anticuerpos
anti receptor de TSH, gammagrafía tiroidea y una punción
aspiración con aguja fina (PAAF) de alguno de los
nódulos tiroideos. Si la segunda biopsia pleural es
negativa realizaría una toracoscopia para descartar el
origen neoplásico del derrame pleural.
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