Discusión del
caso clínico
Dra. Andrea
Sánchez
Se discute el caso de un paciente varón de 64 años, que
consulta por un cuadro de pérdida de peso, tos con
expectoración hemoptoica, disnea, fiebre y lesiones
cianóticas que evolucionan a necrosis en partes acras.
Como antecedentes patológicos presenta tabaquismo
intenso, etilismo y una neumonía aguda de la comunidad
con requerimiento de internación en Unidad de Cuidados
Intensivos tres meses previos al ingreso. En el
laboratorio destacan la presencia de anemia,
leucocitosis, plaquetopenia, insuficiencia renal y
velocidad de eritrosedimentación elevada. La radiografía
de tórax es patológica, y el ecocardiograma
transtorácico informa insuficiencia tricuspídea.
Voy a tomar como dato guía de mi discusión las lesiones
eritematosas, cianóticas y necróticas en manos y pies,
teniendo en cuenta que las mismas se presentan en el
contexto de un paciente tabaquista, con mal estado
general, con síntomas respiratorios, fiebre,
insuficiencia renal y alteraciones al laboratorio
hematológico. Si bien ante este cuadro, el primer
diagnóstico en el que pienso es vasculitis, considero
necesario descartar otras enfermedades que pueden
simularlas:
embolias (embolia grasa, endocarditis infecciosa, mixoma
auricular), estenosis o espasmo vascular (aterosclerosis
o tromboangeítis obliterante, displasia fibromuscular,
drogas) y trombosis vascular (coagulación vascular
diseminada, púrpura trombótica, necrosis por
dicumarínicos, síndrome antifosfolípidos).1
La embolia ateromatosa es una entidad
subdiagnosticada, que presenta gran morbimortalidad. Se
presenta generalmente en individuos con aterosclerosis
avanzada. Puede presentarse en forma espontánea o, lo
que es más frecuente, en forma posterior a
procedimientos, como por ejemplo cirugía abdominal,
arteriografía o cateterismo cardíaco. Clínicamente se
presenta con fiebre, pérdida de peso, anorexia, fatiga,
mialgias, náuseas, vómitos. A nivel cutáneo presentan
livedo reticularis y cianosis digital. Cuando la
afectación es multisistémica simula una vasculitis
necrosante. Al laboratorio presenta eosinofilia (80% de
los casos), VES y PCR elevadas y complemento disminuido.1,2
Ahora bien, ¿puedo plantear el diagnóstico de
embolia ateromatosa en este paciente? No presenta
historia de aterosclerosis ni de factores
desencadenantes. En la embolia ateromatosa generalmente
el compromiso es localizado, excepto infrecuentes casos
de afectación multisistémica, como sería este caso. En
el laboratorio no presenta eosinofilia, posee VES
elevada y los valores de complemento aún se encuentran
pendientes. Por lo tanto considero este diagnóstico poco
probable.
La endocarditis infecciosa es una infección que
se produce como consecuencia de la proliferación de
microorganismos en el endotelio cardíaco, cuya lesión
característica es la vegetación valvular. Las
manifestaciones cutáneas son consecuencia de la
embolización de fragmentos de vegetación o del depósito
de inmunocomplejos circulantes. Las embolias pueden
presentarse en cualquier momento de la infección, ya
sea como primer síntoma o aún después del tratamiento
antibiótico. Los lugares más frecuente de afectación son
las extremidades, esplénicas, cerebrales y
mesentéricas.1,3
Hay situaciones clínicas frecuentes que sugieren el
diagnóstico de endocarditis infecciosa:
v
síndrome febril de causa incierta, especialmente en
paciente con soplo cardíaco
v
fiebre inexplicable en portador de una prótesis valvular
cardíaca
v
anemia, anorexia, astenia y fiebre en paciente mayor de
50 años, especialmente si presenta soplo
v
embolia sistémica y fiebre
v
síndrome febril y petequias
Para unificar criterios diagnósticos es útil la
utilización de los criterios de Duke, que consisten en
criterios mayores (microbiológicos y evidencias de
compromiso endocárdico) y cinco criterios menores. Puede
realizarse diagnóstico definitivo con la presencia de
dos criterios mayores, uno mayor y tres menores o de los
cinco criterios menores.4 Este diagnóstico es
poco probable en este caso, ya que no reúne los
criterios necesarios, evolucionó afebril con el
tratamiento antibiótico instaurado para el foco
respiratorio, el soplo es tricuspídeo (que es una
ubicación infrecuente para endocarditis infecciosa) y no
presentó modificaciones durante la internación.
El mixoma auricular es un simulador importante de
vasculitis. Presenta como manifestaciones clínicas
fiebre, pérdida de peso, fenómeno de Raynaud y
manifestaciones embolicas. En el laboratorio suele
destacarse la presencia de anemia y velocidad de
eritrosedimentación elevada.1,5 Este paciente
presenta un ecocardiograma transtorácico sin evidencia
de tumor, en consecuencia lo considero un diagnóstico
poco probable.
Algunas enfermedades que producen estenosis o espasmo
vascular deben también ser consideradas, como la
tromboangeítis obliterante (de Leo Buerger).
Presenta una asociación importante con el consumo de
cigarrillos (dato presente en este caso), pero tiene una
evolución lenta, con obstrucción progresiva de la luz
vascular, y se manifiesta clínicamente por claudicación
intermitente y úlceras isquémicas (este cuadro es de
presentación aguda).1,6 La exposición a
drogas como anfetaminas, cocaína o derivados del
ergot pueden simular este cuadro, pero en este caso
no hubo consumo de tales fármacos.1
Una trombosis vascular, como en el caso de
coagulación intravascular diseminada (CID) podría
ser una causa posible. Es un síndrome y siempre se
encuentra asociado a una enfermedad subyacente. Se
caracteriza por la activación sistémica del sistema de
la coagulación, que resulta en la generación y depósito
de fibrina. Las manifestaciones clínicas son
consecuencia de la trombosis microvascular en varios
órganos y contribuyen al desarrollo de falla
multiorgánica, al mismo tiempo, se producen hemorragias
por consumo de plaquetas y factores de la coagulación.
Se clasifica según el tiempo de evolución en CID aguda o
descompensada (con sangrado profundo sistémico, falla
hepática, plaquetopenia y prolongación de los tiempos de
la coagulación) o bien en CID crónica, que se produce
por la exposición continua o intermitente a pequeñas
cantidades de factor tisular (los mecanismos
compensadores alcanzan a reponer parcialmente lo que se
consume). Esta última, puede ser asintomática, puede
presentarse con trombosis o episodios de sangrado de
menor cuantía. Al laboratorio se presenta con tiempo de
protrombina prolongado con KPTT normal, plaquetopenia
leve, fibrinógeno levemente disminuido y productos de
degradación de la fibrina aumentados. 1,7
¿Cuál es la probabilidad de que este paciente presenta
una CID crónica? Presenta a favor la plaquetopenia (si
bien normalizó los valores de plaquetas durante la
internación), las manifestaciones clínicas y la sospecha
de una enfermedad crónica de base. Como dato en contra
el tiempo de protrombina es normal. Aún se encuentra
pendiente la determinación de fibrinógeno. Por lo tanto
no descarto la posibilidad de una CID crónica, si bien
la considero alejada.
Otro cuadro que cursa con presencia de trombosis
intravascular es el síndrome de anticuerpos
antifosfolípidos. Puede ser primario o secundario a
otra patología de naturaleza autoinmune. En el 80% de
los casos, se presenta en mujeres, entre los 20 y los
40 años de edad. Aumenta la prevalencia con la edad,
especialmente si coexisten enfermedades crónicas. La
fisiopatología es desconocida. Se plantean diferentes
hipótesis, una consiste en la activación de células
endoteliales por la unión de AAS, con aumento de
moléculas de adhesión. Otra hipótesis plantea el daño
oxidativo del endotelio vascular. Como manifestaciones
clínicas se puede presentar trombosis arteriales o
venosas, abortos y livedo reticularis. Puede afectar
cualquier órgano, produciendo manifestaciones
neurológicas (accidentes cerebrovasculares, cefaleas),
pulmonares (tromboembolismo pulmonar, hipertensión
pulmonar, hemorragia alveolar), cardíacas (síndromes
coronarios agudos, valvulopatías), renales (proteinuria
inferior a 2 gr/L). Si el paciente presenta episodios de
sangrado debe sospecharse la presencia de anticuerpos
protrombínicos. Al laboratorio los anticuerpos más
conocidos son anticuerpos antifosfolípidos y anticuerpo
anticoagulante lúpico; estos pacientes también presentan
plaquetopenia y VDRL falsamente positiva. Para el
diagnóstico el paciente debe presentar un criterio
clínico y uno de laboratorio. 8 ¿Es factible
este diagnóstico en este caso? Presenta a favor las
manifestaciones clínicas y la plaquetopenia (si bien
mejoró los niveles de plaquetas durante la internación).
En contra, la VDRL es negativa. Los anticuerpos
anticardiolipinas y anticoagulante lúpico se encuentran
aún pendientes, los cuales son fundamentales para
descartar este diagnóstico.
Ahora bien, ya considerados las enfermedades que pueden
simular vasculitis, haré mención a estas entidades. Si
bien hay numerosas clasificaciones de vasculitis,
la que se utiliza desde 1994 es la de la conferencia del
Consenso de Chapel Hill, esta las divide según el tamaño
de los vasos que se ven afectados en: vasculitis de
grandes vasos (Arteritis de células gigantes y Arteritis
de Takayasu), vasculitis de vasos medianos (Panarteritis
nudosa clásica y Enfermedad de Kawasaki) y vasculitis de
pequeños vasos (Granulomatosis de Wegener, panarteritis
microscópica, síndrome de Churg Strauss, púrpura de
Schönlein-Henoch, vasculitis crioglubulinémica esencial,
angeítis cutánea leucocitoclástica). 1,9
Considero que este paciente puede presentar una
vasculitis de pequeños vasos. Dentro de este grupo,
resulta útil la clasificación que las divide en
vasculitis asociadas a anticuerpos anti-citoplasma de
neutrófilos (síndrome de Churg Strauss, secundaria a
infecciones o drogas, granulomatosis de Wegener,
poliangeítis microscópica) o aquellas producidas por
inmunocomplejos (púrpura de Schönlein-Henoch,
crioglobulinemia, síndrome de Goodpasture,
paraneoplásicas o secundaria a lupus eritematoso
sistémico, artritis reumatoide, etc). Este paciente
presenta anticuerpos anti-citoplasma de neutrófilos
(ANCA) negativos, por lo tanto este tipo de vasculitis
sería improbable o alejado. En relación a las vasculitis
producidas por inmunocomplejos, dado que presenta el
resto del laboratorio inmunológico negativo y es un
paciente con pérdida de peso y compromiso del estado
general, voy a considerar como muy probable el
diagnóstico de vasculitis paraneoplásica.
Las vasculitis paraneoplásicas se presentan entre
el 8-9% de los pacientes con cáncer. Pueden aparecer en
cualquier momento de la evolución de la enfermedad, ya
sea antes del diagnóstico, en forma simultánea, incluso
muchas veces la aparición de una vasculitis es la que
indica recidiva. En el 90% de los casos se relaciona a
neoplasias hematológicas (leucemias, linfomas,
mielodisplasias, mieloma múltiple). En el 10% restante
se asocia a tumores sólidos (pulmón, colon, esófago,
estómago, próstata, melanoma, renal, nasofaríngeo,
sarcoma). Las manifestaciones clínicas son similares a
las que se presentan en pacientes con vasculitis
primarias. La única diferencia suele ser el marcado
deterioro del estado general, producto de la neoplasia
subyacente. La presentación histológica más frecuente es
la leucocitoclástica, pero le siguen en frecuencia
diversos tipos, como la Panarteritis nudosa (PAN),
púrpura de Schönlein-Henoch, vasculitis necrotizante,
vasculitis linfocítica, síndrome Churg-Strauss y la
granulomatosis de Wegener. Se debe sospechar una
vasculitis paraneoplásica cuando el curso clínico es
recidivante y se asocia a alteraciones hematológicas. El
tratamiento consiste en obtener mejoría de los síntomas
y de las lesiones cutáneas con corticoides, en algunos
casos con ciclofosfamida. El único tratamiento curativo
es la erradicación de la neoplasia de base.
10,11,12 El paciente presenta durante la
internación un episodio de melena, con débito en borra
de café por sonda nasogástrica, permanece
hemodinamicamente estable y presenta al laboratorio
descenso del hematocrito de trece puntos y Test de
Coombs positivo. Si bien hay muchos reportes de casos en
la bibliografía, al presentar el paciente esta
evolución, recordé el caso de un varón de 42 años, sin
antecedentes patológicos previos y laboratorio normal,
que al ingreso presentó fiebre, pápulas y púrpura
palpable, en zonas distales enrojecimiento y cianosis.
En 5 días el cuadro evolucionó a necrosis. Unos meses
después presentó manifestaciones necróticas en pies y
agregó anemia hemolítica. Además, se encontró una
adenopatía supraclavicular, de cuya biopsia se obtuvo el
diagnóstico de linfoma no Hodgkin de células pequeñas y
grandes hendidas. 13
En el contexto de este paciente, concluyo que estamos en
presencia de un fenómeno paraneoplásico, secundario a
una neoplasia linfohematológica o a un tumor sólido. No
obstante, la confirmación de tal diagnóstico no siempre
se puede comprobar, ya que para tener la certeza de la
etiología paraneoplásica se debería comprobar la
remisión del cuadro con la curación/remisión de la
neoplasia, cosa que no siempre se puede realizar.
Considero que la exacerbación de las manifestaciones
respiratorias y la insuficiencia renal, si bien pueden
tener relación con la enfermedad de base, aún no
diagnosticada, se deben en este caso a una
intercurrencia infecciosa. Sugiero como conductas
completar los resultados del laboratorio inmunológico y
realizar biopsia de piel, tomografía axial computada de
tórax, abdomen y pelvis con contraste (cuando mejore la
función renal), realizar punción biopsia de médula ósea,
videoendoscopia digestiva alta y colonoscopia. También
se debería evaluar la posibilidad de incorporar otra
droga inmunosupresora si se confirma la etiología
autoinmune paraneoplásica. Si no mejoran las lesiones,
se debería realizar tratamiento del dolor y tratamiento
específico una vez obtenido el diagnóstico de certeza.
Si la neoplasia no es factible de tratamiento curativo,
es de esperar que la vasculitis responda mal al
tratamiento inmunosupresor.
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Discusión |
La discusión de este seminario
corresponde al 18 de noviembre de 2010, a cargo de la
Dra. Andrea Sánchez. |
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