ANTICOAGULACION Y CARDIOVERSION
Antes de 1990, la terapia
antitrombótica para la prevención del stroke en
pacientes con FA estaba limitada a aquellos que tenían
enfermedad valvular reumática y prótesis valvulares.
Pero entre 1989 y 1992 se publicaron varios estudios que
evaluaron la anticoagulación oral en la FA no valvular.
Un metanálisis de estos trials y analizado de acuerdo al
principio de intención de tratar demostró que esta
terapéutica es altamente eficaz en la prevención del
stroke isquémico y hemorrágico, con una reducción del
61% cuando se lo comparó con el placebo
[18].
Anticoagulación y cardioversión de emergencia.
Los pacientes con FA por la
pérdida de la contribución auricular al llenado
ventricular y la rápida frecuencia cardíaca pueden
desarrollar hipotensión aguda, angina o insuficiencia
cardíaca. En estos pacientes está indicada la
cardioversión eléctrica inmediata. Previo a este
procedimiento debe realizarse heparina no fraccionada o
de bajo peso molecular, seguida de anticoagulación oral
durante 4 semanas como mínimo.
Anticoagulación y cardioversión electiva
La cardioversión electiva puede
ser eléctrica o farmacológica. Antes de este
procedimiento, el esquema convencional es anticoagular
durante 3-4 semanas para permitir la resolución del
trombo.
Una
alternativa, es realizar un eco-transesofágico (ETE)
para identificar al trombo en la AI
[19].
Parece seguro cardiovertir en aquellos que el ETE no
muestra trombo, pero 24-48 horas antes del procedimiento
deben ser anticoagulados con heparina y luego mantener
la anticoagulación oral. El estudio ACUTE
[20]
fue un ensayo
multicéntrico que evaluó dos estrategias de
cardioversión: una guiada por el ETE (con
anticoagulación adecuada en el momento de la
cardioversión) versus un esquema convencional (anticoagulación
durante 3 semanas). Los puntos finales fueron accidente
cerebrovascular, ataque isquémico transitorio y
embolismo periférico dentro de las 8 semanas. Los
eventos embólicos en ambos grupos fueron similares
(<5/619 pacientes en el brazo ETE y 3/603 pacientes en
el brazo convencional, < 1% en cada uno de ellos), los
eventos hemorrágicos fueron mayores en el grupo
convencional (2,9% versus 5,5%; P= 0,03) y a las 8
semanas no hubo diferencias entre los grupos en cuanto a
muerte, mantenimiento del ritmo sinusal o estado
funcional. De acuerdo a estos resultados y en ausencia
de predictores de conversión espontánea (FA de reciente
comienzo, clase funcional I-II, AI pequeña) el esquema
guiado por ETE debería ser considerado inicialmente.
También, debe señalarse, que la no visualización de un
trombo en el apéndice AI no garantiza la ausencia de
tromboembolismo después de la cardioversión
[21].
Los estudios
AFFIRM (Atrial Fibrillation Follow-up Investigation of
Rhythm Management) y RACE (Rate Control versus
Electrical Cardioversion for Persistent Atrial
Fibrillation), recientemente publicados, evaluaron los
beneficios del control de la frecuencia cardíaca versus
el control del ritmo en pacientes con FA. Pero también
analizaron el riesgo de stroke tromboembólico. Los
hallazgos más importantes en este sentido fue que los
pacientes que presentaron stroke isquémico habían
discontinuado la anticoagulación o estaban en rangos
subterapéuticos (23 de 35 pacientes -66%- en el RACE y
113 de 157 pacientes -72%- en el AFFIRM). Un dato aún
más relevante fue que en el 75% de los pacientes del
grupo control del ritmo que experimentaron un stroke
presentaban ritmo sinusal. Esta información sugiere que
la anticoagulación con un RIN 2-3 debe ser continuada a
pesar de controlarse el ritmo cardíaco, reconsiderándose
la decisión de parar la anticoagulación en los pacientes
cardiovertidos y en ritmo sinusal
[22,23]. |
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