Importancia de la frecuencia cardíaca en la
insuficiencia cardíaca: el mensaje del estudio shift
The Lancet – Volumen 376; 11 de Septiembre de 2010.
Comentario: Dr. Javier Montero. Departamento de Medicina
Interna. Hospital Povisa, Vigo, España.
En los últimos años, algunos estudios metodológicamente
bien diseñados alertaron sobre la importancia de la
frecuencia cardíaca (FC) en el pronóstico de la
insuficiencia cardíaca (IC), señalando que ésta se
relacionaba directamente con el riesgo de muerte por
todas las causas, incluida la cardiovascular (CV), y de
reingresos por IC descompensada, y que su reducción
mejoraba el pronóstico de estos pacientes.
Los β-bloqueantes (β-B), piedra fundamental del
tratamiento de la IC junto a los inhibidores del sistema
renina-angiotensina, reducen la mortalidad de forma
independiente al mejorar el remodelado ventricular y
reducir la muerte súbita, en parte gracias a su efecto
bradicardizante. A pesar de su extensa utilización,
incluso a dosis máxima toleradas (como sugieren las
guías), en muchos pacientes no se logra un
“beta-bloqueo” adecuado.
Investigando sobre un fármaco exclusivamente
bradicardizante, hace unos años surgió la Ivabradina (IBD),
un inhibidor selectivo de la corriente If
en las células del nodo sinusal que logra una
prolongación del tiempo de despolarización diastólica y,
con ello, una significativa reducción de la FC sin otros
efectos hemodinámicas (ejemplo, reducción de la presión
arterial). En la revista The Lancet se publicaron
dos artículos que se desprenden del estudio SHIFT
(Systolic Heart failure
treatment with the If
inhibitor ivabradine Trial), el segundo
ensayo a larga escala con este fármaco.
·
El trabajo de los investigadores del grupo SHIFT es un
ensayo multicéntrico (preferentemente países de Europa
del este), prospectivo, doble ciego, control-placebo que
aleatorizó 6.558 pacientes con IC y fracción de eyección
< 35%, sintomática (II-IV de la clasificación NYHA) a
recibir IBD (titulando la dosis hasta una dosis máxima
de 7,5 mg/12 hs) vs placebo. Para su inclusión, los
pacientes debían estar estable clínicamente durante los
últimos 4 meses, en ritmo sinusal y con una FC > 70
lat/min. El endpoint primario estaba compuesto
por muerte cardiovascular e ingreso hospitalario por IC
descompensada.
·
Los resultados reseñados en el primer reporte (liderado
por Swedberg) demostraron que, luego de un
seguimiento promedio de 23 meses, la IBD redujo de forma
significativa el objetivo primario (24% en el grupo IBD
y 29% en el grupo placebo; HR 0·82, 95% CI 0,75–0,90;
p<0·0001), principalmente por disminución en el número
de reingresos. En el análisis de subgrupos (figura 5 del
artículo), este beneficio no fue significativo en
pacientes con FC < 77 lat/min y en aquellos > 65 años.
Por último, cabe remarcar de cara al análisis crítico
del estudio, que sólo el 23% de los pacientes recibían
la “dosis óptimas” de β-B recomendadas (dosis máximas),
aparentemente la mayoría por hipotensión si bien las
cifras de presión arterial sistólica promedio de los
pacientes antes de empezar el estudio era de 122 mmHg.
·
Brevemente, el otro reporte (Böhm) analiza dichos
endpoints CV dividiendo a los pacientes en
quintiles según la FC con el objetivo para evaluar y
comprobar la existencia de asociación entre FC y eventos
CV en IC. En el grupo placebo, aquellos que presentaban
FC mayores (>87 lat/min) tuvieron más del doble de
riesgo de padecer un evento CV primario que los del
percentilo inferior (entre 70 y 72 lat/min; hazard ratio
[HR] 2,34, 95% CI 1,84–2,98). En el grupo IBD, los que
lograban una FC < 60 lat/min a los 28 días padecieron
una reducción del número de eventos CV (tasa de eventos
17·4%; 95% CI 15,3–19,6).
A la hora de analizar los reportes del estudio SHIFT
creo conveniente comentar dos aspectos. El primero es
que, si bien el resultado fue globalmente contundente,
“reducción significativa del compuesto
mortalidad-reingresos en pacientes que recibieron
Ivabradina”, los subgrupos de pacientes con FC de base <
77 lat/min y los mayores de 65 años no se beneficiaron
de forma “estadísticamente significativa” con el
agregado de IBD, siendo esta una situación muy común en
la práctica cotidiana (anciano con IC en ritmo sinusal y
con FC < 75 lat/min). Y el otro aspecto que
desnuda este estudio es que un porcentaje muy alto de
pacientes (un 76% en este ensayo) no recibían las dosis
óptimas de β-B recomendadas por las guías de manejo de
la IC, un fármaco que reduce mortalidad ampliamente
demostrada (grado de evidencia IA).
¿Qué es lo que nuestros lectores deben llevarse de los
reportes del estudio SHIFT publicados en septiembre en
Lancet? Primero, recordar la importancia de la FC como
un factor pronóstico en IC y que se debe alcanzar
frecuencias cardíacas lo más bajas tolerables posibles
como objetivo terapéutico primordial en IC. ¿Con que
fármacos? Con los que han demostrado reducir claramente
la morbimortalidad: los β-B (por ejemplo, carvedilol).
En aquellos pacientes que realmente toleren mal los β-B,
reciban dosis máxima de β-bloqueantes y continúen con FC
elevada, o que presenten contraindicaciones absolutas
para recibirlos (por ej. EPOC moderado a muy severos),
otras opciones deberán considerarse; será aquí donde la
IBD tendrá su lugar en la IC (éste, es el segundo
mensaje).
Swedberg K, Komajda M, Böhm M, et al, on behalf of the
SHIFT Investigators. Ivabradine and outcomes in chronic
heart failure (SHIFT): a randomised placebo-controlled
study. Lancet 2010; 376: 875–85.
Böhm M, Swedberg K, Komajda M, et al, on behalf of the
SHIFT Investigators. Heart rate as a risk factor in
chronic heart failure (SHIFT): the association between
heart rate and outcomes in a randomised
placebo-controlled trial.
Lancet 2010; 376: 886–94. |