Conocimientos clásicos sobre aldosterona
La vinculación tradicionalmente reconocida entre
aldosterona e hipertensión e insuficiencia cardíaca ha
estado relacionada con la retención de sodio y la
eliminación de potasio. El riñón filtra más de 180
litros de plasma por día conteniendo 23 moles de sal y
reabsorbe el 99% del sodio filtrado. El túbulo proximal
reabsorbe aproximadamente el 60% a través del
intercambiador sodio-hidrógeno; la porción gruesa del
asa ascendente de Henle reabsorbe un 30% por acción de
los cotransportadores sodio-potasio-cloruro; el 7% es
reabsorbido por el cotransportador sodio-cloruro del
túbulo distal y el 2% restante es manejado por los
canales epiteliales de sodio del túbulo colector. El
sistema renina-angiotensina regula la actividad de estos
canales de sodio cuando una oferta disminuida del catión
al asa de Henle genera secreción de renina por el
aparato yuxtaglomerular. La renina cataliza el paso del
precursor angiotensinógeno a angiotensina I, la cual se
convierte en el pulmón en angiotensina II por medio de
la ECA. La angiotensina II, uniéndose a sus receptores
específicos en la glomerulosa adrenal, estimula la
secreción de aldosterona, la cual se une a su vez a su
receptor en el nefrón distal, provocando la
hiperactividad de los canales epiteliales de sodio y la
reabsorción del catión(2).
Durante años se pensó que dosis óptimas
de IECA podían bloquear totalmente la producción de
aldosterona, dado que la angiotensina II es un potente
estímulo de la glomerulosa adrenal. Hoy se sabe que
tanto la angiotensina II cuanto la aldosterona escapan a
la acción de los IECA a largo plazo, produciéndose un
efecto denominado “escape de aldosterona”(3). En los
pacientes con insuficiencia cardíaca, las
concentraciones plasmáticas de aldosterona pueden
alcanzar 20 veces el valor normal debido a un aumento de
la producción y a una disminución del clearance
hepático. |
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