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En este nuevo suplemento mensual, Clínica-UNR.org engloba cuatros secciones dedicadas de un modo diferente a la revisión y/o el análisis de literatura científica destacada. A las tradicionales secciones "Revista de Revista" y "Artículos on line recomendados", se agregan "Puesta al Día" y "Análisis racional - De la literatura a la práctica cotidiana". El suplemento tiene actualización mensual.

 


La sección "Revista de revistas" de este suplemento incluye comentarios por los docentes de la cátedra sobre artículos de prestigiosas revistas científicas de la especialidad, y se encuentra coordinada por el Dr. Bruno Paradiso.
 

 

 
 
     Nº 2  -  Junio 2009

Revista de revistas


Coordinación: Dr. Bruno Paradiso

   
 
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El catéter en la arteria pulmonar: en el medio está la virtud

Special Article: Point of View

Crit Care Med 2008;36(11):3093.

 

El catéter de Swan–Ganz (CSG) ha sido considerado una herramienta muy útil para proveer información acerca de las presiones intravasculares torácicas, el volumen minuto cardíaco y la medición de la saturación en sangre venosa mixta (SVO2).

La medición de estas variables es confiable y algunas pueden efectuarse en forma continua.

Mucha de esta información no puede obtenerse con los datos que pueda aportar la clínica y ha permitido comprender muchos aspectos fisiopatológicos de diferentes entidades que aquejan al paciente crítico.

A pesar de la información que brinda el CSG, su utilidad ha sido puesta en duda en los últimos años.

Recientemente se ha publicado un artículo donde reportan una disminución en el uso del CSG en los Estados Unidos. Los autores especulan que la ausencia de eficacia fue la principal razón para su menor utilización. Sin embargo puede haber otras razones, como es un mejor entendimiento de procesos fisiopatológicos y el uso de otras técnicas menos invasivas como la ecocardiografía.

Indudablemente, la necesidad del CSG para la evaluación de la función cardiovascular ha declinado con el tiempo. Lo que no es correcto, es pensar que la disminución en el uso del CSG, se deba a una incapacidad del mismo en brindar la información que en primer término se detallan (presiones, gasto cardiaco, SVO2). Si argumentamos que el uso del CSG no se relaciona con una disminución en la mortalidad, es posible que diferentes técnicas de monitoreo en el paciente crítico debieran ser abandonadas. Es posible que cuando se desestima un método de monitoreo por considerarlo poco útil por diferentes razones, no se tengan en cuenta, las bondades que puede tener el mismo. La disminución en el uso del CSG no significa que no sea necesario usarlo. También es probable que el CSG haya sido usado excesivamente en el pasado, principalmente en los EEUU. Actualmente el CSG se usa con mayor moderación y se intenta utilizar con aquellos pacientes que se beneficiarían más con su uso. No parece que sea el momento de abandonar en forma definitiva su uso, ya que se necesitan más datos relacionados con morbilidad y mortalidad. Si bien hay estudios que no demuestran beneficio ni perjuicios a pacientes instrumentados con CSG, puede haber un sesgo en el diseño de dichos estudios. Por ejemplo, en el estudio de la network, sobre el uso de CSG en pacientes con SDRA, la randomización se efectuó 36 horas después del ingreso, cuando ya la monitorización es menos útil. 

Los dispositivos diseñados para monitorizar determinadas variables no tienen impacto en la mortalidad, y no por eso se dejan de utilizar, tal es el caso de la oximetría de pulso. Lo mismo ocurre por ejemplo, en el caso del estudio de Rivers: no es el catéter venoso central que mide en forma continua la saturación de sangre venosa central (SvcO2) lo que demostró mayor sobrevida en determinados pacientes, pero si lo es el objetivo fijado, un valor de SvcO2 mayor del 70%. Dicho objetivo se logra a través del monitoreo de una variable (SvcO2) medida a través de un instrumento, un catéter venoso central que mide la  SvcO2 en forma continua. O sea, son los protocolos de tratamiento o metas de resucitación preestablecidas, guiadas a través de un instrumento (herramienta de monitoreo), los que pueden ejercer impacto en la mortalidad de determinados grupos de pacientes críticos.

El  CSG se utiliza en pacientes complejos, ó en aquellos donde se desea obtener datos, asequibles solo a través de dicho instrumento. La aplicación de ciertos protocolos de tratamiento pudieran mejorar el uso del  CSG, pero incorporar datos hemodinámicos a protocolos de tratamiento para grupos de pacientes críticos heterogéneos, no parece fácil, por diferentes razones. Por ejemplo, “adecuado”, no es sinónimo de “normal”, tal es el caso de un alto índice cardíaco (IC) con bajas resistencias vasculares, una situación apropiada en un paciente séptico. Una saturación en sangre venosa mixta (SvO2) baja puede ser esperada en un paciente con anemia. Además, la integración de determinadas variables es necesaria y a veces compleja. Por ejemplo, asociar el IC a la presión de oclusión de la arteria pulmonar (POAP) puede no alcanzar para interpretar determinada situación hemodinámica, y es necesario integrar a esos datos, los valores de SvO2.  

Si hay evidencias que no apoyan el beneficio del uso del CSG, ¿porque un instrumento de monitoreo menos invasivo  tendría impacto en la evolución de un paciente crítico?

La presión venosa central (PVC) no refleja la POAP, los nuevos métodos menos invasivos que se utilizan para estimar el IC no son tan exactos y la SvcO2 no refleja exactamente la SvO2. También puede ocurrir que actualmente no sea necesario un estrecho monitoreo hemodinámico como previamente se suponía. Entonces, para que apurarse a utilizar otro método de monitoreo porque sea nuevo y no invasivo, para reemplazar a uno que actualmente está en la mira de todas las críticas.

La ausencia de beneficio en el uso de ciertas variables hemodinámicas plantea serios problemas en la práctica cotidiana del manejo del paciente crítico.

Esto tiene dos lecturas: la primera es que el uso del CSG no influencia el tratamiento y por lo tanto no influencia la evolución de los pacientes y la segunda es que las modificaciones en el tratamiento no producen una mejoría en el desarrollo del proceso subyacente, por lo tanto las intervenciones terapéuticas son inefectivas.

Con respecto a esto último, hay evidencias de que la modificación de un tratamiento influye en la evolución de un paciente. Por lo tanto si la intervención terapéutica es útil, puede deducirse por otra parte que la información que brinda el CSG puede ser analizada en forma inadecuada. Se reitera que no es un instrumento en si mismo lo que puede influir en la evolución de un paciente, solo si este puede guiar un tratamiento. También es cierto que es difícil desarrollar protocolos de tratamientos guiados por  información que brinda el  CSG por que la población de pacientes críticos es heterogénea y compleja.

Se propone revisar las bases del manejo hemodinámico del paciente crítico y reevaluar la forma en que se usa el CSG. Es probable que si se usa menos el  CSG, los médicos estarán menos entrenados en su uso e interpretación de variables, por lo que es probable que se requiera una propuesta de entrenamiento adecuado y continuo en el uso del CSG.

Se destaca como punto importante cuando se use el CSG, una adecuada medición, interpretación y aplicación de los datos obtenidos a través del mismo.

Según la opinión de algunos centros con experiencia en CSG, quienes han reportado mejor pronóstico en los pacientes instrumentados con el mismo, el diseño de un protocolo global que guie el tratamiento de acuerdo a las mediciones hechas con un CSG es complejo.

El CSG si se utiliza adecuadamente brinda importante información acerca de la hemodinamia del paciente crítico, cuando se realiza apropiadamente por personal entrenado a tal efecto.

Parece oportuno continuar capacitando médicos y enfermeros para un sabio manejo del CSG, por lo menos así parece realizarse en hospitales escuela.

Parece redundante, pero el CSG es como otros instrumentos destinados a realizar diagnósticos, hay que saber cuando indicar su uso e interpretar adecuadamente la información que nos proporcionan.

 

Comentario:

Juan Carlos Pendino

Especialista en Clínica Médica y Terapia Intensiva

Unidad de Terapia Intensiva Hospital de Hellín (España)

 

Indice

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 Revista de Revistas

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