¿Tiene este paciente
un Aneurisma de la Aorta Abdominal?
Does this patient have Abdominal Aortic Aneurysm? JAMA.
1999 Jan 6;281(1):77-82.
Los aneurismas de la
aorta abdominal (AAA) causan más de 10.000 muertes al
año en Estados Unidos, muchas de las cuales podrían ser
evitadas si se realizara un diagnóstico y tratamiento
temprano de ellos. En general los aneurismas permanecen
asintomáticos mientras van incrementando su tamaño
paulatinamente, durante años o incluso décadas. De
ellos, aproximadamente una tercera parte sufrirá una
ruptura, proceso dramático y de pronóstico ominoso ya
que la mortalidad puede alcanzar el 80%.
Existen numerosos factores de riesgos para desarrollar
un AAA, siendo la edad, el sexo masculino y el hábito
tabáquico los más importantes. Si bien la palpación
abdominal fue el método original de diagnóstico, hoy en
día su utilidad se ha visto relativizada debido al gran
avance y amplia disponibilidad de los métodos de
imágenes. Así, los autores del presente artículo
mencionan un trabajo de un Hospital Universitario donde
solo el 31% de los AAA diagnosticados fueron detectados
por palpación. Sin embargo, en el año 1989 una revisión
respecto del examen periódico de salud propuso a la
palpación abdominal en busca de aneurismas como una de
las pocas maniobras recomendadas en hombres mayores.
Adicionalmente, el único estudio hallado por los autores
que comparó el screening de AAA por palpación contra la
ecografía fue realizado en el año 1993, y encontró que
la primera era más costo-efectiva. Si bien esto puede
haberse modificado debido a la ampliada disponibilidad
actual de métodos de imágenes, no tenemos información
para sustentar este parecer.
La palpación de una aorta muy ensanchada, especialmente
si se asocia a dolor abdominal e hipotensión deben
llevarnos a considerar una posible ruptura de AAA.
Aunque en estas condiciones se esperaría que la
detección sea sencilla, la distensión abdominal y la
pérdida de la integridad de la pared del aneurisma
podrían explicar la heterogeneidad de la sensibilidad
reportada por los distintos estudios para la palpación
abdominal realizada en estas circunstancias. Por este
motivo los autores aclaran que esta maniobra no puede
ser empleada para descartar una posible ruptura, cuando
la sospecha de este diagnóstico sea moderada o alta, y
en estos casos la realización de algún método de
imágenes es mandatario (habitualmente ecografía o TAC).
Respecto de la palpación como medio de screening, se han
descripto algunos signos “clásicos” sospechosos de un
AAA, entre los que se encuentran: la detección de un
tumor expansible, una masa pulsátil, la presencia de
frémito o soplo abdominal y la ausencia de pulso
femoral. En un estudio, los tres últimos signos no
tuvieron valor para predecir la existencia de esta
patología. Otro estudio encontró que la palpación de una
masa pulsátil mayor a 3 cm debajo del ombligo (sitio
anatómico aproximado de bifurcación de la aorta en las
arterias ilíacas comunes) no era predictor de AAA. Por
otra parte en 1975 Guarino describió que la masa
pulsátil correspondiente a un AAA podía ser identificada
debido a su movilidad lateral, y a la ausencia de
movilidad cefálica o caudal; esta observación no ha sido
confirmada por otros autores y, en esta era de gran
disponibilidad de métodos complementarios, probablemente
no sea hecha. Así, pese a una amplia variedad de signos
descriptos, la mayoría de las publicaciones se han
centrado en la precisión de la palpación del ancho de la
aorta como predictor de la existencia de un aneurisma, y
muy pocos datos tenemos respecto de la utilidad de otras
maniobras.
Cuando se emplean métodos de imágenes el análisis de la
forma de la aorta puede emplearse para establecer la
presencia de un aneurisma; sin embargo, en estudios
epidemiológicos se utiliza el diámetro máximo percibido
de dicho vaso, prediciendo éste en buena medida el
riesgo de ruptura. Los autores de la presente revisión
fijaron el punto de corte en 3 cm, el cuál es el más
ampliamente aceptado por los especialistas, para definir
la presencia de un AAA.
La sensibilidad reportada de la palpación abdominal para
detectar un AAA asintomático varía ampliamente entre
distintos trabajos; desde luego, las circunstancias en
las cuales el estudio fue realizado han influido
grandemente en esto. Así, la sensibilidad fue mayor
cuando los estudios analizaron pacientes que debían
someterse a cirugía, lo cual es esperable debido al
mayor tamaño de estos aneurismas. Los autores se
centraron, sin embargo, en una serie de 15 estudios
publicados entre los años 1983 y 1996 que investigaron
pacientes no previamente estudiados con riesgo aumentado
de padecer un AAA; en general hombres mayores
hipertensos o con enfermedad vascular. Como ventaja del
análisis de estos trabajos podemos decir que la
prevalencia de aneurismas entre los pacientes fue baja,
al igual que la expectativa de los examinadores de
encontrar un aneurisma en el examen, lo cual asemeja en
mayor medida los resultados a la realidad clínica del
consultorio. Como contrapartida, el pequeño número de
AAA analizados, especialmente de gran tamaño, limitan la
precisión de las estimaciones realizadas.
En el análisis combinado de este estudio se incluyeron
2955 pacientes; del total de los mismos, solo 26% fueron
mujeres. La Sensibilidad (S) de la palpación abdominal
se incrementó significativamente con el aumento del
diámetro del AAA, ilustrando la previamente citada
influencia de la severidad de la enfermedad en la
factibilidad de la detección de aneurismas mediante esta
maniobra. La S calculada fue del 29% para AAAs de 3,0 a
3,9 cm, del 50% cuando su diámetro estaba entre 4,0 y
4,9 cm y del 76% cuando los AAAs fueron iguales o
mayores a 5,0 cm. Los LR+ calculados indican que la
palpación de una aorta ensanchada aumenta en gran medida
la posibilidad de padecer un AAA, mientras que la
ausencia de este signo (LR-) es poco efectivo para
descartar dicha posibilidad. Al igual que con la S, los
LR variaron según el punto de corte para el tamaño del
Aneurisma, siendo más efectivos cuanto mayor el tamaño
del AAA. Cuando los AAA fueron iguales o mayores a 4,0
cm el LR+ fue de 15,6 y el LR- de 0,51; si el punto de
corte se establece en 3,0 cm, el LR+ fue de 12,0 y LR-
de 0,72. Observe el lector que este LR- indica que la
maniobra es sencillamente inútil para descartar la
posibilidad de la existencia de un aneurisma.
Así mismo debe tenerse en cuenta que tanto la S como los
LR calculados se aplican a la palpación abdominal cuando
ésta se lleva a cabo con el expreso objetivo de
pesquisar un aneurisma; sin embargo, la palpación
abdominal hecha de rutina es mucho menos efectiva para
este objetivo. Un estudio demostró que en 5 casos en los
que el examen físico fue calificado como “definitivo”
para la presencia de AAA, diagnóstico confirmado luego
por ecografía, dicho hallazgo había sido inadvertido en
los 6 meses previos durante consultas en las que se
realizó examen físico abdominal. Teniendo en cuenta que
los aneurismas crecen alrededor de 0,2 a 0,5 cm por año,
no hay dudas de que dichos aneurismas ya se encontraban
presentes al momento de los exámenes previos. Esta
observación fue corroborada posteriormente en otros
trabajos, y jerarquiza la importancia de buscar
positivamente este dato al realizar el examen físico de
un paciente con posibilidades de presentar esta
anormalidad.
Otra circunstancia que afecta la precisión de esta
maniobra es la obesidad; una circunferencia de cintura
mayor a 100 cm disminuiría considerablemente la
posibilidad de detectar un AAA por palpación. Así, en un
trabajo 6 de 6 aneurismas fueron detectados cuando la
cintura de la persona era menor a este límite, contra 3
de 12 con una circunferencia mayor a esta cifra.
Por último los autores ponen de relieve que,
desafortunadamente, no se ha analizado en profundidad
cuál es el valor de palpar la aorta abdominal,
considerándola “dentro de los parámetros normales” para
descartar la presencia de un posible Aneurisma.
Cómo palpar el abdomen en busca de un aneurisma
El paciente debe estar recostado, con las rodillas
levemente elevadas y el abdomen relajado; se debe
realizar una palpación profunda, generalmente unos
centímetros por encima (dirección cefálica) del ombligo,
y algo a la izquierda de la línea media del abdomen.
Debe recordarse que el ombligo en general marca el sitio
de bifurcación de la aorta, pero en pacientes obesos
puede no representar el sitio real aproximado de dicha
bifurcación, siendo la línea que une los puntos más
altos de las crestas ilíacas, justo a la izquierda, una
reparo anatómico más preciso (1). Una vez detectada una
masa pulsátil se deben colocar ambas manos en el abdomen
del paciente, con los dedos índice uno a cada lado de la
formación; si se trata de la aorta, los dedos deben ser
separados con cada sístole. Para permitir este
desplazamiento entre cada dedo índice debe incluirse
“una generosa cantidad de piel abdominal”. En ocasiones
puede resultar más sencillo palpar primero uno de los
bordes y luego el otro de la masa abdominal. Debe
tenerse presente que es el ancho, y no la intensidad
de los latidos aórticos, lo que determina el diagnóstico
de AAA. La aorta normal es menor a 2,5 cm; la
impresión de un diámetro mayor justifica plenamente la
realización estudios ulteriores. Respecto al aprendizaje
de esta técnica, los autores recomiendan la comparación
de los datos hallados con los resultados de los estudios
por imágenes, lo cual permite rápidamente la adquisición
de habilidades para detectar esta patología.
Es pertinente aclarar que no se han reportado casos
de ruptura de aneurismas debido a la palpación abdominal,
lo cual afirma la seguridad de esta maniobra.
Conclusiones
- Los pacientes con
mayor riesgo de padecer AAA son los mayores de 65 años,
hombres y que fumen o lo hayan hecho en algún momento de
su vida; la importancia de otros factores de riesgo es
menos clara.
- La única maniobra
semiológica con demostrado valor para diagnosticar un
AAA es la palpación; esta es segura y no hay reportes de
que pueda precipitar la ruptura de un aneurisma
preexistente.
- Un hallazgo
positivo a la palpación incrementa en gran medida la
probabilidad de padecer un AAA; sin embargo, menos del
50% del total de ellos pueden ser detectados mediante
este procedimiento.
- La palpación puede
detectar la mayoría de los aneurismas de tamaño
suficiente para poder requerir cirugía. Las indicaciones
indiscutidas actualmente de cirugía son un crecimiento
mayor a 1 cm por año o que el AAA alcance un diámetro de
5,5 cm (2, 3). En mujeres el diámetro puede ser menor.
- La palpación no es
suficiente para descartar este diagnóstico y, frente a
una alta sospecha, otros estudios deberían realizarse.
- La obesidad es un
elemento que dificulta el examen; una revisión general
del abdomen sin el objetivo preciso de detectar la
existencia de un aneurisma es otro factor que atenta
contra la detección de los mismos.
- Si se sospechara
una ruptura de AAA la realización de métodos de imagenes
es mandatario, independientemente de los hallazgos del
examen físico.
Comentario
Existe gran controversia respecto al papel del screening
en la detección de AAAs. Los estudios que han tratado de
responder a este interrogante emplearon la ecografía
como método de despistaje, habiendo sido realizados
todos ellos en personas mayores de 65 años, y con un
límite superior que oscila entre los 74 y los 80 años.
Meta-análisis ulteriores de los mismos no han arrojado
aún resultados concluyentes (2,3,4). Por un lado es
innegable que la detección temprana de esta patología
reduce la mortalidad por dicha causa, siendo esta
observación estadísticamente significativa; como
contrapartida pueden mencionarse algunas cuestiones no
menores: primero, solo un estudio, el Chichester,
incluyó mujeres. Si bien es cierto que esta patología
tiene una acentuada predominancia masculina, 4-5 a 1
(2-5), las mujeres tienen un riesgo estadísticamente
significativo mayor a los hombres (alrededor de 3 veces)
de ruptura de un aneurisma, suelen experimentar rupturas
con diámetros menores y, en general, tienen una
expectativa de vida mayor (no debemos olvidar que la
edad per se es uno de los factores de riesgo de mayor
jerarquía). Persiste, pues, la ausencia de
evidencia respecto al posible beneficio del screening en
mujeres (2-4).
En segundo lugar, si bien la mortalidad por AAA se ve
disminuida al implementar programas de screening, la
mortalidad total no se reduce (2,4), aunque los últimos
resultados del estudio MASS hablarían de una tendencia a
favor de ello (3). Esto podría deberse a que los AAA
representan una pequeña causa de muerte aún en pacientes
mayores de 65 años, y por tanto su prevención no alcanza
a modificar las tasas de mortalidad total. Por último, y
relacionado con el aspecto antes mencionado, no está
claro si la realización de ecografía abdominal a todo
paciente masculino mayor de 65 años resultaría realmente
costo-efectivo, debido a la baja prevalencia de la
enfermedad, aunado al hecho de que buena parte de
quienes presenten un aneurisma morirán por otra causa
(2,4).
Un trabajo publicado el año pasado encontró que una
pequeña fracción de pacientes con un diámetro aórtico
dentro de los límites ecográficamente “normales” (es
decir, menor a 3 cm) tendrían un riesgo aumentado de
desarrollar un AAA, e incluso de experimentar una
ruptura del mismo (6). Esto lleva a replantear la
premisa de que, si se optara por realizar screening, un
solo estudio sería suficiente cuando la aorta fuera
“normal”, alterando de este modo la relación
costo-beneficio del screening ecográfico.
Por otra parte en el año 2000 Fink y col (7) publicaron
un importante estudio cuyo punto final fue analizar el
papel del examen físico en la detección de AAA. En dicho
trabajo no se investigó la utilidad de la auscultación,
ya que un estudio previo de los autores había
establecido que el hallazgo de soplos abdominales no
contribuía al diagnóstico. Así mismo, se encontró que la
transmisión del pulso epigástrico, un signo clásico
descripto como predictor de patología, tampoco resultó
de utilidad. Al igual que la revisión analizada, la S de
la palpación abdominal fue mayor en la medida en que el
tamaño del AAA aumentó; adicionalmente las cifras
obtenidas fueron superiores a las reportadas
previamente. Además, los autores demostraron que con un
perímetro abdominal menor a 100 cm la S de la palpación
alcanzó un 91%, comparado con apenas un 53% en los
pacientes cuya cintura fue mayor. Así mismo se encontró
que la concordancia interobservador de los datos
hallados en el exámen físico fue alta, lo cual es un
punto importante a favor de ella (7, 8).
Por último, pese a estar bien establecidos los factores
de riesgo para desarrollar un AAA, curiosamente ningún
estudio ha valorado la utilidad del screening ecográfico
en población seleccionada. Los únicos datos disponibles
provienen de un sub-análisis realizado por Fleming y col
en su meta-análisis (4), donde encontraron que limitar
el screening ecográfico a pacientes masculinos
tabaquistas o extabaquistas sería mucho más beneficioso
que realizarlo a la población general. Según los autores
la edad, el sexo, los antecedentes familiares de AAA y
el hábito de fumar serían los factores de riesgo de
mayor peso, los cuales posiblemente deberían guiar la
realización de screening. No debe olvidarse que los
pacientes con un AAA que persisten fumando tienen una
tasa mayor de incremente del diámetro del aneurisma, con
riesgo incrementado de ruptura. También debe tenerse
presente que todo paciente con un AAA,
independientemente de su tamaño, tiene un riesgo
cardiovascular equiparable a quienes padecen enfermedad
coronaria o cerebral, y deben recibir prevención
cardiovascular secundaria con las mismas metas que
éstos, lo cual conlleva beneficios globales y en la
progresión de su aneurisma (3).
Es opinión del autor de la presente que bogar por la
realización de screening ecográfico para todo hombre
mayor de 65 años puede aún ser prematuro; sí debería,
atendiendo a lo antes expuesto, considerarse de modo
individual en sujetos con antecedentes personales o
principalmente en tabaquistas o ex-tabaquistas, por lo
menos mientras se espera la realización de nuevos
estudios. Y la palpación abdominal en busca de AAA
debería ser realizada en todo sujeto mayor, sea o no
candidato a realizar una ecografía en busca aneurisma, y
presente o no factores de riesgo para AAA, puesto que si
bien no puede descartar indefectiblemente la presencia
de aneurismas pequeños, tiene buena capacidad para
detectar aneurismas que podrían ser plausibles de
corrección quirúrgica.
En definitiva las guías son solo eso, “guias”, y el buen
juicio clínico y la valoración de la realidad individual
de cada paciente debe prevalecer ante todo.
Referencias
1) Moore KL, Dalley AF.
Anatomía con orientación clínica. Editorial Médica
Panamericana. 4º edición. 2002
2) Cosford PA, Leng GC.
Screening for abdominal aortic aneurysm. Cochrane
Database Syst Rev. 2007 Apr 18;(2):CD002945.
3) Doval HC, Tajer CD. Evidencias en Cardiología V; de
los ensayos clínicos a las conductas terapéuticas.
Editorial Manual Moderno. 5º Edición. Mayo de 2008.
4) Fleming C, Whitlock EP, Beil TL, Lederle FA.
Screening for abdominal aortic aneurysm: a best-evidence
systematic review for the U.S. Preventive Services Task
Force. Ann Intern Med. 2005 Feb 1;142(3):203-11.
5) Lynch RM. Accuracy of abdominal examination in the
diagnosis of non-ruptured abdominal aortic aneurysm.
Accid Emerg Nurs. 2004 Apr;12(2):99-107.
6) Hafez H, Druce PS, Ashton HA. Abdominal aortic
aneurysm development in men following a "normal" aortic
ultrasound scan. Eur J Vasc Endovasc Surg. 2008
Nov;36(5):553-8. Epub 2008 Aug 21.
7) Fink HA, Lederle FA, Roth CS, Bowles CA, Nelson DB,
Haas MA. The accuracy of physical examination to detect
abdominal aortic aneurysm. Arch Intern Med. 2000 Mar
27;160(6):833-6.
8) Pysklywec M, Evans MF. Diagnosing abdominal aortic
aneurysm. How good is the physical examination? Can Fam
Physician. 1999 Sep;45:2069-70. |
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