CONCLUSIONES
La
excitación psicomotriz se constituye como uno de los
principales síndromes que se presentan en todos los
ámbitos médicos y que plantea en general un dilema para
el médico tratante que debe obrar con rapidez debido al
riesgo que conlleva la tardanza en la implementación de
un tratamiento adecuado.
Como medida básica y primordial en dicho tratamiento se
encuentra la de preservar la seguridad tanto del
personal tratante como la del paciente o terceros que
pudieran intervenir en el episodio, como por ejemplo
pacientes contiguos en sala general.
Una
vez tomados los recaudos desde el punto de vista de la
seguridad se intentará una contención verbal para la
cual se deberá actuar con mucha prudencia, y que en
general no suele ser efectiva, menos aún cuando estos
cuadros son secundarios a Delirium, como en general
ocurre en el Hospital General.
De
no haber funcionado la contención verbal se continuará
con la contención física la cual consta de una serie de
pasos que deberán respetarse a fin de evitar
complicaciones y/o lesiones secundarias a esta
indicación registrándose la misma en historia clínica.
A
la hora de hablar del tratamiento medicamentoso, podemos
concluir que el mismo se instalará cuando la situación
lo permita, siendo necesario en la mayoría de los casos,
y constando en general de la aplicación de
antipsicóticos típicos, sobretodo haloperidol en cuadros
asociados a enfermedad orgánica, antipsicóticos
atípicos, menos frecuentemente y en formulaciones de
rápida acción, y de benzodiazepinas, solas o asociadas a
los anteriores, en especial en cuadros relacionados con
abuso o abstinencia de sustancias.
Como vimos éstas situaciones de emergencia pueden
presentarse en diferentes contextos, ya sea guardia
general, guardia psiquiátrica, sala general, unidad de
cuidados intensivos, consultorio externo, etc., y en
diferentes tipos de paciente, respecto de la edad,
enfermedades orgánicas comórbidas, abuso de sustancias,
antecedente de tratamiento psiquiátrico, enfermedad
psiquiátrica primaria, etc., por lo que el médico o
equipo tratante, deberá realizar, conjuntamente con su
accionar terapéutico, una aproximación diagnóstica que
permita una mejor implementación de dicho tratamiento y
que a la vez sirva como punta pie inicial para la
secuencia de operaciones que lleven a un diagnóstico
certero una vez cedido el cuadro agudo, ya que,
recordemos, la excitación psicomotriz no constituye una
enfermedad en sí misma.