La Púrpura Confusa
New England Journal of Medicine – Volumen 363; 9 de
diciembre de 2010.
Dr. Javier Montero.
Departamento de Medicina Interna.
Hospital Povisa, Vigo, España.
Ex Jefe de Residentes de Clínica Médica, Hospital
Provincial del Centenario, Rosario, Argentina.
El Síndrome Confusional Agudo (SCA) en pacientes
inmunodeprimidos, por enfermedades o tratamientos, es
una situación clínica que podríamos considerar, sin
temor a equivocarnos, una emergencia médica. Las causas
pueden ser infinitas aunque suelen cercarse rápidamente
si realizamos una precisa historia clínica, un examen
físico rápido pero bien enfocado y una serie de exámenes
complementarios básicos (análisis de sangre, orina,
radiografía de tórax y tomografía computada –TC–
cerebral sin contraste).
El caso 37º del Massachusetts General Hospital de
la revista NEJM presenta a una mujer de 16 años con
antecedentes de nefritis lúpica tipo V en tratamiento
con micofenolato y prednisona, que presenta un cuadro de
astenia, cefalea frontal y mareos de 7 días de evolución
agregando en las últimas 12 horas signos focales
neurológicos (debilidad y adormecimiento en la hemicara
y brazo derechos que se extendieron al otro hemicuerpo,
que en pocas horas se asocia a somnolencia y agitación),
constatándose fiebre al ingreso. Realizado los estudios
iniciales, resalta en la analítica datos fundamentales
para el diagnóstico: anemia con datos de hemólisis
intravascular (hiperbilirrubinemia indirecta, aumento de
lactatodehidrogenasa -LDH-, ausencia de haptoglobina y
esquistocitosis en el frotis) y plaquetopenia severa
(16.000/mm3), todo de instalación reciente al
comparar análisis previos. A su vez, el laboratorio
inmunológico y tóxicos en sangre y orina eran negativos,
y la TC cerebral normal. El discusor va lucubrando
alternativas diagnósticas para este caso en particular,
que vamos a comentar inicialmente, para luego recordar
brevemente el manejo de la enfermedad responsable del
cuadro.
·
Si bien las causas de alteración de la conciencia aguda
podrían clasificarse como estructurales, infecciosas,
inmunológicas, metabólicas y tóxicas, el análisis de
este caso no puede enfocarse adecuadamente sin analizar
conjuntamente los antecedentes y datos analíticos.
·
En un paciente con antecedentes de Lupus Eritematoso
Sistémico (LES) que presenta compromiso del sistema
nervioso central en forma de confusión, fiebre y
citopenias (anemia, plaquetopenia) de aparente origen
inmune por los hallazgos de hemólisis sin tener en
cuenta el frotis(que muestra esquistocitos) es obvio
sospechar una reactivación lúpica sistémica con
compromiso del SNC (cerebritis lúpica) y debe
solicitarse rápidamente un laboratorio inmunológico que
incluya ANA, Anticuerpos anti-AND, anti-Ro y La,
factores del Complemento (CH50, C3 y C4). La
plaquetopenia también obliga a descartar un síndrome
antifosfolípido secundario asociado. Estos resultados
negativos al ingreso hacen poco probable esta
posibilidad.
·
Las infecciones del sistema nervioso central en
pacientes inmunodeprimidos deben sospecharse siempre
porque la presentación típica, con cefalea, fiebre y
rigidez de nuca es realmente poco frecuente. Igualmente,
en el contexto clínico-analítico general del caso
planteado la opción infecciosa no fue tenida seriamente
en cuenta (aunque no creo que esta paciente no haya
recibido tratamiento empírico para meningitis aguda
bacteriana al llegar con confusión y fiebre al hospital
de Massachusetts).
·
Causas metabólicas siempre deben tenerse en cuenta, como
hipo-hipernatremia, hipercalcemia, cetoacidosis,
patología tiroidea, etc. En este caso, fueron
rápidamente descartadas.
La clave diagnóstica del caso está en el frotis de
sangre periférica. El hallazgo de esquistocitos,
hematíes fragmentados de tamaño y formas variables, es
indicativo de hemólisis microangiopática que, junto a la
casi inexistencia de plaquetas en el extendido es
consistente con el diagnóstico de microangipatía
trombótica (MT). En este proceso patológico, la
formación de microtrombos en arteriolas y vénulas
consume progresivamente las plaquetas circulantes y
desencadenan el cizallamiento y destrucción de los
glóbulos rojos. Las manifestaciones clínicas en la MT
son la expresión de la isquemia tisular secundaria a los
microtrombos vasculares, junto a aquellas específicas de
la enfermedad responsable. Estas pueden ser: purpura
trombótica trombocitopénica (compromiso neurológico y
mínimo renal sin otra causa clara) y síndrome
urémico-hemolítico (SUH) (oliguria con historia reciente
de diarrea), vasculitis severa (antecedente de
enfermedad autoinmune, disminución del complemento,
presencia de ANA), síndrome antifosfolípido catastrófico
(prolongación del KPTT, anticuerpos anticardiolipina y
anticoagulante lúpico), coagulación intravascular
diseminada (CID) (infección generalmente, prolongación
de los tiempos de coagulación), hipertensión maligna (TA
>180/120 mmHg, papiledema, hemorragia retinal).
Otras son las relacionadas con el embarazo (eclampsia,
síndrome HELLP) y el Síndrome de Evans.
En este caso, el contexto clínico (antecedente de
enfermedad autoinmune), la combinación de síntomas
neurológicos y los hallazgos del laboratorio (plaquetopenia
y anemia hemolítica microangiopática, ausencia de
activación inmunológica) junto con la anodinia
imagenológica, focalizaron la atención en la púrpura que
se manifiesta por confusión: la púrpura trombótica
trombocitopénica (PTT).
·
La PTT es una enfermedad rara que se produce por el
déficit congénito o adquirido de la enzima ADAMTS 13,
una proteasa encargada de escindir los multímeros de
factor de von Willebrand (FvW). La oclusión de
arteriolas y capilares por microtrombos compuestos
fundamentalmente por plaquetas y estos “macromeros” de
FvW, es típica de este trastorno, y la consecuencia
clínica son las manifestaciones neurológicas fluctuantes
y renales (oliguria e insuficiencia renal). En los
adultos, el mecanismo fisiopatogénico más importante es
la presencia de anticuerpos contra la enzima ADAMTS 13.
·
La presencia de anemia aguda con características
hemolíticas y trombocitopenia no explicada por otros
procesos patológicos, debe hacer sospechar el
diagnóstico. La visualización de esquistocitos y la casi
ausencia de plaquetas en el extendido de sangre
periférica son los hallazgos que acorralan la sospecha.
Desde el punto de vista clínico, la diferenciación con
el SUH es que en éste, el compromiso renal predomina
sobre el neurológico, la fiebre suele estar ausente, y
el antecedente de diarrea (por E. coli 0157:H7
productora de toxina Shiga) u otro proceso infeccioso
reciente suele recabarse.
·
El tratamiento rápido y eficaz evita la evolución fatal.
Hace varias décadas estos pacientes eran tratados con
relativo éxito, con plasma fresco que aporta la proteasa
deficitaria. Sin embargo, estudios comparativos con
plasmaféresis (PF), que logra la remoción de los
anticuerpos responsables del secuestro enzimático,
demostraron mejores resultados por lo que se transformó
en la terapia de elección junto a los corticoides a
dosis inmunosupresoras (prednisona 1 mg/kg/día o
equivalentes). Hoy en día, el plasma fresco solo tiene
indicación como “terapia puente” en espera de la PF.
·
Hasta lograr la remisión, es decir normalización de las
cifras de plaquetas, hemoglobina y cifras de LDH, debe
realizarse PF diariamente, requiriéndose habitualmente
entre 5 y 10 sesiones. Posteriormente, el estrecho
seguimiento clínico y analítico para detectar
recurrencias dictará la necesidad de nuevas sesiones de
PF.
·
En casos refractarios o recurrencias, se puede añadir
Rituximab al tratamiento. Aún no hay estudios que
justifiquen su inicio conjuntamente con la PF, en lugar
de los corticoides.
·
Por último, vale la pena comentar que la transfusión de
plaquetas puede asociarse a un empeoramiento clínico, e
incluso desencadenar la muerte, al aporta “materia
prima” para la formación de microtrombos. La transfusión
de plaquetas debe cernirse solo a hemorragias con riesgo
vital. No se debe transfundir plaquetas, por ejemplo,
para la colocación del catéter doble lumen para la PF
(similar a los de hemodiálisis).
Debemos tener en cuenta que la PTT es una entidad rara.
Leyendo y analizando detenidamente el caso, sentado en
un sofá de casa, parece fácil pensar en esta patología
pero en la práctica cotidiana no suele ser tan sencillo,
básicamente porque no siempre contamos con todos los
datos analíticos necesarios al ingreso (frotis,
laboratorio inmunológico, etc.) como en el hospital de
Massachusetts. Y aquí se me ocurren algunas preguntas:
1) ¿cómo no sospechar y tratar empíricamente una
meningitis aguda (MA) en un paciente inmunodeprimidos,
con un cuadro de cefalea, astenia, posterior deterioro
neurológico y fiebre al momento del ingreso, al que debo
retrasarle la punción lumbar por el riesgo de producir
un hematoma espinal en un paciente con 16.000
plaquetas/mm3?; 2) ¿Por qué no pensar que la
plaquetopenia es parte de una CID en el contexto de la
MA?; 3) ¿cómo no pensar en una cerebritis lúpica y
citopenia inmunológica por reactivación lúpica sin
conocer los valores de las fracciones del complemento?
De las 3 preguntas, solo la segunda tiene una respuesta
obvia: “los tiempos de coagulación son normales”; en las
otras dos no podría ser tan contundente. En nuestro
medio, donde no tenemos todos los resultados a las 2 de
la mañana, probablemente sería un error no pensar en la
MA, siendo lo más coherente tratarla empíricamente
mientras esperamos los resultados. Que no nos confunda
“la púrpura confusa”, aunque siempre debemos pensar en
ella.
El Dr. Greca solía decir algo como “la Clínica Médica
es muy amplia, aunque tenemos la obligación de conocer
el manejo adecuado de las patologías cotideanas y de
aquellas poco frecuentes que que son letales de no
tratarse a tiempo”. La PTT es un ejemplo de éstas
últimas.
Binder WD, Traum AZ, Makar RS, Colvin RB.
Case 37-2010: A 16-Year-Old Girl with Confusion, Anemia,
and Thrombocytopenia.
N Engl J Med 2010;363:2352-61. |
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